Añoranza
Entró en el supermercado maldiciendo su situación, disparando al techo y estanterías. Clientes y empleados huyeron despavoridos. Salió desarmado con las manos en alto. La policía le esperaba.
En comisaría sólo obtuvieron una respuesta:
—Deseo comer a diario, tener un techo, cuatro paredes y calefacción. ¡Añoro mis años de cárcel!
En comisaría sólo obtuvieron una respuesta:
—Deseo comer a diario, tener un techo, cuatro paredes y calefacción. ¡Añoro mis años de cárcel!
Podría parecer unasituación rocambolesca y excéntrica, pero no lo es tanto. Recuerdo alguna película que abordaba de forma tangencial este tema, no sé si era en El hombre de Alcatraz (te advierto que tengo mala memoria cinéfila, donde un personaje secundario acababa suicidándose incapaz de adaptarse a una sociedad distinta después de tantos años.
ResponderEliminarTambién sería posible que algunas de las personas deshauciadas que viven en precario sin trabajo ni renta, cambiaran días de libertad por sustento y calor seguros con la que está cayendo.
Con un capotazo a puerta gayola has abierto el relato y lo rematas con media verónica desde el centro de la plaza.
Isidro, torero, un abrazo.
Intuyo, Manuel, que te refieres a 'Cadena perpetua' ('The Shawshank Redemption', Frank Darabont, 1994), con Tim Robbins y Morgan Freeman. El personaje al que aludes era Brooks Hatlen (encarnado por el actor James Whitmore), el preso que ejercía como bibliotecario, uno de los más antiguos reclusos en Shawshank, nombre de la prisión. ¡Una grandísima película!
EliminarUn abrazo y gran comentario el tuyo, como ya nos tienes acostumbrados.
Seguro que es esa José Antonio, tú si que afinas con el cine. a mí me encanta, pero luego las neuronas, me llevan de una a otra según les place. La que yo cito es también una gran peli con un Lancaster rocoso en blanco y negro.
EliminarGracias JA, buen pretexto para volver a Cadena perpetua" que me encantó.
Un abrazo grande.
Ahora que me pongo te iba a responder lo de la peli Cadena Perpetua, pero José Antonio lo ha hecho impecablemente, o sea, "Mejor imposible"
EliminarDe lo que no me cabe duda es que hay mucha gente en la calle que vive en peores condiciones que los reclusos en las prisiones españolas.
Muchas gracias Manuel por tu magnífico comentario.
Un abrazo.
Siento, Isidro, haberme inmiscuido en los comentarios que le corresponden al autor, pero 'Cadena perpetua', para mí, es una gran película y que no pasa desapercibida para quien la ve por primera vez. Tampoco para quien, como yo, la ha visto varias veces. Así que no he podido resistir la tentación (que en este también estaba arriba, en el comentario de Manuel). 'El hombre de Alcatraz' es otro gran título de tema carcelario.
EliminarMil perdones. O mejor, y siguiendo la estela cinematográfica, 'Cien años de perdón'.
Abrazos.
Tan doloroso lo que sucede con muchas personas. Cuánta injusticia. Enhorabuena Isidro ficción y realidad a un paso.
ResponderEliminarYo creo que hay más realidad que ficción.
EliminarMuchas gracias, Carmen.
Un beso.
Lo más triste de tu relato es la evidencia de que, pese a lo patético del delito, seguro que conseguirá su objetivo y en la cárcel se quedará con las ganas de confraternizar con los políticos corruptos que no conocerá porque no irán.
ResponderEliminarAbrazos.
Claro. Si tienes un pequeño lío, el problema es tuyo con el lío. Si formas un gran lío, el problema lo tiene el Estado con el lío y es probable que te "salgas de rosita".
EliminarMil gracias Patricia por leer y comentar.
Un fuerte abrazo.
Un hombre con las cosas claras, que deja, a las claras también, la paradoja de una sociedad en la que las personas honradas, a veces, no tienen nada fácil procurarse lo más básico, que sí le está garantizado a los que han delinquido. Hace poco escuché a alguien quejarse de que en las cárceles existe televisión gratuita y en los hospitales hay que pagar por ella. En fin, ahí lo dejo, porque el tema da para mucho, tú lo has apuntado muy bien en este relato para la reflexión.
ResponderEliminarAhí van dos abrazacos de los grandes, artista
Este relato lo escribí a raíz de la noticia de un atracador que que pasó a un supermercado como el del relato, destrozando pero sin hacer daños físicos a personas. Lo demás lo deduje, o mejor, lo imaginé yo en un acto humano muy frecuente: "Piensa mal y acertarás"
EliminarNo sé, pero tal como hemos comentado, la situación actual está como para creerse la historia y más.
Muchas gracias por tu generoso relato.
Dos fuertes abrazacos y pásalo bien en San Vicente, que ya os queda poco para la cita.
Tu ficción creo que supera a la realidad, ya que en prensa en ocasiones han salido casos así, las circunstancias hacen que personas como tu protagonista no logren un trabajo para poder vivir dignamente y por ello esa añoranza. Por cierto genial título para tu relato.
ResponderEliminarMe ha gustado, Isidro.
Un abrazo enorme.
Te entiendo lo que quieres decir. La realidad supera a la ficción en este caso. Tal como deciá Manuel, aunque sea una película (Cadena perpetua), pero la capacidad de adaptación del ser humano es muy elevada y en este caso, no es necesario tener gran imaginación.
EliminarGran relato tio; muy reflexivo, ya que pone en manifiesto dos situaciones muy reales.
ResponderEliminarLa primera; como de mal está la situación fuera, para preferir estar encerrado.
La segunda, como de bien se está en la cárcel, para preferir perder la libertad.
Enhorabuena Isidro, un fuerte abrazo.
Efectivamente surgen dos cuestiones, pero la solución la tiene cada cual a través de sus valores, prioridades, esperanzas...
EliminarMuchas gracias por tu comentario, sobrino.
Un fuerte abrazo, Rubén.
Más vale que le dio solo por disparar al techo y no se quitó a nadie del medio. Es muy real lo que cuentas. Estar libre, pero no tener de qué vivir, tiene que ser muy duro. Tanto como para querer volver a estar entre rejas y sentir esa añoranza del acertado título. Muy interesante, Isidro. Un abrazo.
ResponderEliminarCompletamente de acuerdo con todo lo que has dicho. Incluso lo del abrazo.
EliminarTe lo devuelvo.
Muchísimas gracias, Juana. Un fuerte abrazo.
Varias personas que yo conozco piensan que en la cárcel se debe de estar genial, con alojamiento y comida gratis. Eso parece que piensa también tu protagonista. Es triste que simplemente se pueda tener un pensamiento cercano a ello. Muy buen relato, Isidro.
ResponderEliminarBesos.
A menudo no sabemos apreciar lo que tenemos hasta que lo perdemos y con la libertad ocurre en grado superlativo, porque todos sabemos lo que es la salud, o el amor o el dinero... cosas que hemos tenido y perdido alguna vez, pero nacemos en libertad y salvo contadas excepciones, no nos privan de ella, al menos de forma tajante como es la prisión.
EliminarMoitas grazas.
Un abrazo.
Ante situaciones extremas, soluciones radicales. Además, tu protagonista ya había vivido la cárcel y sabía lo que quería. No obstante, dicen Isidro, que si en la cárcel se viviera tan bien como pensamos, o algunos creen, habría colas en la puerta. Y eso no se ve ni creo que sea así. Lo que si se ve, y creo que ha sido tu intención, es que con tu cincuenta nos abres una puerta para la reflexión y para que nos hagamos esa pregunta nada retórica de quién es más preso, quien está en prisión o quien está sometido por el sistema que nos circunda.
ResponderEliminarEnhorabuena por tu nueva propuesta cincuentista. No seguimos leyendo.
Un fuerte abrazo.
Efectivamente nadie desea perder su libertad y el que quiere ir a la cárcel, sabe que no basta con ponerse en la puerta de la prisión, o así lo pensó mi protagonista.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar.
Un fuerte abrazo, José Antonio.
Isidro, tu relato me recordó un indigente que vagaba por mi barrio, un día no lo vimos más y contaron estaba en la cárcel. Al tiempo regresó a nuestras calles, bien gordito, pero a pesar de lo que la buena voluntad le pudiéramos ayudar por humanidad, adelgazó, o sea que pasaba hambres porque no hacía los tiempos de comida que de seguro sí tenía en el encierro, además de tener un techo.
ResponderEliminarNo lo he vuelto a ver, para mí que hizo lo mismo que tu protagonista.
Buen micro, muy real. Saludos!
¡Quizás fuera el mismo!
EliminarCreo que, los que tenemos la suerte de tener un techo y un plato de comida, desconocemos muchas cosas de la indigencia, pues además cada ser es un mudo distinto con su vida distinta.
Muchas gracias, Yoli, por tu bonito comentario.
Saludos.
Isidro, lo duro de la situación que relatas es que alguien prefiera vivir privado de libertad para poder sobrevivir.
ResponderEliminarBuena crítica de una triste realidad.
Besos
La desesperación no es buena consejera. Lo más probable es que tras perder su libertad, nuevamente se arrepintiese de su acción y volviese a añorar la libertad.
EliminarEl ser humano es difícil y contradictorio. En verano deseamos la llegada del frío y en invierno soñamos con el calorcito y la vida en la calle del verano.
¡Es lo que hay!
Muchas gracias Pilar.
Un fuerte abrazo.
La libertad, tan valiosa para el ser humano, pasa a un segundo plano cuando se carece de lo más básico. Muy buen relato, Isidro, felicidades y un beso.
ResponderEliminarEso también lo creo yo y el prota de la historia. Lo que no sabemos es cuánto tiempo le durará esa creencia cuando, día tras día, tenga ante sí unos barrotes inexpugnables.
EliminarMil gracias, Matrioska.
Un beso.
Cuando un preso sale de la cárcel se enfrenta a una realidad para la que muchas veces no está preparado; ni él, ni la sociedad que le debería acoger, sobre todo cuando las penas han sido largas. Se sienten más seguros entre rejas.
ResponderEliminarEs una realidad muy bien contada. Enhorabuena, Isidro. Besos
De hecho, enfrentarse a la realidad actual, no es tema baladí, cuanto ni más para un preso. El mundo está convulso y ni unos, ni otros, ni todos juntos entendemos de qué ni a dónde vamos.
EliminarMuchas gracias, amiga Olga. Nos seguimos leyendo
Un fuerte abrazo.
Gran relato en el que apuntas certeramente sobre una realidad desesperada. A mí me ha recordado a Galeano cuando dice (no tengo la cita exacta) que la justicia es una serpiente que sólo muerde a los descalzos. Tristemente vigente.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Isidro.
No conocía la cita, pero me parece muy expresiva.
EliminarMuchas gracias, amiga Carmen, por comentar.
Un fuerte abrazo.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLa primera parte de tu microcuento me ha recordado un hecho reciente sucedido en un supermercado en el que, tras el susto de los disparos y de haber gritado Alá es grande, se descubrió que el asaltante era un enfermo mental que no quería hacer daño a nadie, pues después del estropicio que causó, cogió algo para comer y se tumbó en el suelo a la espera de que lo detuviesen.
ResponderEliminarDespués de escrito esto veo que tú mismo dices que te inspiraste en ese hecho, aun así, aquí queda.
También tu protagonista hace una maniobra parecida, pero a él no le falta ningún tornillo, sino que ha tomado esa decisión porque es el único camino que ve para tener un techo sobre su cabeza y poder hacer cuatro comidas al día, además de atención médica y otras ventajas que le sería imposible tener en libertad, aunque después, como dices, quizá se arrepienta.
En estos tiempos tan extraños que vivimos –aunque cada tiempo es extraño a su manera- pueden darse paradojas tales como que los delincuentes sean mucho mejor tratados por la sociedad que personas honradas a las que la suerte les ha sido adversa.
En muchos aspectos, creo que se ha dado un pendulazo, obviando aquello de que la virtud está en el término medio, pero encontrar ese término medio debe de ser poco menos que imposible, pues lo normal es que se desbarre.
A mí lo que más gracia me hace, o más me irrita, no lo sé muy bien, es que cuando criticas esas obviedades te digan que no entiendes de justicia; lo mismo que te dicen que no entiendes de economía cuando ves que cuatro granujas –o cuatrocientos- se lo han llevado crudo y entre todos tenemos que cubrir las pérdidas.
Pertinente y buen microcuento, Isidro, un abrazo.
Efectivamente al ver en las noticias aquel incidente del supermercado, me fui al ordenador y escribí el relato.
EliminarNo puedo estar más de acuerdo contigo en lo que dices y en lo bien que lo has expuesto.
Muchísimas gracias por tu gentil comentario, amigo Enrique.
Un fuerte abrazo y nos seguimos leyendo.
Muy bueno, Isidro, y muy real.
ResponderEliminarMuchas gracias Plácido.
EliminarUn abrazo.
La vida fuera de esas cuatro paredes también puede ser muy áspera. Buen micro Isidro
ResponderEliminarBesos
Sin duda alguna.
EliminarMuchas gracias por comentar, Raquel.
Un beso.
Que triste y desesperada situación nos dejas Isidro.
ResponderEliminarQuerer privarse de la libertad en beneficio de un techo y comida.
Un título que a pesar de ser casi poético encierra una gran tragedia.
Genial siempre, tus letras están siempre muy bien armadas.
Un beso.
Yo supongo que a más de uno, aunque no lo digan, se les pasará por la cabeza la idea del trueque de libertad por un techo.
EliminarAprovecho para elogiar el sistema penitenciario y las instalaciones carcelarias españolas, pues evidentemente, la cárcel no es lo mismo en un país que en otro y no es necesario dar nombres.
(Jo, parecerá que soy funcionario del ministerio de justicia, por lo menos)
Muchas gracias amiga Belén por tu amable comentario.
Nos seguimos leyendo. Un beso.
Al final somos animales de costumbres, pero por encima de todo, lo que queremos es tener cubiertas nuestras necesidades básicas. La libertad es algo que sólo pueden desear los que no padecen hambre ni frío...ni soledad.
ResponderEliminarBuena balada, Isidro, compuesta esta vez con notas graves.
Abrazo.
La libertad es querida por todos, pero a veces es cuestionada y nos pone a prueba. La decisión casi nunca depende de nosotros y cuando es posible elegir, supongo que la duda es cruel.
EliminarMuchas gracias Carles. Un abrazo virtual hasta Barcelona.
En algunos casos, la cárcel (en la actualidad) es un chollo. Techo, comida, biblioteca, ejercicios y algún deporte en el patio, incluso algunos "suertudos", hasta piscina, sin olvidar la asistencia médica. Y todo esto sin pagar hipotecas.
ResponderEliminarMuy bueno, Isidro.
Como sigas hablando así, veo que se van a multiplicar las inscripciones o alargar la cola en las puertas de las cárceles.
EliminarJejeje!.
Muchas gracias por comentar María Jesús.
Un fuerte abrazo.
No hace falta la propaganda, ya hay colas larguísimas esperando su turno por méritos propios. (que generalmente no suele llegar).
EliminarAbrazo virtual, como la tecnología manda.
Isidro, para mí cada vez que leo uno de tus relatos me parece una obra de arte. Escoges un tema, cualquiera que te venga a la cabeza, le das un toque personal, por lo bien que escribes, y ya sea con un punto de humor o sin él, que depende del tema, dejas una denuncia y pones a cavilar al lector. En este caso, como tendrá la vida tu protagonista que prefiere quedarse sin libertad que atrapado en ella. Un microIsidro que es sinónimo de alta calidad.
ResponderEliminarEnhorabuena, genio.
Pablo.
Me ruborizas.
EliminarTú si que eres un genio a juzgar por la racha de éxitos recientes en éste y otros concursos. A ver cuándo me das una masterclass de como ganar todos los concursos.
Un abrazo, amigo Pablo.
Parece ser que tu personaje podría estar institucionalizado después de tanto tiempo en la cárcel, aunque lo más seguro es que se trate de que tiene mucha necesidad además de un gran sentido práctico. Por cierto que no sé qué le sale más caro al estado, si pagarte el paro o tenerte entre rejas.
ResponderEliminarSi no fuera por la gran dosis de amargura que hay en él, podría decirse que es un relato divertido, aspecto este que lo hace más grande; casi tanto como tú, amigo.
Enhorabuena, Isidro.
Un abrazo.
Muchas gracias por tu amable comentario, amigo Quique.
EliminarUn fuerte abrazaco.
La libertad puede ser la peor cárcel para un inadaptado. Bien por edad, bien por situación social, vivir entre cuatro paredes enrejadas puede ser una opción de vida más.
ResponderEliminarAmargura aderezada de cierta comicidad que deja una sensación agridulce sobre la base de una historia muy bien escrita.
Un abrazo, isidro.
Muchas personas no saben "usar" la libertad unos porque la confunden con el libertinaje, otros porque no respetan los límites ajenos y otros,como tú dices, que su situación social no se lo permite y en este caso quizás haya poca diferencia entre vivir entre cuatro paredes o vivir sin cuatro paredes.
EliminarMuchas gracias por leer y comentar, amigo Antonio. Un honor!
Fuerte abrazo.
Está claro que un hombre desesperado, es capaz de hacer lo que sea por conseguir lo básico para su subsistencia.
ResponderEliminarTraes un micro sobre la desesperación, la justicia (más bien injusticia) y lo que se vive dentro de las cárceles, así como quien no quiere la cosa, tocas tres temas bien intensos y potentes. Todo contado con esa aparente sencillez que caracteriza tu forma de escribir, que dicho sea de paso, de sencilla solo tiene la apariencia, la forma, porque de fondo tiene enjundia para dar y tomar.
Enhorabuena señor Moreno Carrascosa, me guardo la historia en ese espacio donde solo están los micros que se recuerdan de forma nítida por ser extraordinarios.
Un beso grande, bolo.
Malu.
Malu: M'ancantao! tu comentario.
EliminarNo me queda más remedio que enviarte un besazo vía ciberespacio.
Muchas gracias, "bola"
Abrazaco.