Coronas de realidades
Acaricias mi pelo y acompañas mi sueño. Como siempre, me acuesto sobre tu acogedora mano. Reconozco cada comisura.
Me zarandeas y despierto. Tu mano está fría. Tengo miedo de abrir los ojos... ¿Y mi cama?
—Señora... es la hora...—. Los sentidos me traicionan.
Te beso... Ya escucho los ruedines girar.
Me zarandeas y despierto. Tu mano está fría. Tengo miedo de abrir los ojos... ¿Y mi cama?
—Señora... es la hora...—. Los sentidos me traicionan.
Te beso... Ya escucho los ruedines girar.
Enrique, no sé bajo que sueño está tu protagonista, me da la impresión como si estuviese sometida a una intervención quirúrgica y bajo los efectos de la anestesia, tu frase final de los ruedines se me asemeja a una camilla.
ResponderEliminarComo verás una interpretación muy especial la mía, imagino que equivocada.
Un abrazo, Enrique.
Ernesto, bienvenido a 50palabras.
EliminarHola Javier, muchísimas gracias por tu comentario. Mi idea era reflejar una escena dentro de un tanatorio en la cual una mujer dormía sobre la mano de su ya fallecido marido. En ese sueño, ella pierde la noción de lo ocurrido y el conserje la despierta para proceder a la retirada del cadáver, de ahí el sonido de los ruedines sobre el carro que transporta el ataúd. He dejado, quiza, algo abierto a la interpretación del lector la escena del relato al no matizar un poco más.
EliminarMuchas gracias por tu acogida, Javier. Un placer.
Tengo el mismo "problema" que Javier. Pues sí que parece misterioso el significado de texto. ¿Son coronas mortuorias?, ¿dentales?, los ruedines son ¿de un andador? ¿de una bicicleta perteneciente a un niño muerto?¿de una pistola? Sea lo que sea, creo que no importa. Lo que sí importa es la belleza del texto que nos dejas. Suerte, Enrique, y un saludo.
ResponderEliminarHola Jesús, un saludo muy grande. La verdad que como comentaba a Javier, he dejado un poco abierto a la interpretación del lector el contexto del relato. Imaginé una escena de despedida del cadáver de su marido en la cual se procedía a la retirada del cuerpo para ser enterrado. La mujer estaba dormida sobre la mano de su ya fallecido marido y entró en ese trance que le hizo confundir la realidad con sus sueños...o pesadilla.
EliminarGracias por tu comentario, Jesús. Un placer y hasta pronto.
Enrique, ¡vaya estreno! Bienvenido a esta comunidad, que ya es la tuya.
ResponderEliminarLo primero, decirte que tienes un gusto exquisito: has elegido cincuenta palabras bellísimas.
En cuanto a las interpretaciones, soy de la opinión de que un microrrelato es un esbozo del escritor, que deja a cada lector terminarlo como le guste más, y esa libertad que se le deja al lector, es un acierto.
Aparte de esto, el título me dice que es una corona mortuoria, con un juego de palabras: de realidades.
Yo veo en tu protagonista a una señora que vive, desde que su pareja ha fallecido, en un sueño. Y en ese sueño lo siente cada noche.
Pero ha llegado su hora, y esa mano fría, empieza a ser una realidad. Ese paso a la eternidad, hace que vuelvan a unirse para siempre, y deje de ser un sueño para convertirse en la misma realidad. Esa cama se ha convertido en un ataúd, con esas ruedas que, quizá, la lleven al horno crematorio, donde al fin estará con su pareja para siempre. Dos espíritus reencontrados que no se tendrán que soñar más, porque ya vivirán para siempre en la misma realidad.
Esto es lo que has conseguido transmitirme, Enrique, y me encanta.
Por cierto, soy muy quisquilloso con los títulos y los tengo muy en cuenta, pues creo que son esenciales para los relatos cortos, y el tuyo es sublime.
Ya estoy deseando leer el próximo tuyo.
Tienes un seguidor en cincuenta, me apunto tu nombre, aunque seguro que tendrás muchos más.
Un fuerte abrazo.
Pablo.
¡Hola, Pablo! Muchísimas gracias por tu recibimiento. Un placer formar parte de esta comunidad, te agradezco todas tus palabras, me ha animado bastante leer todos tus comentarios tan positivos, te lo agradezco. La verdad que para haber dejado, en mi opinión, el contexto tan abierto creo que has acertado mucho en la idea que quería transmitir.
EliminarMi intención era reflejar la viudez de la protagonista de la historia que se encuentra en el tanatorio durmiendo sobre la mano de su fallecido. En ese instante de ensoñación, el conserje procede a despertarla para proceder a la retirada del cadáver. Es en ese sueño donde ella confunde sueño y realidad. Al despertarla, la viuda recibe la realidad que había dejado antes de dormir.
Creo que tu interpretación también tendría cabida en el relato.
Un placer, Pablo. Hasta pronto.
Pues Enrique, después de leer tu respuesta, y de nuevo tu relato (es un placer releerlo) lo veo más brillante aún. Como dije antes, has dejado unas pinceladas que desvelan esa historia. Esos zarandeos. Algo que se me pasó en mi primera interpretación: –Señora... es la hora. Solo puede venir de algún desconocido y, como bien explicas, es el conserje que despierta de ese sueño a tu protagonista, con su viudez recién estrenada, y la devuelve a la realidad. También esa mano fría. Ese último beso. Y esos ruedines. Excelente Enrique. Así se pinta un microrrelato.
EliminarYo tengo una libreta, ya la conocerás, donde copio los microrrelatos que me llenan más de esta página, porque así los tengo más a mano y los releo de vez en cuando. En la portada pone, en portugués, "Las cosas grandes comienzan por ser pequeñas". Tu pequeño microrrelato, en extensión, es muy grande, así que me vas a permitir que lo incluya en mi libreta para tenerlo más cerca.
Un abrazo y espero que hasta muy pronto.
Pablo.
Pablo, es un honor el que hayas incluido el microrrelato en esa libreta. Me encanta el título "Las cosas grandes comienzan por ser pequeñas". Tienes razón: con ese pequeño gesto de incluir el microrrelato en tu libreta creo que has reflejado un gran detalle, por lo menos en lo que respecta a un servidor.
EliminarMuchas gracias, compañero.
Hola, Enrique.
ResponderEliminarYo, en primera lectura, me he imaginado una señora mayor que se ha quedado dormida en su silla de ruedas. En la segunda, veo que se ha quedado dormida sobre la mano de su esposo fallecido, soñando que sigue acariciando su pelo. Hasta que la despiertan de su sueño, porque es la hora de despedirse de él. Los ruedines son los de la camilla que le transporta. De ahí las coronas. ¿No?
Es un bonito relato, conmovedor. Ya nos contarás...
Bienvenido a tu casa. Un beso.
Hola Olga, gracias por tu acogimiento, un placer. La verdad que has acertado de lleno en lo que quería transmitir. Efectivamente, la escena transcurre en un tanatorio, como has interpretado en tu segunda lectura, los ruedines son de la camilla que le transporta, por eso nombro las coronas o la mano fría.
EliminarHas atinado a la perfección con lo que pretendía transmitir.
Muchas gracias por tu comentario. Hasta pronto, Olga.
Hola, Enrique, bienvenido a bordo.
ResponderEliminarLa muerte del esposo y, probablemente, la edad avanzada de la protagonista, la han dejado en un estado de confusión, donde el pasado y el presente se superponen (quizás, como esas coronas del título); y la mujer parece no ser consciente de que está en el velatorio.
Mi interpretación, no se si acertada o no, sin embargo, no es lo importante. Lo verdaderamente importante es la sutileza con la que has contado esta historia de amor...eterno.
Felicidades, y a por las cien.
Hola Carles, te agradezco tu bienvenida.
EliminarEfectivamente, la edad avanzada de la protagonista ha colaborado a ese estado de confusión donde, como muy bien dices, el pasado y el presente se superponen. El sueño sobre su fallecido marido le ha jugado una mala pasada y de ahí que al despertar viviera esas "coronas de realidades".
Lo importante es que el amor eterno traspasa las barreras de la muerte y el fallecimiento.
Gracias por tu comentario. Encantado, Carles. Hasta pronto.
Antes de comentar nada de tu primer cincuenta, Enrique, procede darte la bienvenida como Dios manda y no hay otra forma que decirte que este rincón literario ya es tan tuyo como nuestro y que a un primer microrrelato le tienen que seguir otros más. Dicho lo cual, comento...
ResponderEliminarEl título no nos adelanta mucho sobre lo que nos vamos a encontrar de seguida. De esta forma, si al principio del texto la protagonista vive una cierta ilusión, confundiendo realidad con ensoñación, ese zarandeo extraño, seguramente irreal, de una mano fría, muerta, le hace acercarse a una realidad que no quiere ver, pero que está presente. Es entonces cuando la realidad cruel, como un mazo, se presenta y es, también, el momento de decir adiós para siempre al ser amado, muerto. Ahí es cuando las coronas mortuorias cambian flores por realidades. Hay que aceptar lo irremediable...
Enhorabuena por tu relato, sutilmente narrado con un exquisito estilo. Espero y deseo que podamos seguir leyéndonos.
Un saludo muy cordial y caluroso.
¡Hola, José Antonio! Gracias por tu bienvenida, así da gusto empezar. Todo un placer formar parte de este rincón literario. Encantado.
EliminarEfectivamente, a la protagonista se le presenta esa realidad cruel como un mazo. El zarandeo extraño pretendía ser del conserje que intenta despertarla con sutileza pero ella, absorta en su sueño, piensa que es su marido que la despierta en su cama y en su hogar. Y es, precisamente, al despertar cuando esas coronas mortuorias cambian flores por realidades y, como comentas, solo queda aceptar lo irremediable.
Muchas gracias por todas tus dedicadas palabras, José Antonio. Espero que podamos seguir leyéndonos igualmente.
Un saludo.
Enrique, en primer lugar, bienvenido a esta familia de inquietos de la que ya formas parte y que produce tantas satisfacciones, aunque ya lo irás comprobando por ti mismo.
ResponderEliminarComentar de forma algo tardía tiene ventajas e inconvenientes. He leído el relato y me ha transmitido, con un lenguaje muy cuidado, la entrega total de una mujer hacia su compañero, vencida por el cansancio, en una realidad que han compartido durante muchos años pero que se va a ver arrebatada por otra que les separa. Los sentidos nunca traicionan, el problema es cuando no concuerda lo que queremos con lo que percibimos. Todos hemos comprobado en los tanatorios la última imagen de un ser querido o conocido, que nos da la impresión de estar dormido, un puro espejismo al que nos agarramos porque no entendemos lo que hay después, ese vacío que tanto tememos.
Confieso que la lectura posterior de los comentarios ha aportado matices y sentido a la primera impresión.
Un saludo cordial y bienvenido de nuevo
¡Hola, Ángel! Muchas gracias por tu bienvenida. Me ha gustado mucho tu aportación; tienes toda la razón: los sentidos nunca traicionan ya que nos reflejan la realidad tal cual es. En nosotros está alinearnos con ellos para que concuerde lo que percibimos con lo que queremos. Aceptar las cosas tal y como son nos haría tener bastante menos conflictos internos y la protagonista del relato quizá se ve, en su sueño, atrapada por ese conflicto e intenta negar la realidad.
EliminarMuchas gracias por tu comentario. Un saludo.
Enhorabuena, Enrique. Un micro fabuloso que nos sumerge en la ensoñación de su protagonista, probablemente confusa por el agotamiento que le han provocado los días previos al fallecimiento de su marido. En esas situaciones es fácil perder la noción del tiempo y del espacio.
ResponderEliminarBienvenido a esta gran familia, espero leerte muchas más veces.
Hola Asun, gracias por tu comentario. Pues es posible que esa confusión le haya venido por el agotamiento de los días previos al fallecimiento de su marido. En estas circunstancias, en las que somos inmensamente vulnerables, nos fatigamos y torturamos mucho tanto a nivel físico como mental. El sentimiento de pena, culpa o la sensación de perdida puede tener consecuencias fatales en un pequeño espacio de tiempo por la intensidad con la que afloran esos pensamientos. Solemos automachacarnos mucho y, en general, nos falta mucha autocomplacencia en estas situaciones.
EliminarGracias por tu aportación.
Consigue instalarnos el relato en la desazón y el desconcierto de su protagonista. Me recuerda una anécdota que suelen referir aquellos que pierden un miembro, y es que durante mucho tiempo después, aún parecen sentirlo. En una relación como la que apunta tu relato, el otro ser de la pareja es ya un miembro más de la mente y del corazón propio.
ResponderEliminarTe estrenas con un micro delicado, medido y muy cuidado, de los que da gusto leer. Felicidades. Bienvenido, Enrique.
Hola Manuel, encantado y gracias por la bienvenida.
EliminarMuy interesante tu comparación entre las sensaciones de aquellos que parecen seguir sintiendo una parte de su cuerpo que ya han perdido y la extensión del propio cuerpo que puede llegar a ser la persona con las que has compartido tu vida. El amor puede llegar a doler no solo a nivel mental sino a nivel físico. Quizá la perdida de este ser supuso, para la protagonista, tener la sensación de que había más de ella dentro de él que de ella misma.
Muchas gracias, Manuel.
Bienvenido a 50 Palabras, Enrique. Has elegido un micro muy bien narrado para tu estreno. Ahora que ya lo has comentado tú mismo todo es más claro. La viuda va atravesando "coronas de realidades" desde la ensoñación hasta el despertar a la dolorosa conciencia de la pérdida. Esas coronas, que aluden al funeral, son como las ondas expansivas en el agua. El título me ha parecido bellísimo.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Carmen, gracias por tu aportación. Estoy de acuerdo: esas coronas del funeral son como ondas expansivas en el agua. La persona que perdemos puede llegar a dejarnos ondas expansivas en nuestra mente que se propagan hasta el infinito. Huellas imborrables de infinidad de recuerdos; la persona se marcha pero el recuerdo permanece. Yo creo verdaderamente en que las personas nunca mueren mientras que no se las olviden.
EliminarHasta pronto, Carmen.
Con todos los comentarios anteriores ya leídos, solo decir que me parecen 50 palabras muy bien escogidas, con las que has conseguido tratar con afecto, ternura y delicadeza un tema tan duro como la muerte de un ser querido. Felicidades y bienvenido, Enrique.
ResponderEliminar¡Muchas gracias, Juana! Gracias por tus palabras y apreciaciones sobre el relato. La muerte de un ser querido es un tema bastante complicado de tratar, deberíamos aprender desde pequeños a naturalizar más estos temas para no llevarnos golpes traumáticos cuando lo inevitable suceda.
EliminarUn saludo.
Creía que el micro iba de una señora mayor que se dejaba acariciar por su cuidador. No entendía el título. Leyendo los comentarios, me he dado cuenta de mi error.
ResponderEliminarMuy bien escrito. Saludos, Enrique
Hola Plácido. La verdad que he dejado muchas partes abiertas del relato que pueden llevar a diferentes interpretaciones, todas ellas pueden ser acertadas.
EliminarGracias por tus palabras. Un saludo.
Enrique, como ya te he dicho en otro foro, me alegra muchísimo que te hayas unido a la familia cincuentista. Aquí vas a encontrar buenas letras y grandes personas. Espero que te sientas a gusto. Creo que Cincuenta Palabras no puede perderse tus historias. Tienes mucho y bueno que contar.
ResponderEliminarY dicho esto y después de haber leído ya todos los comentarios, solo me queda decirte que el micro es bellísimo y la historia preciosa. Lo has contado de forma dulce, serena, pausada y dando importancia a cada detalle como si fuera único.
Me quedo con estas palabras ...me acuesto sobre tu acogedora mano. Reconozco cada comisura.
Enhorabuena y bienvenido. Espero leerte el mes que viene.
Un beso.
Malu.
¡Hola Malu! Te agradezco mucho la confianza y todos tus comentarios tan positivos. Es cierto, aquí estoy encontrando buenas letras y grandes personas. Lo primero que me ha llamado la atención es toda la humanidad y generosidad que se respira por aquí. Un placer formar parte de esta familia cincuentista. Estoy abrumado de cómo se vuelcan los compañeros y del trato tan cercano que muestran en todos los comentarios. Me llena de ánimo, cariño e ilusión encontrar tantas buenas personas unidas por el sentimiento de escribir, contar, imaginar, crear...como he dicho en anteriores comentarios: un inmenso honor aprender de los artistas de esta familia. Estoy seguro de que cada uno me aportará una gran pieza para formar un entretenido puzzle.
EliminarMuchas gracias. Un beso.
Yo también quiero darte la bienvenida, Enrique. Tus buenas letras enriquecen a Cincuenta Palabras y estamos muy contentos de disfrutarlas. Permíteme que "robe" las palabras de Malu pues identifican claramente mi sentir al leer tu relato: "lo has contado de forma dulce, serena..." (disculpa Malu por mi descaro). Lo dicho, Enrique, un placer.
ResponderEliminarBesos.
¡Gracias, María José! Así da gusto comenzar esta nueva aventura en Cincuenta Palabras, qué lujazo. El placer es mío. Te agradezco tus palabras. Hasta pronto. Besos
EliminarEnrique, bienvenido a esta gran familia.
ResponderEliminarComo siempre, cuando llego ya está dicho todo. Solo decirte que lo has contado de una forma muy bella y poética. Muy buen estreno. Enhorabuena.
Besos
Muchas gracias, Pilar. Te agradezco tu comentario. Me alegro de que te haya gustado. Un saludo y hasta pronto.
EliminarHay tanto en esta página y tan bueno que no se da abasto a la hora de comentar, y sobre todo si a uno le gusta explayarse como suele ser mi caso.
ResponderEliminarDicho lo cual, lo primero que haré es unirme al resto de compañeros que te han dado la bienvenida y te han dicho lo obvio: que ésta es una página abierta, participativa, cordial y buena para la salud, pues es raro que en la vida real uno reciba tantas atenciones; y lo segundo alabar el gran microcuento con el que has debutado que, al tratar de esa triste circunstancia que es la muerte de la persona con la que se ha compartido parte de la vida, y en el momento de las exequias fúnebres, puede dar esa sensación de irrealidad que vive la protagonista y que has narrado con gran pericia, sumergiendo al lector en una atmósfera en la que él también se siente confundido al no saber realmente lo que pasa –pues caben varias interpretaciones-, aunque tú ya has desvelado cuales eran tus intenciones, pero muerte y vida, sueño y vigilia parecen fundirse en un todo para confundirnos, como a veces nos ocurre en la propia vida.
En tu microcuento puede uno preguntarse, ¿quién habla? Y el que lo hace ¿está vivo o está muerto, sueña o vive una ensoñación? Todo ello podría dar lugar a diferentes historias según se contestase a esas preguntas.
Dicho lo anterior, me uno al coro de aplausos de los compañeros y te doy la enhorabuena. Un abrazo, tocayo bis. El tocayo a secas es Enrique Mochón.
¡Muchas gracias, Tocayo! Te agradezco tus palabras de bienvenida. La verdad que la muerte es un tema bastante delicado, no es habitual que recibamos ningún tipo de herramienta para afrontarla; no está nada naturalizada, la vemos como algo que evitar e incluso nos angustia escuchar su nombre.
EliminarVivimos verdaderos traumas de duelo al perder a un ser querido y se nos niega -desde bien pequeños-la existencia de la muerte. Quizá, naturalizando este tema un poco más, sería posible no llegar a caer tan rotos cuando se nos presenta a nosotros o a cualquiera de nuestros seres queridos.
Un abrazo, tocayo bis.