Teatro
Quería verme enseguida. Tuve que sacrificar un ensayo.
Dijo que me abandonaba, quejosa de que sólo viviese para ser actor.
Acepté su decisión sin alterarme. Agradecí lo compartido con mi mejor sonrisa.
Más tarde comprendí que había sido mi mejor interpretación. Fue antes de llorar. No he dejado de hacerlo.
Dijo que me abandonaba, quejosa de que sólo viviese para ser actor.
Acepté su decisión sin alterarme. Agradecí lo compartido con mi mejor sonrisa.
Más tarde comprendí que había sido mi mejor interpretación. Fue antes de llorar. No he dejado de hacerlo.
La doble máscara del teatro fluye en las palabras de tu relato. Tantas veces la vida nos muestra su cara amarga y nosotros hemos de responderle con una sonrisa.Después, en la intimidad, vienen las lágrimas. Pienso si no se nos habrá educado demasiado rígidamente en el fingimiento, cuando emocionalmente es sano reconocer los sentimientos que nos provocan las situaciones, sean de duelo o de risa, y expresarlos asertivamente.
ResponderEliminarCreo que también nos propones una acertada reflexión sobre lo que supone sacrificarlo todo a la profesión-pasión de nuestra vida. Tanto que puede acabar con nuestras relaciones sentimentales y nuestra vida personal.
Has personificado en el actor esta entrega sin medida, profesión dura e incierta que exige, como en tu historia, un pago exorbitante por vivirla.
Un relato intenso y desgarrado, donde la pasión y el dolor se aúnan en cincuenta maravillosas palabras.
Un abrazo, Ángel.
Cuando la actividad a la que quisiéramos dedicarnos es un tanto especial, no sólo eso, sino que también nos llena, apasiona y absorbe, no siempre resulta sencillo encontrar a alguien comprenda, respete y comparta ese mismo vínculo. Antes o después, de forma inevitable, uno de los dos lados ha de romperse. Ya dicen que quien algo quiere algo le cuesta, pero a veces el precio a pagar es muy alto y, en cualquier caso, resulta doloroso. Por muy profesional que logre ser un actor, como cualquier otro, antes de ello es primero persona.
EliminarAgradezco mucho tu acertado y completo comentario, así como tus amables palabras.
Un abrazo, Manuel
Ángel, este actor lleva el teatro en la sangre y ha hecho su mejor actuación cuando más destrozado estaba por dentro. Aún tenía ella razón que vivía para el teatro. Tal vez hubiese sido mejor repartir ese amor y entregarle unnpoco más a ella.
ResponderEliminarUn relato escrito de tal manera que cada párrafo es un microrelato y al unirlos todos hacen un cincuenta palabras excepcional.
Buen relato, Angel, me ha gustado mucho.
Un abrazo enorme.
Como bien dices, quizá el secreto de una existencia más o menos fructífera en todos los sentidos, como suele ocurrir, se encuentre en saber hallar un equilibrio entre los mundos opuestos entre los que, a menudo, tenemos que lidiar. La entrega absoluta en un solo campo puede producir efectos sorprendentes, pero a costa de dejar otras parcelas abandonadas, cuando todo tiene su importancia.
EliminarMuchas gracias Javier, por tus palabras y por pasarte en estos momentos. Otro abrazo enorme para ti, extensivo también a Pilar
Una representación teatral, una representación de vida, condensada en ese final "fue antes de llorar, no he dejado de hacerlo". Actor/hombre, hombre/actor.
ResponderEliminarMi aplauso sincero, Ángel.
Por mucho que el actor haya ensayado el autocontrol y una determinada máscara para cada situación, debajo subyace un hombre que, antes o después, se abrirá paso y necesita su espacio. Esa dicotomía en la que tan bien incides es la que flota en estas cincuenta palabras.
EliminarMuy gracias y un abrazo, María Jesús
Una composición teatral en un solo acto. La vida de los cómicos toda una obra, en tu caso, en tu relato se condensa en ese final de aplauso.
ResponderEliminarPor eso te felicito. Amigo Ángel, buena maestría y dominio de las 50 palabras.
Besicos
Los actores y los cómicos han de lidiar en ese límite fino entre el arte, la realidad, el fingimiento y la vida personal.
EliminarAgradezco mucho tus palabras, Carmen.
Besos también para ti.
Y de qué le sirvió esa gran actuación que solo disfrutó un espectador si, al final, su pago fue el mayor de los fracasos. Más le valiera haber hecho uso de su aparente facilidad actoral y tratar de solucionar las cosas hablando, no representando un personaje. Nos dejas un buen relato, Ángel. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarSeguro que después de su mejor actuación se arrepintió de no haber planteado su papel de otra manera. Cómo bien dices, de qué le sirve si nadie más lo ha visto y el resultado ha sido tan catastrófico. Ha elegido jugarse todo a una carta que, por aun en el caso en el que le salga bien y por mucho que le llene, dejará como precio un vacío que no podrá llenar con ningún aplauso o escenario.
EliminarMuchas Gracias, Jesús. Saludos también para ti
Siempre me he preguntado qué tienen tus personajes, que se me quedan dentro del coco, en un rinconcito que tengo para los buenos recuerdos, a salvo de picotazos de la gallina. Y creo que acabo de descubrirlo: tienen tu humanidad. Este es un caballero de la escena que acepta la decisión de su chica sin montarle una tragedia, como hubiera podido hacer muy bien, aunque le cueste desmoronarse dentro de su soledad. Puede que se lo haya buscado él solo, pero aceptar las derrotas es de valientes.
ResponderEliminarAplausos, aplausos... ¡Que salga el autor!
Cuando en una pareja se llega a una determinada situación nunca puede saberse a ciencia cierta quién es más culpable. En todo caso, este personaje ha demostrado verdadero oficio de actor, dominio y estilo, aunque las lágrimas, esas que ocultará siempre a todos y guarda sólo para sí, parece que no se las va a quitar nadie, pues son igual de verdaderas que la pasión por las tablas.
EliminarEsa gallina tan entrañable que cuidas tiene mi permiso para picarme todo lo que quiera, es más, es un honor.
Un abrazo de esos buenos, aunque peligren las vértebras
Quizá si ella le hubiera visto afectado...
ResponderEliminarHay profesiones que exigen mucha dedicación, y eso convierte en sacrificadas a las personas que están alrededor del implicado. Supongo que si no se ven compensados en otros momentos para cubrir sus necesidades, se hace difícil seguir ahí.
Coincido con los comentarios que me preceden sobre el final: "No he dejado de hacerlo"
Aplausos para el actor y el autor!
Y un beso para el autor ;-)
Por mucho que nos absorba una actividad, nunca debemos de olvidar y agradecer la compañía y el apoyo de quienes nos acompañan, además de apoyarles nosotros en aquello que emprendan, pues el mismo derecho tienen. Todos los extremos son malos y al final las cuerdas, de tanto estirar, tienen que romperse. Nos compadecemos de este protagonista, pero ella también merece nuestro respeto y tiene sus razones y, como bien apuntas, con algo más de dedicación que le dedicase puede que se hubiese conformado.
EliminarÉl sí merece esos aplausos como actor, de mí no estoy nunca seguro, pero con lo que si me quedo es con ese beso y te mando otro con todo mi afecto
Tu excelente micro, Ángel, me lleva a pensar en algo que siempre me he preguntado: ¿qué hay de auténtico, de real, en las relaciones personales de un actor o actriz? Me parece tan dificil dilucidarlo, en especial en los grandes "mentirosos profesionales" (si me permites la expresión; vaya por delante que admiro mucho a los pertenecientes a la farándula), que puede terminar con relaciones que, probablemente, surgieron de una falsedad o fingimiento y acaban, también, del mismo modo.
ResponderEliminarEnhorabuena, amigo Ángel. Besos.
El que planteas es un tema muy interesante. Recuerdo una entrevista al cómico británico que interpreta a Mr. Bean, que me sorprendió pues no tenía nada en absoluto que ver con su personaje; en la realidad se mostraba mucho más serio y hasta más bien insulso y poco propenso a bromas. Siempre se ha dicho que los payasos de circo y los cómicos en general, muchas veces, son personas con un trasfondo triste.
EliminarGracias por tu comentario y me alegro de que te haya gustado, María José.
Besos
Si ya todos, en cierta forma, estamos en el gran teatro del mundo, que diría Calderón de la Barca –que por si con eso no le bastase, nos dijo, además, que la vida es sueño-, escribir un microcuento en el que el principal protagonista es un actor de teatro, supone rizar el rizo sobre ese juego de espejos en el que nos vamos reflejando mientras transcurre el tiempo.
ResponderEliminarNo sé cómo pueden convivir esas criaturas con las propias interpretaciones que todos tenemos que hacer para sobrevivir, y esas interpretaciones en las que se meten tanto en la piel de sus personajes que, a veces, tienen auténticos problemas para separar la realidad de la ficción, y algunos acaban medio majaras o majaras del todo, como Bela Lugosi, que al final de su vida se creía Drácula, o Johnny Weissmüller que también, en su senectud, daba gritos como Tarzán, por poner un par de ejemplos.
Víctima de todo eso creo que es tu protagonista, para quien lo principal es su carrera de actor, de tal forma que, en un primer momento, parece que no se da cuenta de lo sucedido, inmerso como vive en su mundo de escenarios, bambalinas, tramoyas, luces, aplausos...
Es más tarde, cuando la realidad –la cual resulta muy difícil de esquivar, aunque todos a veces lo intentamos- se le va haciendo nítida, cuando, seguramente, empieza a echar de menos esos buenos momentos que ha pasado con la amada; y entonces, algo que suele pasarnos con mucha frecuencia a los humanos, recapacita, a toro pasado, y sabe que ha metido la pata hasta el corvejón y que, probablemente, ya no pueda remediarlo y sólo cabe llorar.
Gran tema el que has traído en tu microcuento, Ángel, y, en cierto modo, no es privativo de los actores, ni mucho menos, suele ser bastante recurrente en las películas de detectives hollywoodienses, en las que esos defensores de la ley anteponen su deber a sus amores y familia y acaban perdiéndolas.
Como algunos de mis compañeros, y trayendo a colación el título de un libro de David Lodge, yo también grito y reclamo para ovacionarlo: ¡El autor, el autor!
Un abrazo.
Esos actores míticos que acaban confundiendo su vida real con la postiza de tanto meterse en su papel, son claros ejemplos de hasta dónde puede llegar la mente humana a la hora de adaptarse o mimetizarse en una situación concreta. Seguro que fueron personas muy inteligentes que lograron interpretaciones únicas y creíbles, pero al final todo tiene un precio, que subyace en una trastienda que el público nunca vio. Con todo el mérito que tuvieron, más difícil quizá aún es saber ceñirse en cada realidad específica a la forma de proceder más adecuada. Dicen que todos actuamos así, que no somos exactamente iguales con unas personas que con otras, en el trabajo que en el hogar, delante de nuestra familia o solos ante la presencia cómplice de nuestros amigos de toda la vida. Parece ser que esto es lo correcto y a ello la sociología posmoderna le ha puesto un nombre, la cacareada inteligencia emocional.
EliminarEs complicado saber cómo acertar. Si siempre actuamos de la misma manera nos pueden acusar de rígidos, cuadriculados, seres de piñón fijo; si se da el caso contrario, pueden decir que somos unos veleidosos, que nos vendemos al momento, no somos auténticos y sí superficiales. Seguro que siempre nos equivocamos, pero lo más próximo a lo correcto parece ser tratar de lograr ese equilibro al que ya he aludido en algún comentario anterior, que no deja de ser una quimera, pues como seres imperfectos que somos, de forma inevitable, acabaremos haciendo agua por algún sitio, o por todas partes.
Ya te he dicho otras veces y no me cansaré de repetirlo que tus comentarios son muy valiosos para mí, al igual que tus relatos, que eres un pozo de sabiduría y amenidad para todos nosotros.
Gracias de corazón por tu tiempo y por tus amables palabras, Enrique.
Ahí va otro abrazo grande
Si no lo hubiese firmado, yo lo hubiera afirmado, es de Ángel. No podía ser otro.
ResponderEliminarGenial, un abrazo de los dos.
No entramos más en la página porque estamos muy liados, que lo sepáis.
José María, tú siempre tan amable.
EliminarAgradezco mucho tu visita y espero que os vaya muy bien. En casa conservo ese pequeño tesoro en papel, que parece ir de un estante a otro, "a salto de mata".
Un abrazo doble, y extensivo a Dori
En tu micro se unen una buena historia, una escritura impecable y un final de los que me gustan, esos que no esperas ni ves venir y le cambian el sentido al relato.
ResponderEliminarPrimero nos presentas desapego, luego dolor, pero lo que el relato me deja con el “No he dejado de hacerlo” es una sorprendente sensación de ternura.
Enhorabuena, Ángel. Como siempre, es un placer leerte.
Un cordial saludo.
En esa frase se resume el punto débil del protagonista. Por muy buen actor que sea o intente ser, también tiene su corazoncito. Quizá con el tiempo se sequen esas lágrimas, pero siempre lamentará esa ruptura y, de forma inevitable, va a preguntarse si mereció la pena el sacrificio de abandonarlo todo en beneficio de esa vocación tan absorbente y en perjuicio de todo lo demás.
EliminarMuchas gracias y un saludo cordial también para ti
Me has recordado una canción:
ResponderEliminarTeatro, lo tuyo es puro teatro...
fue tu mejor actuación, destrozar mi corazón...
Y como dijo alguien, 'el mundo es un escenario'.
Creo que esta debe ser la representación más triste de su vida. Ojalá encuentre público más afín y vuelva a sonreir.
Besos Ángel. Y aplausos :)
Esperemos que lo que ha perdido por una parte le sea compensada por la otra, aunque es de temer que se trate de realidades distintas y de vacíos diferentes que requieren llenarse de manera individual.
EliminarRecuerdo esa canción, que podría ser la banda sonora o de fondo de este pequeño relato.
Mil gracias, Maest. Besos
Autopsicografia
ResponderEliminar"O poeta é um fingidor.
Finge tão completamente
Que chega a fingir que é dor
A dor que deveras sente."
Gracias por compartirlo, me ha gustado.
Salut.
Actores, e incluso, poetas, son, como se dice en ese hermoso poema, personas que ni ellos mismos, a veces, llegan a saber cuáles son sus verdaderos sentimientos, no porque no los tengan, sino porque su sensibilidad hace que sean muy cambiantes.
EliminarGracias a ti por tu comentario y me alegro de que te guste.
Saludos. Salut
El trabajo de tu protagonista le hace confundir las fronteras entre la realidad y la ficción. Él es actor, y solamente actor. La frase final así lo sentencia.
ResponderEliminarMuy bueno tu relato, Angel. Muchos besos.
Por encima de todo es actor, o eso intenta, sólo que en esa postura uniforme con la que se recubre existe una grieta, por la que se cuelan unas sentidas lágrimas que parece que no controla.
EliminarMuchas gracias, Olga, y muchos besos
Ángel, lo que no cabe la menor duda es que el protagonista de tu micro se encuentra completamente roto y deshecho. Yo creo que ese desamor le ha hecho perder el juicio entre la realidad y la ficción y sacó el actor que llevaba dentro para combatir la situación. Quizás fue un mecanismo de defensa sacar su yo ficticio-profesional para ocultar al yo que realmente es del golpe amoroso que se le venía encima. Al final, los sentimientos terminan saliendo y bajo la máscara de ese actor comprensivo con la ruptura se encontraba un hombre sensible y vulnerable. Felicidades, Ángel. Tu 50 es súper romántico y sentido. Enhorabuena, un abrazo. Enrique.
ResponderEliminarSu mejor interpretación ha sido aparentar justo lo que no es, un hombre calmado y civilizado ante una noticia que parece no alterarle, cuando en realidad le ha destrozado por dentro. Como bien apuntas, por algún resquicio tiene que salir su verdadera personalidad. Al menos, ella se habrá marchado con la sensación de que no le ha hecho mucho daño, con lo que ha demostrado ser un intérprete de lo más convincente. Sus puntos débiles se los guarda para él.
EliminarMuy agradecido por tu amable comentario, Enrique.
Un abrazo
«Teatro, lo tuyo es puro teatro (...)», pero lo cierto y verdad es que su risa terminó en lloro. Y ahí sigue, llorando amargamente; en soledad, lo cual aún amarga más.
ResponderEliminar¡Qué buenas historias nos cuentas siempre, amigo Ángel!¡Tan llenas de verismo y tan bien descritas con pinceladas sencillas y comprensibles! ¡Admirable en toda su extensión!
Excelente cincuenta. Enhorabuena y nos seguimos leyendo. Tú ya sabes que, en mi caso, con plena devoción por tus escritos, aquí y en donde sea.
Un fuerte abrazo, maestro.
La única actuación verdadera de este personaje es la que interpreta para sí mismo, cuando nadie lo ve. De alguna forma parece que él decidió concentrar todas sus energías en el mundo de las tablas o la farándula, posiblemente con éxito, pero éste siempre tiene su contrapartida, un precio a pagar.
EliminarYa sabes que para mí el maestro eres tú, yo sólo enredo aquí y allá de cuando en cuando, pero agradezco mucho tus palabras y el tiempo que me dedicas
Un abrazo fuerte, José Antonio
Desde luego que tu protagonista es un buen actor y su vida, puro teatro. Quizá en esta ocasión ha interpretado el mejor papel de su vida, pero le va a costar salir de la tristeza y soledad en la que se ha quedado. Si no hubiera dedicado su vida en cuerpo y alma a su oficio y hubiera estado más atento a su amor, esto no hubiera pasado.
ResponderEliminarTendrá que seguir interpretando, pero mucho me temo que le costará un tiempo recuperar la alegría.
Enhorabuena, querido Ángel, un micro que nos enseña mucho más allá de las Cincuenta Palabras. Y es que a veces los oficios y devociones nos quitan otra parte importante de nuestras vidas, así que ojo y a cuidar y cultivar todos los campos.
Un beso grande. Enhorabuena.
Malu.
Quien inventó la jornada de 24 horas se quedó cortísimo. Al menos, los que somos inquietos, un grupo en el tú también figuras y seguro que con honores, necesitamos tiempo para muchas cosas, pero éste no se puede estirar, o las manecillas del reloj detener y no queda más remedio que repartirse, programarse, sin dejar ningún aspecto huérfano de atenciones, menos que ninguno las relaciones humanas y el trato con aquellos más cercanos, al menos con ellos. Si el precio a pagar es convertir una pasión, en este caso, el teatro, en esa categoría secundaria que llamamos afición, habrá otras compensaciones, aunque cada cual hace sus apuestas y plantea unas prioridades.
EliminarGracias siempre por tus palabras, Malu.
Otro beso grande para ti
Tu protagonista ha elegido entregarse a su oficio, el teatro, en detrimento de sus relaciones amorosas. De algún modo se ha negado a sí mismo como hombre necesitado de amor. Hay profesiones muy absorbentes y la del actor requiere tiempo y construcción de máscaras. La noticia de la ruptura la lleva con la máscara de la comprensión y la entereza. Pero, ya a solas, se entrega al llanto que tan bien supo ahogar.
ResponderEliminarEs un relato triste y magnífico, Ángel. Tu personaje se te queda clavado tras correr el telón.
Enhorabuena y besos.
Decir que todo tiene un precio no es sólo una frase hecha. Cuando nos entregamos en cuerpo y alma a algo o a alguien a la vez renunciamos, de forma inevitable, a otras muchas cosas. Mientras el tiempo y el espacio en el que nos movemos siga igual de limitado no queda más remedio que optar, lo que sucede es que a veces olvidamos que toda elección tiene consecuencias.
EliminarMil gracias, Carmen. Besos
El teatro de la vida. Me ha parecido una idea genial.
ResponderEliminarUn abrazo ángel
De manera consciente o no, como tantas veces se ha dicho, todos tenemos un papel, o varios, en ese gran teatro que es la vida. Otra cosa es lo que sucede entre bambalinas, esa otra actuación más cercana a nuestro verdadero yo.
EliminarMuchas gracias y un abrazo, Raquel
Qué bueno Ángel! Las máscaras de la vida que dan paso a las lágrimas sinceras. Qué difícil es reconocerlas en los actores (teatrales o no). Un fuerte abrazo
ResponderEliminarLa sinceridad sin tapujos, abrir el corazón que solemos tener envuelto varios diferentes barnices, no es algo que se dé con frecuencia, o de lo que podamos ser testigos.
EliminarMuchas gracias por tu lectura y por tus amables palabras.
Otro abrazo fuerte para ti, Jero
Quizá la mujer del protagonista de tu micro estaba harta de que él siempre fingiera.
ResponderEliminarUn buen relato.
Saludos, Ángel
Ella se quejaba de poca atención, aunque también es posible lo que tú apuntas, que nunca llegase a saber si la quería de verdad, si lo suyo era deformación profesional dentro y fuera del escenario.
EliminarMuchas gracias por tu comentario, Placido.
Saludos
Ángel, hay profesiones que por la dedicación que exigen o por los horarios en los que se realizan, son bastante difíciles de compatibilizar con la vida familiar o en este caso de pareja. Los actores a veces me parecen admirables, cuando después de sufrir una pérdida familiar o desgracia personal, son capaces de salir a escena como si nada hubiese ocurrido. Ya dicen que el "show go on". Tu protagonista ha sabido ocultar su dolor ante el abandono de su pareja, aunque después, a solas, llore desconsoladamente.
ResponderEliminarMuy buen micro, amigo, siempre tan humano.
Besos muy apretados. Gracias por tu cariño, se agradece mucho en momentos como este.
A mí también me resultan admirables esas personas que salen a escena dejando a un lado sus situaciones personales, capaces de sacar lágrimas o risas de la nada, lo que no quita para que tengan su humanidad y sientan igual que todos los demás.
EliminarHablando de humanidad, me consta que de eso tú sabes mucho.
Mil gracias por tus palabras. Ahí te mando besos y todo mi afecto
Nos muestras la entereza del cómico, capaz de llorar por dentro mientras proyecta sonrisas. Nos muestras la obsesión por una pasión, capaz de vivir mil vidas menos la propia. Nos hablas de los remordimientos, esa tardía lucidez de comprender cuando ya es demasiado tarde.
ResponderEliminarNos transmites tantas cosas que pareces dilatar el espacio con pequeños soles perfectamente unidos, conformando la constelación del Ángel.
Gran relato, de nuevo.
Un fuerte abrazo.
Es una suerte tener a alguien como tú, con esa sensibilidad que no pierde detalle, para apreciar hasta el más recóndito vericueto de un texto y expresarlo, además, de la mejor manera posible. Si tus relatos son un lujo los comentarios no le van a la zaga. Hablas de constelación, pero tus palabras bien valen un universo entero.
EliminarMil gracias Antonio. Otro abrazo fuerte para ti.
!Bravo!
ResponderEliminarEsa palabra breve a mí me vale mucho y gustoso te contesto con otra: Gracias.
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un saludo, Maite
Para mí gran parte del sentido de esta historia esta en esa breve frase: "Tuve que sacrificar un ensayo". Creo que con ella nos haces ver, al conceder tanta importancia a esa ocupación, la significativa cantidad de cosas de pareja que habrán sacrificado en favor del teatro, actividad no compartida, y que ha hecho que finalmente ella tome tan drástica decisión. El resultado de ello en la realidad del protagonista parece ser nefasto, en vista de su estado de ánimo, recordándome a esa canción de Kiko Veneno que dice "Si tú no te das cuenta de lo que vale, el mundo es una tontería, si vas dejando que se escape lo que más querías". Pero me pregunto al mismo tiempo por qué no ha ido a buscarla con un cambio en sus intenciones. Y concluyó en que prefiere seguir llorando antes que sacrificar un solo minuto más de ensayo.
ResponderEliminarExcelente relato, Ángel (ya sabes que estas dos palabras van juntas en mi teclado ;-)).
Un abrazo, amigo. Y mi más sincera enhorabuena por el entrañable y precioso homenaje del también enorme Carles.
Quise decir "concluyo"
EliminarDicen que en toda relación entre dos personas, por estrecha que sea, es necesario dejar a la otra parte una parcela, algún espacio propio, para que no se sienta acosada o dependiente y pueda desarrollarse de una forma integral. Como sucede con tantas cosas, todo es correcto si se encuentra dentro de su justa medida y lo contrario. Efectivamente, la frase en la que incides hace ver que la compañera del protagonista quizá tiene razones fundadas y motivos ciertos para no querer seguir en una relación donde ella ocupa un plano muy secundario.
EliminarMil gracias por tus amables palabras y por molestarte en hacer un análisis tan detallado y certero. Esta página, blog o punto de encuentro, está poblada por personas excepcionales. Carles, a quien aludes, es una de ellas, como también lo eres tú.
Un abrazo grande, amigo Enrique
Gran relato Ángel, aunque hay muchos actores aficionados que imitan a tu personaje,son poquísimos que lo reconocen.
ResponderEliminarUn gran abrazo y un gusto leerte como siempre. (suerte que alcance a comentar tu micro en tu mes...jejeje).
El gusto es mío, Jean, por contar con tus lecturas y tus amables comentarios, siempre bien recibidos.
EliminarOtro abrazo grande para ti
Lo de este hombre es como se suele decir "deformación profesional". Tenía que haber dejado de actuar y haber demostrado su dolor; igual todavía estaba a tiempo. Muy triste y bien contado, Ángel. Un abrazo.
ResponderEliminarNo supo compaginar la vida profesional con la personal, como tampoco separar la actuación de la sinceridad. "Deformación profesional" podría haber sido un título de lo más apropiado para este relato.
EliminarMuchas gracias, Juana. Un abrazo
Aunque tarde, pero no he querido dejar de leerte en este 50 de abril.
ResponderEliminar¡Plas, plas, plas! un aplauso a tu relato por tratar un tema que siempre hasuscitado cierta controversia en cuanto a los sentimientos de los actores.
Bravo!. Vayan dos abrazacos, ya sabes, por si alguno se perdiere.