El faro de las mareas solitarias
A veces piensa que volverá.
Y lo espera apoyada en el faro.
Agazapada en la solemnidad del dolor, no sabe que Manuel está a su lado, disipando las brumas de su soledad y aguardando para llevársela con él, al infinito, el día que la ventisca del tiempo apague su luz.
Escrito por Pablo Núñez - Twitter
Y lo espera apoyada en el faro.
Agazapada en la solemnidad del dolor, no sabe que Manuel está a su lado, disipando las brumas de su soledad y aguardando para llevársela con él, al infinito, el día que la ventisca del tiempo apague su luz.
Pablo, no podía empezar mejor el mes de abril, romántico y poético relato.
ResponderEliminarElla esperando, allí junto al faro y él, su alma, su espíritu, junto a ella, también esperando a que llegue su día.
Un amor eterno, en vida y después.
Tienes frases que calan, que llegan, "agazapada en la solemnidad del dolor", "disipando las brumas de su soledad" y la frase final "el día que la ventisca del tiempo apague su luz", es que casi lo copio entero porque todo el relato me encanta. ¡Ah! y el título es genial.
Muy bueno, Pablo, me ha gustado mucho, enhorabuena.
Un abrazo enorme.
Nos muestras tu vena poética con un texto compuesto de varias imágenes como de otro tiempo, traspasadas por la tristeza y su misterio, pero, curiosamente, donde podemos también atisbar la esperanza a través del reeencuentro. Enhorabuena y suerte, Pablo. Saludos.
ResponderEliminarQué triste, Pablo. Pero la tristeza suele guardar la belleza altiva de la supervivencia al borde de la irrealidad.
ResponderEliminarAcertadísima metáfora la del faro.
Aplausos entre las olas.
Qué bonito y triste al mismo tiempo.
ResponderEliminarTambién esperanzador, dibujando la ilusión de que en el misterio de la muerte, el amor pueda ir más allá... y esperarte vivo.
Un faro en el que apoyarse...
Enhorabuena por el micro.
Precioso y romántico, Pablo. Todos hemos sentido esa sensación del ser querido al que ya no podemos ver pero seguimos notando su presencia a nuestro lado.
ResponderEliminarUn beso.
Qué bonito, Pablo. Y qué triste a la vez.
ResponderEliminarComo dice Javier, hay unas frases preciosas en este texto, poéticas.
Te ha quedado redondo.
Aplausos. Más aplausos.
Besos.
Poético, romántico, me ha gustado mucho.
ResponderEliminarPablo, precioso y poético relato, lleno de sentimientos, como la esperanza de que Manuel regrese del mar que se lo llevó, de amor eterno tras volverse a encontrar.
ResponderEliminarMuy bello tu relato, Pablo. Nos pones mes a mes el listón muy alto.
Besos apretados.
Un relato bello, bello. La tristeza que vislumbra y el faro como linterna que espera a que esa luz se apague. Hay acompañamiento en esas mareas solitarias.
ResponderEliminarMe gusta muchísimo
Besicos, Pablo
A la tristeza de la pérdida, al dolor del vacío y de la ausencia, se antepone la esperanza de que, antes o después, las almas gemelas puedan volver a encontrarse en otra dimensión. El que está en el otro lado sabe que sólo le que da esperar; el sufrimiento es para la mujer que se queda, aprisionada por sentimientos, sujeta todavía a un tiempo que los separa, pero la ventisca sabrá hacer su trabajo.
ResponderEliminarSimbolismo y lenguaje poético bien engarzado bajo un título evocador y sugerente. Una lectura de nivel para arrancar un mes que arranca con calidad.
Un abrazo grande, Pablo
Te muestras poético y melancólico, en este micro, pero sin caer en la sensiblería. Te felicito, Pablo. Y aprovecho también para felicitarte por todos tus triunfos literarios. Te mereces lo mejor.
ResponderEliminarBesos.
Es triste el trasfondo de este relato, pero a la vez, poético y cargado de gran simbolismo. El amor más allá de la muerte y la soledad como sala de espera para un reencuentro eterno.
ResponderEliminarElementos y temática, magistralmente combinados, Pablo. Un abrazo.
Para empezar, te diré que es un relato bello, poético y triste. La espera de la protagonista, su dolor y su soledad están envueltos en una estampa poética, dominada por el faro y la niebla. La presencia de Manuel dota a la historia de una dimensión sobrenatural, que trasciende los límites del tiempo y de la muerte. A esa esperanza nos acogemos los lectores, última luz tras el faro apagado.
ResponderEliminarEl mes de abril ha comenzado con altura. ¡Enhorabuena, Pablo! Besos.
Tres hurras por ese guardián invisible que vela por su amada. El mundo sería mejor si las olas del mar estuviera hechas de espuma y amor.
ResponderEliminarBellísimo relato, Pablo y un magnífico estreno para este mes de abril.
Abrazo.
¡Qué fácil lo tiene para reunirse con él! ¡Y no lo sabe!
ResponderEliminarUn buen micro. Enhorabuena, Pablo.
Saludos
Bellísimo relato de un amor que perdura a pesar de todo, que no reconoce las reglas que separan a los vivos de los muertos.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pablo, tu micro es romanticismo en estado puro.
Un abrazo
Mi querido Pablo... después de leer tu relato, lo primero que sale de este tierno corazón que te lee, es un suspiro largo, muy largo...
ResponderEliminarCuando lo leí por primera vez, me fui directamente a la torre de Hércules en la Coruña, no me preguntes por qué. Después de leer el micro una segunda vez y releerlo unas cuantas veces más, me quedo absorta, mirando ese faro de lejos y viendo a tu protagonista, apoyada en él y agazapada por la solemnidad del dolor, esperando a Manuel, mientras piensa que puede volver y la bruma le envuelve; y la ventisca del tiempo se aproxima de forma inexorable, acortando así lo que separa a esta pareja tan bonita que nos has traído en este mes de abril.
¡Abran paso, veo a uno de los finalistas de este mes!
M A R A V I L L O S O.
Maravilloso, Pablo. Es dulce, tierno, romántico, bello, poético, contado de forma serena, con sus pausas necesarias para degustarlo como se merece, porque es una delicia.
Un beso grande, ahijado, se me cae la baba...
Malu.
Que bonito escribes Pablo. Me quedo extasiada con la imagen de ella, y al fondo la luz del difunto amante acompañandola en su soledad. Y parece un cuadro de un pintor, y eso es gracias a tus palabras escogidas a pinceladas en tonos azules y naranjas.
ResponderEliminarUn abrazo
Que bonito Pablo!, el título es una maravilla poética como pocas, me imagino la portada del libro con un faro brumoso y fantasmal con tonos oscuros (por la editorial Valdemar obviamente).
ResponderEliminarMis felicitaciones por tan hermoso relato.
Saludos.
Muy bien expuesto tu relato por las pinturas y colores elegidos, por la poesía del texto y por la literaria trama sugerida.
ResponderEliminarMe has convencido. ¡Eres un artista!
Un fuerte abrazo, Pablo.
Como dice Raquel, parece un cuadro, una marina poética sobre el amor, la soledad, la espera junto al mar, el que llevará a un reencuentro final con Manuel. Te felicito y un abrazo.
ResponderEliminar¿Qué te puedo decir, paisano? Se me ocurre que has hecho un soberbio cincuenta y que has puesto, nada más comenzar el mes, el listón muy pero que muy alto.
ResponderEliminarMe ha encantado todo entero, desde el título (¡qué importantes son!) hasta ese final tan categórico que nos avisa de que, solamente cuando llegue el fatídico momento, ese corazón enamorado y siempre a la espera podrá reencontrase con Manuel quien, aunque no lo sepa ella, ahí está presente, a su manera...
¡Magnífico, Pablo! Enhorabuena y nos seguimos leyendo. En mi caso por aquí y por donde sea que nos dejes tus fantásticos escritos.
Un abrazo.
Sugerente, evocador y muy poético microcuento el que nos dejas este mes, Pablo. Nada más leerlo, mi cerebro ha hecho una asociación inmediata, y en esa sala de música que no sé en que lóbulo o en que ‘ovéjula’ se localiza, ha empezado a sonar la canción de Mecano, Naturaleza muerta, donde la historia que cuentan es la de una pareja de enamorados –Ana y Miguel- en la que él es un pescador que ha de salir a pescar para ganarse la vida; y el mar, que está enamorado de Ana, y sufre de unos horribles celos, decide arrebatarle la vida a Miguel.
ResponderEliminarY, en la orilla del mar, Ana, espera el regreso de Miguel, así como la protagonista de tu microcuento espera a su Manuel apoyada en el faro.
Ana acaba convertida en roca a la que la naturaleza recubre de sal y de coral. Tu protagonista también se consume en el dolor desconociendo que, como en la película Ghost –y aquí empieza a sonar en mi cerebro la que para mí es una de las canciones de amor más extraordinarias de todos los tiempos, es decir Melody unchained-, su amado está cerca de ella, a su lado, en uno de esos mundos que, como dice Paul Eluard están en este, o quizás no, pero dónde sí están es en la imaginación humana.
Por último, decirte que has acabado el microcuento con un hermoso verso para referirte a la muerte, un dodecasílabo que cualquiera poeta quisiera para sí: “La ventisca del tiempo apague su luz”.
Aquí te dejo mi cerrada ovación, como suele decirse. Un abrazo.
Estos días ando algo liado y no tengo el tiempo y la calma necesaria para contestaros como os merecéis, ni para comentar a vuestros grandes relatos.
ResponderEliminarDe momento permitidme que os de las gracias a todos los que os habéis pasado por aquí a dejarme tan amables y generosas palabras.
En cuanto pueda, os iré contestando uno a uno.
Besos y abrazos.
Pablo
Hay esperas que parecen eternas, que no consiguen disipar la oscuridad de la ausencia. Hay mareas de tristeza en cada una de tus bellas palabras y hay una ventisca que traerá luz cuando llegue el momento del infinito encuentro.
ResponderEliminarUna maravilla leerte Pablo.
Felicidades este 50 tan bien hilado. Besos.
Pablo, tu micro está lleno de sensibilidad, romanticismo, melancolía, pasión...es triste ver la soledad de ella que lo añora. Has descrito de forma sublime cómo Manuel la envuelve y cuida de ella desde el más allá. La escena resulta realmente conmovedora. El título pone la guinda: El faro de las mareas solitarias; el escenario no podía haber sido mejor. No he podido evitar asemejar el hilo y la melancolía de tu 50 con aquella canción de Maná: El muelle de San Blas. Al final, tu protagonista también creo que echará raíces en el faro y verá el vaivén de las olas perdida en su soledad. Puedo ver la foto de tu relato viendo a ella ensimismada en el faro y a él, con formas borrosas, apoyado en el hombro de ella.
ResponderEliminarFelicidades Pablo, has logrado sacarme un suspiro con semejante joya literaria. Aquí tienes a un seguidor, fan y admirador, te lo has ganado a pulso con este escrito. Un abrazo. Enrique
La ausencia puede ser una compañera muy intensa y conseguir establecer un vínculo con ella, a veces, es conseguir poner luz al horizonte.
ResponderEliminarLuz, poesía, acantilados y salitre se amalgaman para mecernos con el vaivén de la marea de unas palabras que estremecen y acunan por igual.
Has escrito un relato capaz de atardecer, Pablo.
Precioso. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo, compañero.
Amigo, eres único imaginando situaciones conmovedoras y, todo un maestro a la hora de darles forma. En esta que nos planteas tus personajes sufren de modo diferente, por motivos obvios, la separación provisional que la muerte de uno de ellos ha provocado. Siempre me ha parecido injusto que, de existir algo después de la muerte, los que se quedan aquí no puedan saberlo. De otro modo, el dolor y la soledad de tu protagonista, y de cualquiera en una situación parecida, se mitigarían bastante.
ResponderEliminarEnhorabuena por esta preciosidad en la que el título, por cierto, no se queda atrás.
Un abrazo, Paul.
Maravilloso, Pablo. 50 palabras de poesía pura. Es una pena que no percibamos más claramente que los que se nos van siguen, de alguna manera, estando a nuestro lado. Enhorabuena y un abrazo.
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