El lago
Dicen que las aguas anegaron todo. Que en aquella fría madrugada la riada se llevó por delante casas, bestias y hombres. Dicen que nuestros cuerpos sin vida reposan en el fondo del manso lago. Se equivocan. Aún vivimos. ¿Quién, si no, hace tañer las campanas las noches de San Juan?
Matrioska, precioso relato, y es cierto yo también escucho el tañido de esas campanas.
ResponderEliminarMe gusta esa repetición del "dicen" le da fuerza al relato y reafirma la convicción de los que se creen vivos aún. Y también dan fuerza esa dos frases cortas pero contundentes "se equivocan" y "aún vivimos".
Me ha gustado mucho, Matrioska, buen relato, enhorabuena.
Besos.
Me gusta mucho, Matrioska. Tiene un aire tremendamente "Beckeriano", como un "Miserere de la montaña" pero en el lago y en noche de San Juan, fecha mítica donde las haya. Me encanta!
ResponderEliminarVaya, Manuel, ¡parece que hemos coincidido!
Eliminar¡Un saludo!
Matrioska, un placer leer este tipo de micros, tan becquerianos. Me conectó directamente con el monte de las ánimas.
ResponderEliminarMuchas gracias por compartirlo.
Salut.
Siempre se ha dicho que las leyendas tienen una parte de verdad, por eso no está de más tenerlas respeto, aunque la duda siempre sea una opción prudente y razonable. También hay quien asegura que cuando la vida es arrebatada de una forma radical, ese energía a la que algunos llaman alma, debe tardar en asimilar que su dimensión y su entorno han de ser otros, de ahí que no parezca tan descabellado pensar que el tañido de esas campanas puede producirlo quien aún no se ha marchado del todo, estableciéndose una conexión entre los mortales y quienes han emprendido ya su viaje inevitable.
ResponderEliminarUn relato inquietante por un lado, pero de alguna manera también esperanzador, en el sentido de que nada desaparece del todo.
Un abrazo grande, Matri
Ay, qué congoja... como en todos tus relatos. ¿No queda nadie más que pueda tocar las campanas? Me has recordado las tremendas riadas que se producen a veces en las montañas del Pirineo. Tragedias, desolación, fantasmas...
ResponderEliminar¡Bravo!
No todos los que no viven están muertos.Una inquietante paradoja en la que nos sitúa tu relato: la vida que viven los no vivos. El relato subvierte el orden de la realidad sólida y nos invita a adentrarnos bajo la aparente serenidad del lago dando luz a otras vidas paralelas.
ResponderEliminarComo un susurro de las profundidades viaje el alma del micro haciendo sonar campanas sumergidas en nuestro inconsciente gracias a una escritura impecable que ajusta las expresiones a las impresiones que pretende causar.
Un abrazo, Matrioska.
¿Espíritus puros que pululan por el ambiente, después de las catástrofes?
ResponderEliminar¡Qué trabajen las mentes!.
Cuando tenga la respuesta, serás la primera en saberlo, Matrioska.
Hasta entonces, besitos mil
Qué evocador te ha salido el relato, Matrioska. Vienen a mi mente esas leyendas que parecen creadas para ser contadas en una noche de tormenta al abrigo de la lumbre. Tambien me hace pensar en esa pobre gente apartada de aquellos hermosos pueblos asolados por las aguas y de sus recuerdos. Me ha gustado mucho. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarUn 50 con aire de leyenda. Un lago con mucha vida ahogada en su interior. Un tañer de campanas que nos incita a releerlo y una vez más disfrutar de su lectura.
ResponderEliminarMagnífico mi Matriosca.
Besos cariñosos
Coincido con loa comentarios anteriores, Matrioska. Un relato con olor a leyenda al más puro estilo romántico, digno de Bécquer. Felicidades.
ResponderEliminarUna tragedia, unas campanas que suenan un determinado día del año, unos fantasmas, una leyenda.
ResponderEliminarFantástico Matri, eres única creando ambientes.
Un beso grande.
Malu.
Un relato con atmósfera sobrecogedora y repicar gótico de campanas. Muy bueno, Matrioska. Un abrazo.
ResponderEliminarCreas una atmósfera que nos lleva a una película (o cortometraje) de miedo (Dicen... Dicen...). Ya imagino el lago cubriendo el pueblo, la luna en el agua, el campanario sobresaliendo y esa campana sonando para acojonar a todo ser viviente que la escuche...
ResponderEliminar¡Matrioska, enciende la luz que nos va a dar algo!
Un beso.
Carme.
Matrioska, una vez más has conseguido erizarme la piel. Después de tu leyenda nunca sonaran igual las campanas en la Noche de San Juan.
ResponderEliminarEnhorabuena, amiga.
Besos muy muy apretados y un abrazo para el susto...
En mi barrio hay una antigua iglesia. Por San Juan suenan las campanas. Los visitantes se sorprenden de la fuerza con que lo hacen. Nosotros... los del pueblo... nosotros sabemos que en el campanario no queda ni una sola campana desde el bombardeo del 36. Los huecos están vacíos.
ResponderEliminarPara que un relato de terror funcione requiere primero dotarse de una determinada atmósfera, lo cual suele exigir un montón de palabras, bien escaso por antonomasia en el género del microrrelato; y es por eso que resulta tan difícil hacer buenos micros de terror. Pero aquí es donde aparece Matrioska y con un narrador que hace de narrador - valga la redundancia- nos sumerge -nunca mejor dicho- en un lugar donde tiempo atrás sucedió una desgracia, abonando el terreno literario que permite sugestionarnos debidamente para el elemento terrorífico -un fantasma, introducido en forma de interpelación, otro acierto- que cierra el relato.
ResponderEliminarPor todo ello, muy buen relato, Matri.
Enhorabuena y un beso.
La creación de la atmósfera de misterio es impecable, Matrioska. Es muy difícil relatar una leyenda con tan pocas palabras, pero tú nos has sumergido en ella y en ese lago en donde tañen las campanas la Noche de San Juan.
ResponderEliminarMi enhorabuena y besos.
Muy inquietante el misterio que ronda a ese lago, que de manso solo tiene la apariencia. Parece que, entre otros, el espíritu del sacristán sigue allí, y no se resigna a dejar calladas para siempre esas campanas. Supongo que ha elegido la Noche de San Juan por su carácter mágico, que refuerza al máximo el peso de la leyenda. Me sumerjo en el lago y en el "din don dan" de las campanas. Me ha encantado, Matrioska. Un beso.
ResponderEliminarUn cincuenta de ambiente misterioso y legendario que está tan bien escrito que uno puede sentir el tañido de esas campanas. En mi caso, sea o no sea la noche de san Juan.
ResponderEliminar¡Bravo, Matrioska! Enhorabuena. Nos seguimos leyendo.
Un beso.
Y el miedito que da ese tañido. Muy bueno, muy de verdad de alguna manera; quizás por eso cala.
ResponderEliminarFelicidades!
Muchas gracias a todos por vuestros cariñosos comentarios. Con este micro quería hacer un homenaje a un lugar especial que ha formado parte de mi vida desde siempre, el lago de Sanabria. He querido fusionar la más famosa de sus leyendas que cuenta cómo a un peregrino le negaron cobijo en el pueblo y solo dos mujeres se apiadaron de él. Ese peregrino era Jesucristo que, tras avisar a las mujeres para que se pusieran a salvo, inundó el pueblo como castigo, formándose el lago. Cuenta la leyenda que los hombres de bien pueden oír repicar las campanas desde el fondo del lago en las noches de San Juan. Esa es la leyenda, lo que forma parte de la realidad y de la historia, es que una gélida noche de enero de 1959, la rotura de una presa construida con importantes deficiencias estructurales y material defectuoso, arrasó todo un pueblo arrastrando hasta el lago a 144 personas de las que solo se pudieron recuperar 28 cuerpos. Los 116 restantes siguen descansando bajo sus aguas que, como escribiera Unamuno, son espejo de soledades. Muchos besos y abrazos, familia.
ResponderEliminar¡Guau! Si el micro ya me había encantado (a mí también me ha traído a la memoria a mi adorado Bécquer) ahora con tu explicación me parece sublime. Enhorabuena, Matrioska.
ResponderEliminarUn abrazo.
Ya al leerlo las imágenes de los pueblos que emergieron de los embalses este año en Galicia, por falta de agua, vinieron a mi mente, ya que al ver a la gente fotografiándolos siempre pensé qué ocurriría si algo sobrenatural sucediese en ese momento. De verdad, eres buenísima creando ambientes y ajustando palabras para hacernos vivir el micro. Besos a esgalla.
ResponderEliminarQué bien escribes, Matri; a base de palabras sencillas, pero logrando unas ideas e imágenes muy poderosas. Esas campanas que quedan resonando sobre los tejados del pueblo, en realidad no son tañidas por seres vivos, aunque tu personaje diga lo contrario, sino por cadáveres remojados en las frías aguas durante años, con el cuerpo mordisqueado por los barbos y las carpas. Al menos para mí, eso es lo que sugiere la fantástica atmósfera que creas, muy bien descrita en los comentarios anteriores como “romántica”.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta gran propuesta.
Un fuerte abrazo.
Tu relato es fascinante, Inma, pero es que la explicación que lo acompaña es un deleite. Cuentas las cosas como si acompañaras en persona a quien te lee e inmediatamente uno se encuentra inmerso en una historia que siempre parece tener algo de familiar.
ResponderEliminarLa historia es conmovedora, el relato fascinante, hermoso e intenso, y tu forma de escribir, para coger apuntes.
Enhorabuena, compañera.
Un beso bien gordo.
Matrioska, he leído tu explicación detallada sobre el origen de tu micro. Realmente es una historia-leyenda digna de figurar en una obra de creación literaria. Has logrado entusiasmar a tus lectores con tu bella manera de narrarla. Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Como a otros compañeros, tu microcuento me ha traído a la memoria la atmósfera que Bécquer consigue en algunas de sus Leyendas, principalmente, la de El monte de las ánimas, que se desarrolla durante el día de difuntos.
ResponderEliminarLa noche de San Juan sería más de Shakespeare, pero todo lo que ocurre en esa noche en la obra del bardo inglés poco tiene que ver con tu microcuento el que, como dices, está basado en una leyenda asociada a un lugar concreto, donde, además, sucedió un hecho trágico, con lo que están ya dados todos los ingredientes para sentir que a uno se le eriza la piel de miedo.
Yo también recuerdo algunas de esas leyendas terroríficas que me contaban mis abuelas y que, según ellas, habían ocurrido en sus respectivos pueblos, y que hubiesen dado pie para que Iker Jiménez hiciera alguno de su programas de Cuarto milenio.
Así que tu historia transmite un escalofrío y crea un ambiente propicio para sumirse en el misterio, para traspasar esa delgada capa que, a veces, parece separar el mundo de los vivos del de los muertos, el de la realidad del de los sueños.
No sería yo quien me aventurase por las cercanías de ese lago, y mucho menos cuando el sol desaparezca.
Un abrazo.
Llego el último por cuestión de desorganización, pero le tengo ganas a tu relato desde que lo leí. Me ha dejado el mismo poso que aquel magnífico de "El columpio". Me he imaginado en ese pueblo y en una noche oscura, escuchando las campanas. Me encantan este tipo de relatos, prima, y lo bien que los escribes. Este también va a mi libreta porque me ha gustado tela. Y no es amor de familia, sino admiración de aprendiz.
ResponderEliminarUn besazo.
Pablo.
Me gusta esos fantasmas de los ahogados. ¿Las campañas tañen bajo las aguas? Que original y que fuerza tiene, Matri, me ha gustado mucho. Es un relato precioso. Besotes
ResponderEliminarQue potente y grandioso relato. Sutil terror en una historia de muerte y fantasmas, me encanta!!!
ResponderEliminarAprovecho mi querida Inma, de agradecer tu dedicatoria en mi copia del libro "El Bosque de las Palabras", mi libro favorito firmado por mis autores favoritos, que más puedo pedir?
Un abrazo enorme!!! y un beso mayor.