Ni lo sueñes
Ardía entre los muslos de su amada, lamiendo los tibios flujos...
Beep, beep, beep.
Otra vez el puñetero despertador de Eloína interrumpiendo los febriles sueños de la gripe y el virus del amor desaparecido.
Antonio, al otro lado de la cama, roncaba sin inmutarse por los cuatro meses sin besarla.
Beep, beep, beep.
Otra vez el puñetero despertador de Eloína interrumpiendo los febriles sueños de la gripe y el virus del amor desaparecido.
Antonio, al otro lado de la cama, roncaba sin inmutarse por los cuatro meses sin besarla.
Ni lo sueñas, pero parece que alguien tiene suficiente con los sueños aunque los interrumpa un despertador.
ResponderEliminarUn abrazo, Arimike.
Ya lo dijo Calderón, los sueños sueños son, y la realidad, se compone de despertadores y "Feos durmientes" en nuestro lecho.
ResponderEliminarSuerte y un besito virtual.
Lo que me tiene intrigado es el sueño de Antonio.
ResponderEliminarSaludos, Arimike
Pobre Antonio, ya ni en sueños va a poder desahogarse.
ResponderEliminarAhora que, a lo mejor, lo que le conviene es despertar.
Saludos, Arimike.
Es que el despertador es así, suena siempre en el momento menos oportuno.
ResponderEliminarLo que creo que le hace falta es despertar de una vez por todas y poner remedio a esa situación.
Un beso.
Malu.