El contenedor
Empecé trazando líneas, la mayoría rectas. Seguí practicando con las curvas. Cada vez me salían mejor: círculos, espirales, óvalos, hasta múltiples posibilidades, pero cuando verdaderamente me sentí realizado y muy feliz, fue al descubrir la riqueza de las grafías, de las palabras. Lo peor fue cuando tuvieron que sacarme punta.
Ingenioso y sorpresivo relato el que nos dejas. Y eso que, apariencia, nos lo dejas bien claro desde el principio. Muy bueno, María Luisa. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarExcelente relato, Mª Luisa. Qué estupenda combinación de pintura y escritura de la buena, de la tuya. Felicidades !
ResponderEliminarSi fuese un lapicero estaría encantado de que saliesen de mí formas y dibujos varios, pero más aún si de la punta de grafito brotaran letras e imaginativas historias. Lo peor, la merma progresiva, el contraste entre cómo aumentan en número los resultados en papel mientras mengua la existencia. Nada ni nadie se libra de ese desgaste. Al menos, que quede buena huella antes de que todo termine.
ResponderEliminarBuena factura y sorprendente final.
Un abrazo Luisa
Pues espera a hacerte demasiado pequeño.
ResponderEliminarEnhorabuena, Mª Luisa. Has sabido ofrecer una buena sorpresa final.
Saludos
No hay goce sin dolor, pero cuánto disfrute mientras tanto. Descubrir las palabras lo ha traído hasta el contenedor de cincuenta. No es mal final para tan bien compuesto relato. Saludos, Luisa.
ResponderEliminarMª Luisa, genial manera de hablarnos en 50 palabras de un lapicero y hacernos ver con tus bellas palabras lo mucho que es capaz de hacer y lo mejor las palabras.
ResponderEliminarBuen relato, Mª Luisa.
Besos.
Tú si que le has sacado punta a tu relato.
ResponderEliminarUn saludo Maria luisa
Muy creativo, Mª Luisa. Me ha encantado por todo lo que contiene, jajaja.
ResponderEliminarUn abrazo.
Qué bonito, M.Luisa. Sólo sacando punta a los lapiceros surgen historias como esta.
ResponderEliminarVoy a ir afilando el mío, para que aprenda.
Muchas gracias a todos los que me habéis comentado el micro. Realmente me siento identificada con el lápiz todas las veces que dibujo o escribo (a mano, se entiende)
ResponderEliminarUn homenaje al humilde lápiz, con el que todos comenzamos a escribir, y hasta se podía borrar.
ResponderEliminarSuerte, María Luisa.
¡Qué bonito, tocaya! Un precioso homenaje al lapicero, protagonista en la sombra de todas las historias que escribimos con el mismo.
ResponderEliminarLa pena es que con el uso, se va acabando.
Perfectamente descrito, Mª Luisa.
Un beso grande.
Malu.
¡¡Magnífico homenaje al lápiz!! Muy buen cincuenta, María Luisa.
ResponderEliminarEnhorabuena. Me ha gustado mucho. Solo me queda por decirte que nos seguimos leyendo. Y tú, por supuesto, nos dejes de escribir (con lápiz o sin él) para que yo te pueda leer.
Un abrazo.
Un hermoso homenaje al lápiz, el dibujo y la escritura.
ResponderEliminarPrecioso micro, María Luisa. Besos.
Muy bonito tu homenaje al lapicero y muy original.
ResponderEliminarMe ha gustado. Besos
Muy bueno María Luisa!Tu relación con el lápiz es simbiótica, una relación de afecto personificado. Éxitos.Besos
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