En el vientre del pez
¡Lo sabía!
El pez me miraba fijamente en la cocina porque traía una sorpresa en la barriga para mí.
¡Una medalla con mi año de nacimiento!
Mamá me abrazó conmocionada y lloró mucho...
No podemos quedárnosla. Otro niño pequeño la perdió en la playa el año pasado: Aylan, Siria, 2012.
No podemos quedárnosla. Otro niño pequeño la perdió en la playa el año pasado: Aylan, Siria, 2012.
Manuel, tu relato emociona al hacernos recordar esa imagenes que todos vimos en la televisión de Aylan sobre la arena de la playa.
ResponderEliminarUn relato que dice tanto y que a mi me demuestra que con el paso del tiempo y pese a aquellas imagenes y las reacciones que hubo, todo sigue igual.
Me gusta esa frase en la que muestras a la madre llorando, y sobre todo tus tres palabras finales que dan el sello a este bello relato.
Buen relato, Manuel.
Un abrazo enorme.
Hola, Javier, te mando un abrazo. Pronto me libero de obligaciones y podré responder a vuestros comentarios con tiempo y reposo como me gusta. De momento, necesito un aparte. Gracias.
ResponderEliminarManuel, no te preocupes te estaremos esperando. Un abrazo.
EliminarMe permito un receso para corresponder a vuestra amabilidad. Javier, creo que resumes perfectamente el estado de la cuestión. Ha pasado un tiempo precioso en el que Europa no ha hecho sino lavarse las manos. A colación viene, ajustado como un guante, el título del micro de Enrique. Europa suicida sus principios, perdida en el marco global de los intereses económicos.
Eliminarte agradezco tus palabras amables porque no las tenía todas conmigo. De hecho, escribí el texto hace bastante y lo he revisado muchas veces. He dudado si publicarlo o no. Es doloroso revivir esa imagen y, también, me planteaba dudas de si era ético utilizar un hecho tan luctuoso como inspiración para un relato. Más cuando sabemos que poco o nada cambiará su publicación. A nivel personal, exorcizo un dolor que veo compartido por muchos y, a la vez, doy cauce a una impotencia palpable también en el corazón de tanta gente.
Recordar con la imagen de Aylan, el sufrimiento de tantos refugiados y brindarle un relato como homenaje a su vida truncada. Quede en esto el valor del relato.
Como siempre, un placer contar con tu punto de vista y tu análisis. Gracias, Javier. Un fuerte abrazo.
Al leer el primer párrafo, la imaginación, que siempre trata de anticiparse a lo que el relato nos depara, me lleva a prever una historia de misterio.
ResponderEliminarEl final, tan demoledor como la realidad que describe, me recuerda en qué mundo vivimos.
Conmovedor micro, Manuel.
Un cordial saludo.
Gracias, Georges, por tu aportación y tu amable comentario. La cruda realidad se impone muchas veces y aplasta la fantasía, como es el caso.
EliminarSaludos cordiales.
Comenzamos leyendo un cuento maravilloso al estilo de Las mil y una noches, pero Oriente esta vez nos trae la tragedia de quienes huyen de las guerras. La imagen de Aylan dio la vuelta al mundo y pareció conmover de tal modo, que se auguraba un futuro digno para los sirios. No ha sido así. Somos olvidadizos y estamos sujetos a las modas informativas.
ResponderEliminarMe alegro de que nos lo recuerdes, Manuel, en este hermoso homenaje.
Un micro excelente. Besos.
Hola, Carmen, como te dije el mes anterior, preparaba este desembarco en la playa de la tristeza. Me alegra que hayas encontrado en él elementos interesantes y, sobre todo, aprecio tu lectura como homenaje a Aylan en concreto y a tantos personas refugiadas que padecen este exilio que parece no tener fin.
EliminarGracias por tus palabras, Carmen. Besos.
Las imágenes de un pequeño inocente dieron la vuelta al mundo, removieron conciencias, estuvieron a punto de hacer que los países tomasen la dirección correcta; pero duró poco, una realidad ramplona, cobarde y egoísta se impuso y todo quedó en nada. Europa se tambalea desde entonces por no hacer lo que debía. Nunca podremos olvidar a ese niño, tampoco nuestra vergüenza, que parece que nos quiere hacer olvidar, sin conseguirlo, a otros muchos como él.
ResponderEliminarUn relato necesario Manuel, un homenaje de justicia con forma de cuento.
Un abrazo
Desgranas con sutileza y buen análisis un punto de vista muy interesante. Esta imagen que todos retenemos en la memoria marca un punto de inflexión sobre la deriva europea, náufraga en sus propios principios e indolente ante el desastre humanitario que tiene lugar ante las puertas de su casa. La Historia, si no lo impide la desmemoria que trata de imponernos este nuevo sistema que nos gobierna, se sonrojará de vergüenza cuando tenga que escribir entre sus páginas las notas correspondientes a este capítulo.
EliminarGracias, Ángel, por tus aportaciones que enriquecen con mucho el perfil del relato y dan a este microautor, la posibilidad del intercambio de pareceres. Algo tan grato como escribir propiamente.
Un abrazo.
Todo un año y nada ha cambiado. Hacen falta relatos como el tuyo, Manuel. Sí, muchos.
ResponderEliminarGracias, Patricia. Hemos coincidido en temática este mes. Con tiempo, dejaré mi comentario entre los de tu relato. Ojalá, relato a relato, consiguiéramos mover la conciencia dormida de los gobernantes.
Eliminarun beso.
Conmovedor. Un homenaje muy hermoso y otro debería haber para ti. Felicidades. Un beso Manuel.
ResponderEliminarGracias, Geyna, tu palabras hablan de tu sensibilidad y, también, de tu generosidad hacia mi relato.
EliminarUn beso.
Has puesto el punto sobre las ies con este pez, que nos recuerda acontecimientos oscuros de la actualidad.
ResponderEliminarGenialmente traído en estos momentos de drama y tragedia.
Suerte y un besito virtual.
A la i de mi relato le faltaba un punto como el tuyo sobre ella. Tu comentario me hace sentirme oportuno al sentir que hice bien trayendo a cuento esta tragedia.
EliminarMuchas gracias, Mª Jesús. Un beso fuerte para ti.
Impactante Bocanegra. Nos has dejado algo en lo que pensar sin dudas.
ResponderEliminarUn abrazo
Tristemente, el tema da para pensar mucho, pero debiera dar cauce para actuar más convocando a derecho a gobiernos y gobernantes que parecen empeñados en hacer empresas de los países y un mercado insensible del mundo, donde hasta las personas tienen precio marcado y fecha de caducidad en las noticias.
EliminarComo acostumbras, generosa, Tevas. Se agradece. Un abrazo.
Como en el cuento de Andersen, El soldadito de plomo, que es engullido por un pez, el cual luego es capturado y de esa forma, el soldadito vuelve a la casa donde vive su amada bailarina, así ha llegado la medalla de tu microcuento a manos de ese niño.
ResponderEliminar¡Qué sorpresa, una medalla en el vientre de un pez! Y no sólo eso, además, tiene grabado el mismo año de nacimiento de ese niño. Pero lo que parece un acontecimiento feliz, esconde una tragedia terrible, una tragedia de la que el niño no puede ser consciente, y sí la madre que llora al descubrir la fatal coincidencia.
¿Cómo entender que no todos los niños del mundo tienen un hogar donde vivir y una familia que les quiera y cuide de ellos? ¿Cómo concebir, a tan tierna edad, que hay legiones de canallas diseminados por la tierra que arrasan con todo lo que se les pone por delante, incluido lo más valioso de este mundo: los niños?
Todos quedamos impactados al ver el cadáver de Aylan en una playa, pero era sólo una muestra del horror que sucede cada día en este desdichado mundo. A veces, ocurre eso, en alguno de los medios de comunicación se nos presenta una de esas víctimas inocentes y se nos revuelven las entrañas, y parece que vamos a hacer algo, parece que los ciudadanos y sus mandatarios van a hacer lo posible para corregir ese horror en todo lo que puedan, pero vuelve la inercia, vuelve la modorra, y los inocentes siguen muriendo ante nuestra indiferencia.
Y las enormes injusticias siguen ahí, cuando podrían solucionarse, en lo básico, en unos días si, como dijo Dostoievski, hubiese amor de los unos hacia los otros, pero parece que la verdad está más cerca de lo que dijo otro ruso, Varlam Shalámov, que fue condenado a los campos de trabajo en Siberia: “Qué lejos queda el amor de la envidia, del miedo, de la rabia. Qué poco necesitan del amor los hombres”.
Estupendo y escalofriante microcuento, Manuel, un abrazo.
De la virtud de tus comentarios, solo puedo ser eco, Enrique, pues todo cincuenta sabe del cuidado, delicadeza y fundamento que pones en ello. Una vez leído el que me dedicas, el relato es mucho mejor que antes de leerlo. La referencia tan bien traída de Andersen, que ahora se me hace tan evidente, ni se me pasó por la cabeza. Es curioso el proceso creativo. Compone su ardid del bagaje atesorado de lecturas y experiencias sin considerar de forma consciente su procedencia como si fuera propia. De hecho, sabemos que en arte, nada es original después de Altamira.
Eliminarpero bien, no solo esto. Me encanta como nos has contado tú el cuento que yo he narrado. ¡Oh, Enrique!¡Qué arte! de verdad. Si no pasa mi cuento a la final, que no pase. Pero quiero una mención par tu comentario, para tu sensibilidad, para tu sentido de la lectura. Detenido. Profundo. Dedicado.
Qué bien expresas el sentimiento del niño ante el descubrimiento de la medalla. Yo quería que se leyera así. De ahí mi afán de poner voz de niño a la voz de la narración. "¿Cómo entender que no todos los niños del mundo tienen un hogar donde vivir y una familia que les quiera y cuide de ellos?"
Y tu conclusión es grande, igualmente. Qué poco nos prodigamos en amor. Cuánto interés e inversión para las guerras y los despropósitos y qué poco amor en el mundo. Atiendan gobernantes, dimitan, suicídense. Venga de nuevo un dios, de amor si es posible, y rapte a Europa y la libre de estos gobernantes adiaforizados, cegados moralmente por el brillo de una política que instrumentaliza al individuo en función tan solo de su interés personal.
Mucho te agradezco tus palabras. Este fino análisis que tengo la suerte que hayas dedicado al relato. Te aseguro que esta vez he disfrutado más al leer tu interpretación de la lectura, que al escribirlo, pues no me fue fácil darle luz.
Recibe mi abrazo y mi agradecimiento, Enrique.
¡Ostras, Manuel! Impactante este microrrelato tuyo.
ResponderEliminarRezuma sentimientos por los cuatro costados.
50 palabras son más que suficientes para decirlo todo si se usan con la maestría con que lo has hecho tú.
Un saludo.
Alma, con menos palabras has sabido transmitirme tú la generosidad de una lectora sensible de corazón abierto. Gracias por tu comentario.
EliminarSaludos.
La piel respigada y el corazón queriendo salir a flote...así me dejó este micro. Genial Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Yoya. La imagen de Aylan en la playa nos estremeció en su momento y, solo recordarla, causa escalofrío. Cuánto dolor.
EliminarUn abrazo.
¡Que escena más triste se me viene a la cabeza! ¡Cuanta injusticia hay en el mundo!
ResponderEliminarUn buen relato, Manuel. Sobre todo por hacernos reflexionar, que ese niño podía ser el nuestro.
Muchos besos
Ese niño podía ser el nuestro...solo las circunstancias y el momento vivido diferencian a las personas. Sentimientos y emociones son un denominador común para todos. mal que pese a quienes buscan en otras características diferenciadoras para esgrimir razones para la discriminación.
EliminarGracias, Olga. Besos.
Tu excelente relato me ha hecho recordar el poema de Joana Raspall «Si haguessis nascut en una altra terra» («Si hubieras nacido en otra tierra»). Ha pasado un año y todo sigue igual. Ya no es para avergonzarse de pertenecer a Europa, sino a la especie humana.
ResponderEliminarUn abrazo.
La vibración de ese verso me alcanza, Fina. ¡Qué sería de nosotros bajo circunstancias adversas! Cuánta angustia debe haber en el pecho de quien espera respuesta ante las puertas cerradas de la indiferencia.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Manuel, nos has devuelto en un instante a esa maldita playa donde flotaba el pequeño cuerpo de Aylan. Buena manera de que no olvidemos nunca la tragedia que está ocurriendo en el Mediterráneo.
ResponderEliminarMuy buen micro, amigo.
Besos apretados.
La memoria es el único asidero al que podemos agarrarnos para denunciar la inacción vergonzante de los gobiernos. Al hilo del recuerdo de lo sucedido, podremos alguna vez sacar conclusiones, tender puentes, afinar estrategias, exigir derechos, repartir riqueza en suma, pues me parece que a lo que asistimos no es sino a un gran espectáculo de egoísmo y a una falta de miras de quien tanto mirarse el ombligo ha perdido la perspectiva propia que nos distingue como seres humanos. De la memoria a la justicia, solo hay un paso para quien quiere darlo.
EliminarCómo me agrada tu visita, Pilar. Un besazo para ti.
Tu relato, sin apenas avisarlo, es un golpe en el estómago a esta sociedad ciega con ese deslunmbrante final.
ResponderEliminarMe ha encantado.
Un abrazo.
Pablo
Pablo, tus palabras son expresión clara de tu generosidad. Gracias por comentar. Un abrazo.
EliminarEl principio de este micro me ha recordado una historia que leí hace algún tiempo. Alguien con mucha suerte arroja un anillo al mar. Poco después, lo encuentra en un pescado y su buena fortuna se acaba. Sin embargo, en tu micro, al que se le acabó la suerte no fue al protagonista, que no tuvo la desgracia de nacer en Siria.
ResponderEliminarSaludos, Manuel
El vientre del pez trajo la noticia de uno y otro. En el segundo caso. podría haberse evitado un desenlace tan crudo. Gracias, Plácido por tu comentario. Recibe mis saludos.
EliminarEl final, un mazazo. Nos hará pensar.Muy bueno.
ResponderEliminarGracias, Maite. Reflexionamos y es difícil encontrar conclusión que nos convenza ante tamaña realidad. Saludos.
EliminarTremendo contraste entre los dos párrafos. Esa medalla une dos historias y dos niños que no han sido tratados con la misma suerte por el destino. La idea me parece genial. El resultado, espléndido. El tema, muy injusto, muy doloroso y muy lejos de solucionarse. Enhorabuena, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarJuana, en pocas palabras has diseccionado el relato maravillosamente. Dos vidas paralelas selladas por el contraste de las circunstancias de nacer a un lado u otro del mundo. Gracias por tus palabras. Un abrazo.
EliminarTremendo, Manuel. En pocas palabras que bien lo has sabido llevar dónde querías.
ResponderEliminarMe parece magistral
Besicos
Gracias, Carmen. Se me ha hecho difícil tratar el tema por su contenido tan luctuoso y tan presente en la memoria de todos, así que agradezco tu punto de vista.
EliminarBesos.
Tu relato es brutal, como lo fueron la historia de Aylan y las imágenes que dieron la vuelta al mundo. En su día parece que se removieron muchas conciencias, pero a día de hoy, creo que todas han vuelto a quedarse dormidas, aletargadas en sus cómodos sillones y confortables casas.
ResponderEliminarTe mando un beso Manuel y mis felicitaciones por este micro tan crudo, pero exquisito.
Malu.
Gracias, Malu. Las conciencias están de vacaciones. Abundan los paraísos fiscales, las islas particulares, los mundos propios e individuales (entre los que para qué mentirte, uno también tiene su campito propio cercado) y predicamos desde un púlpito sin mojarnos los pies con el agua de la playa. Para poco da mi granito de conciencia, da para un micro que me recuerde que si yo hubiera sido sirio, cruzaría a nado el mar si fuera menester y traería conmigo a Aylan y a todas las bocas con hambre de mi casa.
EliminarPor son y somos como ellos, merecen una respuesta mejor. Solidario y justa. Que espabilen los gobernantes. No vamos a cejar.
Gracias por tus palabras, Malu. Un beso.
Leo el relato. Cierro los ojos.
ResponderEliminarCincuenta palabras... tantas imágenes!!!
Tu poder evocador sigue resplandeciente. Me alegro de haberte encontrado de nuevo en la red.
¡Un comentario que traía una sorpresa para mí!¡No me lo puedo creer! Por eso debe ser que las palabras me gustan tanto, porque tirando del hilo de su red, te iba a encontrar otra vez.
EliminarNo te me pierdas. En las playas del olvido, no hay peces vivos. Escríbeme.
Un beso fuerte, Marisi. ¡Oh!
Nada mejor que hallar un punto de conexión para aumentar la empatía. La coincidencia de fechas y el que una parte de aquella significativa víctima se cuele en la cocina de otro niño quizá de su misma edad, hacen de su dolor y el de los suyos algo más que cercano.
ResponderEliminarComo ya te han dicho por ahí, un gran relato con regusto a clásico y tremendamente necesario ante una situación desesperada e incomprensiblemente dilatada.
Precisamente escrito, como era de esperar.
Enhorabuena, Manuel, y gracias.
Gracias por tu comentario,Enrique. El equilibrado punto de vista de tu análisis, la serena exposición de las líneas del relato que me ofreces, me permiten sopesar un poco mejor las consecuencias y el alcance de lo narrado. En micros con esta temática tan cercana, tan desgarradora, uno se siente en terreno resbaladizo al escribir, así que es grato recibir comprensión y estímulo de alguien con tu atesorada experiencia y tu criterio.
ResponderEliminarGracias por tu visita y tus palabras. Un abrazo.