Ma uena ué, uena ué, ué
En la viga del techo, colgado de una cuerda, en frágil equilibrio, se balanceaba un elefante tailandés.
Tres gatos siameses maullaban al claro de luna una serenata veneciana.
Los hermanos Tonetti chascaron sus látigos, retorcieron el mostacho y, como veían que no se caía, fueron a llamar a otro elefante.
Tres gatos siameses maullaban al claro de luna una serenata veneciana.
Los hermanos Tonetti chascaron sus látigos, retorcieron el mostacho y, como veían que no se caía, fueron a llamar a otro elefante.
Me encanta, Pepe.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Salut.
Gracias a ti Dipandra, es un enorme placer.
EliminarY el público emocionado y puesto en pie descargó una salva de cincuenta aplausos que elevaron la carpa del circo, con payasos, elefantes, gatos y espectadores, hasta la luna. Allí quedó instalado el Circo Selenita, en la cara oculta. Algunas noches se pueden escuchar los aplausos y es que mientras haya alguien leyendo este relato, los elefantes seguirán balanceándose.
ResponderEliminar¡Bravo, bravo, bravo!
Hay, Patricia, que me gusta más tu comentario, y claro que como la gravedad es así, los selenitas se lo pasan pipa.
EliminarToda mi vida cantando que la manada de elefantes se balanceaban sobre la tela de una araña y hasta ahora no he sabido que los elefantes eran tailandeses y trabajaban en el circo de los hermanos Tonetti. Muchas gracias por la exclusiva información, lo tendré en cuenta la próxima vez que cante la canción. Un saludo, Pepe.
ResponderEliminarNo sé si Alex, los habrá visto en su viaje tailandés, pero casi, casi que sí.
EliminarUn abrazo Luis.
Y que llamen a muchos más elefantes, además si son tailandeses sabrán guardar el equilibrio.
ResponderEliminarPepe, al leer lo de los hermanos Tonetti me has hecho recordar mi niñez, cuando mi padre me llevaba a ese circo.
Buen relato, Pepe.
Un abrazo.
Ahora que los están prohibiendo, ni enanos ni animales, no sé dónde van a aprender los hijos de nuestros hijos.
EliminarUn abrazo Javier.
Así es el circo, fiel a aquello del "más difícil todavía". Primero un elefante, luego otro, así hasta el límite de lo posible. Un espectáculo único que, por desgracia, parece venido a menos en nuestros días.
ResponderEliminarOriginal y simpático.
Un abrazo, Pepe
El mundo del circo y el de la vida también es el más difícil todavía. Aquél era un fiel reflejo, y nos emocionaba ver a saltimbanquis y trapecistas arriesgar su vida sobre un hilo, tan delgado que parecía tejido de ilusión.
EliminarUn abrazo, Ángel.
¡Menudo circo! Espero que no denuncien a los hermanos Tonetti por maltrato animal. Me he quedado absorto esperando que caiga el elefante.
ResponderEliminarSaludos, Pepe
Espero que no don Plácido, pues tengo unas acciones en ese circo, y no me gustaría que me lo cerraran. Aunque de todas formas, como en el chiste, si se cierra de 4 a 6, que sea porque los elefantes practican paracaidismo.
EliminarUn abrazo.
Me ha llevado al circo, a las risas, gracias.
ResponderEliminarMe doy por bien servido, gracias a ti Maite.
ResponderEliminarSurrealista y cruel historia circense. Elevo los ojos y me veo pantera rosa bajo el elefante.
ResponderEliminar¡Qué miedo!.
Suerte y saludos.
Te puedo asegurar amiga Mª Jesús, que en mi circo no se ha dañado a ningún animal, ni ha habido cortes como diría el genial Piedrahita.
EliminarUn saludo.
Tu original y surrealista relato me ha recordado lo siguiente:
ResponderEliminarUn día escuché una noticia que hablaba sobre la posible fabricación de ropa militar a partir de tela de araña debido a su gran resistencia. Enseguida me vino a la mente la canción del elefante que se balanceaba sobre la tela de una araña, a la que aludes en tu relato, y que siempre me había parecido tan absurda. En internet encontré esta curiosidad http://inciclopedia.wikia.com/wiki/Un_elefante_se_balanceaba
También a mí el nombre de Hermanos Tonetti, y del circo en general, me trae nostálgicos recuerdos de la infancia. Saludos, Pepe.
Genial el enlace, gracias Juana.
EliminarLo de surrealista, no sé, bueno quizá en la alegoría del gato de tres cabezas, o son tres gatos de Siam, el caso es que dan la lata durante el verano paseándose sobre los tejados a la luz de la luna. La canción infantil del elefante, tiene otras versiones, hay una catalana:
"A la vora de la mar
hi ha una tortuga,
picotava, picotava
un trós de fusta."
A lo que hay que añadir más tortugas, y no sé que dan más miedo si las tortugas o los elefantes.
Un placer.
A este fresco número de circo que se columpia con desparpajo, ironía y ajustada gracia de función circense, quiero más que un aplauso, dedicarle una contorsión y una pirueta, ¡ale hop!
ResponderEliminarUn abrazo, Pepe.
Gracias Manuel, esa frescura parece que viene del aire que movilizan los paquidermos, menos mal que el son adormecedor del ma uena ué, junto con el chasquido del látigo nos transporta como por arte de magia a la infancia. Un abrazo.
EliminarLeo en Google que, antes que el tsunami de 2004 arrasara las costas de Tailandia, unos elefantes que formaban parte de una excursión turística salvaron a los turistas agarrándolos con la trompa, subiéndolos a su lomo y huyendo con ellos selva adentro.
ResponderEliminarNo sé si el elefante tailandés de tu microcuento es uno de esos elefantes que lo has trasladado al particular circo que has imaginado para este microcuento surrealista, en el que resuena el extraño cántico “Ma uena ué, uena ué, ué”, del título; el cual no sé si lo habrá gritado algún tarzán convertido en trapecista, o algún aborigen de Nueva Guinea, o de algún otro remoto lugar del planeta que ha ido al circo para reventar el espectáculo, o, simplemente, para divertirse como nunca lo había hecho antes.
Lo que sí veo es a los hermanos Tonetti convertidos en domadores de elefantes, haciéndonos evocar esa canción –hoy, casualmente, he oído a una madre sudamericana, supongo, pues era mulata, cantándosela a su hijo- que tantas veces, en alguna excursión, o en alguna juerga en las que nos poníamos más pesados que una vaca en brazos, la cantábamos.
En cuanto al número de los tres gatos siameses, paisanos también de los elefantes, con esa serenata veneciana bajo el claro de luna, creo que es de lo más original.
Por tanto, proclamo, como diría Forges, que has escrito un muy imaginativo relato, en el que unes circo, recuerdos infantiles, y no tan infantiles, y una buena dosis de surrealismo, y pienso que la historia puede seguir aguantando todavía otros tantos elefantes, mientras los Tonetti retuercen los bigotes de los gatos, o los suyos propios, que no recuerdo que los tuviesen.
Un abrazo, Pepe.
Don Enrique, es un lujo seguir tus comentarios sobre el famoso elefante, y los que seguirán hasta romper el frágil equilibrio, como si de unos suicidas más se trataran. Su origen es pura casualidad, o causalidad, porque los únicos que he visto fue en el Zoo de Barcelona (allí me colaba saltando por el muro cuando era niño), y luego acompañando a mis hijos a Vergel, en Alicante, donde uno de ellos, un elefante desdentado, casi agarra con su trompa, por la pierna a mi mujer.
EliminarEl ma uena ué, es la primera voz, y con la segunda uena ué, y la tercera ué suena una polifonía a tres voces gatuna.
Los Hermanos Tonetti, en mi recuerdo usaban un enorme bigote en los carteles anunciadores, como si fuera el de un tónico capilar.
Gracias por tu proclama, un abrazo enorme.
Pepe, al leer tu relato me ha parecido como revivir un sueño, en el que de forma surrealista aparecen el elefante tailandés balanceádose en la tela de araña, los tres gatos siameses poniendo la banda sonora y el gran Circo de los Hermanos Tonetti. Es como regresar a mi infancia.
ResponderEliminarGracias, Pepe. Buen micro.
Besos
Gracias Pilar. Hay que volver a nacer, dice Salman Rushdie en sus Versos Satánicos. Parafraseándolo creo que hay que volver a la infancia, de cualquier manera, o a través de los ojos de los niños, o en sueños.
EliminarUn beso.
Genial. Me ha encantado. Es uno de esos relatos en que digo: ¿Por qué narices no se me habrá ocurrido a mí?
ResponderEliminarBravo y un abrazo Pepe.
Gracias Isidro, los cuentos es lo que tienen, van de los labios del pensamiento al oído del corazón. Lo importante es sentir su latido.
EliminarUn abrazo.
Y mira que es pegadizo e interminable lo de los elefantes...
ResponderEliminarMenudo circo nos has traído este mes, Pepe.
Un beso.
Malu.
Gracias Malu, un saludo para todos los payasos, los que hacen reír, que si nos metemos con los políticos menudas fieras.
EliminarUn beso grande.
Genial este circo tomando la famosa canción de los elefantes.
ResponderEliminarMuy original, tanto el micro como el título.
Un abrazo.
Pablo
Gracias Pablo, me encanta que lo hayas disfrutado.
EliminarUn abrazo.
Siam, Tailandia, Venecia, los hermanos Tonetti, tres gatos y una infinidad anticipada de elefantes colgados y balanceándose han quedado genialmente integrados en estas cincuenta palabras que además has sabido rematar de un modo fantástico.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pepe.
Un abrazo.
Muchísimas gracias Enrique, la verdad es que da lo mismo el lugar, en plena canícula sevillana, o en un zoo donde aplauden las focas, en todas partes habrá un rincón para la fantasía.
EliminarUn gran abrazo.
Menudo circo te has montado, Pepe. Daría para hacer una canción ;)
ResponderEliminarSaludos cordiales.
Gracias Carles, solo nos falta montar un pollo, aunque como sea uno de ikea, no habrá otro como el de ok corral. Saludos.
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