El Máximo Hacedor de Todas las Cosas se confiesa
A estas alturas de la película tampoco os desvelaré nada que no sepáis. En tan solo seis días (porque al séptimo, descansé) logré crear, de la nada, todas las formas existentes. ¿Podría haberlo conseguido en menos? Seguro, pero a mis connaturales omnipotencia, omnipresencia y omnisciencia no quise sumar entonces endiosamiento.
Genial el golpe final, omnipotente Barrionuevo.
ResponderEliminarSaludos virtuales
¡Qué va, María Jesús, de «omnipotente» nada de nada, un debilucho mortal más!
EliminarGracias por tu comentario.
Saludos virtuales a falta de reales.
Pero qué genio eres, paisano. Tras tu relato, ahora me explico cómo va el mundo. Va a ser por no querer pecar de endiosamiento.
ResponderEliminarUna genialidad más de las tuyas. Y van...
Un abrazo.
Pablo
¡Muchas gracias, paisano!
EliminarVa a ser que sí, que ahí va a estar la explicación de todos los males de este mundo.
Y para genio, tú mismo, no tienes que buscar más en la provincia.
Un fuerte abrazo, amigo.
Hola José Antonio, pero que humilde es este "dios" que nos presentas. Creo que debió de ir con más cuidado ya que algún cable no conectó bien, pero cualquiera le dice que lo revise.
ResponderEliminarMuy buen relato José Antonio, me ha gustado.
Un abrazo.
No te fíes, Javier, que tiene sus días y en este tocaba algo de humildad, pero por norma general se vanaGloria, que para eso reside por allí. Y lo del cable, vamos a dejarlo estar, que lo mismo le da por arreglar el mundo y decide con omnipotencia empezar de nuevo.
EliminarGracias por tu comentario y un abrazo de vuelta.
Dios esta endiosado. ¿Quién lo desendiosará? El desendiosador que lo desendesdiose buen desendiosizador será... o algo asi... jajajaja
ResponderEliminarMuy original el relato. La verdad, es que te ha quedado un micro divino.
un abrazo J. A. Barrionuevo.
¡Ja, ja, ja! Muchas gracias, Raquel, por ese trabalenguas celestial y por tu comentario.
EliminarUn abrazo para ti.
Hila fina la petulancia de este hacedor engreído que con jactancia se vanagloria ante su condescendiente creación.
ResponderEliminarPero más fino hila el narrador, que con pericia e ironía marca una finta divina y se ríe, con los debidos respetos, hasta del dios creador. Viva el sentido del humor, la perspicacia con salero y tu narración que nos deja un retrato mitológico brillante.
Saludos, José Antonio, me ha encantado el tono del relato.
¿Que yo me río del Dios creador? ¡Líbreme Él Mismo! ¡Dios mío, si desde el viernes estoy con remordimientos de conciencia por haber empleado el nombre de Dios en vano, que creo que me he ganado un pasaje a los Infiernos (solo de ida)!
EliminarGracias, Manuel, por tus palabras. ¡Ah, se me olvidaba: Yo aquí no soy narrador, solo soy un instrumento en manos del Sumo Hacedor!
Saludos muy cordiales.
Un omnipotente, omnipresente y omnisciente muy modesto, sí señor. Muy bueno, José Antonio. ;-) Un beso.
ResponderEliminarEs que, Matrioska, el Máximo Hacedor de Todas las Cosas es así. ¡Todo «OMINI» y a lo grande!
EliminarUn beso de vuelta. Y muchas gracias.
Buenísimo, ese giro final especialmente. La verdad es que ha gustado "la de Diós" :-)
ResponderEliminarGracias, Manuel. Yo me pregunto: ¿Le habrá gustado a ÉL? Y me respondo: lo mismo no le ha hecho mucha gracia. Estoy temblando desde la publicación. De momento, nada. Afortunadamente.
EliminarUn abrazo.
¡Genial! Egoicos trazos muy egoicamente dibujados.
ResponderEliminarGracias por compartirlo, José A.
Salut.
Me has hecho sentir «egoico», dipandra. Menos mal que se me ha pasado rápido. Por eso no soy ningún dios.
EliminarSaludos.
¡Oh, Dios! Con que haciéndonos el chulito, eh. Pues ojito conmigo que tengo un primo llamado Nietzsche.
ResponderEliminarBuena manera has encontrado, José Antonio, de explicar el pecado de la soberbia.
Abrazo.
Esa era la idea, Carles, de mi cincuenta. Los simples mortales (ellos y ellas) pecamos de soberbios, pero es que estamos hechos a su imagen y semejanza.
EliminarY Nietzsche, ¿estará sentado a la izquierda del Máximo Hacedor de Todas las Cosas? Mejor no preguntar...
Un fuerte abrazo.
¡Así que Dios también se confiesa!
ResponderEliminarAhora entiendo esa expresión que dicen: "orgullo nivel Dios".
¡Vaya con esta vuelta a los ruedos! Por todo lo alto, señor Barrionuevo.
Maestría, sabiduría, valentía y modestia, todo eso en uno solo que es usted, José Antonio Barrionuevo. Enhorabuena, un micro "nivel Dios".
Beso grande.
Malu.
Calla, calla... Que puede ser que me metas en un lío y no quiero pensar que me desees eso. Porque, además de soberbio, Dios también puede tener un punto envidiosillo y no me gustaría tenerlo enfrente.
EliminarGracias por tu amable comentario, sobre todo por reconocerme esa «maestría» que no tengo, esa «sabiduría» de la que también carezco, esa «valentía», que no sé qué es, y por esa «modestia» que sí, que esta sí que me acompaña en el día a día.
Un beso enorme, María Luisa Gómez ;) Queridísima Malu... ya tenemos otro tema abierto para conversar: Dios y sus cosillas. ¡Ja, ja, ja, ja!
¡Madre mía! Tu micro, José Antonio, es genial. No se puede calificar de otro modo. Me ha divertido y, a través del humor, nos lleva a pensar sobre grandes defectos de la humanidad, personalizados en todo un dios. ¡Enhorabuena!
ResponderEliminarBesos.
¿Acaso nuestros múltiples defectos no son herencia del Máximo Hacedor de Todas las Cosas! Si nos hizo a su imagen y semejanza... aquí tenemos el resultado. Por ejemplo, y sin ir más lejos, este torpe mortal que escribe.
EliminarCreo, no obstante, María José, que exageras al calificarlo de «genial», aunque sí aciertas en que detrás de mi cincuenta había un interés por hacer pensar qué es el ser humano y sus circunstancias. A lo Ortega y Gasset.
Muchas gracias y besos de vuelta.
Un Dios muy modesto que no ha querido avasallar más. Muy bueno, Jose Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
Tampoco es cuestión de arrasar con todo, porque, de hacerlo tendría que volver a empezar de nuevo.
EliminarGracias, Asun, por tu comentario.
Un abrazo para ti también.
Todo lo puede, está en todas partes y todo lo sabe, pero lo mejor de Él (pongámoslo así, con mayúscula) es que su modestia también es muy grande, que se esfuerza por no abrumar y es sincero y cercano, como lo demuestra esa confesión pública, para que se entere hasta el último de los mortales que creó. En ella revela su modo de proceder y sentir, una intención de hacer las cosas bien. Otra cosa es que le salgan; en eso, Él y nosotros nos parecemos mucho, será por aquello de la imagen y semejanza.
ResponderEliminarUn relato interesante y trascendente, José Antonio
Un abrazo grande
Pues no te falta razón, amigo Ángel. Parecería que Él te hubiese iluminado en tu comentario (¡Ja, ja, ja!). Solo una cosa: si Él se equivoca es porque quiere. Nosotros, cuando lo hacemos, es porque somos imperfectos. Por mucha imagen y semejanza que haya de por medio, tiene que haber sus diferencias, porque si no, seríamos dioses. O ingleses, que viene a ser lo mismo. (Esta frase no es mía, es de la película 'El hombre que pudo reinar', y la dice el gran Michael Caine).
EliminarMuchas gracias por tus palabras, siempre tan amables y generosas.
Un abrazo.
El Señor habita entre nosotros y sólo necesita cincuenta palabras para manifestarse. ¡Aleluya, hermanos!
ResponderEliminar¡Aleluya, hermana Patricia!
EliminarEs verdad que aquí Él se manifiesta con cincuenta palabras (y un largo título, a lo grande como corresponde, rozando el poste), que son las que marca las normas de nuestro rincón. Pero fíjate que necesitó un buen tocho (llamado 'Biblia') para contarnos sus andanzas y las de su Creación posterior.
Gracias por tus palabras y que Él te premie.
Un beso.
Así que Dios no está endiosado. Pues menos mal, porque nos acaba de abrumar con su modesta confesión.
ResponderEliminarDivertidísimo y genial, José Antonio. Un gran abrazo.
Sí, Carmen, pero no se lo tengas en cuenta. Él es así y tiene estos prontos.
EliminarGracias por tus palabras. Y un abrazo.
Eso es modestia, claro que sí (je, je, je). Bravo, José Antonio.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Una modestia... como Dios manda! ¡Ja, ja, ja!
EliminarUn abrazo, Fina, y muchas gracias.
Como dijo Luis Piedrahita "Dios hizo el mundo en 7 días, y se nota"
ResponderEliminarYo creo que cuando las cosas se hacen bien hay que reconocerlo y aplaudirlo, pero cuando no, también. Y yo creo que, en el diseño del hombre, el creador no anduvo muy fino. No pasa nada, todos tenemos un mal día.
Refrescante relato el tuyo, Jose Antonio. Excelentemente narrado y muy bien escogida esa primera persona, como no podía ser de otra forma.
Enhorabuena. Te ha quedado como Dios.
En realidad, como se dice en el título, es una confesión. Yo solo soy un mero transmisor de Quien se confiesa, que tuvo a bien hacerlo, sin presiones, simplemente porque le dio la gana. ¡Que para eso es Dios! Pero no se lo tengamos en cuenta.
EliminarGracias, Antonio, por tu comentario. Muy amable y con un final divino.
Un abrazo.
Magnífico planteamiento en cuanto a la historia, al personaje, al estilo literario y el sentido del humor.
ResponderEliminarCincuenta palabras muy bien aprovechadas. Genial.
Un fuerte abrazo, José Antonio.
Creo que exageras, Isidro, pero se agradece igualmente.
EliminarUn abrazo.
Relato de un humor divino.
ResponderEliminarEnhorabuena, Jose Antonio.
¡Ja, ja, ja! Si lo he conseguido, Rafa, me puedo sentir como Dios. Pero solo un ratillo, que no quiero pelusilla de Él...
EliminarUn abrazo y gracias.
Un relato de altura, sí señor. Lo tiene "omni". Felicidades, José Antonio. Saludos
ResponderEliminarGracias, Juana. De altura, pero espero no caer desde muy alto, que ya se sabe que son muy duras esas caídas.
EliminarUn saludo.
José Antonio, acabo de descubrir con tu micro que Dios no solo creó el mundo, si no que también fue el inventor de la "falsa modestia".
ResponderEliminarMe ha encantado la contradicción que se produce entre cómo cuenta lo que ha creado y la frase final en la que decide que es mejor no excederse con su autoestima.
Muy buen relato, irónico y divertido.
Besos.
¿Falsa modestia? ¡Qué va! Si habla así es porque puede y lo vale... ¡Que para eso es el Máximo Hacedor de Todas las Cosas (posibles o imposibles)!
EliminarTe agradezco, Pilar, en su Nombre, tu comentario y no le digo (aunque seguro que ya lo sabe) lo de la contradicción que mencionas. Mejor no tensar situaciones, que muchas veces actúa según le viene en gana y dependiendo del día...
Un beso grande.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¿Omnímodo poder? ¿Suficiencia?. Porque quiere, porque puede y porque le da la gana. ¡Y cualquiera le dice nada!. Amén. Divertido cincuenta. Aquí no hay nadie intocable. Me quedo con la duda de si, como confesión que es, espera realmente una penitencia, cuál sería y si la va a cumplir. Loado seas, José Antonio. ¡Bravo!. Un saludo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina. ¿Penitencia? ¿Para qué? Él se perdona y punto en boca... La penitencia, creo, me la va a imponer a mí por aquello de usar su nombre en vano. Pero que conste que yo simplemente soy una herramienta más de su poder y de su creación.
EliminarUn saludo cordial.
Jajaja, eres un Dios de las cincuenta palabras, José Antonio. Me ha encantado.
ResponderEliminar¡Calla, calla, Fernando! No lo manifiestes tan a las claras, que no quiero problemas... ¡Ja, ja, ja!
EliminarUn saludo y muchas gracias por tu comentario.
Jose Antonio, un relato genial, con una fina ironía, y que nos muestra como siempre un dios subido a su pedestal de falsa modestia.
ResponderEliminarMuy bueno.
Besos.
Muchísimas gracias por tu generoso y más que amable comentario, Amparo.
EliminarBesos.
Originalísimo y divertido relato. Un Dios con falsa modestia, si en seis días creó un mundo imperfecto imagínate en menos, ja ja ja. Muy bueno, José Antonio. Un abrazo.
ResponderEliminarPero que conste, Salvador, que perfectamente podría haberlo hecho. Del resultado no hablamos. Si el mundo es imperfecto es porque Él en su perfección así lo deseó. Insisto: Él es así porque quiere y porque le da la divina gana. ¡Ja, ja, ja!
EliminarUn abrazo y muchas gracias por leerme y comentar.
Un dios por encima del bien y del mal, como debe ser, sí señor. Sólo le ha faltado rematar con un “para chulo, Yo”. Bravo, José Antonio, por tu ironía y por tu ingenio.
ResponderEliminarDel bien, del mal, de lo perfecto, de lo imperfecto... De todo lo habido y por haber. Y sobre lo de «para chulo, YO» no lo dijo, pero quizás lo pensó. Sucede que Él va su divina bola y actúa según le viene en gana.
EliminarGracias siempre, amiga María Jesús. Un abrazo.
Hay confesiones que solo ocupan 50 maravillosas palabras. Buen hacedor eres de ellas siempre,
ResponderEliminarMe encanta ese final queda divino con tu genial relato.
Un abrazo grande José Antonio.
¡Cuánta amabilidad, Belén! Tú sí que nos dejas maravillosas palabras en tu prosa y en tu poesía. Como para sentirse divinamente leyéndote...
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un abrazo.
¡Ay el Máximo Hacedor! O el Supremo Hacedor, o El Gran Arquitecto del Universo, que le llamaban los masones y rosacruces, que recuerde ahora; podría haberse tomado otros tantos días para que, desde el inicio, su obra más sofisticada –al menos en el planeta Tierra, quizá en otros lugares del universo se haya puesto mayor empeño-, es decir, el ser humano, no hubiese sido tan imperfecto y, sobre todo, tan cruel.
ResponderEliminarEn fin, ya veremos qué nos dice al respecto el día del Juicio Universal. Leonardo Sciascia decía algo así como que si existiese Dios tendría muchas cosas que discutir con Él y que reprocharle. Pienso que a todos nos gustaría que nos aclarasen el porqué de este mundo y los intríngulis de la vida, pues entre religiones, filosofías y teorías de todo cariz uno acaba medio majara.
En definitiva, por más que tratemos de esquivarlas, las preguntas están ahí y, ante nuestra ignorancia, no nos queda otro recurso que el de la ironía, como has hecho tú, José Antonio, porque ya se sabe que las religiones -que aspiran la mayoría a ser la única verdadera- tienen otros caminos muchos más ásperos y crueles, aparte de unas presunciones que ríete tú del endiosamiento del Máximo Hacedor de tu microcuento.
Mi enhorabuena por esta ráfaga de aire fresco y un abrazo.
Enrique, quiero agradecerte que me hayas dedicado un comentario de los tuyos, tan completo y tan excelso, como ya nos tienes acostumbrados, a mi cincuenta, que si tiene algo de divino solo es su único y principal protagonista.
EliminarEfectivamente, me decanté por la ironía para haceros ver, como creo que así lo he conseguido en una generalidad de comentarios, que tenemos un Ser Supremo que tiene su punto de humildad cuando decide confesar que él también adolece de defectos, de unos vicios que ha trasladado al ser humano, que para eso nos hizo a su imagen y semejanza... Y así nos va.
Muchas gracias por tus palabras, siempre tan generosas.
Un abrazo.
¿Quieres tratar de demostrar que aún en las mayores divinidades podemos encontar algo de humildad? Me parece que, ocupado en pensamientos más elevados, se te ha pasado dedicar un minuto de tu tiempo al héroe Pablo Iglesias. A menos que lo consideres la excepción que confirma la regla, claro. Sin bromas, me ha gustado, José Antonio. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarSupongo que ese Pablo Iglesias al que te refieres es el de ahora y no el de entonces, que ese sí que fue un héroe y nunca reconocido del todo.
EliminarBromas aparte, Jesús, a mí lo que me ha gustado es que te haya gustado mi cincuenta. Eso es ya un premio más que divino.
Saludos.
Hhhhmmmm.... con estos aires no sé yo si le querría confesar ningún capellán!! (le añadirá más penitencia por falta de humildad, por egocéntrico, por soberbía y chulería.
ResponderEliminarBueno, nos dice que no quiso pasarse y hacerlo todo en 3 días nada más, a saber cómo le habría quedado en ese caso!!
Muy ocurrente este relato con las palabras del omni-todo.
Un abrazo José Antonio.
Carme.
¿Para qué un capellán? Él se basta y todo le sobra. Y efectivamente, Carme, si con 6 días el producto que le salió es como ya sabemos, de haberlo hecho en 3, los que tendríamos que habernos confesado, y a conciencia, seríamos nosotros para que Él nos pillara inmaculados y puros (no todos).
EliminarGracias por tu comentario.
Bueno, bueno; ya solo falta que diga que lo hizo con una sola mano, como Cervantes El Quijote. Lástima que en aquellos tiempos aún no hubiera Instagram, si no, seguro que los científicos dispondrían ahora de material de primera mano para ilustrar sus hipótesis sobre los orígenes de todo: selfies con Júpiter al fondo, Mannequin Challenges con Adán, Eva y la serpiente... Y hasta una del séptimo día con el típico "Aquí, sufriendo". Infinito Ego. No hay más que ver el lugar de privilegio que ha elegido para su confesión, así como la pluma que ha usado como conducto, ;-).
ResponderEliminarGrande tu relato donde los haya, José Antonio.
Un abrazo.
No las necesitaba. ¿Manos? ¿Para qué? Este Ser Supremo, omnipotente, omnipresente y omnisciente, no necesita otra cosa que pensar, decir y hacer. Y eso es lo que hizo. Fruto de ese pensamiento fue este microrrelato, en el que me metió de por medio. Y sin posibilidad de negarme, que tú sabes cómo se las gasta si alguien le lleva la contraria.
EliminarGracias por tus palabras y una cosilla más: "selfies", algunos tiene y de calidad artística insuperable, que echaba mano de gente como Miguel Ángel, entre otros pinceles de lujo.
Un fuerte abrazo.
Admirable confesión divina la que nos brindas. Si has sido elegido como intermediario entre el Máximo Hacedor y nosotros, los pobres mortales, por algo será…
ResponderEliminarEnhorabuena, José Antonio, por tu extraordinario relato.
Muchas gracias, Flor, por tu comentario. De elegido, nada de nada. Tan mortal como otro cualquiera. Eso sí, como los demás, un instrumento a su antojo.
EliminarUn saludo y enhorabuena para ti también por tu merecida elección. ¡Suerte!
La humildad ante todo, verdad?
ResponderEliminarMuy divertido relato José, mis felicitaciones por ello.
Saludos!!!
Sobre todo si es divina. Gracias, Jean, por tu amable comentario y me alegra que te haya divertido.
EliminarUn abrazo.