Matriarcado
—Dichosos los ojos. Ya me he enterado de que esperáis un niño. ¡Qué alegría! ¿Y cómo va todo?
—Bueno, últimamente, no muy bien. Sufro molestias articulares y musculares, diarrea, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, retortijones, lumbalgia... Además, padezco de insomnio, porque...
—Ya, ya, ¿y la madre? ¿Cómo lo lleva ella?
Escrito por Jesús Garabato Rodrúguez
—Bueno, últimamente, no muy bien. Sufro molestias articulares y musculares, diarrea, dolor de cabeza, náuseas, vómitos, retortijones, lumbalgia... Además, padezco de insomnio, porque...
—Ya, ya, ¿y la madre? ¿Cómo lo lleva ella?
Jajajajaja. Brillante, Jesús. Con que fina ironía retratas esa parte masculina del quejarse por lo más mínimo. Ese giro final es magistral. Un pedazo de relato. Sí señor. Me ha venido a la cabeza lo que dice mi mujer cuando me quejo de algún resfriado y, bueno, se ríe de mis quejas. Ahí lo voy a dejar.
ResponderEliminarGran colofón del sábado.
Pablo
Este relato lo escribí cuando Lucía y Xurxo, dos grandes instrumentistas y compañeros de la Agrupación Musical Álbeniz, nos informaron, hace unos meses, de que esperaban un hijo. Adrián nació la vispera del día Reyes. Me alegra que te haya agradado su lectura. Gracias, Pablo.
EliminarCada uno cuenta la feria según le va en ella, aunque en este caso el papel del marido y futuro padre siempre tendría que ser secundario, aunque sólo sea por evidentes motivos físicos.
ResponderEliminarEse hombre parece lo opuesto a la generosidad y el desprendimiento. Líbranos, Señor, de aquellos que piensan que el mundo gira exclusivamente alrededor de ellos mismos.
Un relato que, desde la simpatía, motiva a pensar.
Un abrazo, Jesús
Para mi desgracia, soy de los que se quejan excesivamente con cualquier minucia, aunque esta situación suela producirse porque tenemos quien nos escuche, para su desgracia. Esta claro que deberíamos recordar más a menudo todas las desgracias que siuceden en el mundo y puede que también a nuestros allegados. He tratado de mostrarlo con ironía y humor, si es que no son la misma cosa. Gracias, Ángel.
EliminarMuy bueno Jesús, y muy contento de volverte a leer por aquí.
ResponderEliminarHay hombres que somatizan más el embarazo que sus propias mujeres, o que tal vez por celos, se sienten enfermos para que se fijen también en ellos.Y menos mal que le ha parado sino aún está contándonos sus males.
Buen relato, Jesús, me ha gustado.
Un abrazo
Gracias, Javier. Me alegra que te haya gustado. Yo también estoy contento de haber retomado los comentarios, aunque normalmente sean muy sencillos si los comparamos con los que, generosamente, dejan algunos de los comentaristas más egregios. Un saludo.
ResponderEliminarJajajaja, muy bueno ese futuro padre hipocondríaco. Esperemos que el niño se parezca más a la madre. Un placer leerte.
ResponderEliminarAbrazo.
Puede que esa aparente hipocondría no lo sea y, el pobre hombre, realmente sufra todos esos males al pensar en lo que le espera. Gracias por leer y comentar, Rafa. Un saludo.
EliminarEn tu relato me enfada ese "amigo" que en lugar de escuchar lo que verdaderamente importa pregunta por la madre, ¡ten amigos para esto!, jajaja! Se agradecen siempre las sonrisas. Un abrazo!
ResponderEliminarUna sonrisa para endulzar la forma, egoísta o no, de actuar de una persona, aparentemente, poco empática. Lástima que no conozcamos sus circunstancias relaes. Y del amigo, mejor no hablar, ¡menudo elemento! Gracias por leerme, Manuel. Saludos
EliminarEl ego nos arrastra. A la mínima de cambio ya estamos poniéndonos en el lugar protagonista mediante el victimismo. Y es que claro, nos pongamos como nos pongamos, concebir no es lo nuestro; ahí los galones corresponden todos a ellas, como tiene que ser en estos casos.
ResponderEliminarTu personaje se pasaba siete pueblos y el amigo le ha frenado en seco. Nos dejas una sonrisa en los labios con esa forma particular tuya de engarzar buenas letras e ironía tan armónicamente.
Me alegra leerte de nuevo, Jesús. Un abrazo.
Muchas gracias por dejarme tus amables palabras, Manuel. A muchos, desgraciadamente, les cuesta ponerse en la piel del otro, incluso en la del que deberían querer más. Un saludo.
EliminarGenial Jesús Jajaja Me ha encantado y me has sacado una buena carcajada. ¡Ains, estos hombres! Jajaja
ResponderEliminarUn saludo
Pues algo he ganado. Reírse, casi siempre, está bien. Aunque, como en este caso, sea de algunos hombres que solo parecen pensar en ellos y no en los sufrimientos de sus mujeres. Muchas gracias, Raquel, por leer y comentar. Saludos.
ResponderEliminarJajajaja, muy bien traído, Jesús y muy cerca de más de un caso real.
ResponderEliminarMe gustaría saber si en el momento del parto también va a tener contracciones.
Un beso.
Malu.
Por su bien esperemos que no. En ese caso ya estaría clamando al cielo, no solo a los que se interesan por él. Gracias, Malu, por leer y comentar. Saludos.
EliminarJesús, tu microcuento es ligero e irónico, una buena combinación, a mi entender, y está sacado de la vida cotidiana, de lo que sucede todos los días y a mucha gente. Además, pones como telón de fondo una cuestión importante: la enorme fortaleza de las mujeres.
ResponderEliminarEn mi familia, por ejemplo, las mujeres les ganan por goleada a los hombres en casi todo, y los más grandes ejemplos para encarar la existencia me los han dado ellas. Lo cual no quiere decir que no haya mujeres a las que hay que echarlas de comer aparte, como suele decirse.
No soy en absoluto partidario de dividir a los seres humanos en dos grupos: mujeres y hombres, blancos y negros, ateos y creyentes, de derechas y de izquierdas... Pues somos mucho más que eso y cada individuo es un mundo que, para comprenderlo un poco, necesitaría mucho tiempo de observación y reflexión, además de buenas dotes psicológicas.
Por otro lado, ser un poco quejica, requerir algún mimo y algo de comprensión pues tampoco está tan mal. Y tampoco lo está reírse de uno mismo cuando se pilla en falta. Qué se le va a hacer si uno no es un semidiós o un titán, o cuando menos un héroe de película.
Así que enhorabuena por ese microcuento con ese toque de humor, tan necesario siempre. Un abrazo.
Reconozco, en menor grado que el interfecto, que soy un poco como él: suelo quejarme por cualquier cosa, mientras otros que realmente están mal no dicen ni mu. De todas formas, esto -quejarse- es lo que vemos en el día a día sobre cualquier tema: política, futbol... Gracias, Enrique. Saludos.
EliminarJesús, divertido relato. Jajaja cuanta razón tienes... hay padres que sienten los mismos síntomas que la madre, unas veces para no dejar de ser el centro de atención y otras porque de verdad lo sufren.
ResponderEliminarBuen relato, amigo.
Besos apretados.
Aunque no debemos generalizar, da la impresión de que lo que aguantan, en el buen sentido, las mujeres es difícil que lo consigan los hombres; no sé si por atavismo, instinto, genética, educación... Muchas gracias, Pilar. Un saludo.
ResponderEliminarJesús, has retratado a un futuro padre hipocondríaco. Sufre todos los síntomas adversos del embarazo. Esperemos que le vaya bien el parto o que no lo dejen entrar cuando la madre dé a luz, porque la deja sin personal sanitario.
ResponderEliminarMe ha encantado la ironía del relato. Muy bueno. Un gran abrazo.
Muchas gracias, carmen, por leer y dejarme tu comentario. Saludos.
EliminarJajajaja.
ResponderEliminar¡Muchas gracias por compartirlo! Qué alegría empezar el día con una sonrisa.
Salut.
Gracias a ti por leerme y comentar. Me alegra que te haya provocado una sonrisa. Saludos.
EliminarDicen las madres que si los hombres pariéramos, se resolvería la explosión demográfica mundial de un plumazo.
ResponderEliminarHas conseguido retratar el lado masculino de la queja con sorna y mucho arte. Un auténtico chiste engalanado de relato, cosa nada fácil.
Enhorabuena, Jesús. Te ha quedado una crítica tan bien expuesta como divertida.
Un fuerte abrazo.
Era esa mi pretensión, dar que pensar con un poco de ironía. Muchas gracias por tu lectura y comentario, Antonio. Saludos.
Eliminar¡Ja, ja, ja! Si es que, Jesús, nos quejamos de puro vicio. Noto, no obstante, cierto tono solidario (¿con ironía?) con ese duro padecimiento que supone traer al mundo a un hijo. O a una hija, que tanto monta. Algo que del todo punto es imposible en nuestro caso. Mejor que nos planteemos los padres, más nosotros que ellas, cómo contribuir a sobrellevar de manera conjunta las múltiples tareas que supone la crianza de un hijo común, una responsabilidad que sí es de dos.
ResponderEliminarSimpático cincuenta el que nos dejas. ¡Enhorabuena! Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu lectura del texto y por dejarme el comentario. Lo que pretendo es, de forma irónica, destapar a los que se quejan o quejamos por nada en contraposición a los que sufren sin tanta alharaca pública. Un saludo, José Antonio.
EliminarJuaaaaaaajuaaaaaajuaaaaaaa. Buenísimo. Gracias, Jesús. Voy a tener risa para rato.
ResponderEliminarUn saludo.
Me alegra mucho que la lectura del texto te parezca graciosa, Fina. Gracias por comentar. Saludos.
EliminarA mí me despista un poco el título. ¿De verdad es solo una crítica a los pesonajes acaparadores de protagonismo? Como José Antonio, yo también percibo cierto tono solidario.
ResponderEliminarMuy divertido, no obstante.
Abrazos, Jesús.
Es lo que dices, trato de que tenga varias lecturas, no solo la visible. En demasiadas ocasiones, por desgracia, fueron las propias madres las que dieron preponderancia al varón, al considerarlo, por la educación recibida o por atavismo, lo normal. Así nos va. Gracias, Patricia. Saludos.
ResponderEliminarJajaja, muy bueno, me has hecho reír, Jesús. En mis tres «embarazos» engordé tanto como mi mujer, pero reconozco que el final me dolió menos... Eso sí, luego no conseguí recuperar la figura tan rápido como ella, ¿por qué será? Felicidades, me he divertido mucho.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando, por dejarme tu comentario. Si hay que sufrir, mejor que lo haga uno por los dos ¿no? Saludos.
EliminarAy qué bueno Jesús!!! Me ha sacado unas risas, ese futuro padre tan empático con las molestias del embarazo de su esposa. Genial!!! Besitos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Quiero creer que la mayoría de la gente es capaz de ponerse en el lugar de los demás sin reclamar toda la atención para ellos. Un saludo.
Eliminar¡Ay, los hombres, qué hipocondríacos! Y es que algunos se angustian de verdad y acaban teniendo los mismos síntomas que sus parejas, no sé si por solidaridad o por un deseo de compartir el protagonismo.
ResponderEliminarYo me asistido a muchos partos, como pediatra, y he visto a algunos marearse y quedarse al límite del síncope. Nada más grotesco: la matrona, la enfermera y hasta la propia parturienta preocupadas por el futuro padre.
Muy divertido tu micro, Jesús.
Quise jugar con diferentes posibles visiones en el texto: el hombre hipocondríaco, el que solo piensa en si mismo, el que de verdad enferma pensando en lo que le espera, el que lo hace por simpatía... Muchas gracias por comentar, Asun.
EliminarPues seguro que la madre está mucho mejor que el padre. Está buenísimo!!
ResponderEliminarNo estaría mal traspasar algunas de esas molestias de los embarazos, porque del parto... mejor no hablamos, porque moriríais en el intento.
Muy divertido tu relato, Jesus. Besotes
Gracias, Olga. Me satisface que te haya gustado. Y no se te ocurra plantear que los hombres tengan que parir, porque, en ese caso , me da que pocos nacimientos iban a producirse. Un saludo.
ResponderEliminarCon los datos mínimos que poseemos la patología es ambigua. Puede tratarse de un egoísta desmedido, o tal vez tenga un embarazo emocional, o simplemente miedo a la aventura de ser padre. Muy buen relato de hipocondría literaria. Un abrazo, Jesús.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador, por comentar. Precisamente,tiñéndolo de ironía, pretendí jugar con la ambigüedad a la hora de interpretarlo. Un saludo.
EliminarMe ha gustado mucho Jesús. Y lo mejor es que lo ha escrito un hombre. Gracias por valorar a la mujer en su ardua tarea de procrear.
ResponderEliminarY tan ardua. Si fuera cosa nuestra, seguramente, el mundo sería muy diferente. Muchas gracias por leer y comentar. Ana Belén. Saludos.
EliminarPobre hombre, con lo empático que se muestra con el estado de su mujer... Esperemos que siga tan "maternal" cuando llegue la criatura y colabore a tope en todo lo que pueda. Muy divertido, Jesús. Saludos.
ResponderEliminarHabrá que esperar a ese nacimiento para descubrirlo. Me alegra que te haya parecido divertido, Juana. Un saludo.
ResponderEliminarJesús, has tenido una genial idea en participar en Cincuenta Palabras con este micro. Yo ya había soltado unas cuantas risas, cuando me lo leíste, cuando ibas a enviárselo a Lucía y Xurxo..., y, ahora, vuelvo a disfrutar de tus buenas letras, aquí. Muchas felicidades.
ResponderEliminarBesos. AA.
Gracias por leer, reir y comentar, María José. Besos.
ResponderEliminarMuy bueno, Jesús. Ahora que, ya se puede dejar de tonterías cuando la criatura nazca, porque del insomnio, entre otras cosas, no se va a librar. :) Felicidades por el micro y un beso.
ResponderEliminarSi solo fuera el insomnio... Hablo de oídas, claro. Gracias, Matri, por comentar. Un saludo.
ResponderEliminarYa se sabe de la identificación con la embarazada, jaja, mimetismo y matriarcado total... Muy bueno, Jesús.
ResponderEliminarGracias, Manoli, por leer y comentarme. Saludos.
EliminarLos padres también padecen... dolores de embarazo.
ResponderEliminarMe ha llamado la atención. el énfasis de la narración. .
Espero que la "hora", haya sido cortita. como diría mi abuelita.
Suerte y un saludo
Muchas gracias por leerme y dejar tu comentario, María Jesús. Saludos.
EliminarY es que algunos hombres si no son protagonistas de cualquier acontecimiento no se quedan tranquilos, jajajajjaj… Ironía de la fina y acertada.
ResponderEliminarA veces la empatía la llevan demasiado lejos.
Genial Jesús.
Un abrazo.
Gracias por leer y por dejarme tus amables apreciaciones, Belén. Saludos.
EliminarEs lo que tiene el antropocentrismo supino.
ResponderEliminarSaludos, Jesús.
Y tan supino. Gracias, Carles. Un saludo.
ResponderEliminarMuy divertido, Jesús, y lo cierto es que es una situación bastante frecuente. Tengo un amigo que, aunque en broma, suele decir que se conserva muy bien para haber tenido tres hijos. Hombre, algo desgasta siempre la paternidad...
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Enrique. Trataba de que, mediante un remedo de "chiste", pudieramos pensar sobre algunos tópicos del hombre y las mujeres. Saludos.
EliminarJa,ja,ja, los padres no son de piedra.
ResponderEliminarPobrecillos, tanto se meten, algunos, en el papel que hasta sufren más que la que, por naturaleza, tiene ese cometido. Muchas gracias por comentar, Maite. Un saludo.
ResponderEliminarVaya por Dios, ahora resulta que el que tiene que ayudar a la mujer padece todos los males... Si es que se quejan enseguida!!!
ResponderEliminarCuando el niño esté fuera ya podrá sufrir con motivo muchos de los males y que descanse la madre, que se lo ha ganado.
Muy ocurrente Jesús.
Un abrazo.
Carme.
Muchas gracias, M. Carme. Me alegra que te haya parecido ocurrente, pero, por desgracia, alguno habrá por ahí que actúe de esa forma, creyéndose el importante. Un saludo.
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