La locomotora
Con el habitual silbido, se dio la salida. La locomotora empezó a moverse lentamente haciendo girar las poleas y poco a poco cogió velocidad arrastrando tras de sí los ocho vagones. Nunca me había sentido tan feliz. Era el sueño que tenía cada noche desde que cumplí los ochenta años.
Tierno y esperanzador. Me llena tu micro porque me viene a decir que algún día, cuando los años quieran, alcanzaré la infancia de la que nunca quise salir.
ResponderEliminar¡Pero qué bonito y sencillo lo has contado, Mª Luisa. Besos.
Nunca hay que perder la esperanza de cumplir nuestros sueños, pasen los años que pasen.
ResponderEliminarLo has contado, como dice Manuel, se una forma sencilla pero efectiva.
Buen relato, María Luisa.
Besos.
En este micro, aparentemente sencillo, creo que puede haber varias lecturas. Por un lado, un anciano que al fin cumple el sueño de tener un tren de juguete, o de subir a una locomotora, lo que demuestra que nunca es tarde para que se cumplan las ilusiones, que es positivo mantener vivo el espíritu del niño que tenemos dentro. Por otro, también puede tratarse del viaje a otra dimensión, posiblemente para reunirse con los seres queridos que partieron antes que él
ResponderEliminarUn abrazo, María Luisa
Me encantan vuestras opiniones y las varias lecturas que le dais al relato. Muchas gracias. Abrazos.
ResponderEliminarPodrá costarnos más o menos ponernos en movimiento, pero el combustible que nos ha acumulado la experiencia a lo largo de la vida hará que ya nadie nos pueda parar. Y no importa tener 50, 70 o 90. Creo que llega un momento en que nos damos cuenta de que hay que rodar, aunque sea cuesta abajo, y disfrutar del viaje con la alegría que da la paz que hemos aprendido a enarbolar. Nosotros, escribiendo, sabemos de qué va esto, ¿verdad?
ResponderEliminarQué rollico para decirte que me ha gustado mucho tu relato, M.Luisa.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarNunca es tarde para soñar. Me gusta. Supongo que los ocho vagones, y los ochenta años no son mera coincidencia. :)
ResponderEliminarUn saludo María Luisa.
Mª Luisa, tu protagonista tiene alma de niño y sus sueños infantiles se cumplen, al menos uno de ellos. Puede tener una lectura simbólica o lineal. No importa, es un gran micro. Te felicito.
ResponderEliminarBesos.
Produce ternura la ilusión infantil de este anciano al ponerse en marcha el tren, que yo imagino de juguete. Nunca es tarde para soñar.
ResponderEliminarUn hermoso micro, María Luisa. Besos.
¡¡Buen viaje!!
ResponderEliminarEntiendo, María Luisa, que tu protagonista (él o ella) ha comenzado un trayecto que ya no tiene vuelta atrás. Pero ahí van, consigo, los ocho vagones, el bagaje vital de haber vivido esos ochenta años que nos comentas en tu cincuenta.
Bien escrito. Enhorabuena. Nos seguimos leyendo.
Besos.
Luisa, interpreto que en sueños hace un repaso de su vida. El protagonista es la locomotora que arrastra esos 8 vagones uno por cada 10 años de vida, y se siente feliz cada mañana al ver que a pesar de sus años y de lo vivido, sigue vivo para disfrutar un día más.
ResponderEliminarBuen relato, nunca hay que dejar de soñar...
Besos.
VICENTE PEREZ SEGUI 5/3/17 21:30
ResponderEliminarMari:He visto tus cuadros, tus foto/cuadros, pero me gustan mucho tus escritos.
Si vivo un año más tendré mi sueño de los ochenta.
Besitos.
Nunca es tarde para divertirse o lograr tus sueños.
ResponderEliminarBuen micro, Mª Luisa. Besos
Cuando el vagón tenga diez vagones, hay que comenzar a preocuparse.
ResponderEliminarUn curioso micro, Mª Luisa.
Saludos
Querida tocaya, tu micro me sugiere muchas interpretaciones, casi todas dichas por aquí arriba. Por no repetir ninguna, te diré que me quedo con esa felicidad que emana de tu micro, que después de cumplir los ochenta y arrastrar esos ocho vagones el protagonista se siente pleno.
ResponderEliminarUn beso grande. Felicidades, es una historia bonita y con un mensaje potente.
Malu.
Lo que más me gusta de tu micro es esa felicidad a los ochenta años. Un grito tierno de esperanza y optimismo.
ResponderEliminarUn beso.
Pablo.