De profesión: futbolista
Los seis meses de rehabilitación tras la operación de ligamentos fueron un calvario. Jamás olvidaría las largas sesiones en el gimnasio, sin otra compañía que la del sufrimiento, el sudor y su abnegado fisioterapeuta.
Cuando hizo público cuánto quería al masajista, todo aquel sufrimiento le pareció un juego de niños.
Escrito por Carles Quílez - Web
Cuando hizo público cuánto quería al masajista, todo aquel sufrimiento le pareció un juego de niños.
Alucino contigo, Carles. A un tema de lo más actual, las lesiones y recuperaciones de futbolistas, le das una vuelta de tuerca en el segundo párrafo dejando de una forma la mar de inteligente una denuncia de la sociedad en que vivimos, y que se resiste a normalizar situaciones tan normales como la que planteas.
ResponderEliminarMe ha parecido brillante.
Un abrazo.
Pablo
Eres muy amable, Pablo. Como bien sabes, la grandeza de la microliteratura reside en su capacidad de albergar cualquier tema y estilo en ella.
EliminarAbrazo, compañero.
Carles, muy buen relato, y pienso que actual, creo que hay muy pocos futboliatas que hayan declarado su homosexualidad, y como muy bien dices en tu frase final el sufrimiento por la lesión le va a parecer un juego de niños, ya que en los campos de futbol va a tener que aguantar carros y carretas, e incluso en su propio vestuario. Has dado un punto se vista de la profesión de futbolista que ese ambiente intenta ocultar, como si fueran especiales y la definición sexual no va con ellos, son todos muy "machos".
ResponderEliminarBuen relato, Carles, me ha gustado mucho, es un gol por toda la escuadra.
Un abrazo enorme.
Estoy muy de acuerdo con lo que dices, Javier. El mundo del fútbol es esquizofrénico en el sentido de que tiene una sobreexposición pública que en algunos aspectos raya lo grotesco (por ejemplo, cuando las noticias dedican unos minutos a explicar que un jugador no ha entrenado porque sufre molestias lumbares, es decir, que le duele la espalda); y por contra hay otras cuestiones que son tabú.
EliminarEn cualquier caso, gracias por comentar y un abrazo.
Qué golazo al final del relato, Carles. Hay mucho machismo en el fútbol. No se libran ni las chicas árbitros ni los amores puros.
ResponderEliminarAbracicos, que me ha gustado mucho.
Ah, sí, Patricia, también está el tema de las chicas árbitro. Si te lo paras a pensar, el hecho de que te insulten sólo por tu género, o que utilicen esta circunstancia en contra tuya, tiene tela, por no decir delito.
EliminarBesos.
¡Qué bien has jugado este partido de 50 palabras!
ResponderEliminarUn gol para el final que nos deja indiferente a ningún aficionado.
Me encanta tu forma de relatar
Besicos Carles.
"no nos deja indiferentes" Perdón.
EliminarQué bien que te hayas detenido a comentar, Carmen. Besicos para ti también.
EliminarYa se sabe: del roce nace el cariño. Y, añado, si hay mucho roce hasta el amor.
ResponderEliminarMagnífico, Carles.
Abraçada.
El refranero es infinitamente sabio, Rafa.
EliminarOtra abraçada de vuelta.
Me gustan mucho las historias alusivas, que sin señalar lo obvio, se entiende todo. Eso es lo que has hecho con tu futbolista y su querido masajista. Te pongo un merecido 10.
ResponderEliminarSaludos virtuales.
Bien, pues, muchas gracias por tu explícito comentario, María Jesús.
EliminarBesos.
La incomprensión y el injusto escarnio, ahí radica el verdadero sufrimiento, más allá de lo físico. Una profesión en la que algunas naturalezas no parecen tener cabida. Esa declaración sincera y pública va a pasar factura a los dos, en esta sociedad a la que tanto le cuesta evolucionar de verdad.
ResponderEliminarUna vuelta de tuerca final tan posible como valiente, un caso entre muchos, que por lo general suelen silenciarse. Triste mundo éste que coacciona a sus miembros a no mostrarse como son.
Un abrazo, Carles.
Muchas gracias por tu comentario, Ángel. Siempre tienes esa habilidad para profundizar en el tema de los relatos que comentas, pero en esta ocasión, además, añades una reflexión de corte humanístico con la que, por otro lado, no puedo estar más de acuerdo: "Triste mundo éste que coacciona a sus miembros a no mostrarse como son".
EliminarAbrazo grande.
Parece que la imagen de futbolista está totalmente reñida con la de homosexual. Creamos tópicos y cuando se rompen también a nosotros se nos rompe algo por dentro. Parece que estamos preparados para aceptar lo diferente, pero todavía nos queda mucho. Tal como queda constatado en el segundo párrafo de tu estupendo relato. Felicidades, Carles. Un abrazo.
ResponderEliminarQuizás llevas razón, Juana, y simplemente ocurre que no estamos preparados para ir más allá del estereotipo, y que es por eso que, si hace falta, moldeamos la realidad para que se ajuste a la idea preconcebida. Y si es necesario ocultar aquellas facetas que no encajan, pues se ocultan y ya. En todo caso, coincido contigo en que, en general, a nuestra sociedad todavía le queda mucho por hacer en el campo del reconocimiento de la diferencia.
EliminarAbrazos.
Estupendo relato, Carles. Traer a colación un amor homosexual en el mundo del fútbol rompe estereotipos. El dolor que habrá de soportar el protagonista será la humillación, la burla y el desprecio de compañeros y aficionados. Y es que aún quedan muchas profesiones con marcado carácter machista.
ResponderEliminarMagnífico micro. Un beso.
Gracias, Carmen. Creo que es como dices, pero no sé si es sólo una cuestión de machismo o si hay algún elemento todavía más complejo y negativo en esa psique colectiva.
EliminarBesos.
Carles, has sabido sacar del armario el tema de la homosexualidad entre los futbolistas, tan incomprendida como silenciada.
ResponderEliminarComo muy bien dices en tu micro, le va a doler mucho más superar las consecuencias de su sinceridad que curarse de su lesión.
Muy buen micro, Carles.
Besos apretados.
Gracias por comentar, Pilar. Hay armarios que, por el motivo que fuere (también los económicos, no me cabe duda), permanecen más cerrados que otros. Yo sólo he abierto una minúscula puertecita en este maravilloso ágora de las cincuentapalabras, para ver si se airean un poco aquellos armarios.
EliminarMagnífico micro, Carles.
ResponderEliminarNuestras sociedades aún no están preparadas para asumir la normalización de la homosexualidad y no sé si algún día lo estarán visto cómo lucha alguna institución muy poderosa para llevarnos de regreso a la edad media.
Este rechazo se da en especial en algunos campos como el de tu micro y también en ciertos roles en los que nos sorprende encontrar a alguien “diferente”. Casualmente de eso va mi micro de Abril.
Un cordial saludo.
Conicido contogo, George, en que no es sólo que quede mucho camino por recorrer en el campo de la aceptación, en general, del diferente (y que ya denunciaba Camus en "El extranjero"),
Eliminarsino que en algunos campos concretos, como es el de la homosexualidad y el del machsimo, hay una contraofensiva poderosa y sorprendente.
Permaneceré atento a tu historia de Abril, compañero.
Saludos.
Si es que el amor, Carles, si es del bueno, puede con todo lo que le echen hasta con el dolor de una rehabilitación.
ResponderEliminarMuy bueno.
Un saludo.
Ah, sacas a relcuir otro tema muy importante, Alma, el de la fuerza del amor, que hace palidecer las sombras de la incomprensión.
EliminarGracias por comentar y saludos cordiales.
Y ahí vamos, intentando jugar el partido de nuestra vida, con nuestras grandezas y miserias, unas veces jugando en el medio del campo intentando capear el temporal, otras defendiendo contra viento y marea, la mayoría del tiempo subiendo y bajando por las bandas, intentando llegar a todo y, en el mejor de los casos, marcando algún gol, cual delanteros estrellas.
ResponderEliminarTu protagonista ha ganado uno de los partidos de su vida, gracias a ese gol de oro, dando un paso al frente y plantando cara a la sociedad cavernícola que, por desgracia, también sigue jugando su propia liga.
(Cualquiera diría que entiendo de fútbol... y de la vida...).
Muy bueno, señor Quílez, te has marcado un buen tanto.
Un beso bien grande, querido Notinc.
Malu.
Mi querida, Malu, a la vista de tu comentario, ya mismo te ficho para mi equipo de fútbol-vida. Y te dejo escoger el color de la camiseta, siempre que haga juego con tu sonrisa, claro.
EliminarBeso.
Bravo Carles. Me ha gustado mucho.
ResponderEliminarTu relato, claro. (No me refería al masajista)
Un fuerte abrazo, amigo.
Esa es la clave, amigo Isidro, que cada cual sea libre de escoger sus compañías.
EliminarAbrazo de vuelta.
Evidentemente, el roce hace el cariño. Observando lo que ocurre en la realidad, casi parece un micro de ciencia ficción.
ResponderEliminarSaludos, Carles
Comparto tu observación, Plácido. No pretendía hacer un relato de género fantástico, pero si nos ceñimos a la fría estadísitica, parecería que así fuera.
EliminarSaludos cordiales.
El sufrimiento más doloroso para este jugador sería, sin duda, no poder vivir su pasión amorosa abiertamente. Se recuperó en cuanto el amor pude ver la luz.
ResponderEliminarAdemás, nos demuestra tu relato que su narrador sigue en plena forma. Saludos, Carles.
El relato hace mucho émfasis en la parte negativa de la historia, pero es verdad, como dices, que el protagonista también ha hallado el amor, lo cual, no todo el mundo puede decirlo.
EliminarGracias por comentar, Manuel, y saludos cordiales.
Buen giro final, inesperado porque esos sentimientos en los futbolistas no se oyen en los medios y chocan con su imagen publicitada.
ResponderEliminarVerdaderamente nos hace sufrir más lo que no se ve que los dolores físicos.
Muy bien hallado la mirada sobre este tema.
Un petó.
Gracias, Carme, por tu comentario y tus reflexiones. Estoy completamente de acuerdo contigo en que el dolor del alma es el que peor se sobrelleva.
EliminarPetó.
Como siempre, un micro maravilloso, certero y bien rematado, como buen futbolista que eres. Enhorabuena, Carles.
ResponderEliminarComo futbolista, justito, quizás por eso siempre he jugado de defensa; y allí donde no me llega con la técnica, le pongo todo el corazón.
EliminarBeso, Belén y enhorabuena por tu clasificación para la gran final del REC.
Bella historia de amor que nos muestra un proceso doloroso durante el que, sin embargo, se ha ido fraguando un sólido amor. Solo con eso, unido a tu extraordinario modo de contar, sería un gran relato, aunque lo que de verdad lo convierte en sobresaliente es ese tema, el de la homosexualidad, aún mal vista en ciertos ámbitos, que tratas tan sensible, acertada y sutilmente.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carles.
Un abrazo.
Ah, mi admirado Enrique, tus palabras, ya adopten la forma de un relato, ya la de un comentario, siempre rebosan humanidad. Supongo queno puedes evitarlo.
EliminarQuedo muy honrado por tu visita. Abrazos.
De esta galería de profesiones que nos vas presentando en tus microcuentos, ahora le toca el turno al futbolista. Y has enfocado la historia desde la óptica menos amable: la de las lesiones. Seguramente, la bestia negra de una profesión que dura sólo unos pocos años –aunque luego algunos de esos futbolistas continúen asociados al fútbol, generalmente, de entrenadores-, y que puede cortar una carrera brillante, los ejemplos serían muchos.
ResponderEliminarPero, además de la parte deportiva, un jugador de fútbol es una persona con los problemas y las complejidades de cualquier otra, con sus particulares circunstancias, y esas son las que afloran en el final de tu historia, cuando tras esa trabajosa y sufrida recuperación, el futbolista revela que se ha enamorado de su masajista.
Y ahí ya es cuando entra en otra dimensión de su existencia, pues claro, depende de la sociedad en la que viva, de cómo estén las leyes al respecto, de la mentalidad de la gente, el que esa revelación le haga la vida más o menos soportable.
Aun así, y aunque esa sociedad sea de las llamadas avanzadas, el problema de la homosexualidad aún está lejos de superarse, y nunca faltan cerriles y odiadores profesionales dispuestos a dar rienda suelta a sus peores instintos de intolerancia y violencia.
Enhorabuena, Carles, por este microcuento que pone el dedo en una de las llagas más dolorosas a las que tienen que enfrentarse todas las sociedades. Un abrazo.
Carles, yo que no soy futbolera, me he sentido tocada por la historia que nos cuentas. Creo que no puedo decirte nada mejor. ¡Enhorabuena! Besos.
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