La chica del granero
Siempre que su padrastro le oscurecía las horas, Elisa, sentada sobre la tosca arpillera de la zámbala del granero, se impulsaba con tal brío que sus pies asomaban a la calle a través del alto y sombrío ventanal.
Un día, el columpio regresó vacío de Elisa, pero lleno de verdad.
Un día, el columpio regresó vacío de Elisa, pero lleno de verdad.
Juana, parece que la relación entre Elisa y su padrastro es oscura, y que hay algo más..., ese "le oscurecía las horas" me dice tanto o yo quiero ver. Y la única manera que ella encuentra liberación es columpiándose, con fuerza, cada vez más.
ResponderEliminarY tu frase final, que me encanta, me deja una duda, se marchó Elisa porque no soporto más lo que ocurría con su padrastro o puso fin a su vida, sea como sea acabó con todo.
Buen relato, Juana, me ha gustado.
Besos.
Bello, directo al corazón. Ansias de libertad substanciada de una vez, con independencia del destino.
ResponderEliminarGracias, Juana M., por compartirlo.
Salut.
Las palabras bellas encuentran en tus relatos su refugio preferido. Zámbala (que no he hallado en el diccionario), suena tan hermosamente, que acoge las inquietas horas de Elisa en su balanceo tratando de calmar su inocencia violada.
ResponderEliminarDesde ese título tan cinematográfico, el relato detiene un tiempo imperfecto y aparte sobre el ritmo de las horas. Desde este balcón del desamparo, dejas un rastro aéreo para que sigamos el vuelo de Elisa liberada, lejos ya de la sucia y mezquina deliberación de los hechos.
Delicado y profundo como un destello fugaz en la oscuridad.
Un beso, Juana.
La muerte como única escapatoria. Preferir morir antes que seguir aguantando el abuso. Relato cluel y delicado, como una cinta de seda cubriendo a una bomba
ResponderEliminarImpacta tu relato, Juana.
ResponderEliminarToda la crudeza de una situación resumida en un columpio como arma suicida.
Besito virtual
Duro cincuenta sobre un caso de reiterados abusos sexuales en el ámbito doméstico, con trágico final, para el cual se emplea un inocente juego infantil que durante un tiempo solo sirvió de pasatiempos para olvidar y que termina siendo la vía de liberación definitiva de la víctima.
ResponderEliminarLa frase última sentencia que su muerte no fue en vano («lleno de verdad»).
¡Enhorabuena, Juana, por tu historia! Nos seguimos leyendo.
Besos.
Una pregunta, Juana, solo por curiosidad léxica: ¿qué es una «zámbala» en un granero?
EliminarA pesar de la dureza de la historia, sabes escribir con una elegancia que la hace bella. Y eso la envuelve en una atmósfera todavía más terrible.
ResponderEliminarEnhorabuena, Juana.
Preciosa y dura metáfora esa de «oscurecer las horas», me ha encantado. He buscado zámbala en el diccionario, pero no la he encontrado. ¿Es un localismo, quizás? Enhorabuena por el relato, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTriste, duro, elegante, muy bien contado, muy bien escogido el título, Juana.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un beso grande.
Malu.
Un duro relato escrito de un modo delicado, bello, sugerente ("las oscuras horas", "el sombrío ventanal" y la antítesis final, "vacio/lleno").
ResponderEliminarLos abusos que sufre la protagonista solo finalizan con la muerte.
Yo también siento curiosidad por el término "zámbala".
Enhorabuena por el micro, Juana. Es un placer leerte. Besos.
Muy poético tu relato, me encanta la última frase.
ResponderEliminarUn beso, Juana.
Juana, excelente micro, donde la dureza de su contenido se ve amortiguado por la belleza y la elegancia de tus palabras. Frases llenas de poesía que emocionan y desvelan el final de Elisa, lleno de verdad.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Besos apretados.
La terrible realidad impuesta a una niña, que termina por evadirse a través de sus juegos. Su muerte deja en evidencia la más abyecta de las situaciones.
ResponderEliminar(Por "zámbala" entiendo una grúa o polea utilizada como columpio)
Un relato duro y sin concesiones, pero contado de la forma más elegante posible.
Un abrazo, Juana
Terrible historia de abusos, que has contado de forma magistral, Juana. Parece que no hay otra salida al infierno que vive la niña que la muerte buscada como una liberación.
ResponderEliminarEnhorabuena. Besos.
Solo la muerte daría luz a la oscuridad. Con dos frases nos adentras en el universo aterrador de la protagonista. Excelente relato, Juana. Un abrazo.
ResponderEliminarRelato de los que hacen torcer el gesto de rabia tras leerlo, y al mismo tiempo, de los que causan admiración.
ResponderEliminarBien contada esta trágica historia de abusos, Juana.
Saludos cordiales.
Tu micro nos cuenta un terrible drama, pero has sabido escoger tan bien el ritmo construyendo las frases como si se deslizasen con suavidad, que lo has convertido en una belleza. Me ha gustado mucho, te felicito, Juana. Un beso.
ResponderEliminarHaces contrastar magistralmente tu historia de plomo con la liviana inocencia que representa el columpio, cómplice de su sufrimiento y que finalmente le ayuda a arrancar la insoportable realidad.
ResponderEliminarUn muy buen relato, Juana, contado con exquisita sensibilidad. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Qué principio y qué final... Bellamente contada esta triste y dura historia.
ResponderEliminarUn abrazo, Juana.
Carme.
- Oscurecerle las horas a alguien... qué bien transmite sensaciones esta expresión tan bien hallada.
Causa desazón y melancoía leer tu bello y poético relato. Yo casi intuyo un atisbo esperanza en el regreso vacio del columpio, no por la muerte, si no por una posible huida. Ojalá que haya sido así. Enhorabuena, Juana. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarEstá muy bien tu relato, Juana, con esa última frase contundente...y llena de verdad.
ResponderEliminarMe gustó.
Un beso.
Pablo.
Puff!! Que duro, Juana!!
ResponderEliminarVeo claramente esa rabia contenida al balancearse con ímpetu en el columpio. El final muy bueno. Besos
Oscura y triste historia la que nos traes, pues aunque esa chica del granero haya dejado atrás el lugar donde ha tenido una mala vida, se lleva esas experiencias en la memoria, esa herida en la psique y eso ya será por mucho tiempo, o para siempre, una marca negra en su carácter.
ResponderEliminarAunque también cabe la posibilidad de que haya caído desde la altura necesaria para matarse, dado que ese columpio de balancea sobre la calle desde un alto y sombrío ventanal.
El columpio, en su vaivén, regresa acusador sin Elisa, pueda que ella esté agonizando en la calle, o que haya podido izarse y corra en busca de una libertad con la que ha soñado, probablemente, desde su más tierna edad, con esa incertidumbre nos quedamos, deseando que lo peor no haya sucedido, aunque lo que cuenta el relato no da pie para el optimismo.
Y ese padrastro que, por las noticias, sabemos que es real –incluso a veces lo son los propios progenitores- se nos presenta más siniestro y abominable que la madrastra de Blancanieves, y nos introduce en esos mundos terribles que a veces suelen ser las propias familias.
Gran microcuento que deja un hondo malestar y despierta nuestra indignación, pues sabemos que todas esas cosas ocurren incluso en las sociedades más avanzadas.
Mis felicitaciones, Juana, un abrazo.
Yo también desconozco la palabra zámbala.
Hola a todos. En primer lugar, muchísimas gracias por vuestro tiempo y voluntad para leer y comentar. Os cuento encantada alguna cosilla sobre la palabra zámbala. Es una palabra del vocabulario navarro. En el pueblo que yo nací, a los columpios artesanales, hechos a base de gruesas cuerdas y como asiento un saco o arpillera, siempre les llamábamos zámbalas. Normalmente se colgaban de las ramas de los árboles. En el pajar de mi casa, mi padre colocó uno de esos columpios que pendía de una de las vigas y lo disfrutábamos mucho en el invierno. De todos modos, os dejo un enlace en el que puede verse dicha palabra recogida en una de las páginas del "Vocabulario Navarro" de José Mª Iribarren. Os reitero las gracias y pido disculpas por no haber contestado antes. Un abrazo.
ResponderEliminarhttps://books.google.es/books?hl=es&id=ECJKAAAAYAAJ&focus=searchwithinvolume&q=z%C3%A1mbala
Me ha gustado mucho Juana.
ResponderEliminarUn abrazo
Bellas imágenes y una narración hermosa, como en ti es habitual, nos cuentan una historia cruel con un trágico desenlace. Entre ese daño cometido, al parecer de forma repetida, y la decisión de la víctima se adivina un dolor insoportable.
ResponderEliminarExcelente trabajo, Juana.
Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.