Triste brillo
Ella no tuvo reparos en confesarlo desde el primer día. Pero él, perdidamente enamorado, no le concedió la importancia que merecía. Al cabo de un tiempo, la separación resultó inevitable. El deseo y la limpieza habían librado una dura batalla. El resultado fue que nunca hubo polvo en aquel dormitorio.
Utilizando el humor, nos cuentas una de tantas tristes historias en las que se termina el amor, Pepe, por entender, cada uno de los miembros de la pareja, la vida de distinto modo. ¡Real como la vida misma! Felicidades.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Pepe, voy a empezar por tu frase final ya que creo que resume todo el relato. Al igual que ese título, ese "triste brillo" da la sensación de ser un amor con una bonita envoltura pero sin fondo, con un interior vacío.
ResponderEliminarBuen relato, Pepe, me ha gustado.
un abrazo.
Me encanta, supongo que es la consecuencia natural de "cambiar el polvo por brillo". Detrás quizás la realidad es más dura. Buen relato.
ResponderEliminarMe parece intuir algún tipo de trauma personal relacionado con el sexo que acaba por dar con el traste con la pareja protagonista. Las relaciones son en muchas ocasiones como una barca y si sus miembros no reman en la misma dirección, se quedan varadas o se hunden.
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Pieza magistral sobre el uso del doble lenguaje.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pepe.
No sé si lo entiendo bien Pepe. Ella es una adicta a la limpieza y él lo deja pasar porque está muy enamorado. Pero el tiempo demuestra que eso no funciona y la relación se va al garete.
ResponderEliminarLo que tengo claro, clarísimo, es que no siempre el brillo es tan brillante como parece.
Un beso.
Malu.
Con ironía nos presentas un tándem polvo-brillo que dan jugo y juego al relato. Hay manías que echan a perder cualquier relación, y en cierto grado pueden tolerarse, pero de ninguna forma se sostiene la que excluye el polvo de sus vidas.El mismísimo Quevedo nos habló ya de la trascendencia del polvo enamorado; al brillo ni lo nombra.
ResponderEliminarJocoso. Saludos, Pepe.
Natural como la vida misma. Con esas ideas de la novia, me da que seguirá vagando en búsqueda de un amor y después, a la vejez, al igual que Marcel, irá en busca del tiempo perdido.
ResponderEliminarBuen relato de juego lingüístico con moraleja implícita.
Un abrazo, Pepe.
Una relación en la que no entran en juego la totalidad de los componentes puede mantenerse un tiempo, pero queda desequilibrada y termina por caer. Cuando existe una parte que no quiere compartirse, si la entrega no es completa, se incrusta una cuña que termina por separarlo todo.
ResponderEliminarUna muestra de la riqueza del vocabulario, con las acepciones de las palabras.
Un saludo, Pepe
Muy bueno el juego de palabras, y muy ocurrente esa incompatibilidad de los dos miembros de esa pareja. Con aficiones tan diversas es que no hay manera de llegar a un entendimiento.
ResponderEliminarUn saludo.
Y de aquellos no polvos vinieron estos lodos. Las cosas llevadas al extremo brillan por su fracaso. Muy ocurrente y aleccionador. Saludos, Pepe.
ResponderEliminarPepe, un relato en el que haces un gran juego de palabras. La historia acaba mal, ya que los intereses de los dos miembros de la pareja son muy distintos.
ResponderEliminarMe ha recordado a un anuncio de televisión en el que el producto "cambiaba el polvo por brillo" algo que esta pareja no ha sabido ver para llegar a un acuerdo.
Buen relato.
Besos.
Hola Pepe. Bien cierto es que la verdad siempre resplandece, y ella iba con ella por delante. Si él no se quiso enterar... Buen relato engarzado en deseos no encontrados. Felicidades. Un abrazo.
ResponderEliminarBuen juego de palabras, que nos conduce a una realidad tan prosaica como efectiva: sin tomate no hay salsa... Enhorabuena.
ResponderEliminarPepe, polvo somos y en polvo nos convertiremos, pero de vez en cuando un poco de polvo en la vida no viene mal, sea de la clase que sea.
ResponderEliminarBesos.
El título es brillante, no triste precisamente, sino acertadísimo. Y la historia, contada con una elegancia sublime, perfecta. Desvelando poco a poco, lo que se prevé desde el principio. Una "delicatessen", Pepe.
ResponderEliminarUn abrazo.
Pablo.
Me encanta cómo has utilizado el doble sentido y jugado con las palabras. Un micro brillante, Pepe, felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarEntender que todo es sucio en una relación de pareja puede dar al traste con dicha relación. Si ella es una maniática de la limpieza (y por lo que se ve, también de la pureza), no permitir que el deseo junte voluntades (y cuerpos) será la lógica consecuencia de que ambos no puedan seguir juntos. No obstante, ella se lo había confesado...
ResponderEliminar¡Buen relato, Pepe! ¡Enhorabuena! Nos seguimos leyendo.
Un abrazo.
Simpática, aunque me da que también triste, la situación que nos cuentas. Al menos para uno. Bueno, en estos caso supongo que será para los dos e, incluso, para sus familias. Suerte, Pepe. Un saludo.
ResponderEliminarMuy bueno Pepe, con tu humor de siempre y jugando con el doble lenguaje.
ResponderEliminarIrónico y genial relato donde dos acepciones de una palabra libran su particular batalla. Un abrazo, Pepe.
ResponderEliminarQue triste brillo aquel que se interpone al polvo. En fin irónico y mordaz como siempre Pepe.
ResponderEliminarUn abrazo
¡Ay! A veces el corazón asume compromisos que el cuerpo le acaba negando... Ese amor tan brillante se fue al traste cuando el deseo no pudo esperar más.
ResponderEliminarBrillante juego de palabras, Pepe.
Un abrazo.
Carme.
Muy bien librada también esta lucha con los conceptos, Pepe. Pienso que está pareja podía haber optado por una situación intermedia en la que pudieran convivir el polvo más "guarro" y el brillo más limpio.
ResponderEliminarUn abrazo y mi enhorabuena.
Brillante relato con doble sentido. Enhorabuena, Pepe.
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