Cría cuervos...
A Gregorio le gusta echar miguitas de pan a las palomas. Deben de tener un sofisticadísimo sistema de comunicación, porque es verlo y, en cuestión de segundos, acuden por docenas. Hoy estaban hambrientas; primero devoraron todo el pan que les llevaba y luego continuaron ansiosas. No dejaron ni los huesos.
Ya lo dice el refrán, "cría cuervos y te sacaran los ojos", a tu protagonista ni los huesos le han dejado. Siempre nos podemos ir por la moraleja, esas personas que poco a poco te van consumiendo y sacando todo de uno.
ResponderEliminarBuen relato, Mª Jesús.
Besos.
Ay, qué miedito. A mí los cuervos me gustan, tan siniestros, tan incomprendidos, y en mi cabeza anidan muy bien. Pero es ver una paloma y ponerme mala. Nos chantajean con eso de ser las portadoras de la paz, pero no son de confianza, que, en cuanto te das la vuelta, te ponen la terraza perdida y no voy a contar con qué, que ya me entendéis.
ResponderEliminarReivindico tu relato, MJ, ¡Cuidado con las palomas!
Y para octubre aún recordaré éste macabro relato. Definitivamente a veces muerden la mano de quien les da de comer. En este caso, se fueron al extremo. Buen trabajo María. Saludos
ResponderEliminarUn relato digno del mismísimo Alfred Hitchcock.
ResponderEliminarMuy bueno, María Luisa.
Besos.
Las palomas son animales que han pasado de ser adorables y símbolo de la paz, a convertirse en un problema de salubridad en las ciudades, equiparable a las ratas. Lo que le sucede a tu protagonista, ese vuelco con tintes surrealistas, no es ajeno a estos cambios, tampoco a una cierta moraleja sobre la ingratitud.
ResponderEliminarUn relato inquietante, a partir de una escena en apariencia inofensiva y cotidiana.
Un abrazo, María Luisa
M.Jesús, dicen que las palomas son ratas con alas, en muchas ciudades son como una plaga.
ResponderEliminarHas conseguido con tu micro cambiar la imagen de las palomas. A partir de ahora, me lo pensaré antes de darles de comer...
Un micro con un final muy inquietante.
Besos
Pobre Gregorio, no le hicieron falta cuervos, sino otra especie de ave aparentemente inofensiva para destruirle.
ResponderEliminarNo nos podemos fiar de nadie, es lo que transmite tu micro.
Suerte, tocaya.
Un besito virtual.
¿Gregorio es un poco cegato? ¿No se había dado cuenta de que no le estaba dando de comer a las palomas? Espeluznante.
ResponderEliminarSaludos, Mª Jesús
Les das la mano y se cogen el brazo, a veces pasa. O como en este relato te fagocitan entero. Hay que prevenirse de los aspectos inofensivos...
ResponderEliminarUn micro inquietante. De los que se quedan en la memoria. Creo que con proxima paloma que vea,me acordaré del pobre Gregorio...
Enhorabuena, M.Jesús.
Piel de gallina y escalofrío. Entra tan fino y elegante como un estilete. Muy bueno, Mª Jesús.
ResponderEliminarY te sacarán los ojos...
ResponderEliminarAy, amiga, te has pasado al lado oscuro... y te ha salido muy bien.
La verdad es que no me gustan nada las palomas, pero sí tu micro. Madrid está infectado de ellas, dicen que son ratas voladoras.
Pobre Gregorio, ¡pero qué bien lo has contado!
Un beso grande.
Malu.
Con lo limpio que han dejado el escenario del crimen va a ser difícil probar si en realidad ha ocurrido tan terrible suceso o si, por el contrario, ha sido invención de la cronista. Independientemente de eso, hay que reconocer que la autora del reportaje escribe como para que le otorguen el Pulitzer.
ResponderEliminarMagnífico relato, María Jesús.
Un abrazo.
Me has puesto los pelos como escarpias, Mª Jesús.
ResponderEliminarUn relato estupendo.
Un saludo.
Ya lo cantaba Emilio Aragón: "Cuidado con Paloma..."
ResponderEliminarBuena incursión en el género del terror, Mª Jesús.
Besos.