Los héroes también lloran
Atravesar el túnel y abrir la puerta a la nueva dimensión requirió tantos esfuerzos como a Hércules los doce trabajos míticos. Libre al fin, pero incapaz de valerse por sí mismo, el pequeño héroe rompió en llanto desconsolado sobre el pecho de su madre, que amorosa, enjugó —feliz— sus lágrimas.
Hola, Manuel, que bueno volverte a leer por aquí.
ResponderEliminarHas narrado de una forma bella el nacimiento de un niño, si ya de por sí ese momento es bonito, con tus letras y al contarlo referido a como si fuese un héroe y compararlo como algo mitológico aún resalta más la belleza de ese instante. Me encanta el título de tu 50 palabras, así como la frase de comienzo del relato.
Me ha gustado mucho, Manuel, enhorabuena.
Un abrazo enorme.
Esperaba tu comentario, Javier. Tu puntualidad al pie del relato, tu cordialidad y el acierto en tu análisis se han convertido para mí en una seña de identidad de la participación en cincuenta. Tenía ganas de volver a la página, donde relatos y comentarios se entrelazan en un juego sin fin de letras que la hacen tan especial.
ResponderEliminarCon el relato, además de resaltar ese acontecimiento tan maravilloso como es el nacimiento de un nuevo ser (asistir a un parto en vivo es una de las experiencias más valiosas que atesoro) quería homenajear simbólicamente el renacer de la página.
Ayer tuve la suerte de comentar tu relato y hoy, correspondo a tu comentario al mío. Como en un juego de azar y letras que convoca la magia de cincuenta.
Muchas gracias, Javier y un abrazo enorme.
Me gusta esta vuelta del Orco a la vida.
ResponderEliminarMuy esperanzador. No siempre el túnel va de abajo hacia arriba 😉
Gracias por compartirlo, Manuel.
Salut.
Cada nueva vida puede contemplarse como una esperanza de cambio y renovación. Gracias, Dipandra, por pasarte y comentar. Salut y abrazos.
Eliminar¡Ah, Manuel, el gran enigma del nacimiento! Sabemos mucho sobre él pero no deja de causar asombro cada vez que se produce... Muy buen relato. Te felicito.
ResponderEliminarBesos.
Misterio y asombro van de la mano a la búsqueda del origen de la vida. No solo nos admira su advenimiento, sino su resistencia, su voluntad de persistir a pesar de las circunstancias y los vaivenes cambiantes de los tiempos. Perduramos e insistimos en ello conscientemente.
EliminarGracias, Mª José. Besos.
Si el chaval parece haberse esforzado en alcanzar su destino, cuantos no serían, tambien, los esfuerzos sufridos por la madre, recompensados con esas lágrimas y el amor que representan. Me ha gustado mucho tu texto, Manuel. Suerte y saludos.
ResponderEliminarHercúlea madre también; en este acontecimiento uno y otra pasan de ser un único ser a dos distintos. Esa escisión reporta para ambos un esfuerzo descomunal y establece entre ellos una relación única a lo largo de la vida.
EliminarMe alegra que te haya gustado, Jesús. Gracias. Saludos.
Original paralelismo túnel-puerta, libertad-dependencia, llanto-amor, felicidad-lágrimas, héroe recién nacido-Hércules... Excelente recurso para explicar el milagro de la vida. Enhorabuena.
ResponderEliminarCada uno de esos paralelismo agiganta la relación que se produce entre una madre y un hijo y crea entre ellos lazos indisolubles. Para bien o para mal, según los casos, madre no hay más que una, como reza el dicho.
EliminarAcertado comentario el tuyo que le da al texto una perspectiva interesante para analizar.
Gracias, Fernando. Saludos.
Muy bueno. Sí, los héroes también vienen llorando y... ¡qué trabajos para todos! Un milagro de todos los días y no por eso menos milagro.
ResponderEliminarAsí es, no por repetido, el acto de la vida pierde esencia y fundamento, aunque a veces, se relativiza el valor de la misma dependiendo de épocas y valores. Un puesto de honor digno merece toda y cada una de las formas de vida.
EliminarGracia, Mª Luisa, saludos.
Dicen que cada vez hay menos héroes que atraviesan el túnel porque en la otra dimensión prefieren curarse en salud y les facilitan una salida directa, pese a todo, y aunque el ejercicio de dar a luz es soberbio, el de nacer lo es todavía más. Muy bonito, Manuel, felicidades. Un beso.
ResponderEliminarMucho han evolucionado las técnicas de parto y las modalidades del mismo, pero en cuestión, madre e hijo son los extremos sustanciales en los que se soporta este misterio-milagro que nos mantiene en vilo milenio tras milenio. Igual dentro de unas décadas hablamos de nacimientos sin parto, como ahora ya se pueden tener partos sin dolor.
EliminarMe alegro de compartir contigo estas letras, Matrioska. Un beso.
Sí, los que se atreven a venir a este mundo, tal como estamos, se merecen el título de héroes, sobre todo si no se tuercen y no nos hacen tragarnos sus lágrimas. Se aprende muy rápido a ser un pequeño dictador. ¡Qué difícil tarea la educación de los héroes! Valor y a ello, hermanos.
ResponderEliminarGrande, Manuel.
Los hay que vienen con un pan o un libro debajo del brazo; otros desnudos, desnudos, y otros, como dices, vienen cabrones, cabrones. Se juntan todos en un pequeño planeta perdido en el cosmos y se lía la que estamos viendo. Porque la vida es un misterio , porque si no, dígame usted, ¿cómo es posible creer que algunos de los que tienen mando y poder hayan nacido de madre por vía natural? Para echarse temblar, Patricia. Besitos.
Eliminar¡Qué esfuerzo tan hercúleo nacer, pero no menor que echar a vivir (con todo lo que ello supone)! Yo no lo recuerdo, pero si fue complejo venir al mundo, lo que luego ha supuesto comenzar la vida, también ha tenido lo suyo. Supongo que como a todo el mundo.
ResponderEliminarEn resumidas cuentas: Que todos somos héroes (o superhéroes) cuando comienza la aventura de nuestro vivir. Además, nos desvelas que el tema del nacimiento está vinculado al renacer de la página cincuentista, una ardua tarea que también tiene un héroe al frente y a quien le debemos el esfuerzo que día a día requiere poner en marcha este rincón literario.
¡Enhorabuena y nos seguimos leyendo, Manuel! También, por supuesto, tus espléndidos y generosos comentarios.
Un abrazo.
Heroicidad cotidiana podríamos hallar en muchísima gente que vive al extremo de circunstancias adversas y desfavorecidas que tienen que echar mano de un valor extra para sacar adelante a su familias. En este relato caben todos; también los que no lo pasan mal, pero han atravesado la línea divisoria entre el ser y no ser. A todos los nacidos, su reconocimiento. Luego, que unos lo merezcan y les sea reconocido o no, al contrario, es parte de un juego de reglas cambiantes que desafía la lógica.
EliminarNuestra suerte está, creo, en disponer de este prisma tan caleidoscópico, como es la página de 50, que nos permite enfocar mil y un asuntos desde mil y una perspectivas diferentes con cada relato. Después, aplicado el multiplicador de enfoques de los comentarios, los pareceres constituyen una nueva multiplicidad que diversifica aún más los aportes de cincuenta. Así vivimos y disfrutamos de ella como lo hacemos. Adictos de la palabra, secuaces activos en los comentarios. Como tú, que eres espléndido en ellos y generoso conmigo. Es cierto que es un placer poder hablar y poder hablar de lo bueno, siempre y cuando sea posible.
Gracias, José Antonio. Nos seguimos el rastro de las letras. Un abrazo.
¡Me ha encantado Manuel!
ResponderEliminarMenos mal que los héroes también lloran, faltaría más
Suerte y besicos
Una lágrima es prueba, aún, de que somos humanos. Detrás de ellas se esconden los sentimientos, que ninguna máquina puede, todavía, experimentar por sí misma.
EliminarGracias, Carmen, besitos.
Manuel, magníficamente narrado, lo que no es una sorpresa cuando el relato lleva tu firma, nos cuentas magníficamente el primer paso de nuestra vida.
ResponderEliminarComo te he dicho varias veces, ojalá este título esté en ese magnífico 50 que nos regalas cuando se publican los finalistas.
Un abrazo
Te tomo la palabra. Cuando pase, ese 50 especial te lo voy a dedicar a ti por los ánimos que me das. Me alegra mucho que te haya gustado y, aunque me consta que tu generosidad es grande, me siento honrado por venir el aplauso de un narrador como tú que va publicando perlas de cincuenta en cincuenta.
EliminarUn abrazo grande, Pablo. Gracias.
Hermosa manera de narrar el nacimiento a esta vida. Esperemos que tu héroe no quede decepcionado tras el titánico esfuerzo, porque rápidamente también aprenderá que no hay vuelta atrás y que deberá, ineludiblemente, aferrarse a ella y defenderla con similar fuerza a la de Hércules.
ResponderEliminarBuen relato, amigo Manuel.
Un fuerte abrazo.
¡La que le espera al héroe! Si lo supiera, si lo supiéramos al nacer, más de uno aplazaría el nacimiento y estarían los hospitales llenos no nacidos, de objetores al nacimiento. Pero, bueno, una vez aquí, más mal que bien vamos encontrando pequeñas compensaciones. Una de ellas, indudable, es escribir en cincuenta y que gente como usted, señor Isidro Moreno, regale un poco de su tiempo para dejar su comentario.
EliminarRecibe un abrazo.
Ya dicen que en nacer y en morir somos todos iguales, lo que cambia es ese espacio intermedio entre una cosa y otra. Luego no lo recordamos y mejor que así sea, pero esa primera salida al mundo debe ser de lo más traumática, con lo bien que se debía de estar allí dentro. Dicen que esos lloros son necesarios para abrir los pulmones por primera vez al aire, por eso, si no salen por sí mismos se provocan, pero más bien podrían ser un gesto de desconsuelo e impotencia, una premonición de ese camino que luego nos espera. Ni siquiera un ser excepcional como Hércules imaginó una prueba mayor.
ResponderEliminarUn relato de factura impecable, que toma como fuente la mitología, se entiende perfectamente y es profundo. Mucho y bueno comprimido en cincuenta palabras.
Un abrazo, Manuel
Todo lo que envuelve el misterio que hace posible la vida y el que queda pendiente para cuando la vida se transforme de nuevo en energía inmaterial, ejerce sobre nosotros un poder sustractivo que nos impele a bucear en sus profundidades intentando hallar un porqué y, tal vez, un hacia dónde.
EliminarSin llegar a tanto, más modestamente, he pretendido recrear ese momento único donde el misterio se encarna y se hace luz nuevamente. Homenajear la vida y a su fuente, la madre. De paso, hacer coincidir el micro con el "renacimiento" de cincuenta, por aquello de cerrar un círculo mágico.
Gracias, Ángel, por tu equilibrado y generosa valoración del texto. Un abrazo.
Una bocanada de libertad, la vida te recibe como un héroe, postra el mundo a tus pies. Aunque luego, el destino marca el camino. Muy bueno, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarBella forma, la tuya, de expresarlo, Salvador. En dos frases sintetizas todo un periplo vital. Lo que venimos diciendo desde hace mucho: que en esta página los comentarios enriquecen tanto a veces como los propios relatos.
EliminarUn abrazo.
Me ha gustado mucho. La verdad es que hay que ser muy valiente para venir a este mundo. Lo que ya supone es sí mismo toda una proeza.
ResponderEliminarUn saludo Bocanenegra
Valor y al toro, a la vida. Sí, parece que hay que hacer acopio de voluntad, esfuerzo y valentía para lidiar con según qué aspectos del mundo. Pero sea como fuere, la vida es una buena oportunidad para este agradable paseo mensual que nos damos por cincuenta.
EliminarUn abrazo, Raquel.
El milagro de la vida, tratado como la primera aventura a la que tenemos que enfrentarnos. Una parábola acertadísima, Manuel.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
La aventura no ha hecho más que comenzar y ya hemos tenido que hacer la gran proeza previa. Como un aviso para navegantes dispuesto a enfrentar la existencia.
EliminarGracias, Carles, por tus palabras. Saludos.
Esta historia me tendrían que haber explicado a mí cuando era pequeña en vez del cuento de la col :/ ¡¡¡Me ha encantado!!!
ResponderEliminarUn saludo.
Tenían su encanto las historias que nos contaban, era pura entelequia. sin embargo, la realidad, aunque más cruda, es bella en sí misma,sin necesidad de afeites.
EliminarMe encanta que te haya encantado, Fina. Gracias. Saludos.
Los héroes lloran y si no lo hicieran, mal empezarían en esa nueva a ventura que es la vida.
ResponderEliminarLo has retratado perfectamente y ese guiño a la madre, solo con decir amorosa es bastante... precioso.
¡Qué ganas de volver a leerte, Manuel! Ya vamos volviendo todos a las andadas. ¿O tendríamos que decir "a las escritas"?
Un beso.
Malu.
¡Ay, la madre! Si no fuera por ella, ¿qué luz podríamos atesorar en nuestro interior? Titánicas e inmensas, comparten con nosotros el dolor primero y, luego ya, viven parte de su vida a través de la nuestra. Sobran las palabras.
EliminarMe alegra mucho volver a intercambiar comentarios contigo, leernos en cincuenta, saber que marchamos de nuevo a ritmo de relato.
Un beso grande, Malu. ¡Qué bueno este renacer a las palabras!
Qué bello relato sobre el nacimiento y el milagro que lo envuelve, Manuel. Las referencias mitológicas, muy bien traídas, nos conducen al esfuerzo de la lucha por la vida. Si este es el primer llanto del héroe y de la madre, inevitablemente vendrán muchos más, de dolor y de felicidad.
ResponderEliminarUn placer leerte. Un gran abrazo.
Qué bueno reencontrarme con tus palabras, Carmen, ahora que no visito twiter con frecuencia. Te agradezco mucho tu comentario y espero tu relato de este mes, pues siempre dejas una nota especial por tu forma de escribir y los temas que tratas.
EliminarUn fuerte abrazo. Nos leemos.
Más vale que no tenemos recuerdos del momento que nacimos, al menos conscientemente. Seguro que, tal como tú nos cuentas con esa magnífica puesta en escena, fue toda una proeza. Me ha encantado, Manuel. Todos nos hemos sentido un poco héroes con tus cincuenta palabras. Enhorabuena y abrazo.
ResponderEliminarTu sensibilidad y delicadeza para las palabras son muy bienvenidas a este humilde rincón, Juana. Todos hemos vivido el trance, aunque no lo recordemos afortunadamente, que de trauma y dolor, ya nos nutren las circunstancias.
EliminarUn abrazo.
Además de los ricos, parece ser que los héroes también lloran, como apunta el título de tu microcuento. De entrada, todo somos héroes por habernos atrevido a nacer, y Hércules lo es por partida doble, porque no sólo tuvo que nacer, además, le tocó realizar los doce trabajos de marras, claro que el vencedor del León de Nemea era hijo del mismo Júpiter, el cual le convirtió en un semidiós, y eso ya es jugar con mucha ventaja.
ResponderEliminarLa mayoría, al nacer, no sabemos lo que va a depararnos la existencia, a millones nada bueno, unos nacen en la púrpura, como los miembros de las familias reales y otros... iba a decir una grosería que me ahorro. Son las injusticias de la vida para las que no encontramos explicación.
Y hasta hay algunos que ni siquiera tienen ese consuelo de encontrar refugio en la doble luna del pecho de sus madres, como le cantaba a su hijo Miguel Hernández en Las nanas de la cebolla, tal discriminación cuando uno es una hoja en blanco es bastante sangrante y dolorosa.
Creo que no hacer todo lo posible para que cada niño tenga una vida digna nos define de una manera muy negativa, y no digo ya nada de los canallas que hacen guerras en las que se lo llevan todo por delante, causando unos sufrimientos enormes a los más débiles, en cuyo primer lugar están los niños; o de los canallas que sólo piensan en su enriquecimiento personal a costa de lo que sea.
Así es la vida, decimos ante nuestra impotencia, y así, con gran pericia y creatividad han narrado tú nuestra llegada a ella. Mis felicitaciones, Manuel y un abrazo.
"Dar a luz es una condena" dice Shiara Nuño en un verso, y según de qué vertiente caiga el huevo, nacerá un pollito rico rico, o un pollito desfavorecido sin pluma ni cresta ni nadie que le cante el pío pío.
EliminarTu referencia a Miguel Hernández nos lleva a la cuna de la pobreza que el poeta dignifica con la hermosa bendición de las palabras, pues la vida, como tal, debería ser santificada en los templos de la economía de forma y manera que el primer principio de una entidad financiera estuviera constituido por un postulado filantrópico. Otra solución no se me ocurre que pueda mejorar el mundo hoy por hoy.
Así que nacer para los que vengan va a constituir una aventura mucho más individualista que la que nosotros estamos viviendo, porque estos nuevos nacidos, vienen ya encapsulados, dispuestos y atomizados para ser individuos-objeto-piezas para el mercado. Hasta que las máquinas los sustituyan. ¿Estamos hablando de apocalipsis?
Se me va la pinza, Enrique. Es lo que tiene dejarse llevar por comentarios tan ricos como el tuyo. Abres una espita y el caudal contenido se precipita, busca oxígeno y el borbotón expresivo se hace inminente.
Te agradezco tus palabras. Son estímulo y piedra de toque sereno para la reflexión y el diálogo.
Un abrazo, Enrique.
Manuel, dicen que el viaje hasta nacer es tan duro que se necesita mucho valor y muchas ganas para ello, menos mal que no lo recordamos. Lo has descrito entre metáforas geniales. La parte que más me gusta es el final, cuando la madre se enjuga feliz sus lágrimas mientras lo abraza sobre su pecho. No hay momento más bello para los dos.
ResponderEliminarMuy buen relato. Enhorabuena.
Mil gracias por la preciosa acuarela que creaste para mi Destino: Paraíso. Estamos unidos para siempre.
Besos muy apretados.
¡Ay, Pilar!¿Qué bonita nos ha quedado la página del calendario! Tu bello relato y mi ilustración parecen dialogar en el silencio. Alertan, cada uno a su forma, que cada día que pasa, esa realidad está ocurriendo. A ver cuándo abren los ojos y hacen algo para parar esta derrama de inocentes.
Eliminarme alegra que te haya gustado el relato, porque eso me llena de satisfacción. La dulzura y la dureza se dan la mano en ese acto vital de total trascendencia para cualquier ser humano.
Recibo tus besos y te mando un montón de los míos. Gracias.
Estupendo micro, Manuel, sobre el nacer, aunque la heroína es la madre, seguro, y nosotros, desvalidos, tenemos que aprender a ser héroes en ese nuevo espacio. Felicidades y saludos.
ResponderEliminarA la madre, todos los honores. Por ella, somos; cobijo, aliento, apoyo, inspiración... son algunos de los regalos que nos seguirán haciendo a lo largo de la vida. ¿Quién da más? Heroínas, tú lo has dicho, Miguel. Gracias por tus comentarios, saludos.
Eliminar¡Qué vuelta de tuerca tan bien ideada!. Cuando nos imaginábamos la tiniebla. surge la luz.
ResponderEliminarToda la suerte que merece el relato.
Saludos afectuosos
Que tus buenos deseos para el relato se vean cumplidos, Mª Jesús. Suerte la mía de contar con tu comentario y además, poder el leer el relato tan magnífico que has publicado.
EliminarSuerte igualmente para ti. Saludos.
Cierto que abandonar la flotante y cómoda vida uterina es una heroicidad. El proceso de nacer nos conduce a la dimensión de la luz y de los sentidos más allá de la piel que nos ha alojado. ¿Cómo no vamos a llorar, si somos forasteros en un lugar que desconocemos y al que no elegimos ir? Lloramos porque gritamos pidiendo espacio al otro lado, para sumarnos a un ciclo del que somos, al mismo tiempo, principio y fin.
ResponderEliminarMe ha encantado tu relato, Manuel, en especial la asociación del nacimiento con la mitología y el drástico e imperceptible giro en esa segunda frase final hacia la dulzura del reencuentro.
Enhorabuena por este excelente micro.
Un fuerte abrazo.
La perspectiva de ser forastero en nuestro propio mundo es en sí el embrión para un discurso ensayístico que hable de la búsqueda de luz en las tinieblas del ser. O de un ser que redivivo de las tinieblas mayores de la nada, deviene a un mundo en tinieblas, abrumado de ceguera moral y otros males que aguardan respuesta y solución para las generaciones venideras. Por tu relato de este mes y por tus comentarios, que leo atentamente, eres en luz de palabra, Antonio. Cada párrafo está sembrado de un decir pausado que deja huella en los que tenemos la suerte de tenerte al pie del relato para dialogar contigo durante el fugaz encuentro que supone cincuenta palabras.
EliminarSuerte y deleite, porque esta semana hay comentarios tuyos que tomando el decir de Pablo, son para la libreta.
Así que agradecido y feliz de que hayas encontrado vena en el relato y dejes aquí constancia de ello.
Un fuerte abrazo, Antonio.
Relato con sorpresa, reubicándonos en un parto al final del texto.
ResponderEliminarSeguro que nacer es un esfuerzo hercúleo. Dicen que no recordamos nada de los primeros meses de vida porque hay mucho dolor, lo que está claro es que se debe percibir como una nueva dimensión.
Precioso acabar con la amorosa acogida de una madre.
¡Saludos!
Carme.
Hace mucho tiempo ya asistí a un parto en vivo y recuerdo vivamente el dolor de la madre, la lucha de la niña para salir (tuvieron que ayudarle con forcep, imagínate) y luego, la cara de la madre que trocó dolor por dulzura al recibir en sus brazos a ese pequeño ser que lloraba desconsolado. Amor en estado puro.
EliminarMe alegra mucho tu comentario y que te haya gustado el relato. Un abrazo, Carme.
Heroica la naturaleza por obligación, o por necesidad, sobre todo en sus conductas más instintivas. Y qué bien lo has plasmado tú, Manuel. Me atrevería a decir que tu cuidada prosa es de las más bellas que pasan por la página, independientemente del tema que trates. Me encanta también el título.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Sería un hermoso título para un relato: El cuidador de palabras. Le pongo esmero a limar los relatos, por aquello que del ejercicio se toma conciencia del ritmo y el propio son los va torneando hasta que las cincuenta palabras se ajustan en forma y contrapesan el contenido que late en el relato. Siento que el ejercicio de escribir cincuentas es una pirueta en la que el equilibrio es parte fundamental del resultado. En nuestra página, hay verdaderos cincuentistas maestros en este arte, entre los que yo te cuento a ti, así que agradezco mucho tu consideración hacia mi prosa.
EliminarMe llenan de satisfacción tus comentarios, Enrique, y me vengo arriba como un chavalín al que felicitan por sus primeras caligrafías.
Un abrazo grande. Gracias.
Bonita manera de describir un parto, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarHola, Maite; sí, sobre la dureza del momento y sus aspectos más crudos, para mí siempre queda la belleza profunda de ese acto inigualable, dador de vida y de amor.
EliminarGracias por apreciarlo. Saludos.