Riesgo
"Estar arriba no es fácil, pero peor es el camino que hay que recorrer para alcanzar la cima", reflexionaba Diego, mientras lo llevaban, ladera abajo, con una pierna destrozada y las costillas rotas. En milésimas de segundo pasó por su cabeza la arriesgada proeza. "¿Mereció la pena llegar tan alto?".
Como dice el refrán: "Torres más altas han caído". o "cuanto más alto subas, más dura será la caída". La vida es como una noria, unas veces estas arriba y otras abajo, pero vale la pena la escalada.
ResponderEliminarBuen micro, María José. Besos.
Muchas gracias, Olga. Me gusta reencontrarme con tus cariñosos comentarios, tras el forzado parón. En esta ocasión he hecho un micro un tanto filosófico y me gusta que provoque reflexiones como la tuya.
EliminarBesos para ti.
La proeza del escalador, del alpinista. Poner el físico en riesgo en las peores condiciones atmosférica por el ideal, de la cumbre.
ResponderEliminarYo creo que sí, María José merece la pena, como merece la pena ser leído tu micro, por la reflexión que nos brindas, en cualquier área que nos propongamos
Feliz vuelta y un besito virtual.
Feliz estoy yo, María Jesús, de reencontrarte. Mi micro, como le decía a Olga, es más una reflexión que un relato, propiamente dicho, pero, esta vez, he querido ofrecer una faceta diferente de mi manera de escribir. Me alegra saber que te ha hecho pensar.
EliminarUn fuerte abrazo.
Hola María José, yo también me pregunto qué ven o qué encuentran los alpinistas cuando afrontan esas cumbres tan peligrosas, tanto por su altura como por el clima.
ResponderEliminarTu relato además también se puede aplicar a la vida, cuesta llegar arriba, cuesta mantenerse, y en ocasiones es difícil saber bajar, caer, y tu frase final lo resume todo ¿mereció la pena?
Buen relato, Maria José, me ha gustado.
Besos.
Muchas gracias, Javier. Precisamente buscaba, tras el deporte del alpinismo, construir una alegoría con nuestra vida, con el deseo de alcanzar metas que, quizá, no deberíamos proponernos siquiera(o tal vez sí).
EliminarBesos también para ti.
Hubo un alpinista al que le preguntaron por qué había corrido tantos riesgos para subir a una cima, él contestó que porque estaba ahí. La existencia nos pone delante muchos retos; algunos, además, se los buscan, aunque en el fondo todos somos un poco así.
ResponderEliminarUn abrazo, María José
Efectivamente, amigo Ángel, algunas metas son buscadas con afán y, otras, se presentan ante nosotros, como parte integrante de nuestra trayectoria final.
EliminarOtro gran abrazo para ti.
Yo con los años me estoy volviendo muy miedica y hay algunas cosas que hace la gente que me parecen temerarias. Pero respeto cada opción porque sé que la pasión por alcanzar algunas cimas da sentido a la vida de quienes así lo sienten. Me parece un tema interesante para la reflexión el que nos traes, María José. Un abrazo.
ResponderEliminarHola, Juana, un placer volver a recibir tus comentarios. Eres tú la que ofreces un tema interesante: el de movernos por algo que da sentido a nuestras vidas, aunque ese "algo" sea arriesgado o temerario.
EliminarMuchas gracias por tu reflexión. Besos.
¿Merece la pena arriesgarse? Creo que sí. Dicen por ahí que el mundo es de los valientes y yo añado que también de los audaces, de los que no se conforman, de los osados. Y no es nada fácil actuar así. Alguien podría decir que igual los sinvergüenzas, asimismo, tienen una parte del mundo, pero estos, a diferencia de aquellos, no serán recordados nada más que con el oprobio y, espero, con el olvido más absoluto.
ResponderEliminarUsas, María José, el ejemplo del alpinista, del escalador (más acertado este vocablo en mi opinión, ya que no citas ni a este ni a aquel) para plantearnos una cuestión sustancial: ¿nos merece la pena el esfuerzo a realizar, a costa de arriesgarlo todo? De eso va, pienso, la vida, de vivir como si de una aventura se tratase, de la que solo conocemos el resultado final. De cómo realicemos la escalada, así seremos recordados.
¡Enhorabuena! Nos seguimos leyendo... porque 'Cincuenta palabras' ha vuelto y necesita de cincuentistas excelentes como tú, Pablo y Antonio. Y los que quedan por asomarse a este rincón que, lo puedo decir, ya forma parte de nuestra ascensión vital.
Un beso.
Amigo José Antonio, creo que estás siendo demasiado generoso aplicando el mismo calificativo de "excelente" a mi micro y equiparándolo a los Grandes Antonio y Pablo. Sé que lo dices desde el cariño...
EliminarEs cierto, la vida está llena de obstáculos que hemos de salvar, si queremos sentirnos bien con nosotros mismos. Es una ascensión que, finalmente, termina en un descenso hacia el acabamiento. Me alegra generar reflexiones como la tuya.
Besos.
Yo creo que Diego fórmula una pregunta retórica y que tiene muy claro que sí vale la pena la ascensión. Como también ha valido la pena estas semanas de espera para conocer esta faceta tuya más reflexiva.
ResponderEliminarBesos, Mª José.
Muchas gracias, Carles. Pienso que en la vida hay ocasiones para reír, para las cosas serias y, como no, para meditar sobre lo que nos preocupa. Me alegra saber que te gusta mi relato.
EliminarBesos, Carles.
Yo lo veo de esta forma, llegar tan alto, a veces, hace bajar más rápido jejeje, nada prosaico mi comentario. Pero así lo he visto yo.
ResponderEliminarBesicos MªJosé
Me encanta tu comentario, Cabopá. A veces no son necesarias grandes filosofías para entender lo que ocurre a nuestro alrededor.
EliminarMuchas gracias. Besiños.
Dicen que quien no arriesga, no gana. Pero tiene sus consecuencias. Yo pienso como José Antonio, que esto es aplicable tanto a alpinistas, como escaladores, como a cualquier persona con cualquier profesión.
ResponderEliminarVaya un día de estreno bueno que nos habéis dado los tres.
Enhorabuena Mª José.
Un beso grande.
Malu.
Gracias, querida Malu. Estoy contigo en que si no pones de tu parte, no se consigue nada en la vida. La palabra "comodidad" no va asociada al devenir de las circunstancias vitales de cualquiera, precisamente por no ser fáciles, muchas veces. La expresión: "coger el toro por los cuernos" me parece indicada para expresar la actitud que creo que hay que mostrar.
ResponderEliminarUn besazo grande para ti, amiga.
En su reflexión Diego dice "Estar arriba no es fácil, pero peor es el camino que hay que recorrer..." pues así no sé si mereció la pena... quizá sí la merecería con el pensamiento: "Estar arriba no es fácil, pero vale la pena intentarlo sólo por disfrutar el camino que hay que recorrer". Porque están muy bien los objetivos y los logros, pero si el camino es largo será mejor que valga la pena, en caso contrario que suba otro, que la vida está para disfrutarla.
ResponderEliminar- ya ves que hablo más de la vida que de la montaña ;-)
Un beso.
Carme.
Sí, Carme, la reflexión que pretendía provocar es más dirigida a la vida, a su sentido global, que al del ascenso de una montaña física. Me gusta lo que cuentas y te agradezco tu visita a mi micro.
EliminarBesos.
Muy buena tu alegoría. Yo a la pregunta le respondería que «Sí mereció la pena» pues como dijo el montañero: subí porque estaba ahí.
ResponderEliminarAdemás hay una cosa muy curiosa e importante, los montañeros hablan más de sus tribulaciones, aventuras y desventuras en el ascenso que de la satisfactoria estancia en la cima.
Ya lo decía Cervantes, «Es más interesante el camino que la posada"
Por eso, tu alegoría, es digna de al menos, pensársela.
Un fuerte abrazo Mª José.
Gracias, Isidro. Eso pretendía, haceros trabajar un poco la mente, jajaja. En ocasiones es bueno detenerse a pensar, aunque, sinceramente, creo que deberíamos dedicardle poco tiempo a ello, no vaya a ser que se nos olvide vivir...
EliminarAbrazote fuerte para ti.
Tu relato es de los buenos, de los que hay que dejar reposar, de los que se te quedan dando vueltas en la cabeza.
ResponderEliminarUna lección magistral sobre la filosofía de la vida. Me pregunto si al llegar a la cúspide, tu protagonista tuvo que dejar alguna víctima en el camino. Si el estar en lo más alto le reportó la felicidad. Si las heridas, como rematas en el relato (perfecto final), le han valido la pena.
A veces buscamos un éxito fabricado, pensando que llegar arriba de los demás es nuestra meta, cuando, bajo mi punto de vista, lo importante no es vivir en el ático de las oportunidades y el verdadero éxito es conseguir la felicidad en el recoveco que te la dé.
Pongamos el manido ejemplo de que el dinero no da la felicidad, pero ayuda. Hace poco leí unas declaraciones de mi admirado Rafa Nadal en las que decía, más o menos, que si tuviera su residencia fuera de España sería el doble de rico, pero la mitad de feliz. Sé que Rafa no pasa estrecheces, pero la frase me parece genial. Podría tener más, pero antepone el verdadero éxito que debemos buscar en la vida: ser feliz.
Me ha encantado esta creación mínima que da para tanto.
Besos.
Pablo.
Estoy contigo, querido Pablo, en que uno debe buscar la felicidad en las pequeñas cosas. Las grandes aspiraciones pueden hacernos fantasear, pero no suelen servirnos para nada más. Por eso, es suficiente con mirar a nuestro alrededor y tendremos esos alicientes que necesitamos muy cerca de nosotros.
EliminarGracias por tus exagerados piropos.
Besos y abrazos.
Muy de acuerdo con Pablo: "A veces buscamos un éxito fabricado... " creo que ese es el meollo del asunto, y la duda de si mereció la pena.
EliminarQuerida Raquel, se me había pasado darte las gracias por tu comentario. Estoy de acuerdo contigo.
EliminarBesos.
Buena reflexión la de tu protagonista, María José. Aunque, no sé, pero me temo que tiene bastante clara la respuesta. Lo importante es arriesgarse y hacerlo, no dejar de caminar hasta donde quieres llegar. Unas costillas rotas te recuerdan que nada es fácil y que alcanzar tus metas es más gratificante que mantener todos los huesos enteros. Menuda charla te he soltado, jajaja. Un micro con mucha miga. Felicidades y un beso grande.
ResponderEliminarGracias, Matrioska, por aportar tu propia interpretación del micro "pseudofilosófico" que he escrito. Ya me gustaría, ya, que me soltases muchas charlas como esta...
EliminarBesos enormes para ti.
No se les ocurre a los peces vivir fuera del agua. Al ser humano, sí; si se les invita y se le estimula adecuadamente.
ResponderEliminarVivimos empujados a llegar. Alcanzar metas. No cualquiera, sino la más alta. Podemos, pues debemos; parece rezar el eslogan del éxito. Sin embargo, soy de los que creen que el éxito es el camino. Y el camino se hace apuntalando los fracasos y superándolos (superar un fracaso es en sí ya un éxito) y trazando un itinerario coherente con nuestro perfil vital, no con el perfil que nos demandan mercados y estrategias comerciales que nos hacen creer que vivir es conquistar y tener más y más alto que los demás. En el fondo subyace una pseudofilosofía amparada en el marketing que requiere respuestas a los potenciales consumidores de demandas de aventura y riesgo.
como en tu micro, a muchos la reflexión les llega a posteriori. Después del batacazo o después de comprobar que toda una vida consumiendo cumbres puede estar tan vacía como la que más.
Si tuviera oportunidad, me gustaría preguntarle a Diego por qué subió a esta cima y por qué tan alto. Andamos muy perdidos ocupados siempre en demostrarnos y demostrar a los demás de lo que somos capaces. ¡ay, los egos!
Bueno, sin más, un abrazo y felicidades, Mª José, por tu punzante micro que nos saca del letargo de enero y nos pone a cavilar sobre las contraindicaciones del éxito.
Un beso, Mª José.
Gracias, Manuel, por tu siempre meticuloso comentario. Me gusta (por fijarme solo en un dato) que digas que hemos de tener "un itinerario coherente con nuestro perfil vital". Ahí está la clave de todo, en mi opinión. Uno no debe marcarse metas desproporcionadas, pues acaban siendo una tortura y una fuente de sinsabores permanentes.
EliminarBesos.
Nos lanzas una muy buena reflexión María José. El hombre (refiriéndome tanto al hombre como a la mujer, refiriéndome a la especie humana) siempre ha necesitado demostrarse de que es capaz. Yo como estudiante de psicología, y chapoteando en las aguas del psicoanálisis diría que eso destila cierto complejo de inferioridad latente en nuestra especie. No sabemos vivir en paz, nos gusta el reto constante. Es nuestro adn, lo que nos ha hecho evolucionar hacia una inteligencia táctil, y ha hecho de nosotros el animal en la cima de la pirámide. En fin, no sé si le habrá merecido la pena a tu protagonista, pero creo que era su motivación principal de personaje.
ResponderEliminarPor otro lado, la cima del éxito es muy solitaria y te cambia irreversible y dolorosamente como a tu protagonista, a veces es un camino de no retorno.
No sé... yo soy más de disfrutar del paisaje jejeje
Muy buen relato María José, empieza fuerte Febrero. Me ha encantado el tuyo.
Un abrazo
Gracias, Raquel. Me están encantando todas vuestras reflexiones puesto que esa era mi intención, que me diéseis vuestros particulares puntos de vista sobre un tema universal. Y tu visión me gusta mucho.
ResponderEliminarBesos y suerte.
Tal vez llegar a la cima no sea la meta y la verdadera felicidad nos la den las vivencias del camino. Gran relato, María José, que nos hace reflexionar sobre la importancia de nuestros objetivos. Un abrazo.
ResponderEliminarMuchas gracias, Salvador. Me alegra mucho que te haya gustado este relato, un poquito diferente a lo que es habitual en mí.
EliminarBesos.
Claro que merece la pena, siempre, marcarse un objetivo en la vida que nos suponga un reto. Imagino que todos los de esta familia estaremos de acuerdo en esto. Porque escribir es arriesgarse, abrir tu mente y dejar que fluyan los pensamientos sin avergonzarnos de quien los pueda ver.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu relato, Maria José, me ha gustado.
Asun, es cierto, escribir es un reto muy arriesgado y lo que escribimos deja de ser solo nuestro para ser de los que lo leen. Una aventura, en toda regla.
EliminarBesos.
Decía Pascal que la mayoría de los males les vienen a los hombres por no quedarse en casa. Probablemente, es un pensamiento muy conservador, pero de ahí a correr riesgos innecesarios, y hasta a poner en peligro la vida, hay un gran trecho. Y sin embargo, es lo que hacen algunos individuos por las cuestiones más peregrinas, desde buscar la fama, el poder y el dinero hasta por un simple chute de adrenalina.
ResponderEliminarLo que muchas personas que arriesgan sus vidas por realizar una hazaña, o por razones a veces más simples, parecen no pensar, es que si quedan imposibilitados o heridos en algún paraje peligroso, otros tendrán que jugarse la vida para ir a rescatarlos. Dirán que es su trabajo, pero esa me parece una razón egoísta.
Tampoco parecen pensar mucho en sus familias, en lo que supondrá para ellas si quedan imposibilitados para toda la vida y han de hacerse cargo de ellos, o el dolor y el desamparo que puede causarles su fallecimiento.
La vida no es nada simple, y la libertad, al ser seres sociales, sólo existe en relación con los demás, nuestros actos tienen consecuencias, y eso suele ser bastante difícil de asimilar y de discernir, dados como somos a anteponernos al resto del universo.
Para el protagonista de tu microcuento, desde luego, no mereció la pena llegar tan alto pues ha estado a punto de costarle la vida. Un compañero mío de trabajo, al que le gustaba la escalada, murió al precipitarse al vacío cuando estaba subiendo una montaña.
Pero para quienes tienen ese gusanillo metido en el cuerpo todos estos razonamientos son irrelevantes. Quizá si a mí me hubiese picado ese gusanillo sería como ellos, por suerte, mis mayores subidas de adrenalina se producen, aparte de cuando estoy con personas queridas, cuando disfruto de mis aficiones nada peligrosas, aunque quizá algún día pueda desplomarse el techo de una biblioteca y pillarme dentro.
Mis felicitaciones, María José, por sacar en tu microcuento un tema que da para reflexionar y mucho. Un abrazo.
Estoy completamente de acuerdo contigo, Enrique. En demasiadas ocasiones se antepone el egoísmo al cariño a la familia, cuando se hacen estas locuras, en las que pretende disfrutar solo uno, pero que acaban en tragedia en más ocasiones de las que se cree.
EliminarYo espero que el techo de la biblioteca no me pille debajo, si se desploma, jajaja. Ahí sí que sería egoísta: saldría corriendo, sin esperar por nadie, en caso de tener oportunidad de poder escapar.
Fuerte abrazo para ti.
María José, nos invitas a una interesante reflexión sobre las metas que nos fijamos en la vida. Tomo la escalada más como alegoría que como deporte de riesgo. Siempre será necesario conocer los propios límites en aquellas cuestiones que nos mueven a actuar, aunque yo no me considero nada temeraria.
ResponderEliminarFelicidades por tu micro. Besos.
Gracias, Carmen. Yo no tengo muy claro, a veces, qué diferencia real hay entre "valiente" y "temerario". Podemos oír hablar de personas que mueren haciendo lo que llamamos "proezas" y considerarlos unos valientes; sin embargo, yo, en muchos casos, opino que son gente temeraria, que no piensa en los que le quieren y que se quedarán huérfanos, a su muerte.
EliminarTe agradezco mucho tu opinión, amiga.
Besos.
Y este hombre, ¿no estaría escalando a lo loco? Porque es mucho hueso roto. Personalmente, prefiero el vuelo sin motor a la escalada. Te lleva a metas más altas y, si te la pegas, el tortazo es más contundente y te saca los pájaros de la cabeza de golpe... hasta que en la siguiente primavera nacen nuevos polluelos que te obligan a extender las alas en busca de alpiste para que callen un poquico y te dejen vivir sin remordimientos, digo picotazos. Perdona el rollo, es que tengo la cabeza abollada de tantos batacazos.
ResponderEliminarAbrazos, María José.
Jajaja, Patricia, mírate esa cabecita, que me temo que sí que está algo abollada de tanto vuelo... Tienes razón, el vuelo sin motor es el más adecuado, pensando en el que lo realiza, pero... ¿qué me dices de la recogida de restos diseminados por el monte? No sé, no sé. Tú, mejor, sigue volando con tu poderosa imaginación y aterriza en hojas en blanco, de vez en cuando, que queremos disfrutar todos de ti.
EliminarBesos.
Muy buen símil entre la vida y el alpinismo. Te felicito, María José.
ResponderEliminarMuchas gracias,Alma Rural. Me alegra saber que te ha gustado.
ResponderEliminarBesos.
Has conseguido a la perfección imbricar toda una filosofía de vida en un deporte de superación como la escalada. Tu relato se puede leer perfectamente desde ambas perspectivas, a la vez que, inevitablemente, una se impregna de la otra.
ResponderEliminarEs un gran relato, Mª José. No es sencillo escribir una historia que al mismo tiempo se pueda leer como una fábula.
Enhorabuena. Un abrazo.
Gracias, amigo Antonio, por aprobar mi osadía. Valoro mucho tus apreciaciones, tú lo sabes.
ResponderEliminarOtro fuerte abrazo para ti.
M. José, tras leer tu relato me he puesto a pensar sobre la cuestión que planteas. He llegado a la conclusión de que siempre hay que buscar nuevos retos, pero también hay que conocer nuestras limitaciones. De lo contrario se produce frustración y desmotivación. No todo vale para alcanzar la cima, si no nos dejamos muchas cosas por el camino.
ResponderEliminarBuen relato que invita a la reflexión. Enhorabuena.
Besos.
Tu reflexión es muy acertada, Pilar. No hay nada que añadir a tus sabias palabras. Estoy completamente de acuerdo.
ResponderEliminarGracias, amiga.
Besazos.
Mereció la pena llegar tan alto. ¡Sin ninguna duda!. Arrancar, despegar, emprender el camino de la ascensión, es eso, para llegar alto. Para quedarse en el valle uno no se hace alpinista. Me ha encantado tu cincuenta. Un abrazo Mª José.
ResponderEliminarMuchas gracias, Cristina. Un montañero o alpinista lo que desea es llegar a la cumbre, pero alguien ha apuntado por aquí que, cuando describen sus proezas, suelen detenerse más en dar detalles del camino recorrido que en recrearse por las sensaciones vividas en la cumbre alcanzada. Dicho esto, parece que lo más importente es el camino...
ResponderEliminarBesos.
Excelente metáfora de la vida y de las ambiciones personales, María José. Te ha salido un relato redondo. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchas gracias, Fernando. Quizás exageres un poco... Se nota que somos amigos, jajaja.
EliminarUn fuerte abrazo.
María José, has jugado perfectamente con el símil del alpinismo para hacernos ver que en la vida todo cuesta, que llegar arriba no es fácil, pero que además lo difícil es mantenerse y saber adaptarse a los cambios.
ResponderEliminarEnhorabuena por tus letras.
Besos.
Gracias, Amparo. El símil que he utilizado no es nada original, pero me gusta haberte provocado una reflexión.
EliminarUn besote.
Muy apropiada (y gráfica) historia para hacernos pensar, sin intención de influir, es ese aspecto tan importante de la vida como es el de los riesgos que hay que asumir cuando se desean ciertas cosas. Y ahí queda la pregunta, en el frío aire de la ladera, mezclada con el palpable dolor de su protagonista. Personalmente, un final feliz para esta historia bien pudiera ser que, una vez recuperado, Diego intentara de nuevo la proeza, siempre que su deseo por lograrla siguiera intacto.
ResponderEliminarEnhorabuena, María José.
Un fuerte abrazo.
Sí, Enrique, mi personaje demuestra ser un deportista nato y es muy probable que se recupere de sus heridas y que vuelva a asumir riesgos. Algunas personas lo llevan en la sangre... Pero, esa, es otra historia.
EliminarBesos.
Siempre merece la pena llegar a la cima de una montaña, de una relación, de la vida. El riego es parte fundamental para alcanzar aquello que más deseas, aunque en el camino quedes algo maltrecho.
ResponderEliminarGenial María José.
Un beso grande.
Gracias, M. Belén. Parece que, cuando el camino es fácil, no tiene la misma importancia en la vida de uno, ¿verdad? A mayores obstáculos, mayor es la sensación de superación obtenida, al vencerlos.
EliminarBesazo grande también para ti, amiga.
Está claro que en la vida hay que intentarlo todo en todos los aspectos. eso sí, cuando empieza el dolor...es que tenías que haberte detenido un rato antes, no falla, jajaja. Me gustó el relato. Un abrazo.
ResponderEliminarJajaja, Manuel, ¡ojalá supiésemos parar a tiempo cuando detectamos que la situación se nos va de las manos...
EliminarGracias por dejar tu comentario, Artista.
Besos.
Siempre he oído decir que lo principal es el camino, más que el hecho, en sí, de llegar. Podríamos matizar esta máxima, pero yo creo que tu personaje, si nos ceñimos al ámbito "deportivo" y no al simbólico, sí que salió ganando con la experiencia, aun siendo dolorosa. Enhorabuena, María José. Saludos y suerte.
ResponderEliminarSí, Jesús, mi protagonista pienso que en lo que ha ganado realmente es en volverse reflexivo. Al menos, se hace preguntas.
ResponderEliminarGracias, AA.
Besos.
Hola María, muy buen relato, de esos que hace reflexionar. Me permito responder la parte final donde pregunta si vale la pena. Pues creo que todo lo que sirva para el crecimiento interior (sobre el exterior) vale la pena.
ResponderEliminarUn gran abrazo y felicitaciones.
Muchas gracias, Jean, por dejarme tu amable comentario y tu respuesta al enigma...
ResponderEliminarOtro enorme abrazo para ti.
Gracias por tu micro y por la reflexión que nos plantea, al dejar en el aire esa pregunta final para que cada cual responda.
ResponderEliminarGran relato. Enhorabuena, María José.
Muchas gracias, Flor. Desde luego, he buscado deliberadamente la reflexión en el lector. Me encanta que valores dicha intención.
ResponderEliminarBesos.