Confidencias
Claro que te quiere. Siempre será un andariego, pero las demás sólo son recodos en el camino, mientras que tú eres su hogar. Ya no llores, mujer, que te ama y nunca va a abandonarte. Lo sé de buena fuente: me lo ha dicho él mismo, ayer, entre las sábanas.
Una amiga trata de consolar a otra, le cuenta cosas que son muy ciertas. Otra cosa es que a veces la sinceridad pura, sin ningún maquillaje, duela, que los peores enemigos puedan ocultarse donde menos los esperamos. Aquello de: "Cuánto sufre el que sabe" nunca fue más cierto que en tu relato.
ResponderEliminarUn saludo, Silvina.
Gracias por comentar, Ángel, como siempre. Aquí el consuelo lo ofrecía, justamente, la menos indicada para hacerlo...
EliminarUn abrazo
Y como diría aquel "lo sé de buena furnte" y en el caso de tu relato que te voy a decir, la amiga de confidencias solo era un recodo en el camino, me ha encantado esa forma de denominar a las amantes.
ResponderEliminarBuen relato Silvina.
Un abrazo.
Es bastante poético, sí... Seguramente la esposa las llamaría de una manera bien diferente! Gracias, Javier, y muchos saludos!
Eliminar¡Ay, madre! ¡Claro que lo sabe y de muy buena tinta!
ResponderEliminarEs muy bueno tener amigas y confidentes, pero lo de estas dos chicas es el colmo...
Muy bien tratado Silvina.
Un beso.
Malu.
Ciertamente, con amigas así... ¿quién precisa enemigas? Un abrazo, Malu
EliminarSi es que hay gente tan buena que merecen un monumento... o dos.
ResponderEliminarExcelente exaltación del cinismo.
Abrazo, Silvina.
Gracias querida Patricia. Viniendo de ti, cualquier elogio es enorme. Un beso
EliminarExacto... cinismo a tope! Cría amigas jeje...
ResponderEliminarMuy bueno.
O era cía cuervos... ? :-) Muchas gracias por pasar a comentar! Saludos!
EliminarJolín con la confidente, menuda boba o menuda harpía, o ambas cosas a la vez.
ResponderEliminarSaludos cordiales, Silvina.
Yo creo que más lo segundo que lo primero, Carles... Noto un cierto tufillo a victoria en el remate del parlamento. Saludos para ti también.
Eliminar¡Madre mía...! ¡Vaya con la amiga y con el hombre! Creo que lo mejor que puede hacer es hacer las maletas y mandarles fuera de su vida. Muchas veces es mejor vivir sola que mal acompañada, aunque nos cueste una cuantas lágrimas.
ResponderEliminarBuen relato, Silvina.
Un beso.
Concuerdo totalmente! Gracias por leer y comentar, un abrazo!
EliminarLagarto, lagarta, con las amistades peligrosas.
ResponderEliminarSuerte, Silvina
Peligrosas y a traición... Gracias, María Jesús!
EliminarEs mejor que quedarse en la ignorancia de tener semejantes cuernos. Creo que para eso son las amigas, ¿No? Y lo bueno que le ha echo saber quien es la importante. Diría una canción "Querida socia". Un beso enorme. Muy buen relato Silvina.
ResponderEliminarPero enterarse así... ¿No será un poco fuerte? Un beso y gracias, Geyna
Eliminar¡Vivan las amigas y las confidencias! (ironic mode off). Buen relato, Silvina.
ResponderEliminarUn abrazo.
Y para qué son las amigas sino para compartir... (super ironic mode). Gracias Fina por tu comentario. Otro abrazo!
EliminarAhh pues si la quiere y no la va abandonar.... Menuda poca vergüenza. Este tema me toca mucho los "nassos". No puedo hacer una crítica literaria. Tu eres su hogar, es un poco andariego... Toi ofuscada todavía.... Se me repiten tus 50 palabras y crece mi indignación. Un saludo Silvina
ResponderEliminarAyyy Raquel, nunca hubiera querido que te enojaras tanto. Aunque debo decirte que si despierta esas reacciones, el efecto del relato está logrado, y considero que esa es, en si misma, una gran crítica literaria... Gracias,te mando un abrazo!
EliminarSilvina, siempre me extrañó que tu tocaya pudiera aceptar las infidelidades de su marido; incluso adoptó a una hija fruto de esos adulterios. Recuerdo que una vez le preguntaron a la mujer de un famoso actor español por qué soportaba que se fuera con otras mujeres; respondió que sabía que él siempre regresaría a casa. Quizá, como la protagonista de tu cuento, no lo llevaran tan bien.
ResponderEliminarSaludos
Plácido, confieso que cuando escribí el relato, ni siquiera pensé en Silvina y Adolfo... Pero ahora que los traes a cuento, creo que aplica perfectamente a una relación como esa que, al igual que tú, yo tampoco entiendo. Sólo puedo decir que el hombre debía ser algo especial: si hasta mi admirado Julio dijo por ahí que le gustaría ser Bioy, para escribir sobre las mujeres como él...
EliminarGracias por traer en tu comentario recuerdos de estos grandes autores. Me ha encantado. Te mando un abrazo.
Has apretado un botón rojo. Menudo par de...
ResponderEliminarPuntos suspensivos, que valen por mil calificativos. Saludos, Maite!
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