Pasos sin huella
Existe la creencia de que no hay fantasmas bajo el barro, pero es allí, durante el invierno, donde preparamos el baile de los debutantes. Enseñamos a los más pequeños a saltar a los camiones sin hacer ruido y transformamos a los mayores en seres invisibles, mientras sigue lloviendo en Calais.
Escrito por Patricia Richmond - Web
Patricia, por favor que hermosura, que preciosidad, que relato tan bello y que tanto dice, tanto cuenta.
ResponderEliminarMe has engsñado, creía que era una historia del lado oscuro, pero no, nos has traido la actualidad escondida, tu relato es como tu sensacional título "pasos sin huella" pero tú ademas has dejado una huella profunda.
Tu palabra clave ha sido "Calaís" me ha abierto los ojos, me ha hecho ver todo lo que nos querías contar.
Esos debutantes (los niños que intentan pasar a las Islas Británicas), esos adultos que se esconden como pueden "invisibles" .
Patricia un relato único y genial, como dirían muchos de 10, de final, de ganador, y pido disculpas pero así lo siento.
Y como tú harías me quedo sin manos de tanto aplaudir.
Gracias por tan bella historia y felicidades.
Besos con sabor a castañas asadas y muchos.
Ay, Javier, que soy pequeñaja y casi me desintegro al leer esas cosas que me dices. Este relato es fruto de la perplejidad permanente en la que vivo. No puedo comprender que la humanidad se emocione viendo pestiños como La la land y vuelva los ojos ante un drama como el de Calais, que afecta principalmente a niños. ¿Y qué se puede hacer? Apoyar a los grupos de ayuda a refugiados como se puede y, tal vez, escribir, con humildad y honestidad, aunque me llamen "buenista", que parece que es un insulto.
EliminarMuchísimas gracias y un fuerte abrazo, amigo mío.
Un relato genial, Patricia. Estoy totalmente de acuerdo con lo que dice Javier; un relato que lo tiene todo: fantasía, fantasmas, intriga, pero, sobre todo, un cambio de sentido final que nos devuelve a la realidad y que remueve nuestra conciencia. Muy bueno, repito. Besos.
ResponderEliminarA estas alturas, ya sabes que no sé escribir de otra forma, grave fallo y limitación. Como escribió un compañero a primeros de mes, somos una mota en el universo y, si a base de ir amontonando granitos conseguimos levantar un leve montoncillo y nos paramos a reflexionar un momento, habrá merecido la pena parar el carrusel de la rutina para perpetrar estas cincuenta palabras.
EliminarUn abrazote fuerte.
Cuando leo algunos relatos me pregunto qué hago yo aquí, y éste es un buen ejemplo. Si al menos pudiera aprender a transmitir tanto envuelto en tantísima belleza, pero me temo que una es bien poquita cosa y algo así se me queda muy ancho. ¡Magistral!, Patricia.
ResponderEliminarUn abrazo.
¡Que qué haces tú aquí! ¡Tira pa'dentro que no quiero arrancarte las orejas en público!
EliminarMuchísimas gracias por tus palabras, Fina, que me han puesto colorá como un tomate.
Besicos muchos y de los que suenan.
Tu micro es un hermoso ejemplo de el arte de escribir. Nos hablas de un drama muy concreto y muy actual y sin embargo nos lo presentas envuelto en una bella fantasía. Estamos esperando a ver dónde nos llevas y las palabras finales, no contentas con develar el misterio, con su aire melancólico son las más bellas del relato. Enhorabuena, Patricia.
ResponderEliminarQuiero agregar que el comentario de Fina expresa exactamente lo que yo siento.
Un abrazo.
Otro... con el relatazo que nos has regalado este mes.
EliminarSois muy amables y buenos conmigo. La verdad es que si tiene algún mérito este cuentecillo es por su tema, que no puede dejar indiferente a nadie.
Muchas gracias, Georges.
Patricia, me has dejado impresionada. Cada vez que lo leo le encuentro más sentido a las pistas que vas dejando. Es una genialidad de principio a fin, con un título muy gráfico. Esos niños que saltan sin hacer ruido a los camiones y los adultos que se hacen invisibles, muy a su pesar. Tu micro contribuye a hacernos visible su situación.
ResponderEliminarUn beso.
Esa era la idea, visibilizar lo que nos empeñamos en ignorar. Y lo que está ocurriendo con los niños de Calais es tremendo. ¿Qué será de esos niños que se han quedado solos fuera del mundo? No existen, como los fantasmas.
EliminarUn abrazo, Asun.
Bellísimo relato en el que le das una magistral vuelta de tuerca a tu desbordante fantasía para hacer visible una vergonzosa realidad, la de estos niños de Calais. No son fantasmas, existen, mirémoslos. Necesitan ayuda.
ResponderEliminarUna profunda reverencia -sin sombrero, porque yo no uso- y besos emocionados, Patricia.
Gracias, Carmen. Todo lo que escribamos sobre ellos y otros que nos miran desde las verjas es poco y penoso. No les olvidemos.
EliminarBesicos.
Miss Pat, qué extraña debe ser esa academia en la que enseñan a los niños a danzar sobre el barro, subirse a los camiones y volverse invisibles. No veas cómo arrecia esa lluvia en Calais!
ResponderEliminarEnorme besazo
Sí que es extraña, Pepe. Se llama Academia de la Vida y es muy difícil aprobar con nota y sin mojarse.
EliminarBeso fuerte.
Has plasmado con maestría la trágica situación que atraviesan estas personas. La gente se manifiesta, se hacen reportajes, se escriben artículos (y excelentes micros como el tuyo) denunciando el tema de los refugiados, pero los gobiernos no cumplen siquiera con los compromisos que han firmado. Al no cesar las guerras, el problema cada día se hace más gordo y no sabemos en qué va a terminar esto. Gran micro denuncia, Patricia. Besos.
ResponderEliminarCuánta razón tienes, Juana. Tendremos que reaccionar algún día y exigir que se cumplan los compromisos, pero estamos todos dormidos. Y mientras el barro se extiende.
EliminarAbrazo fuerte.
No se ven, no los enseñan y no se ven, todo lo tapan, todo lo transforman en algo que no existe. Y allí están bajo el barro de los ídolos. Una pena.
ResponderEliminarUna gozada de relato.
El barro de los ídolos... que gran expresión, Maite. Encierra el fracaso de esta falsa humanidad en la que estamos sepultados.
EliminarAbracicos.
Ya te lo han dicho todo... es magistral de principio a fin. Acabo de llegar a este rincón, y ya lo estoy agradeciendo.
ResponderEliminarAquí tienes tu casa y un ternasco asado con patatas panaderas, que te invito yo. Muchas gracias por tus palabras y bienvenido.
EliminarO bienvenida.
EliminarBienvenida jeje. Gracias, Patricia.
EliminarSiempre lo he creído, querida Patricia, que eres un portal entre nuestra dimensión y todas las demás. Por eso eres capaz de tomar rutas invisibles, pintar giros imposibles y acunar palabras escurridizas que, como en este emocionante relato, al final componen un compacto mosaico de extraordinaria belleza.
ResponderEliminarSólo tú puedes levantar ternura del barro y hacer visible la emoción al transformar la realidad en fantásticos deseos mientras los que leemos nos quedamos con la boca abierta y el corazón en un puño.
Si el relato del mes pasado era soberbio, éste le supera. Inmenso.
De nuevo a sus pies, Mrs. Richmond.
Un fuerte abrazo.
Pues no te lo vas a creer, pero hay un cincuentista que sale en el mes de marzo de nuestro calendario que te dejaría con la boca abierta. Lo tengo colgado junto a mi ordenador y no me canso de leer su relato y de mirar la foto que lo acompaña. Un hermoso ejemplo que me sirve de inspiración.
EliminarUn beso sin manchas de barro.
Esos pasos sin huella me han recordado la película Días sin huella, en la que el protagonista vivía en la nada de su adicción al alcohol, como los protagonistas de tu microcuento viven en la nada de su abandono, algo que no es, ni mucho menos, nuevo en la historia de la inhumanidad.
ResponderEliminarPararse a reflexionar sobre las enormes injusticias, sobre las barbaridades diarias, sobre esa ceguera del lucro por el lucro que nos está llevando a destruir tierra, mar y aire, deja muy poco espacio para el optimismo.
Oír debatir a unos y otros, ver cómo vuelven a tener vigencia las ideas más retrógradas e insolidarias, cómo millones votan a líderes obtusos y cargados de rencor, desanima bastante, sobre todo porque la lección que se aprende en la historia es que construir sociedades lo más justas posibles cuesta siglos de lucha, sin embargo, todo lo logrado en esos siglos se puede venir abajo en unos años.
Son los nuestros unos tiempos extraños, por un lado, la ciencia casi nos promete la inmortalidad –hoy mismo he oído noticias al respecto-, y por otro, se deja en la miseria y la opresión a millones de seres. Por muy raros que sean los extraterrestes –si es que existen- no creo que nos igualen, pues nosotros no tenemos ni pies ni cabeza.
En fin, Patricia, que voy a decirte que no sepas, en lo que sí que estoy de acuerdo con el resto de compañeros es en que has escrito un gran microcuento, y eso no es moco de pavo, pues no es la cantidad lo que importa, ni en literatura ni en nada, sino la calidad y tu texto la tiene, y mucha.
Hay muchísimos tochos de tropecientas páginas que valen mucho menos que un haiku de Basho.
Un abrazo.
Qué gran expresión, Enrique: Historia de la inhumanidad. Nadie tiene culpa de nada, pero de todo saben, de todo opinan y para todo sirven, mientras el continente africano se nos muere de hambre, entre absurdas guerras. Pero lo que hay que hacer está claro, poner cuchillas en las verjas.
EliminarDe poco sirve escribir y tampoco debe hacernos sentir mejor. Aprendamos a elegir bien por amor a la humanidad.
Abrazo fuerte.
Uno pasa el fin de semana por ahí, regresa y se encuentra esta maravilla. Personas obligadas a vivir en el fango, y no es una metáfora. Gentes a las que se les sepulta la dignidad más abajo del suelo, que han de lograr el milagro de sobrevivir donde nadie puede, que tienen que volverse invisibles para tratar de que les acepten en ese mundo insolidario y lleno de muros, poblados por estómagos satisfechos que no hacen más que mirarse su propio ombligo, sin ser capaces de que quienes les gobiernan tomen como prioridad una situación que clama soluciones. Mientras, en ese barro, se cultiva incomprensión y nada bueno para el futuro.
ResponderEliminarTodo ello y más cuentas sin decirlo, con un estilo que no hay quien iguale. De mayor quisiera escribir así.
Un abrazo grande, fuerte y especial
Lo horripilante es que los refugiados de Calais ya no tienen ni el derecho a vivir en el barro. Los niños vagan por los bosques, solos, enfermos, hambrientos. ¿Puede haber esperanza para ellos? Al menos, vamos a contarlo y no les olvidemos.
EliminarMuchas gracias, Ángel. Te devuelvo el abrazo y añado un puñadico de besos.
Te nos has ido al norte de Francia, al borde del canal de la Mancha.
ResponderEliminarSi mal no leo, estas haciendo referencia a la crisis migratoria, cuando te refieres a esos fantasmas que salen del barro y e intentan pasar inadvertidos, intentando esconderse en camiones que van a embarcar en los transbordadores que cruzan el canal.
Es buenísima tu metáfora, me ha gustado mucho, Patricia. Muchos besos.
Así es, Olga. Inglaterra ha estado acogiendo niños para darles apoyo y educación, pero ya no pueden llevarse a más, dicen. Y eso provocó un efecto llamada y Calais se llenó de niños enviados por sus padres recurriendo a las mafias internacionales. Ahora han desmantelado el campo de refugiados y los niños vagan solos sin que la policía permita que la gente les ayude. Esto no sale en los telediarios, no vaya a quitarles tiempo para ensalzar los goles del Madrid.
EliminarMuchas gracias, Olga, y un abrazo.
Después de leer tu relato me quedan clara varias cosas:
ResponderEliminar—Este relato va directo a mi libreta.
—Tanto en el estilo fantástico como en el real, eres una maestra.
—Si yo fuese juez este mes, que no lo soy, te pondría un rotundo 10.
—Si llega a la final, y espero que así sea, uno de los tres a los que votaré será a este.
—Cincuenta palabras pueden estremecer y contar más cosas que mil páginas.
—Has escrito una obra maestra.
Un besote bien grande, Patricia.
Señores del jurado, yo a este individuo no lo conozco de nada ni le he mandado yo los jamones que se han visto que entregaban en su casa. Es que ha estado de vacaciones y le han debido sentar mal las tazas de té. No se lo tomen a mal, que parece que escribe muy bien y ya se le pasará la pájarraca, que fue visto echando alpiste a los cuervos De la Torre de Londres.
Eliminar¡T'as pasao, quillo! Pero gracias y abrazos.
Sra Richmond eres la reina de las atmósferas. Podrías escribir un relato sobre sacar punta a un lápiz y te quedaría inquietante.
ResponderEliminarUn abrazo artistaza
Recojo el guante y lo voy a intentar. Marchando un relato con sacapuntas.
EliminarBesicos.
Impaciente estoy... :*
EliminarSacapuntas
EliminarAlgunos son romos y otros agudos, le sacan punta a todo. Tengo una amiga, Rapatri, sacapuntas. Se acerca a las cosas para afilar su sentido. Las cosas se lo agradecen sin palabras, ella hace que sirvan para reflejarlas sobre el papel. Sacapuntas mental, mi aguda, de afilada punta, Rapatri.
Ja, ja, ja. Seas quien seas, te falta una palabra para las 50... Casi me atraganto de la risa... ¿No serás Pablo otra vez?
EliminarYa, ya. además de facilón da 49 en vez de 50 ¡No vale!
EliminarSeguro que Ra-quel y Patri-cia harán alguno mejor.
Humor...
Patricia, tu mensaje y el mío se han cruzado. Me he tomado un tiempo para efectuar una profunda reflexión e invocado a las musas (hoy sábado no cogían la llamada...)y ya está el problema resuelto: pondría "querida" antes de la palabra final Rapatri. ¿Y así?
EliminarBesos
Redondo, Anónimo. ¿Qué, Raquel? ¿Le damos sobresaliente cum laude? Que conste que he escrito de verdad un relato sobre un sacapuntas y lo leeréis este mes. Ve afilando tu lápiz para marcarme todas las faltas.
EliminarQué grande es esta comunidad, señores. Besico.
Gracias por la nota, Ra y Patri, tampoco os paséis por arriba. Ya en serio, el tema es muy sugerente y seguro que me gustará cuando lo publiques, Patricia. Supongo que te saldrá afilado, jeje. Punto. Corto estas disquisiciones y pido (anónimas pero sinceras) disculpas si he roto el formato. Besos
EliminarPatri. Me corroía la impaciencia por conocer tu nueva creación, y me he quedado con la boca abierta. Con cuanta sutileza hablas de la migración reduciéndoles a meros fantasmas o seres invisibles. La pista final de Calais, de Antología.
ResponderEliminarTe has merecido una lluvia de besicos virtuales.
Hala, tocaya de cuervos. La verdad es que me habéis dejado todos patidifusa y es un pequeño orgullo que os haya gustado este relatico. En nombre de los niños de Calais, gracias y no os olvidéis de ellos, ni de ningún otro con el que nos podamos topar en alguna de nuestras calles.
EliminarBesamos, MJ.
Era "besazos".
EliminarNo sé si perdonarte, el error Patri, seguro que estabas pensando en los cuervos, y los cuervos, cuervos son.
EliminarVengo a comentar tu micro un día después de haberlo leído por primera vez. Ayer me emocioné y se quedó mi cuerpo blando, muy bladito, fui incapaz de contestarte en el acto y ahora... te han dicho tantas cosas bonitas, que yo no sé muy bien qué decirte.
ResponderEliminarComo bien apuntan Javier y Luis, es un relato que incluye fantasía, fantasmas, intriga y realidad.
Estoy con Enrique en que tus protagonistas viven en la nada de su abandono, y que no es nuevo en la historia de la inhumanidad.
Me sumo a esa forma tan poética que describe Maite sobre el lugar donde sitúas tus protagonistas, el barro de los ídolos.
Y sí, Antonio Bolant, Miss Richmond es un portal entre nuestra dimensión y todas las demás, lo tengo clarísimo.
Y claro que sí, Raquel, Patricia es una creadora de atmósferas única.
Y, definitivamente, como aseguran Javier y Pablo, es un relato de 10, lo siento por decirlo tan claro, pero es así. Y no me tiréis de la lengua sobre el jurado... tengo mi boca sellada.
Solo me queda mandarte un besazo y decirte que todos estamos saludándote con nuestros sombreros de gala, cargados de plumas,¡oh nuestra ídolo de Cincuenta Palabras!
Malu.
Hala, qué cosas me dices... Entre todos me habéis hecho sentirme como Liza Minelli y aquí estoy cantando Cabaret a grito pelao, y bailando, ojo.
EliminarQue no necesito nada más, sentir vuestro cariño es mejor que ser nombrada presidenta de los EEUU. Aunque, ¿quién sabe? Espera, Hillary, que ya voy yo a poner orden.
Muchísimas gracias, Malu. Sabes que mi admiración es muy grande y me has hecho subir hasta la luna.
Besicos entre lloros de emoción.
Un micro hermoso y triste. Estoy de acuerdo contigo: hay personas a las que, ignorándolas, convertimos en fantasmas.
ResponderEliminarSaludos, Patricia
Gran verdad, Plácido. Escribiendo podemos contribuir a devolverles imagen y presencia. O eso espero.
EliminarUn abrazo.
¡Magnifico Patricia!
ResponderEliminarDices mucho más de lo que se lee. Invisibles y silenciosos, pero humanos.
Besicos
Muchas gracias, Carmen. Tienes razón, los inhumanos y fantasmas son otros que no pisan nunca el barro.
EliminarAbrazotes.
Ufffff. Sabes lo que me conmueve este tema. Magistralmente contada una realidad que parece irreal. Me encantó. Abrazos
ResponderEliminarMuchas gracias, Carmen. Hagamos reales a los irreales.
EliminarUn beso.
Ostras, Patricia, qué relatazo. AL principio, el texto encajaba con tu proverbial fantasía y en esa tesitura lo leía, pero esa última referencia a Calais desmonta todos los oropeles y nos muestra la verdad desnuda y cruel de los que esperan, hacinados en campos de ¿desplazados? ¿desheradados? una vida mejor.
ResponderEliminarMi más sincera enhorabuena y un beso con una corona de laurel.
Mira, pues corona de laurel aún no tenía. Me la guardo para lanzársela al próximo relato que me guste, que últimamente ya no siento las manos de tanto aplaudir, dado el nivelazo de esta página.
EliminarGracias y abrazos, Carles.
Geniallll micro entre Los otros y nuevo neorrealismo de barro. La realidad es así: de color barro para media humanidad y su esfuerzo por llegar a este primer mundo los hace invisibles, fantasmas de la pobreza, del desarraigo y la discriminación. Tu micro, afortunadamente, los saca del olvido y nos los presenta tan visibles. Felicidades y un abrazo.
ResponderEliminarMe ha gustado lo del neorrealismo de barro. Me has recordado una película de la que he olvidado el título sobre un barrio de chavolas en una ciudad italiana. La protagonista era Giuletta Masina. Tristemente, parece que vamos hacia atrás en la historia, ¿verdad?
EliminarUn abrazo de vuelta y gracias, Miguel.
Muy buen relato, lleno de tristeza, realidad, actualidad y todo envuelto y pintado con buena literatura.
ResponderEliminarMe gusta.
Un fuerte abrazo, Patricia.
Yepa, don Isidro, qué cosas me dice vuesa merced.
EliminarMuchas gracias, maestro.
Patricia, perdona mi tardanza en comentar, pero ya sabes los motivos...
ResponderEliminarTe relato es brutal a la vez que bello por las metáforas que dan vida a los niños y los mayores, mostrando su desamparo y la ceguera del resto de la humanidad ante el drama que se está produciendo en Calais.
Con el corazón encogido y mis ojos llenos de emoción y rabia, aplaudo tu sublime micro. No puedo hacer una reverencia, pero si te puedo dar muchos abracicos y besos muy apretados, maestra.
Muchísimas gracias por pasar por aquí, Pilar. Me alegra comprobar que vas recuperando las formas y que asomas la cabeza fuera del lado oscuro. Escápate ya, pero no corras, que tienes que guardar energías para dar buenos paseos primaverales y quemar fallas, que ya te toca.
EliminarUn abrazo inmenso.
Patricia, al leer tu relato he sentido una admiración en ver la forma tan bella con la que has conseguido convertir un sentimiento en un escrito. Has logrado, con esa fantasía inicial, contar una realidad inhumana; en ese contrate que has creado, la escena se vuelve todavía más dramática. Has plasmado una realidad de una forma muy visual pero sin perder esa melancolía, ese romanticismo, ese arte de narrar de todo relato. Hay ideas que llegan al corazón pero, si además, están tan bien contadas como tu micro, se propagan de un modo exponencial. La forma de finalizar tu relato me ha parecido la guinda final a un estupendo pastel: "...mientras, sigue lloviendo en Calais." He imaginado esa cortina de agua envolviendo esa situación que has pintado y me invade ese sentimiento de inestabilidad y angustia. Gracias por sensibilizarnos de esta desgracia y ayudarnos a no mirar hacia otro lado. Celebro haber encontrado semejante joya por aquí, aplaudo tu arte.
ResponderEliminarMuchas gracias, Enrique. Estoy muy emocionada por tu comentario. Si este cuentico ha servido para pararnos a reflexionar un poco, no puedo estar más contenta. No tuve ninguna otra pretensión al escribirlo. Lo de joya, le va grande, pero te lo agradezco en nombre de los verdaderos protagonistas de esta historia, que, en vuestros comentarios, han dejado de ser invisibles por un ratito.
EliminarUn abrazo.
Precioso, Patricia, la metáfora que has hallado para presentar la invisibilidad forzada a la que se ven sometidos los refugiados. Mal que pese a los gobernantes, estos fantasmas que recorren invisibles las fronteras de nuestros países, a diferencia de los fantasmas populares, tienen cuerpo y alma, sentimientos, familia, sueños...y su sufrimiento podría ser remediado si no hubiera tanto fantasma político vagando por las instituciones europeas.
ResponderEliminarMe sumo a la llama que enciendes en su noche con tu relato para que su luz no se apague.
Un abrazo grande.
Gracias, Manuel. Sí, mantengamos encendida la luz de la justicia para espantar a los peores fantasmas, los que vuelan en clase VIP y cobran dietas.
EliminarAbrazotes.
Hay polvo de hadas hasta en tus historias más crudas y reales, Patricia. En este caso se encarga de que ese barro pesado no se pegue al calzado roto (en el caso de que lo haya) de los niños y de que la pertinaz lluvia no moje sus ropas ni les cale hasta los huesos, de que todo sea liviano y llevadero, quizá hasta divertido, como cualquier juego en el patio de un colegio.
ResponderEliminarEl valor de un relato, en mi opinión, depende muchas veces de razones ajenas al tema tratado; pero cuando, además de tener todos los motivos necesarios para que sea grande, nos remueve la conciencia, entonces se convierte en literatura con mayúsculas. Sobra decir que me refiero a este fabuloso “Pasos sin huella”.
Enhorabuena, Mrs. Richmond.
Un abrazo.
Qué bonito lo del polvo de hadas, Enrique. Si te ha parecido percibirlo debe ser porque escribí este relato con el corazón y algo se me pegó del que queda sumergido en el barro. Y ha sido el poder de la magia el que ha conseguido remover nuestras conciencias. Más contenta no puedo estar.
EliminarGracias y besos, Enrique.
Bellísimo relato, Patricia. Con extrema delicadeza haces que el lector sienta una punzada atravesándole el corazón. Me gusta lo que denuncias y cómo lo expresas. Felicidades, amiga.
ResponderEliminarBesos.
Muchas gracias, María José. Me gustaría pensar que este relatico ha podido contribuir a que estos problemas se vean con otra óptica.
EliminarAbrazotes.
El final de tu cuento es de una belleza incomparable. El tema de los fantasmas es más trivial, pero tu cuento es excelente.
ResponderEliminarMuchas gracias, Lu. Utilicé la imagen de los fantasmas como metáfora para representar a los olvidados que caminan entre nosotros pero no queremos o no podemos ver.
EliminarUn gran abrazo.
Magistral, Mrs. Richmond. Doloroso y bello.
ResponderEliminarGracias.
Apabullada me dejas, Flor. Este mes me habéis noqueado entre todos. ¡Gracias!
EliminarSería fantástico que ese baile de debutantes ya no fuera necesario.
ResponderEliminarMientras tanto son necesarias denuncias como tu relato.
Relato fantástico, sobrecogedor, humanístico, que merece con creces estar en la final del mes.
Aplausos y reverencias Srta. Richmond.
(y besicos)
Gracias, M.Carme. Muchos otros relatos merecían estar ahí. Había uno sobre cubosferas precioso.
EliminarBesotes fuertes para ti.
Autonombrada Patricia Richmond...te digo sólo (con tilde...����), dos palabras y en "voz alta": INSUPERABLE FELICIDADES
ResponderEliminarPues yo "sólo" tengo una palabra: Gracias, Rafa.
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