Tocada y hundida
No contestaba a nadie y dejé de cargar el móvil. No acudía al trabajo. Bebía a todas horas. Perdida en tu recuerdo. Fumaba y me colocaba todas las noches, acostándome con hombres distintos.
A la mañana siguiente, a penas podía recordar... Sólo veía en mi apartamento los restos del naufragio.
A la mañana siguiente, a penas podía recordar... Sólo veía en mi apartamento los restos del naufragio.
Raquel realmente una mujer "tocada y hundida" como genialmente titulas. Y tu frase final es muy buena.
ResponderEliminarYo solo le diría a tu protagonista que por ningun hombre merece la pena estar así.
Buen relato Raquel, me ha gustado.
Besos.
Gracias Javier. Sólo era un juego de palabras, estaba pensando en el juego de hundir la flota.
EliminarY aunque parece evidente que la primera lectura es una ruptura amorosa... me gusta la idea de pensar que es otra cosa un poco menos frívola. Como una relación paterna tormentosa, una muerte, o incluso la pérdida de un hijo... O que ella sea lesbiana o transexual y que no se acepte así misma... O como en la película el maquinista, que se sienta culpable por algo horrible que ha hecho... No sé, cualquier otra historia que puedas imaginar... para que una mujer pueda estar comportándose de forma tan autodestructiva.
Un beso Javier.
Raquel, ¿qué es esto? No es a lo que nos tienes acostumbrados. Así que, a la ducha, un buen desayuno, a tirar a la basura los restos del naufragio y todo lo que guardas en el armario. Y a escribir un cuento truculento de los tuyos, que se va a enterar ese, hombre, de lo que es una Raquel de armas tomar.
ResponderEliminarHas contado muy bien ese naufragio del que solo se puede salir cuando tocas fondo.
Abracicos.
Jajaja esa es la segunda parte Srta Richmond.
EliminarUn abrazo :)
Plasmas muy bien la caída en picado de tu protagonista, llevando su decadencia de menos a más. Cuando toqué fondo espero que salga a flote y se recupere.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel.
Gracias Asun. Yo también lo espero porque después de 50 palabras ya le he cogido algo de cariño.
EliminarUn abrazo
Más abajo del fondo está uno mismo, pero como dices en el relato, en la superficie solo flotan restos ajados, esquirlas, mundo en desorden.
ResponderEliminarLa que te espera cuando se te pase la resaca.
Besos, Raquel.
Pues seguiré bebiendo un rato más... para coger fuerzas, ya sabes jajaja XD
EliminarGracias por tu comentario Bocanegra.
Un abrazo.
Raquel, tu protagonista ha sido "Tocada y hundida" por la pérdida de alguien, lo que ha provocado que quede sumida en un pozo de autodestrucción del que es muy difícil salir. Cuando se ha tocado fondo tienes dos opciones tirar hacia arriba para cambiar las cosas o morir.
ResponderEliminarSea lo que sea, espero que apueste por sobrevivir.
Muy buen relato.
Besos.
Si en algún momento reflotara... cuando se le pase esta época bukowskiana en la que esta inmersa Jeje ;)
EliminarMuchos besos Pilar.Gracias por tu comentario.
Creo que no hay nadie que se merezca tal sufrimientos. Como se suele decir "hay muchos peces en el mar". Bien contado este hundimiento, Raquel. Da pena y rabia. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias Juana. Bueno, yo pienso que todo es aprendizaje. Sólo que hay gente mas intensa que otra...
EliminarUn abrazo
Lo de hundirse en la miseria (expresión muy típica mía) puede evitarse muchas veces. Otras, te dejas arrastrar sin darte cuenta. Sea como sea, lo bueno es remontar el vuelo, sobrevivir al naufragio... Felicidades, Raquel.
ResponderEliminarBesos.
Gracias María José.
EliminarBesos
Tu protagonista no puede seguir así. Se ha dejado llevar por la autoconmiseración y sufre inútilmente. Que comience a remontar cuanto antes, porque el fondo es muy peligroso.
ResponderEliminarBesos, Raquel.
Haré que envíe un mensaje en una botella.
EliminarUn abrazo enorme Carmen. Y gracias por comentarme
Las pérdidas pesan como el plomo y te dejan a la deriva entre mil tempestades. A veces, la inminente pérdida de uno mismo por el enésimo naufragio es la única forma de sobreponernos, pero, eso sí, cada uno tenemos nuestro 'enésimo'
ResponderEliminarUn descenso a los infiernos descrito con fuerza y buen hacer. Enhorabuena, Raquel.
Un abrazo.
"descenso a los infiernos " ¡me encanta! Esto es sólo un coqueteo. Pero para los siguientes me apunto al descenso.
EliminarUn abrazo
¡Qué mal cuerpo deja la lectura de tu cincuenta, Raquel!
ResponderEliminarNos descubres cómo se siente alguien (¿quién no ha pasado alguna vez por una situación similar, aunque de graduación diferente?) tras una ruptura no deseada y cómo encalla sin, al parecer, solución de continuidad. Yo, en estos casos, lo que recomiendo es intentar, más pronto que tarde, pasar página y seguir navegando... ¡Que la vida son dos días y pelillos a la mar!
Muy bien narrado, imprimiendo un carácter de abatimiento a tu texto que, tal y como decía al principio, te deja, igual que el título, tocado y hundido.
Enhorabuena por tu propuesta de este mes. Nos seguimos leyendo. Y en estas situaciones de cierta desesperanza se agradecen besos y abrazos. Así que unos cuantos de ambos para ti. Con todo mi cariño. ;)
Gracias José Antonio.
EliminarUn abrazo enorme.
La dolorosa lucidez del despertar sólo sirve para contemplar un paisaje en el que reina la desolación, tapizado de absoluta dejadez, donde todo orden ha desaparecido, acorde con el alma herida de la protagonista. Dicen que llega un momento en el que se ha bajado tanto que ya sólo es posible subir, pues no queda otro camino, o reconocer que las circunstancias han vencido; en ese escenario y en ese momento, para el que te han bastado cincuenta palabras, se encuentra el personaje. Con alguna más quizá conoceríamos si se trata de una sitaución definitiva o sólo de un serio bajón.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel
Creo que es solo una estación de paso.
EliminarUn abrazo Ángel
Dile a tu protagonista que se deje de recuerdos porque «Nos queda el presente que ya es suficiente, y no nos debe faltar». Lo siento, es que ha sido leer la última frase y ponerme a tararear la canción de Bunbury. No he podido evitarlo... Es algo superior a mí ;)
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel.
Jejeje
EliminarUn abrazo Fina. Se lo diré sin falta.
Lo único bueno que tiene tocar fondo es que ya solo te quedan dos opciones, seguir hundido en el fango o utilizarlo para impulsarse hacia arriba. Buen micro, Raquel, un beso.
ResponderEliminarGracias Mstrioska
EliminarBesos
Un duro naufragio, Raquel. Caer en los malos hábitos, causan a la larga un daño irreparable. Estos ocurren como un medio para lidiar con las situaciones estresantes o simplemente aburridas.
ResponderEliminarBuen micro. Besos.
Gracias Olga.
EliminarUn beso.
Un duro micro. Siempre pienso que nadie merece que se le eche tanto de menos.
ResponderEliminarSaludos, Raquel
Pues si. Pero recurriendo a una frase muy manida "a veces para encontrarte hay que perderse ".
EliminarUn abrazo y gracias por comentar.
Hay veces que es necesario tocar fondo y naufragar, para remontar con fuerza y surcar hacia nuevos mares, o por lo menos, mirar desde otro punto de vista.
ResponderEliminarTu protagonista está viviendo una etapa de transición (entiendo que por una pérdida, sea de la forma que sea), de la que saldrá tarde o temprano, cuando se encuentre consigo misma y acepte la nueva situación.
Profundo tu mensaje, querida Raquel, con un cambio de registro muy interesante.
Un beso grande.
Malu.
Gracias Malu.
EliminarUn abrazo fuerte.
Suele pasar que cuando nos van mal las cosas reaccionamos arrojándonos de la sartén al fuego en un acto autodestructivo. Nos cuesta asumir la derrota, la frustración, soportar con estoicismo ese oleaje adverso y esperar a que el tiempo haga su labor de cura; por el contrario, reaccionamos como si ya no hubiese esperanzas, entregándonos a todos los desórdenes que van en detrimento de nuestra salud psíquica y física. No sé si eso es lo que Freud llamó pulsión de muerte.
ResponderEliminarEso es lo que le ha ocurrido a la protagonista de tu microcuento, un fracaso amoroso la ha llevado a esa disyuntiva de o tú o nada.
Decía Albert Camus algo parecido -cito de memoria-, a que a los veinte años disparamos la bala que nos mata a los cuarenta. No hace falta que las edades coincidan, pero suele ocurrir que esas excursiones por el lado salvaje de la vida a la que nos ha llevado la frustración suelen pasar factura en el futuro cuando es posible que nos hayamos curado las heridas y las aguas hayan vuelto a su cauce.
También hay casos de individuos que no saben recomponer esos restos del naufragio y acaban ahogándose en ese océano de la desdicha al que se han sentido arrojados.
Duro microcuento que deja en la garganta el ardor que deja una bebida fuerte, además de un sabor tirando a amargo. Enhorabuena, Raquel, un abrazo.
Muchas gracias Enrique.
EliminarOtro abrazo para ti.
Has retratado muy bien la vorágine autodestructiva de la protagonista y todavía mejor el desolador "día después" que la azota después, repetida e inmisericórdemente.
ResponderEliminarMuy bien, Raquel.
Gracias Carles
ResponderEliminarUn beso
El título es de 10, Raquel. Y los dos párrafos, el de mientras me autodestruyo y el de las consecuencias del día después, geniales. Con las frases cortas consigues transmitir ese sentimiento de dejadez que acompaña a tu protagonista. Ojalá pueda resurgir algún día.
ResponderEliminarMe ha gustado mucho.
Un beso.
Pablo
Me alegra que te guste tanto el título.
EliminarUn abrazo fuerte Pablo.
Tirando de Gabo, diría que estamos ante el Relato de un naufragio anunciado. Aunque pienso que todo en la vida de esa chica puede volver a flote; en cuanto se lo proponga.
ResponderEliminarUn abrazo, Raquel.
:-) Gracias por tu comentario Enrique.
ResponderEliminarUn abrazo