Cualquier tiempo pasado
Estoy más que harta de la vida moderna. De tuits y wasaps, de cafés en vaso de cartón. De amanecernos o añorarnos sobre la almohada. Del baúl rescato sostén y faja, y decido mudarme a los Tiempos de Maricastaña. Oigo una campana, llega el tranvía. Quiero billete sólo de ida.
Los nuevos adelantos y los tiempos modernos siempre dejan por el camino parte de nuestra esencia. Lo peor es que avanzamos a un mundo tan impersonal, de globalizacion teñida de individualismo. De conformismo programado. Parece que van acallando nuestra voz reaccionaría, pero también creativa ahogandonos en fría tecnología y esos MALDITOS vasos de cartón. Jejeje
ResponderEliminarMuy chulo el relato, será que me hago mayor pero empiezo a pensar que realmente: cualquier tiempo pasado fue mejor.
Un saludo
Belén, no sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, todos tiene su aquel, pero tal vez antes la vida iba más espacio como ese tranvía que tu protagonista quiere coger con billete solo de ida, muy buena tu frase final. Pienso que antes todo lo apreciábamos más, lo saboreábamos en vaso de cristal, y escribíamos a mano, con papel y bolígrafo, y de igual forma que tú has escrito este buen relato, Belén.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho, Belén.
Besos.
Tiempos modernos, qué deprisa van; cuánta exigencia en presente continuo, vivir al día, informado y comunicado puntualmente asistiendo a todas y a cada uno de los escenarios de este mundo global. Estamos reproduciendo una metástasis planetaria en toda regla.
ResponderEliminarLa actitud de tu protagonista me parece excelente, así como el relato. Si la noria te marea, está en ti bajarte y tomar billete de ida. Si no al pasado, a otro tiempo más calmo, donde la calidad y el sentido de la vida primen por encima del valor del tiempo como moneda de cambio.
Saludos, Belén.
Oy, oy, oy... ¿cómo es eso, estás harta del wasaps? No me extraña, yo hay veces que recibo más de 100 mensajes en menos de una hora... estos grupos... jajajaja...
ResponderEliminarHay un dicho que viene a decir algo así como: "cualquier tiempo pasado, es pasado". Pero está claro que a veces se echa de menos lo que tuvimos en su día y ahora no tenemos o no vamos a tener nunca más.
Buena idea la de tu protagonista, suerte que escuchó la campana y decidió coger el tranvía. Solo el tiempo dirá si el resultado ha sido exitoso o no.
Por cierto, el café en vaso es... de lo peor. Y la frase de la almohada, brillante.
Me encantó, Belén. Un besazo.
Malu.
Para el mundo, que yo me bajo. No es cuestión de ser nostálgicos, pero a veces añoramos las cosas sencillas, corrientes en épocas en la que el tiempo transcurría más despacio porque no estaba saturado de actividades ni falta que hacía. La vida actual nos arrastra en una vorágine que a veces produce vértigo, consumimos tanto que no paladeamos nada. No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero de vez en cuando necesitamos desconectar de este presente de locos, será por eso que cada vez están más en auge los alojamientos rurales, escapadas a entornos y actividades de otra época. A veces me dan ganas de coger el mismo tren que la protagonista de tu relato, pero enseguida se esfuman, porque tengo que poner la atención en mil cosas cotidianas y ya no damos para más.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte, Belén
Los adelantos de la vida, que en principio son para que el tiempo nos cunda más, al final se vuelven en nuestra contra. Es cierto que antes, con menos cosas, teníamos más tiempo, o lo administrábamos mejor, o quizá la vida no era una carrera a contrarreloj. Me encanta tu micro porque, además de la maestría con que lo has escrito, hace pensar. Y ahora estaré la tarde meditando si cualquier tiempo pasado...
ResponderEliminarUn beso, Belén.
Pablo.
Como ocurre con todos los refranes o frases hechas, habría para rebatir durante días. Qué si a quien madruga, Dios le ayuda o su contrario: no por mucho madrugar, amanece más temprano. Cuando nos vemos hartos de todo parece que quisiéramos alejarnos lo más posible y no volver. Cuando lo pensamos un poco, solemos ver los pros y los contras. Yo, a tu relato, solo le veo pros. Enhorabuena, Belén. Suerte y saludos.
ResponderEliminarMe identifico totalmente con tu protagonista. No estoy segura de si los tiempos pasados eran mejores, lo que sí es cierto es que a mí ahora me da la impresión de que no llegó a hacer las cosas a tiempo nunca. Será que me estoy haciendo mayor.
ResponderEliminarUn abrazo, Belén.
Todos debemos coger ese tranvía alguna vez, pero yo prefiero que sea lo más tarde posible, Belén. Un tranvía sin retorno que nos devuelva los recuerdos del pasado, los momentos felices de la niñez y todos los seres queridos que ya no están y nos esperan en esa estación del final del camino. Yo también me acuerdo de la faja de mi abuela, de sus tapetes de croché para el café y de las interminables tardes de verano en las que no existía otro ruido que el de las cigarras, sin móviles, ni televisión y casi sin coches... Pero prefiero vivir el presente, porque ya tendré tiempo en el futuro de rememorar el pasado. Ya ves, tus cincuenta palabras dan para reflexionar mucho y-aunque tengamos diversos puntos de vista- siempre coincidiremos en tu maestría como relatista. Enhorabuena.
ResponderEliminarComo decían Les Luthiers "Cualquier tiempo pasado... es anterior". Buen cincuenta que nos retrotrae a una vida más relajada a la que nos gustaría volver en muchos aspectos. Pero si así fuera, no tendríamos internet y no habríamos conocido tu excelente relato. No sigo, que tengo que ver los 150 mensajes acumulados en un grupo maldito.
ResponderEliminarBesos, Belén.
¡Es muy bueno, buenísimo!
ResponderEliminarMe gusta mucho ese final, ese billete de ida no solo será al pasado del título, puede ser al deseo como el tranvía invita.
Besicos, Belén
Tu relato destila nostalgia que en parte comparto. Supongo que lo ideal es recuperar la esencia de las cosas, pero sin renunciar a lo positivo del progreso. Vivimos en un mundo tan lleno de artilugios para estar conectados, que a veces olvidamos que podemos andar y que existen calles y caminos para encontrarnos. No sé quién dijo aquello de que "A medida que las máquinas se van pareciendo a los hombres, los hombres se van pareciendo a las máquinas". Pues, va a ser verdad. Ese tranvía, Belén, puede ser el AVE, pero que nos conduzca a un futuro más humanizado. Como te dicen algunos compañeros, tu micro da para pensar mucho. Un beso, Belén.
ResponderEliminarBelén, me temo que, por mucho que queramos, los tiempos pasados no vuelven. Lo que sí permanece es el recuerdo, los buenos recuerdos de antaño. Me gusta tu prosa porque es musical. Se nota en las rimas internas (de las que yo misma soy muy aficionada). Felicidades.
ResponderEliminarBelén, esta vida tan estresante no hay quién la aguante. No me extraña que tu protagonista haya decidido poner remedio volviendo al pasado. Espero que encuentre lo que busca, si no siempre puede cambiar de dirección y regresar.
ResponderEliminarBuen relato, nos hace reflexionar sobre la vida actual.
Besos apretados.
Es cierto que la vida va más deprisa hoy en día y el símbolo de esa velocidad, perfectamente traído a colación en el relato, por cierto, es el café en un vaso de cartón que te has de tomar mientras vas de camino al trabajo.
ResponderEliminarPero además, también está el hecho de que no hay un segundo en el que no estemos conectados (también perfectamente reflejado en tu relato).
En suma, que te doy la razón y que te felicito por tu maestríaa en reflejar esta angustia ansiosa de nuestros tiempos en 50 palabras.
Beso, Belén.
Como decían Les Luthiers: “Cualquier tiempo pasado fue anterior”. Y de momento, excepto en la imaginación, que casi todo lo puede, no hay billete de ida a esos días perdidos, ni máquina del tiempo que nos lleve a épocas de nuestra vida en las que fuimos felices, o en las que vivimos experiencias que nos gustaría repetir, eso aunque sólo fuese como un mero espectador –o un bacalao espectador, no sé por qué sólo los meros van a tener ese privilegio-, técnica que emplea Ingmar Bergman, en su película Fresas Salvajes.
ResponderEliminarLo que sí que es cierto es que estamos en unos tiempos alocados, acelerados, narcisistas, llenos de estímulos, pero también de engorros, unos tiempos que el recientemente fallecido Zygmunt Bauman calificó como líquidos –no sé si en el futuro llegaremos a los gaseosos-, y, muchas veces, uno anhela esa vida retirada de la que hablaron Horacio y Fray Luis de León, entre tantos otros, esos tiempos de Maricastaña en los que las vivencias eran más humanas y el tiempo parecía dilatarse casi sin límites.
Pero de momento todo se queda en anhelos, y el futuro sigue tirando de nosotros de forma impiadosa hasta que nos deshagamos en él como un caramelo en la boca de un niño.
Mi enhorabuena y agradecimiento por esta reflexión, Belén, un abrazo.
Dime dónde venden esos billetes, por favor, que yo quiero uno. Me ha encantado cómo cuentas lo que más de uno pensamos. Enhorabuena, Belén.
ResponderEliminarUn abrazo.
Se podrá estar más o menos de acuerdo con eso de que los tiempos pasados son mejores. Supongo que, como tantas cosas en esta vida, todo dependerá de la perspectiva con la que los miremos. Eso sí, con la vehemencia de tu planteamiento, Belén, hay temas de hoy que no sé yo si contribuyen a que vivamos mejor o a atontarnos (en algunos casos, aún más), pero convendría saber distinguir lo que nos ayuda de lo que no aporta nada a este mundo. ¡Y mira que hay cosas innecesarias!
ResponderEliminarEn fin, que tu relato permite que reflexionemos sobre esas «tonterías» que nos ponen delante de nuestros ojos y que, si no tenemos criterio alguno (algo muy normal ente tantísima gente), terminan por aborregarnos. Que puede ser que sea lo que van buscando...
¡Enhorabuena y nos seguimos leyendo!
Un abrazo.
Pues sí que hay gente que lo hace, echan de menos poder tener tiempo sin pensar que se les escapa de entre los dedos, sentir la calma, la naturaleza, comer bien, y se van al campo. De hecho, hay veces que también me apuntaría a ello. Otras veces me conformo con menos...
ResponderEliminarEn cualquier caso, nos dejas un buen micro para meditar sobre lo que nos interesa en la vida.
Un beso Belén.
Carme.
Nos invitas a una necesaria reflexión sobre nuestro modo de vida acelerado, consumista y despersonalizado. Esa mirada al pasado está cargada de nostalgia manriqueña ("cómo cualquier tiempo pasado fue mejor".), pero mucho me temo que esos tiempos, como las golondrinas becquerianas, no volverán. Sí podemos, en todo caso, hacer un alto en el camino para desprendernos de cargas innecesarias y poder viajar más ligeros de equipaje.
ResponderEliminarPero ya nos será muy difícil desconectar de esta red global que ha permitido encontrarnos en esta familia y sin la cual no podríamos gozar de relatos como el tuyo.
Un beso, Belén.
Viaje nostálgico. ¡Cómo me gustan los tranvías! Tengo ganas de volver a Lisboa, principalmente para darme unos paseos en los decadentes y descuajaringados tranvías. Es un deseo que me llama (O «Un tranvía llamado deseo»???)
ResponderEliminarBromas a parte, me ha gustado tu relato sobre todo por el sabor que destila sin tenenr que probarlo en vaso de cartón.
Un besazo, amiga Belén.
Hoy por hoy, le pediría a tu protagonista que saque dos billetes, que yo también oigo esa campana. Como diría Serrat: "Harto ya de estar harto, ya me cansé..." Un beso, Belén.
ResponderEliminarYo más bien pienso que todo tiempo pasado fue distinto, aunque a veces también a mí me gustaría coger ese tranvía, hacia ese tiempo que nos devuelve un reflejo calmado, donde la añoranza ya ha filtrado la oscuridad que toda época posee.
ResponderEliminarMuy buen relato, Belén, con una segunda parte que conduce a un final excelente, empujada por un comienzo con esa dosis de crítica hacia una modernidad que suma avances, pero nos roba el tiempo.
Enhorabuena.
Un abrazo.
No sé si cualquier tiempo pasado fue mejor, pero desde luego, sí más auténtico y fresco. En la actualidad las emociones van a velocidad de megabytes. Muy bueno, Belén. Un abrazo.
ResponderEliminarLo de la faja no lo veo yo necesario, jajaja. Por lo demás, ya no sé si irse a los tiempos de Mari Castaña, pero al menos desear que Internet deje de funcionar unos días, ya que somos incapaces de desconectarnos. No sé si cualquier tiempo pasado fué mejor, pero si sé que la tecnología no da la felicidad, ni mucho menos los vasos de cartón, la comida recalentada y los diez mil canales de televisión.
ResponderEliminarSeguramente ha sido un arrebato, Belén, pero la verdad es que hay motivos de sobra en nuestras vidas de ahora para que añoremos ciertas cosas. Iba a destacarte sobre todo las últimas frases, pero es que me encantan todas y cada una de ellas.
ResponderEliminarEnhorabuena, maestra. Derrochas solera.
Un fuerte abrazo.
A veces me encantaría también.
ResponderEliminarEsta vida que llevamos será moderna pero desde luego cansa con tanto ajetreo, prisa y tecnología que no nos deja respirar.
ResponderEliminarRescato mi faja y compro un billete contigo, solo de ida, a cualquier lugar lejos de esta locura que nos rodea.
Me encanta, me reencanta y me vuelve a encantar.
Una gozada leerte siempre Belén.
Besos y sonrisas.
Que sean dos billetes Belén!!! mira que ya somos varios los que no soportamos estos tiempos presentes.
ResponderEliminarMuy bello y cierto relato, mis felicitaciones.
Aprovecho de agradecer que hayas escrito tu dedicatoria en mi copia del libro "El Bosque de las Palabras", un especial regalo para mi que atesoro entre mis libros joyas.
Un beso y un abrazo enoooormeee.