Reconciliaciones
Al principio de nuestra relación nuestras broncas merecían la pena por la reconciliación posterior, piel con piel, pura mezcla de deseo, rabia y lujuria. Pero últimamente nunca discutimos. Ahora solo lo hace con el vecino. Y con el del gas. Y con la pareja de mormones. Con todos menos conmigo.
Manuel, pues que ande con ojo tu protagonista ya que me parece que esas reconciliaciones tan afectuosas su mujer las tiene con otros.
ResponderEliminarUn relato que desde el título hasta el final engancha, me gustan esas frases en donde describes cómo eran sus reconciliaciones.
Me ha gustado, Manuel, enhorabuena.
Un abrazo enorme.
Un abrazo Javier. Sí, yo también sospecho algo, no creas... :-)
EliminarAl final va a resultar que eso de "amores reñidos son los más queridos tiene dentro más verdad de la que parece. Si hay que discutir, se discute, no se hable más.
ResponderEliminarUn relato que alguien tenía que escribir.
Un abrazo grande, Manuel
Exacto Ángel, que no sea por no discutir que ocasiones hay de sobra, ¡jajaja!. Gracias amigo, un fuerte abrazo
EliminarPreocupante... cuando ya no merece la pena ni discutir.
ResponderEliminarPues si, mucho en efecto. Gracias por comentar!
EliminarInquietante el inicio de párrafo: "Ahora sólo lo hace con el vecino..." ¿Sólo discutir? ¿También llevan reconciliación? Jajaja!, buenísimo relato.
ResponderEliminarUn abrazo, 3M
Amigo Isidro: la ambigüedad, esa herramienta tan querida para el autor... Muchas gracias compañero, ¡un fuerte abrazo!
Eliminar¡Juas! Perdón... Es para preocuparse, sí (je, je, je). Muy bueno. Me encanta.
ResponderEliminarUn abrazo, Manuel.
Gracias Fina, en efecto creo que es preocupante, menos mal que siempre les quedará Tele 5, jajaja. Un abrazo!
EliminarQué pena, con lo apasionadas que son esas reconciliaciones. Mal va la cosa, si ya ni siquiera discuten. Parece que ella prefiere "reconciliarse" con cualquier otro, menos con su marido.
ResponderEliminarMuy buen relato, Manuel. Un abrazo.
¿Verdad que si? Si es que no saben lo que se pierden, menos mal que ella al menos sigue "discutiendo" por ahí, jajaja. Un besote!
EliminarSin las discusiones han perdido la chispa, la oportunidad de las encendidas reconciliaciones. Y ella ha encontrado ese fuego en otros, ¿pero también en los mormones?
ResponderEliminarUn micro muy divertido, Manuel. Un fuerte abrazo.
Esas camisas blancas, esas corbatas negras, esa cara de American "American way of life"...¿Cómo resistirse?, jajaja. Besos!
EliminarUn relato con mucha gracia, Manuel, no solo por la delirante historia, sino por el impecable ritmo de comedia que imprimes, sobre todo, al tramo final.
ResponderEliminarExcelente. Enhorabuena.
Un saludo.
¡Vaya! muchísimas gracias, me alegra que te guste y sobre todo que despierte una sonrisa. ¡Un abrazo!
EliminarMuchas veces hemos escuchado decir que lo mejor de las peleas es el sexo de reconciliación, porque es más intenso, salvaje... lleva una carga energética más grande. El sexo puede “solucionar” todas las malas sensaciones que pueden quedar tras una fuerte pelea, pero cuando lo sabemos y entramos en conflicto para tener sexo después, y encima parece que no ha sido satisfactorio... Mal asunto!!
ResponderEliminarMuy buena reflexión. Un abrazo, Manuel.
Está claro que el sexo no es la mejor solución, pero si una de las más agradables, jaja!. Gracias Olga, fuerte abrazo.
EliminarEste comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarLas relaciones estables y largas son lo que tienen a veces... Que se pierden en un mar de apatía y rutinas, dónde la pasión desciende tanto que hasta se echa de menos discutir... Cualquier cosa que contenga un atisbo de efusividad. Son relaciones apacibles, de aguas tranquilas en las que se añora efectivamente algo de marea, alguna cosilla de que de vidilla. Y como bien has comentado el buen sexo: "piel con piel".
ResponderEliminarUn saludo Manuel
Exacto Raquel, siempre mejor subir en una montaña rusa que en el tren de la bruja, ¿no te parece?. Gracias y un abrazo.
EliminarMe encantó! Podría discutir sobre esto!
ResponderEliminarDurante horas, la cosa es con quién, ¡jajaja!. Gracias, un abrazo.
Eliminar¡Por Dios! ¡Con la pareja de mormones!
ResponderEliminarCuando discuto con mi mujer, sólo consigo que no me haga torta de magdalena durante un mes. Le sale riquísima.
Un micro bastante divertido. Enhorabuena, Manuel
Saludos
Lo de la torta de magdalena es cruel también, no te creas. Y con la pareja de mormones tiene que ser por Dios, no tengo ninguna duda, ¡jajaja!. Muchas gracias y un saludo.
EliminarAunque has optado por el tono chusco y humorístico, en esas reconciliaciones matrimoniales en las que, finalmente, se acababa en la cama, solía haber mucho de machismo y hasta de malos tratos por parte del hombre, y de sumisión y masoquismo por parte de la mujer.
ResponderEliminarHe conocido más de un caso, en los que el hombre, tras poner a la mujer a caer de un burro, tras hacerle incluso llorar, después se desfogaba sexualmente con ella, con lo que, a mi entender, la humillación era doble.
No es el caso de tu microcuento en el que quien lleva la peor parte es el hombre, un individuo que parece que no se entera de nada –pues es incapaz de deducir lo obvio-, como aquel otro del chiste al que le preguntaron si su mujer gritaba al hacer el amor, y él contestó: “Mucho, la oigo desde el bar”.
Mis aplausos por el desenfado y la ironía con las que has tratado el tema, y si los mormones aparecen por casa de uno lo mejor será darlos con la puerta en las narices, pues si antaño ya había razones, ahora, tras leer tu historia, las hay multiplicadas.
Un abrazo, Manuel.
Supongo que habría de todo como en botica, el sexo no deja de poder llegar a ser un arma poderosa, y un arma siempre depende del que la use. En fin, espero que no eches a los mormones escaleras abajo a partir de ahora por culpa de este humilde relato, piensa que detrás pueden venir los testigos de Jehová, jajaja. Un abrazo y gracias!
EliminarMuy mal ha de estar la cosa si la mujer prefiere discutir con la pareja de mormones.
ResponderEliminarBien encontrado el punto de vista y el tono para explicar esta historia de desamor, Manuel.
Abrazo.
Probablemente el desamor llegó mucho antes que los mormones, pero me alegra saber que el mensaje de amor de éstos ha calado, jajaja. Gracias y un abrazo!
EliminarUn relato lleno de dobles intenciones y lecturas que tan solo puede escribir alguien con tu ingenio.
ResponderEliminarEres la leche, hermano.
las reconciliaciones... lo mejor de las discusiones, siempre que sea con uno.
Relatazo, y van dos.
Un abrazo.
Pablo
¿Que te puedo decir, hermano? Solo que esta es la única razón de escribir y el resultado colateral conocer a gente maravillosa como tú. Fuerte abrazo!
EliminarEn tu relato, que cuenta muchísimo, pues cada frase encierra una situación para imaginar, también hay una mezcla en la que detecto principalmente amargura, nostalgia y humor. Me gusta mucho esta sencillez tan llena de buen hacer de tus historias, Manuel.
ResponderEliminarUn abrazo.
Imposible que no se filtre algo de amargura, por mucho humor que se le ponga. Muchísimas gracias por tus palabras, de verdad que es una enorme recompensa para un relato tan sencillo. Fuerte abrazo!
EliminarManuel, cuando uno deja de discutir con su pareja, lagarto lagarto... algo no va bien, sobre todo si lo que antes hacía con su pareja lo hace con los demás.
ResponderEliminarHas planteado el tema de forma divertida a pesar de lo triste que es esa situación y dolorosa.
Muy buen micro, Manuel. Perdón por la tardanza en comentar...
Besos apretados.
Algo va mal cuando se discute y algo va mal cuando se deja de discutir, así que ¡Carpe Diem y discutamos mientras podamos!. Un millón de gracias y un fuerte beso.
EliminarOy, oy, oy... la mala fama de los butaneros... pero, ¿y la de los mormones?
ResponderEliminarGenial esta historia sobre desamor. Eres un maestro en esto de contar sin decir, Manuel.
Una recomendación para tu protagonista, dile de mi parte que "discuta" un poquito más, a ver si lo arregla.
Besos.
Malu.
Lo que saco en claro es que los mormones no dan ningún morbo, bueno es saberlo, ¡jajajaja!. Yo se lo digo Malú, pero ya sabes que dos no discuten si uno no quiere... ¡¡Besote y gracias!!
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