Amigos de la infancia
No le sería difícil dar con ellos y, aunque temía el estado en el que podría encontrarlos, su quincuagésimo cumpleaños bien merecía una celebración especial. Cuando los tuvo delante, un torbellino de emociones se apoderó de ella: estaban tal y como los recordaba. Sólo a Payasete le faltaba un botón.
¡Qué bonito, Fina! Yo creo que es cierto que, llegados a cierta edad, valoramos mucho más los recuerdos, los reeencuentros y las pequeñas cosas de la vida, que vuelven a hacerse grandes.
ResponderEliminarMe has dejado con una sonrisa para todo el día.
Abrazo grande.
¿Que te ha hecho sonreír? Pues, misión cumplida :) Gracias por tu comentario, Patricia.
EliminarUn abrazo.
Fina, que bello relato, es tan bueno reencontrarse con el pasado, sobre todo con esas pequeñas cosas que contienen grandes sentimientos, que nos hacen evocar cosas que creíamos ya olvidadas pero que están hay y solo hace falta una chispa para que vuelvan a surgir..
ResponderEliminarTu frase "torbellino de emociones" es genial.
Buen relato, Fina.
Besos.
Así es, Javier, y con la edad no parece sino que necesitemos volver a recuperar esos sentimientos que, como bien dices, siempre han estado ahí.
EliminarGracias por tus palabras siempre tan acertadas.
Un abrazo.
Hay objetos que han formado parte tan íntima de nuestras vidas, que no pueden ser solamente una figura puramente material. El reencuentro con ellos evoca un valor sentimental que no puede pagarse con nada, da igual la edad que se tenga, al contrario, ese valor se incrementa con el tiempo. Todos valoraríamos mucho volver a encontrarnos con muñecos, juguetes, cuentos o tebeos que nos hicieron disfrutar. Conservarlos como un tesoro es una práctica que llena de satisfacción, como le sucede a tu protagonista en este relato evocador.
ResponderEliminarUn abrazo, Fina
Ya que no podemos volver a ser niños, al menos acercarnos a nuestra infancia rememorándola. Gracias por tus palabras, Ángel.
EliminarUn abrazo.
Yo aún guardo algunos juguetes de mi infancia, y mis hijos jugaron con ellos también, si tengo nietos algún día quizá lleguen a usarlos, aunque serán una antigüedad para ellos.
ResponderEliminarUn beso, Fina.
Sin duda, un bonito legado para tus nietos, Asun. Gracias por pasarte por aquí.
EliminarUn abrazo.
Bueno, pues vengo yo a poner sombra con mi interpretación...
ResponderEliminarLos compañeros que me preceden hablan de recuerdos, reencuentros, emociones...
A mí me vais a perdonar, sobre todo tú, Fina, porque igual meto la pata hasta el fondo, pero yo leo un 50 cumpleaños lleno de soledad, ya que el, o la protagonista, tiene que recurrir a la compañía de sus muñecos de infancia para no estar en soledad en esa fecha tan especial. Lo único que me inquieta es lo del botón del payaso, pero bueno, el tiempo pasa para todos, es la explicación que le doy...
Un beso Fina, me parece un micro enorme.
Malu.
Pues no sé si perdonarte, oye. Una cosita... ¿Ya te has confesado? (je, je, je).
EliminarTal vez recurra a esa compañía para huir de la soledad o tal vez para escapar de la multitud. Lo que es innegable es que es una celebración diferente, ¿o no? ;)
Gracias por darme a conocer tu interpretación, Malu.
Un abrazo.
Ah, muy bien Fina. Sensacional reencuentro.
ResponderEliminarUn relato muy sensible y de delicada nostalgia.
¡Bien hecho!
Beso.
Gracias, Carles.
EliminarUn abrazo.
Tierno y genial. Qué buena tarde debieron de pasar juntos.
ResponderEliminarSeguro que así fue. Gracias, Luisa.
EliminarUn abrazo.
¿No se suponía que a Payasete le tenía que faltar un botón? En fin, dejamos de ser niños, pero no dejamos de ser nosotros mismos.
ResponderEliminarSaludos, Fina
¿Y lo bonito que es seguir alimentando al niño que llevamos dentro? Gracias por pasarte por aquí, Plácido.
EliminarUn abrazo.
Fina, alguien me dijo una vez que "no cumplimos años, acumulamos juventud", tal vez tengan razón, pues a pesar de los años nunca hemos de olvidarnos de ese niño que llevamos dentro.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Aciago el día que nos olvidemos de él. Gracias, Pilar, por tus palabras.
EliminarUn abrazo
Fina, tu relato es de los que llegan al corazón y le dan un pellizquito. Sumamente tierno y bien escrito. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarBesos.
Pablo
Me alegro de que te haya gustado, Pablo.
EliminarUn abrazo
Un reencuentro nostálgico con la infancia. Esos amigos siempre abrigan el corazón.
ResponderEliminarEvocador relato, Fina. Un beso.
Unos amigos de por vida. Gracias por tu comentario, Carmen.
EliminarUn abrazo
Fina, el micro me ha parecido súper tierno. Solamente imaginar la escena de la celebración de su cumpleaños rodeada de sus peluches me parece realmente conmovedor y amoroso. Sin duda la infancia marca el resto de nuestra vida y entiendo que al llegar a los 50, la protagonista ha decidido hacer una recopilación de lo que ha sido su vida hasta entonces. Ha entrado, entiendo, en un estado de agradecimiento y reconocimiento hacia aquellos maravillosos años. Magistral el apunte del botón de Payasete.
ResponderEliminarEs que medio siglo es como para empezar a hacer balance de lo vivido para afrontar de la mejor manera posible lo que queda por vivir. Me da que la protagonista sigue buscando el botón (je. je, je).
EliminarUn abrazo, Enrique.
Nos muestras con una ternura inmaculada uno de esos atajos que nos conectan con el pasado, en este caso la infancia del personaje, aunque también es cierto que nos engañas un poquito haciéndonos creer que son amigos de carne y hueso.
ResponderEliminarTan entrañable como bello tu relato, Fina.
Un abrazo.
¿Sabes, Enrique, que engañaros un poquito era justamente mi intención? Está visto que aún me queda mucho por aprender de vosotros ;)
EliminarUn abrazo
Jajaja!! Ya imaginaba que lo habías hecho aposta. En cuanto a lo de aprender unos de otros, creo que todos estamos en eso.
EliminarOtro abrazo, Fina.
Nostalgia (o, como decimos en mi tierra, morriña)recorre tu magnífico relato. Resulta, además, entrañable. Enhorabuena.
ResponderEliminarBesos.
Me alegra que te haya gustado, María José.
EliminarUn abrazo
¡qué bonito has pintado ese reencuentro! Nuestros juguetes son también parte de nuestras mejores amistades. Con ellos crecimos. Les debemos nuestras primeras exploraciones de los sentimientos y de las relaciones con los demás. Siempre fieles, este homenaje les queda como anillo al dedo. No solo por lo emotivo, si no por el crescendo emocional del texto que nos conduce hasta ellos.
ResponderEliminarFino, fino. Saludos, Fina.