Perturbación
Necesitaba escapar y, a ratos, lo conseguía. Otros, una ráfaga de malos recuerdos punzaba su diezmado equilibrio. Entonces, para salir de aquella bruma acusadora, maldecía a sus padres y se ocultaba el rostro entre las manos grandes y culpables. Pero era en vano: el olor a muerte invadía el caserío.
María José, como titulas, este relato produce perturbación, da la sensación que tu protagonista a matado y ocultado a sus padres en ese caserío. Tienes grandes frases que nos llevan en volandas por el relato, "ráfaga de malos recuerdos" "bruma acusadora" "olor a muerte",
ResponderEliminarBuen relato, Maria José, me ha gustado.
Besos.
Un dicho popular viene a decir que no hay nada más feo que pegar a un padre. Tu protagonista ha hecho algo mucho peor y además por partida doble. No hay nada que justifique algo así, son acciones que resulta difícil perdonar, por más que se amparen en una perturbación mental que el protagonista mantiene, como muestra su "diezmado equilibrio", las "manos grandes y culpables" y esa "bruma acusadora" que dirige impropiamente hacia las víctimas.
ResponderEliminarUn relato lleno de fuerza que de alguna manera recuerda al protagonista de "La familia de Pascual Duarte", que lleva a la reflexión sobre la forma en que un cerebro puede torcerse para cometer algo tan deleznable.
Un abrazo fuerte, María José, y recuerdos a tu chico
El sentimiento de culpa por el parricidio presente en tu relato. Un buen argumento para iniciar un texto teatral.
ResponderEliminarHas conseguido una atmósfera inquietante y con muchas posibilidades.
Suerte y un besito virtual.
De quien uno no puede huir, es de sí mismo. Eso no lo pensó antes de matar a sus padres.
ResponderEliminarMuy bueno! Enhorabuena.
¡Vaya con la frase final del microrrelato, María José! Esa sí que me ha perturbado. Hubiera sido mejor que huyera del caserío antes que organizar semejante carnicería.
ResponderEliminarLe has dado giro argumental final que hace que tu relato quede redondo. Te felicito.
Un saludo.
Tremendo parricidio, de cuya culpabilidad parece que no podrá librarse tu protagonista. Nada lo justifica, aunque sea difícil juzgar a un perturbado mental.
ResponderEliminarImpresionante micro, María José. Besos.
Perturbador sin duda María José. Un parricidio es lo que tiene... Ya sabes lo que dicen: cría cuervos... Un abrazo
ResponderEliminarM. José, tu protagonista se siente a veces víctima a veces culpable. No hay peor perturbación que el sentimiento de culpabilidad que le persigue.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
No sé si éste es un micro de humor negro o de terror. Por lo demás, el protagonista tiene razón: los padres son los culpables del mal olor del caserío. Debería haberlos enterrado en otro sitio.
ResponderEliminarSaludos, María José
¡Cría cuervos!
ResponderEliminarSi es que, al final, los padres tenemos siempre la culpa de todo...
No me extraña que tu protagonista esté perturbado.
Un beso, Mª José.
Malu.
Esas manos grandes y culpables producen un extraordinario efecto en la historia, así como ese caserío oliendo a muerte. Me gusta mucho este relato, María José.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Un abrazo.