El juramento hipocrático
(Ana). En cirugía torácica la cara del paciente está cubierta. Por eso hasta después de suturar no vi que era Tomás.
(Tomás). Lo del atraco y el navajazo me lo contaron después, yo no recordaba nada. Ana me había salvado el corazón aunque hacía poco yo había destrozado el suyo.
(Tomás). Lo del atraco y el navajazo me lo contaron después, yo no recordaba nada. Ana me había salvado el corazón aunque hacía poco yo había destrozado el suyo.
Aurora, tu doctora ha actuado correctamente, aunque me queda la duda de saber, si la cara de Tomás hubiese estado descubierta ¿que hubiera hecho ella? Aunque no creo que por un desengaño amoroso hubiera dejado de cumplir el juramento hipocrático.
ResponderEliminarAurora, un relato que hace pensar.
Un abrazo
Me alegra que mi relato te haya hecho pensar, Javier, igual que les hizo pensar a los protagonistas. Una vez descubierto el rostro de Tomás, ¿se pregunta Ana lo mismo que tú? "¿Qué habría hecho de saberlo?". Y Tomás... ¿se plantea lo poco conscientes que somos a veces del daño que hacemos y las consecuencias potenciales que eso tiene?
EliminarGracias por tu comentario Javier.
Una cosa es querer y otra deber. Creo que aunque Ana hubiera descubierto antes el rostro de Tomás habría actuado de igual manera. Al margen del juramento hipocrático que titula el relato, está la conciencia. Si se hubiera dejado llevar por el deseo de venganza, seguro que le iba a pesar toda la vida.
ResponderEliminarUn tema muy interesante, como dice Javier, para pensar. Un abrazo, Aurora.
Te contaré un secreto Juana. Resulta que este relato está basado en algo que le ocurrió a personas que conozco: una cirujana maxilofacial tuvo que operar de urgencias a un chaval que había tenido un accidente de bicicleta, y sólo después de la intervención descubrió que era un íntimo amigo de su hermano pequeño, lo había visto merendar en casa muchas tardes desde que los niños tenían cinco años. El ingrediente del romance y la ruptura es mío, pero aquí tienes la noticia real: http://www.diariodesevilla.es/sevilla/critico-ciclista-empotrarse-coche_0_906209952.html
EliminarConciencia, deseo de venganza en el micro, el estrés de la responsabilidad y el afecto, en la realidad... ¡mejor entrar en el quirófano sin el peso de los sentimientos en ambos casos!
Muchísimas gracias, Aurora, por el enlace. ¡Ya es casualidad!
EliminarEstoy de acuerdo, mejor en estos casos no estar condicionado ni para bien ni para mal. Besos.
La profesionalidad y la humanidad están por encima de cualquier circunstancia personal. Algo fácil de decir, otra cosa es tener el coraje de sobreponerse y cumplirlo.
ResponderEliminarUn saludo, Aurora
La profesionalidad está por encima de todo... pero ¿qué hay de aquello que no podemos controlar, sobre lo que no podemos decidir? Quizá los nervios te traicionan, quizá una lágrima te enturbia la mirada momentáneamente, a lo mejor te tiembla el pulso... Gracias por tu comentario Ángel.
EliminarAurora, muy buena la doble perspectiva que le has dado a tu historia. Muchas veces nos quedamos con una versión de la vida, pero siempre está la otra parte, la que no contamos y que también forma parte de esa misma historia.
ResponderEliminarMe ha gustado. Te felicito.
Un saludo.
Admiro muchísimo a las personas que deciden estudiar medicina y ejercer toda su vida salvando vidas o ayudando a mejorar las vidas de los demás. Hay que ser muy valientes para enfrentarse día a día a todo lo que ven.
ResponderEliminarTu protagonista hizo lo que debía, a pesar de que las heridas que le había producido Tomás seguían sangrando y eso, no hay doctor que lo cure.
Un beso, Aurora, muy bien relatados esos pensamientos de ambos personajes.
Malu.
Iba a comentar lo mismo y con la misma conclusión que ha hecho nuestro amigo Javier. (He empezado a leer comentarios por abajo y el último ha sido el suyo).
ResponderEliminarSólo me queda decir que me ha gustado tu relato.
Un abrazo, Aurora.
Bonito juego de palabras final. Queda la duda de si Ana habría salvado a su paciente si hubiera sabido que era Tomás. O quizá está claro, salvo para Tomás, que cree que ella le había reconocido desde el principio.
ResponderEliminarSaludos, Aurora
Muy bueno, telegráfico con trama y bien concluido
ResponderEliminarTe felicito, Aurora muy bueno
Besicos
Como la vida misma, Aurora. Creo que has articulado muy sabiamente el relato, porque recibo mucha frescura en su intención, está muy vivo. El tema queda patente y se hace rico y matizado al poder asistir a la perspectiva de los dos protagonista.
ResponderEliminarMe ha encantado. Saludos, Aurora.
Siempre he oído decir que los cirujanos no operan a sus familiares, creo que es porque a veces hay momentos en que se han de tomar decisiones difíciles, y no se puede elegir igual de bien con sentimientos por medio.
ResponderEliminarRespecto al caso que nos ocupa, Ana todavía puede vengarse un poco con una medicación de las que curan pero molestan un poco más, jeje
Buena reflexión nos traes.
Saludos
Ingeniosa y original situación está que planteas y con la que nos haces pensar. Yo creo que ella habría actuado del mismo modo de haber tenido más información sobre el paciente.
ResponderEliminarMuy bueno, Aurora.
Un abrazo.