Juegos de mesa
De niño, quería crecer muy rápido y jugar con los mayores en esas cálidas tardes de invierno alrededor de aquella mesa con brasero y "dulces pajaritas".
Cuando crecí, la vida no me dio para jugar más tiempo con mis hijos.
Ahora que soy mayor, anhelo la cercanía de los nietos.
Cuando crecí, la vida no me dio para jugar más tiempo con mis hijos.
Ahora que soy mayor, anhelo la cercanía de los nietos.
Rafa, a veces queremos crecer demasiado rápido y luego nos damos cuenta que no es lo que esperábamos. Al llegar a la vejez, queremos volver a ser niños. Esto nos enseña que hay que vivir el presente y jugar mucho.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.
Rafa, tal vez es que nunca estamos conformes con lo que tenemos, aunque en ocasiones las circunstancias tampoco nos dejan hacer lo que realmente nos gustaría.
ResponderEliminarBuen relato, Rafa.
Un abrazo.
Parece que nos es difícil saborear en cada edad lo positivo del momento. Así que nos pasamos la vida esperando al desconocido futuro, y anhelando al mismo tiempo un idealizado y edulcorado pasado. Muy interesante, Rafael. Un abrazo.
ResponderEliminarEn cada momento de la vida tenemos unas necesidades distintas, o quizá es la misma que va cambiando de forma, el problema es que muchas veces aquello que más anhelamos no se puede satisfacer; pensamos entonces que tal vez en el futuro sí, pero cuando éste llega sucede lo mismo. Parece que siempre hay algo que nos impide ser plenamente felices. Tal vez parte de este problema resida en nuestra propia cabeza, pero no es menos cierto que las imposiciones externas limitan mucho la vida. El caso es que, de una forma o de otra, somos eternos insatisfechos.
ResponderEliminarNo dejemos de jugar, en el sentido amplio de la palabra, siempre que podamos.
Un abrazo, Rafael
Tres edades: en ninguna de ellas conseguimos lo que queremos y en todas aspiramos a lo que no tenemos. Un micro emotivo. Saludos, Rafael
ResponderEliminarTal vez tener una buena vida consista en poder sincronizar deseos y momentos...
ResponderEliminarMuchas gracias por vuestra atención...
Un saludo
Con gran acierto logras plasmar el cambio de perspectiva sobre la vida que nos va sucediendo con la edad. Refleja tu micro los aspectos cíclicos y, a la vez, irremediables del devenir.
ResponderEliminarSaludos, Rafael.
Así somos los humanos, nunca contentos con lo que tenemos, añorando siempre tiempos pasados y cuando son presente no los valoramos.
ResponderEliminarLo has expresado con imágenes evocadoras.
Suerte y un saludo.
Es cierto que la vida a menudo nos veta, por diferentes circunstancias, el acceso a aquello que más nos apetece. Quizá en esta última etapa de madurez esos dos mundos hallen ese tan deseado espacio para compartir.
ResponderEliminarMuy filosófico y cercano, Rafa.
Enhorabuena y un abrazo.
¡Ay, la vida! Siempre queremos lo que no tenemos. Hay que intentar disfrutar de cada etapa por la que vamos pasando, para que cuando echemos la vista atrás estemos satisfechos con el recorrido que llevamos.
ResponderEliminarBuena reflexión, Rafa, ahora solo hay que ponerse manos a la obra.
Un beso.
Malu.
Gracias Manuel, M.Jesús, Enrique y Malu..
ResponderEliminarSerá cosa de los años...y tener dos maravillosas criaturas que te hacen pensar en retrospectiva cada vez que me dicen "(a)belo"...
Has hallado una buena manera para retratar el paso de los años y el cambio interior que se produce en la vida del protagonista (el de un poco todos, me temo), mediante el hilo conductor de los juegos de mesa.
ResponderEliminarEnhorabuena, Rafael.