Souvenir
Contempló en el escaparate la veintena de delicadas muñecas numeradas, dispuestas en gradas. Señaló la número cinco y pasó al interior.
Allí le rozó la barbilla y admiró sus bellos ojos fijos. Después comprobó la elasticidad de sus miembros.
La pequeña tailandesa cabía en su maleta con destino a Tokio.
Allí le rozó la barbilla y admiró sus bellos ojos fijos. Después comprobó la elasticidad de sus miembros.
La pequeña tailandesa cabía en su maleta con destino a Tokio.
Carmen, genial relato, parece que tu protagonista esta comprando lo que indica tu título, un souvenir. Y así parece durante todo el desarrollo de tu relato, pero tu última frase le da un giro total al relato y un viso de realidad que estremece.
ResponderEliminarMe gusta la manera en que describes ese escaparate, y también ese tocar y manosear ese cuerpo como si fuese una mercancía o peor aún un animal.
Carmen, un relato muy bueno, me ha gustado mucho.
Besos.
Javier, aunque no me ha resultado fácil, he intentado contarlo con la mirada del cliente. Para él estas menores están deshumanizadas, son mercancía, meros objetos.
EliminarEn cuanto al escaparate, no me he tenido que esforzar. Entré por error en una de las salas del hotel donde me alojaba en Tailandia y es tal cual. Mujeres muy jóvenes, probablemente menores, sentadas tras un cristal con breves minifaldas, petos con un número y la mirada perdida en el vacío.
Hace ya mucho tiempo, pero no las he olvidado. Eran como nuestras estudiantes de Secundaria.
Muchas gracias por tus palabras. Besos.
Carmen, has escrito una ficción, pero por desgracia tiene muchos visos de verosimilitud. Los que hemos tenido oportunidad de viajar a Tailandia lo sabemos. Es un país lleno de contrastes, muy interesante para visitar, aunque su trastienda vergonzante es que además del turismo normal se da otro mucho más triste, con muchachas jóvenes, muchas veces menores, que se ofrecen como mercancía, algo que no sucedería si tuviesen otras oportunidades, si ningún varón sin escrúpulos, de cualquier nacionalidad, se aprovechase de la situación.
ResponderEliminarUn relato-denuncia realmente necesario, narrado con sumo gusto por una mujer comprometida contra la injusticia, a la que me alegro de leer y conocer.
Un abrazo fuerte, Carmen
Efectivamente, el relato arranca de una realidad de la que, en parte, fui testigo involuntaria. Ya sabemos que Tailandia es un país fascinante, pero en él se comercia con mujeres y, lo que es más penoso, con menores. Algunas familias venden a sus hijas cuando se encuentran en apuros económicos. Y se sabe de casos de niñas transportadas en maletas. Esta realidad es la que he querido reflejar en el micro.
EliminarTe agradezco tus palabras, Ángel. Un abrazo muy fuerte.
Un relato que me ha puesto de pie para aplaudir emocionada. Hay mucho intelectual que menosprecia los microrrelatos y tu relato, Carmen, les sacaría los colores. Expresa denuncia y compromiso, con una maestría insuperable a la que ellos nunca se acercarán con sus novelones del siglo pasado.
ResponderEliminarExtraordinario.
Voluntad de denunciar la trata de niñas sí hay en el micro, por supuesto. Esta lacra duele más cuanto menor es su edad. Pero no me saques tú a mí los colores, insuperable maga de las letras.
EliminarMuchas gracias, Patricia. Y muchos besos.
¡Carmen, brutal! Mira que llevamos micros en cincuenta, algunos dramáticos, otros muy trágicos y muchos muy duros, pero este me ha dejado sin palabras. Tremendo, uno de los que más me ha impactado de los que he leído en esta casa. Con una narración serena y exquisita que deja aterrado al lector, por lo menos a mí.
ResponderEliminarExcelente, estremecedor y por desgracia, muy, muy real.
Un beso grande de admiración, Carmen, enhorabuena.
Malu.
¿Y qué puedo responder ante tus elogios, Malu? Yo he querido denunciar el destino injusto de estas menores sin caer en dramatismos, pues los hechos ya hablan por sí solos.
EliminarMe hace mucha ilusión que te haya gustado, a ti, veterana de honor en esta casa. Soy yo quien te admira y te agradece tus efusivas palabras.
Muchos besos.
Uffffff. Enorme Carmen. Enhorabuena por explicar en pocas palabras una vida entera de dolor.
ResponderEliminarMil besos.
Muchas gracias, Carmen. Por mucho que escribamos sobre este tema y otras injusticias de este mundo, nunca será suficiente y nunca podremos imaginar tanto dolor.
EliminarMuchos besos.
No sé qué tal me saldrá el comentario, pues estoy medio grogui después de que me hayan puesto un implante dental. Tengo aún media cara dormida, así que, como tenía hambre, me he puesto a comer y me he hecho una carnicería en la parte interior del labio, pues la he confundido con la pechuga de pavo, ya que no sentía nada al morderme de forma reiterada. Aparte de eso, cada poco, me tengo que aplicar hielo a la mejilla. Pero no he querido dejar para mañana lo que puedo hacer hoy -aunque eso que llamo hoy es ya mañana-, es decir, comentar tu magnífico microcuento que incita a la indignación y a la tristeza porque es poco lo que uno puede hacer en contra de toda esa podredumbre.
ResponderEliminarDe entrada diré que la historia está contada con gran maestría y con mucho lirismo y sensibilidad como corresponde a la gran poeta que eres, y aunque sitúas los hechos en el lejano oriente, en nuestro país –y países circundantes- pasan cosas similares, pues la prostitución y la esclavitud no han desaparecido de este mundo, como tampoco ha desaparecido la gran hipocresía que nos caracteriza, sobre todo a los varones, aunque, a veces, alguna mujer que llega al poder parece que desea imitar y hasta superar el cinismo y las iniquidades de los hombres.
Pero claro, contra más pobre es el país peores son las miserias que tienen que aguantar los más desfavorecidos, menos valen sus vidas.
Si no recuerdo mal, el otro día, en la Sexta, dijeron que en Tailandia la prostitución supone el 14 % del PIB, y es inimaginable el dolor y la angustia que habrá tras esos números.
Como cuentas, cualquiera con un poco de dinero en el bolsillo puede llegar a alguno de esos países y usar y abusar de esas niñas y mujeres a las que nada más nacer se les niega el futuro y una vida digna, cualquiera, de forma irresponsable, atendiendo sólo a su egoísmo y su placer, puede hacer uso y abuso de un ser humano como si fuese un objeto de poco valor. Por no hablar ya de los criminales que explotan a esas pobres víctimas.
Mis felicitaciones por este gran microcuento. Abrazos, Carmen.
Ante todo, Enrique, te he de agradecer tu esfuerzo por comentar en las condiciones que describes. Que acaben pronto esas molestias y puedas descansar.
ResponderEliminarSi bien es cierto que la prostitución está presente en nuestro país y en los de nuestra área más cercana, he situado la acción en Tailandia por la anécdota contada más arriba y por ser uno de los países en los que hay más mujeres y niñas explotadas sexualmente. Que los prostíbulos estén ubicados en los hoteles para turistas lo dice todo. Y que pasee un señor occidental de más 70 años cogido de una niña oriental de 13 o 15, también. Al igual que muchas niñas son vendidas y llevadas a Japón, país mucho más rico. Utópico es soñar con el fin de esta explotación, pero estas niñas se merecen no un micro, sino amplios reportajes y persecución de los responsables.
Muchas gracias por tu generoso comentario. Un fuerte abrazo.
Muchas veces hemos oído sobre la prostitución en Tailandia, pero ciertas realidades suelen llegarnos un tanto amortiguadas por la distancia. Tu relato, escrito con maestría y delicadeza nos despista un poco hasta que llega la última frase. Ahora sabemos de qué se trata y cuando comentas que lo has visto con tus propios ojos nos ubicas en ese hotel junto a ti y todo se vuelve más cercano y estremecedor. Me quedo pensando que esa terrible realidad nos involucra a todos y me pregunto si realmente no hay nada que podamos hacer para ponerle fin,
ResponderEliminarAdmirable relato por la calidad de tu escritura y por su contenido.
Enhorabuena, Carmen.
Un abrazo.
Muchas gracias por tus palabras, Georges. Yo también me pregunto qué podemos hacer de forma individual y lo único que factible que se me ocurre es educar y transmitir unos valores más humanos a las generaciones futuras. Si conseguimos reducir el número de clientes de esta explotación, en algo habremos contribuido.
EliminarUn fuerte abrazo.
lo único factible que*
Eliminar¡Caramba, Carmen! Has golpeado duro, esta vez. Niñas que son tratadas como muñecas...sexuales, niñas a las que se les arrebata la infancia para que unos adultos puedan "jugar" con ellas. La buena literatura de tu relato no disimula un ápice la terrible realidad que denuncias.
ResponderEliminarBeso.
La realidad que refleja el relato es muy dura y atroz, cierto. Ahí está y de estas niñas abusa con toda impunidad un turismo que no busca patrimonio cultural ni hermosos paisajes, precisamente.
EliminarMuchas gracias, Carles. Un beso.
Me has dejado sin palabras, Carmen. Detrás del souvenir se esconde la cruda realidad que muchas veces no queremos mirar esperando que así desaparezca.
ResponderEliminar50 palabras perfectas.
Un beso.
Muchas gracias, Alma. Todos sabemos que existen países que atraen al turista más allá de la belleza artística y natural que puedan ofrecer. Que la pederastia esté organizada para el placer de los extranjeros es realmente escandaloso.
ResponderEliminarUn beso.
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarTremenda y desgarradora historia que descubrimos en el párrafo final, cuando por el título y las muñecas en el escaparate nos habías inducido a pensar en una tienda de juguetes.
ResponderEliminarExcelente. Enhorabuena, Carmen.
un beso.
Me alegro de haber conseguido ese efecto sorpresa. Y prometo enmendarme y elegir un tema más amable para el mes de abril.
ResponderEliminarMuchas gracias, Rafa. Un beso.
Bajo una apariencia frágil, un relato muy duro. Mujer/muñeca; muñeca/mujer. Hambre y miseria en la maleta de un ser humano.
ResponderEliminarBueno de verdad, Carmen.
Besito virtual.
El hambre y la miseria son el trasfondo de estas niñas convertidas en muñecas para el placer de los adultos. Eso y la sempiterna desigualdad de géneros.
EliminarMuchas gracias, María Jesús. Un beso.
Terrible micro. ¿Cómo pueden suceder estas cosas? Muy bien escrito: la última frase es toda una sorpresa. Saludos, Carmen
ResponderEliminarMuy descorazonador el destino de estas menores.
ResponderEliminarGracias por tus palabras, Plácido. Un abrazo.
Un relato-denuncia para quitarse el sombrero. Enhorabuena, Carmen.
ResponderEliminarUn abrazo.
Muchas gracias, Fina. A veces es necesario recordar que hay vidas despojadas de los derechos más elementales.
EliminarUn abrazo.
Carmen felicidades por tu micro. Parece surrealista pero es una inteligente crítica social a la trata de blancas, al turismo sexual, la pederastia horrible... Y me ha gustado mucho. No sé si habrás visto por Internet el speech de Astor Kutcher sobre el tema en cuestión. Si no lo has visto a pesar de que circula por la red, te insto a que lo escuches es conmovedor y muy acertado. Como tu relato trata de mover conciencias ante tanta impunidad y facilidades.
ResponderEliminarUn abrazo
Raquel, tomo nota de tu recomendación. Aciertas de pleno en cuanto a la crítica que subyace en el micro, pero no hay nada surrealista en la historia. Se trata de una cruel realidad.
EliminarGracias por tu comentario. Un abrazo.
Muy buen relato, Carmen.
ResponderEliminarPones en la palestra la trata de mujeres y el mercadeo de tailandesas.
Hombres occidentales buscan tailandesas exóticas de valores tradicionales, mientras que ellas intentan escapar de la pobreza de los arrozales.
Muchos besos
Niñas y mujeres jóvenes son vendidas y explotadas sexualmente en muchos países. Tailandia es uno de los más conocidos. Han nacido pobres en un mundo sin escrúpulos que demanda sexo valiéndose del dinero y del poder.
EliminarGracias por comentar, Olga. Besos.
Carmen, un relato lleno de realidad. Cuando se promociona el turismo sexual en estos países y cuenta con la protección institucional, es muy difícil de erradicar. Cada vez las niñas explotadas son más pequeñas, como muñecas, son tan solo un souvenir para los honorables hombres que las compran.
ResponderEliminarNo pensemos que esta situación es irreal, ni que nos queda tan lejos, cuando cada día en las noticias descubren nuevas redes de pederastas, que pasan desapercibidos entre nosotros.
Un relato brutal, amiga, tratado con gran elegancia y delicadeza. Nos has mantenido engañados hasta el final.Enhorabuena.
Siento el retraso en pasar a comentar, pero ya sabes el motivo...
Besos muy muy apretados.
Querida Pilar, estás más que disculpada. Me alegro de contar de nuevo con tus palabras.
ResponderEliminarErradicar la pederastia y la trata de mujeres suena utópico en el mundo en que vivimos, pero para eso están las utopías, para ir dando pasos hacia ellas. Es obvio que nada podemos esperar de los poderosos y que de manera individual estamos bastante limitados. Pero, a pesar de los desastres de las últimas leyes, sigo creyendo en la educación. Y ahí estamos todos implicados, docentes, padres y ciudadanos en general. Es necesario fomentar valores de igualdad, aportar cada cual su granito de arena, afear la conducta del turista sexual, no aplaudir sus aventuras, denunciar al pederasta...
Te agradezco tu comentario. Muchos besos.
Este microrrelato, mi querida Carmen, desde que lo leí me pareció de los mejores del mes. Has usado toda tu maestría, que es mucha, para dibujarnos una escena que yo he logrado imaginar. Después, me he puesto a pensar sobre el micro y, finalmente, he cogido mi libreta y lo he copiado.
ResponderEliminarPara mí, de 10.
¡Enhorabuena! Es un relatazo.
Pablo.
¿Y qué voy a responderte yo, mi querido e hiperbólico Pablo? No puedo más que agradecer tu generosidad para con el micro. Que forme parte de tu selecta libreta es un honor que me haces. Tus palabras, viniendo de un gran maestro veterano de la casa, me hacen sentirme feliz de pertenecer a esta gran familia de cicuentistas.
ResponderEliminarUn beso enorme.
Tan delicado como esas frágiles muñecas humanas es el relato que nos dejas. La belleza formal de la construcción sintáctica, el aterciopelado uso de las palabras, crean una la textura necesaria para acercarnos a la piel sin mácula de unas niñas expuestas ante el instinto sexual de los depravados.
ResponderEliminarComo en un haiku, cuando la gota de la última sílaba cae, se levanta el fantasma de la realidad escondida entre sus pliegues y su onda concéntrica nos golpea como la ola gigante de un tsunami.
Bello, conmovedor. Excelente.Un abrazo, Carmen.
Manuel, tus palabras siempre son bellas y encuentras imágenes hermosas para expresarte. Me ha gustado que hagas mención al haiku, pues sabes de mi afición por la poesía japonesa tradicional. El golpe del tsunami era inevitable, pues ahí reside el tema del micro. He intentado exponerlo desde fuera, con distancia, para que sea el lector quien le añada sus propias emociones.
EliminarMil gracias por tu comentario. Un fuerte abrazo.
En su día leí tu relato y me quedé tan impactada que no supe qué decir. Ahora, lo he vuelto a leer y el golpe que produce la sorprendente última frase sigue siendo muy contundente. Aparte de la dureza del mensaje en sí mismo, el contraste con las frases anteriores, que son de una delicadeza muy gráfica, es enorme. No sé si se las llevan en maletas, pero que las utilizan como si de un recuerdo más se tratara está claro. Muy logrado, Carmen, este relato denuncia. ¡Felicidades! Besos.
ResponderEliminarLa primera parte del micro describe la belleza e inocencia de estas niñas destinadas a ser muñecas para los juegos de los desalmados. Siento que el golpe de realidad al final del texto haya resultado duro. Además de la prostitución de menores, existe en Tailandia -como en muchos otros países- un comercio que las exporta a otros destinos asiáticos más ricos. El uso de maletas no es ficticio. Lo he podido leer en la prensa.
ResponderEliminarMuchas gracias por tu comentario, Juana. Besos.
Qué bien lo has contado, Carmen. Es cierto que ocurren estas cosas, y que nos enteramos de ellas en las noticias, pero tú nos has mostrado la situación ampliada y nítida, en toda su crudeza. No hace falta tener hijas de esa edad para sentir rabia por la situación y pena por ellas; pero si las tienes, como yo, una de dieciséis, el impacto es mayor.
ResponderEliminarEnhorabuena, Carmen. Grande y necesario tu relato.
Un abrazo.
Gracias, Enrique. Quien tiene hijas de estas edades, o alumnas, o un poco de sensibilidad y sentido de la justicia no puede más que estremecerse ante el comercio y la exclavitud sexual de estas menores. Quizá nos resulten lejanas, pero están a un vuelo de distancia y a unos pocos euros del turista.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Enrique. Un abrazo.
Carmen, hasta ahora no he comentado tu micro porque no lo había leído. Este mes he pasado poco por 50. Al verlo entre los finalistas de marzo me he pasado por aquí y, aunque tarde, quiero demostrarte mi admiración.
ResponderEliminarEs impresionante, y me ha puesto la carne de gallina. No tengo más que decir, tú lo dices todo.
Enhorabuena. Un beso.
Bueno que el amor se puede comprar... Algunos señalan que es el oficio más antiguo del mundo. Dejas ahí una reflexión que va más allá del sexo, y que va sobre las relaciones, la soledad, el individualismo, el utilitarismo de nuestra sociedad. Dejas reflexiones muy interesantes Carmen.
ResponderEliminarAdemás parece estar de rabiosa actualidad, ya que el sexo robotico parece que es una realidad que en breve se impondrá. Y sino tiempo al tiempo.
Suerte con las votaciones
Madre mía, Carmen. Qué triste realidad denuncias, triste que la humanidad tenga tan poco de humana a veces y terrible para aquellas a quien les toca sufrirlo.
ResponderEliminarMuy buen micro.
Un beso