Lorenzo Médici "el Magnífico", la sangre de un mecenas
Flaquea el crédito, amenazan las deudas, los Fugger financian ahora todas las guerras...
Más aún, puedo subvencionar un maestro que instruya a jóvenes artistas, hay un tal Michelangelo que fantasea con esculpir un David sublime capaz de tumbar definitivamente a Goliat reencarnado en el Milán de los Sforza.
¡Qué loco!
Más aún, puedo subvencionar un maestro que instruya a jóvenes artistas, hay un tal Michelangelo que fantasea con esculpir un David sublime capaz de tumbar definitivamente a Goliat reencarnado en el Milán de los Sforza.
¡Qué loco!
Plinio, nos hablas de tres familias adineradas, los Médici, los Fugger y los Sforza, mecenas todas ellas, pero que parece que gastan su dinero de distinta manera para tener poder. Y hay quien prefiere gastarlo en arte para impresionar.
ResponderEliminarBuen relato, Plinio.
Un abrazo.
Plinio, hay quién prefiere financiar guerras mientras otros prefieren ser mecenas de artistas, pero a todos les gusta competir y ganar.
ResponderEliminar¡Y llaman loco a Michelangelo!
Buen micro.
Besos.
Como en la vida, cada uno tiene sus intereses. Lástima de los que no invierten en algo productivo o, por lo menos, bello y prefieren otras artes aniquiladoras y no tan bellas, pero seguramente más favorecedoras para ellos. Suerte, Plinio. Saludos.
ResponderEliminarHay diferentes maneras de invertir el dinero, pero desde luego que la de hacerlo en un joven Michelangelo (de apellido Buonarroti), aunque solo sea por vanagloria de un Médici, es una de las mejores y una de las que más orgullo puede dar a quien lo haga. Y es mucho mejor, ¡qué duda cabe!, que matar a diestro y siniestro, que eso lo único que deja por el camino son cadáveres, algo muy poco estético como todo el mundo sabe.
ResponderEliminarBuen cincuenta, Plinio.
Saludos.
Las luchas por el poder, la falta de escrúpulos inherente, hacían del arte y el ornato otra forma más de influencia, de demostración de señorío, basada en la apariencia y acumulación de obras de arte. Los motivos para subvencionar a artistas no eran altruistas ni por el bien de la Humanidad, el egoísmo era nuevamente el motor, todo formaba parte de un mismo juego. Sin embargo, se pretendiese o no, a ese tipo de personajes tan prosaicos se les debe haber facilitado la creación de obras universales que ennoblecen al hombre, que hacen ver que quizá existe alguna esperanza pese a todo.
ResponderEliminarUn abrazo
La locura es el abono de muchas atrocidades, pero también puede serlo de los mecenazgos, como en el caso del Medici que nos narras, Plinio.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Esta recreación del paraíso renacentista nos retrotrae a un período de la humanidad, donde el hombre siendo hombre, elevaba frente al cielo una utopía humanista que influyó definitivamente en la deriva de la humanidad. En tan pocas palabras activas tensiones, egos, celos, enfrentamientos y rivalidades de poder y dinero, que son el motor incipiente de un sistema en sus albores que empezaba a engranar sus mecanismos futuros, pero donde el hombre aún era la medida de todas las cosas.
ResponderEliminarHermoso y vibrante lienzo. Saludos, Plinio.
(Nota: solo me chirría la palabra subvención en ese contexto, sorry)
Parece imposible resumir en cincuenta palabras la importancia del mecenazgo en el Renacimiento, y tú lo haces con soltura y facilidad. Buen ejercicio, felicidades.
ResponderEliminar¿Y ahora qué le digo yo?
EliminarCopio y pego lo que has escrito?
Jo.
jeje! es que me lo has quitado del teclado lo que le quería poner.
Corroboro las palabras de mi amigo Fernando.
ResponderEliminarBuen relato.
Un abrazo.
Menos mal que hay locos, y gracias a ellos existe el arte. (y no me refiero solo a los mecenas).
ResponderEliminarUn saludo
Preciosa etapa, el Renacimiento. Bella ciudad, Florencia. Artista extraordinario, Michelangelo. Una obra maestra, el David. Mecenazgo y familias poderosas italianas en el Siglo XV. Relato en cincuenta palabras donde se incluya todo esto y le de sentido, vayan a leer el micro de Plinio ya.
ResponderEliminarFelicidades, me encantó.
Malu.
Pd. No se ha notado nada que adoro Florencia y todo lo que contiene dentro, ¿no?
Los Médici son una de esas familias cruciales, no sólo en la historia de Italia y, en concreto, en la época del Renacimiento, sino en la Historia Universal, por su importancia artística, política y religiosa. Y si hay que quedarse con alguno de los miembros de esa familia, en mi caso, elegiría, sin dudarlo, a Lorenzo el Magnífico.
ResponderEliminarEn tu microcuento le haces aparecer en sus preocupaciones como mecenas, las cuales no le hacen olvidar las tensiones debidas a las luchas por el poder, tanto dentro de su misma ciudad –Juliano, el hermano de Lorenzo fue asesinado en una conspiración en la que también pretendieron matarlo a él y en la que fue herido-, como las luchas entre repúblicas, reinos, estados, con los papas de por medio y con las dos grandes potencias del momento –Francia y España- interviniendo continuamente en la península itálica.
O sea, una época convulsa, de conspiraciones, de guerras continuas, y, aun así, una época en la que floreció el arte como no lo había hecho desde los tiempos de la Grecia clásica y de la Roma imperial, y eso se debió a hombres como Lorenzo de Médici, y también a la constelación increíble de artistas que aparecieron en esos siglos, dando como resultado que, según la UNESCO, el 60 % de las obras más importantes del mundo estén en Italia. Con esas cimas que son Miguel Ángel, Leonardo y Rafael, éste a pesar de haber muerto con sólo 37 años.
Magnífico microcuento, como Lorenzo de Médici, Plinio, que tiene ese sabor a renacimiento y a arte con letras mayúsculas. Enhorabuena y un abrazo.