¡Miradme, cabrones!
Solo veo el cielo y puntas de cipreses, y ellos no me prestan ninguna atención. Como buenos profesionales, están concentrados en su dura tarea. Si tomaran un respiro y se dieran cuenta de que tengo los ojos abiertos, tal vez dejarían de seguir echando paladas de tierra sobre mi féretro.
Rafa, pues que chille y sino puede que dé patadas en el ataúd porque veo que acaba enterrado pero vivito y coleando.
ResponderEliminarEl título me encanta es como una llamada de atención, que es lo que quiere tu protagonista.
Una historia redonda que alcanza su punto culminante con la última palabra, féretro.
Buen relato, Rafa.
Un abrazo.
A ver si le llega tu consejo a tiempo y si además de los párpados puede mover algo más que haga ruido (y que los enterradores no estén con cascos oyendo música).
EliminarGracias, Javier. Un abrazo.
Los cipreses de la primera línea ya nos sitúan en un cementerio. Lo original es saber que el muerto no lo está tanto. Muy bueno, Rafa.
ResponderEliminarBesos.
El supuesto muerto va a disfrutar de su propio entierro desde un lugar privilegiado.
EliminarGracias, María José.
Un beso.
¡Genial, Rafael!
ResponderEliminarLa desesperación del no finado es total y así nos lo demuestra el título, expresivo a rabiar. Se ve que los enterradores están a lo suyo y sin solución de continuidad en su tarea, palada va, palada viene. Aunque cabría la posibilidad también de que no quisieran mirar para no ver lo que ya sabemos que pueden ver: que el no finado tiene los ojos muy abiertos. Y eso, amigo mío, no tiene que ser plato de gusto para nadie.
¡Magnífico cincuenta! ¡Enhorabuena! Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
El pre finado parece confiar en que los enterradores no saben de su situación. Cuando le miren fijamente, le guiñen un ojo y sigan con la faena empezará a dudar.
EliminarGracias, Jose Antonio.
Abrazo.
Humor negro, para una realidad terrorífica que , toco madera, espero que nunca nos toque.
ResponderEliminarFantásticamente narrado, Rafa.
Saludos virtuales.
Bueno, si nos toca vivirla quizás en ese momento nos acordemos de este relato y nos sirva de distracción. Demasiadas pretensiones para un cincuenta, ¿no?
EliminarGracias, María Jesús.
Un beso.
¡Guauuuu! Rafa, es buenísimo... Aunque qué te voy a decir, maestro de maestros, si todo lo que haces roza la perfección. Me ha gustado muchísimo, sobre todo el título. Ese punto de vista canalla desde la tumba... Maravilloso. Me ha entusiasmado.
ResponderEliminarCaramba, Fernando, contente que me ruborizas. No es más que una situación en la que nadie quiere pensar que le pueda pasar, pero que todos estamos seguros que a alguien le habrá ocurrido.
EliminarGracias, amigo.
Un abrazo.
¡Vaya Rafa! Que muerte más mala inmóvil pero vivo, siendo un aterrado e impertérrito espectador de tu propio enterramiento. Sin duda has tocado de lleno en uno de los miedos atávicos del hombre. ¡Espeluznante! Por algo antes dejaban un cordel para poder tocar una campana a los pies de la tumba, si uno regresaba del falso letargo, y se encontraba en tamaña tesitura. Mis más sinceras felicitaciones por tu relato.
ResponderEliminarUn saludo
Aterrado y, en breve, enterrado si nada lo remedia. Recuerdo alguna película de mucho miedo con este tema.
EliminarGracias, Raquel.
Un abrazo.
El título ya invita a la lectura, casi obliga a ella. Dos palabras para resumir la desesperación y la impotencia en grado superlativo. Toda la culpa de los problemas de ese hombre provienen de la rutina, esa costumbre que se instala en nuestra vida, nos vuelve superficiales y nos impide detectar todos sus matices.
ResponderEliminarNo sabría decir si lo que predomina es la comicidad o el dramatismo, pero indiferente no deja, que es de lo que se trata.
No digo más ni añado adjetivos, para que no digas que me prodigo en exceso.
Un abrazo fuerte, Rafa
Justamente pensé que el título obligaría a la lectura. Es la estrategia comercial para camuflar los productos dudosos, un envoltorio atractivo.
EliminarCasi has conseguido ser comedido. Progresas adecuadamente.
Abrazote, mi Ángel.
Rafa, nos sitúas en un cementerio desde la primera frase, lo que sorprende es que el protagonista del funeral no está muerto.
ResponderEliminarEl título es su grito desesperado, espero que lo escuchen a tiempo...
Muy buen relato, la sensación que provoca es de verdadera angustia. Enhorabuena.
Besos apretados.
Angustia, risas... lo importante en cualquier relato es que toque los sentimientos. Feliz si así ha sido.
EliminarGracias, Pilar.
Besos prietos.
Buena sorpresa nos dejas para acabar, ¡no me extraña el título!
ResponderEliminarComo dice Javier, tiene que pasar a las patadas para ver si, ya que no le miran, como mínimo le oyen.
A tu protagonista le iría bien el móvil que tenía el abuelo de hace unos días (relato de la Marca), jeje.
Un abrazo.
Carme.
En este caso, el móvil y todo lo que llevaba en los bolsillos se lo han quedado los sobrinos. Igual son los mismos enterradores, así que...
EliminarGracias, Carme.
Petonets.
En tu línea Rafa. El título es genial, el tono es el más apropiado y la estructura perfecta. Sólo le falta que te felicite tu ahijado.
ResponderEliminar¡Felicidades padrino!
Un abrazaco y una abraçada.
Ahijado, buen aguinaldo te vas a ganar este año como sigas así.
EliminarGracias, Isidro.
Abrazotes.
Este relato me remite a la escena inmortal de los sepultureros de Shakespeare, no sé si por el tema explosivo que viene precedido de un título tan llamativo, o por la propia genialidad del mismo, que contiene en sí materia para el espanto y para la risa. Tragicómico que diría el versado.
ResponderEliminarUn abrazo, Rafa.
Cómico quizás para los lectores y trágico, sin duda, para el inquilino del féretro. Honrado por tan excelsa comparación.
EliminarAbrazos, Manuel.
Título expresivo donde los haya, Rafa, y no es para menos. Desde lo alto de los cipreses vamos bajando la vista hasta el féretro en donde se encuentra el protagonista con los ojos abiertos. En este recorrido vertical vamos pasando del humor negro a la más terrible de las angustias.
ResponderEliminarMuy conseguido, Rafa. Un abrazo.
Normalmente me cuesta mucho encontrar un título que me convenza. Esta vez, lo confieso, aunque algo abrupto, me dejó satisfecho.
EliminarGracias, Carmen.
Ha sido mirar a tu protagonista y notar un peso en la cabeza. Hasta me ha salido un mugido.
ResponderEliminarGenial, con esa forma tan tuya, y que espero que nunca pierdas, de sacar una chispa de humor a una escena de lo más macabra. Solo al alcance de los más grandes. Yo, personalmente, a este tipo de micros que llevan el humor por bandera, y que son tan difíciles de sacar, le doy bastante más mérito que a algunos más trágicos.
Enhorabuena, Rafa.
Pablo.
Eso del mugido tienes que hacértelo mirar. Y sí, el humor encaja casi en cualquier situación que podamos imaginar. Solo hay que observarla con otra mirada.
EliminarGracias, Pablo.
Un abrazo.
Tal vez, los operarios, se piensan que si no concluyen su trabajo no van a cobrar o están pendientes del comienzo de un partido importante y, por nada del mundo, quieren retrasarse o son de un programa de empleo municipal de apoyo a sordomudos. Podría seguir, pero casi que paro. Sin bromas, muy bueno, Rafa. Saludos y suerte.
ResponderEliminarSí, hay razones de peso para no detener la faena. Además, es un principio de seriedad que lo que empieza se termina, porque excusas siempre se pueden encontrar.
EliminarGracias, Jesús.
Un abrazo.
Muy bueno, Rafa. Desde luego que ese grito está más que justificado. Esta noche tendré pesadillas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias, Asun. Piensa que solo está escrito para disfrute y diversión.
EliminarDulces sueños.
Besos.
Con bastante humor negro, tocas uno de los temas más espeluznantes que puede haber, uno de los que más terror producen: el de ser enterrado vivo.
ResponderEliminarEdgar Allan Poe lo trata en El entierro prematuro y en La caída de la casa de Usher, que recuerde. El músico Chopin tenía un miedo horrible a que lo enterraran vivo, así que a petición propia le quitaron el corazón antes de depositarlo en la tumba. Esto por poner sólo dos ejemplos de un asunto sobre el que, como todos, hay enciclopedias escritas.
En el caso de tu microcuento aún hay esperanzas para el desdichado al que le están echando tierra encima esos indolentes sepultureros, pues puede que se den cuentan de que el supuesto muerto no lo está; y, también, puede que él mismo logre reaccionar en el último momento antes de que se produzca el terrorífico episodio. Espero que así sea.
Así que, con un escalofrío, te felicito por este microcuento que remueve miedos muy profundos y ancestrales. Un abrazo, Rafa.
Sí, es un tema recurrente en la literatura y en el cine y también se merece su espacio en el micro. Que cada quién le dé el final que mejor cuerpo le deje según a quién imagine como personaje.
EliminarGracias, Enrique
Me gusta mucho el relato, Rafa. Sobre todo, el contraste entre lo exabrupto que contiene el título y el tono "dócil" del narrador durante el relato. Es como si, incluso en una condición tan extrema, el protagonista se muestra correcto y educado en su fuero interno, pero en su yo más profundo, como no puede ser de otro modo, emerge toda su mala leche o angustia, o miedo, que es lo que rfleja el título.
ResponderEliminarBueno, eso es lo que me ha tasmisitido tu relato.
Saludos cordiales, Rafa.
Buena interpretación. El exabrupto final, aunque esté en el título, es el resultado lógico a un análisis sosegado de la situación.
EliminarCelebro que te guste,
Un abrazo.
¡Buff! lo tiene crudo si pretende que le miren a los ojos. Yo, si fuera el enterrador, no lo haría. Si es que para eso están las últimas voluntades. Uno pide una autopsia, y como mucho te llevas un corte.
ResponderEliminarUn tema espeluznante tratado con esa flemática sátira tan marca de la casa, y relatado de una forma excelente.
Enhorabuena, Rafa.
Un abrazo.
Yo ya tengo pensado pedir un féretro sin ventanilla, por evitar esperanzas inútiles.
EliminarGracias, Antonio.
Un abrazo,
jo
ResponderEliminarY no digo más
Bien¡
EliminarAhí lo dejo.
Besos.
:) ¡Así da gusto! ¡Con qué diligencia cumplen con su trabajo estos chicos! Aunque... ¡Ya podrían parar un rato para echarse un pito, a ver si así se dan cuenta de que me están enterrando vivo! Admiro tu sentido del humor, Rafa. Enhorabuena por el micro. Un beso.
ResponderEliminarSi empiezan a mirar a todos los muertos igual no acaban nunca, esa función no les corresponde.
EliminarGracias, Inma.
Un beso,
Una situación tremenda! Por lo menos que suelte la lengua y despotrique, ya que, mucho me temo, no se van a enterar. Un relato con sabor a tierra. Muy divertido, Rafa. Un abrazo.
ResponderEliminarPuestos a morir mejor hacerlo afónico, ¿no?
EliminarGracias, Salvador.
Un abrazo.
Es que a quien se le ocurre utilizar un ataúd con ventanilla, Maestro. Si usara uno cerrado como deber ser no habría lugar a esperar que te vean, jajaja!. Me encanta este humor negro, algo macabro, enhorabuena!! Un abrazo
ResponderEliminarNo fastidies, Manuel, que si lo entierran en un ataúd sin ventanilla me quedo sin relato.
EliminarGracias. Abrazos.
Bien podrían mirar hacia abajo... bien lo dice el título, si lo está pidiendo a gritos, por activa y por pasiva...
ResponderEliminarPero me temo que el protagonista lo tiene bastante asumido, de ahí ese monólogo "casi" sereno y pausado.
Bravo por ese humor que gastas, Rafa, difícil de conseguir, dicho sea de paso.
Un beso grande.
Malu.
Gracias, Malu. Humor hasta el féretro, hasta que esté cubierto, por lo menos.
EliminarBeso fuerte.
Cuando las cosas se toman en serio y el trabajo es un supuesto placer, no caben las distracciones y más esta nimiedad de mirar si el cliente está muy vivo o muy muerto.
ResponderEliminarUna estupenda palada de 50 con ese toque macabro que lo hace tan especial.
Un abrazo bien grande Rafa.
Dí que sí, Mª Belén, uno tiene que estar en lo que está, y si no haber andado más despierto.
EliminarGracias, guapetona.
Un beso.
Creo que le has dado el preciso toque de humor para que esta historia, en la que narras uno de nuestros mayores miedos, pueda ser leída con desenfado. Genial como siempre, Rafa.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Gracias, Enrique. Hasta los temas más truculentos hacen buen caldo para un guiso de humor.
EliminarAbrazos.
!Ufffffff!, me hizo recordar a Alan Poe. Muy bueno.
ResponderEliminarSí; menos transcendental, quizás.
EliminarGracias, Maite.