Una vieja amistad
Somos amigos desde críos. Has llorado en mi hombro cuando otros te han fallado. He visto cómo te enamorabas de tu marido, tenías hijos y nietos.
Me pides que hable en la fiesta de vuestras Bodas de Oro. Quizá no ha sido lo más conveniente empezar diciendo:
—Adela, vida mía...
Me pides que hable en la fiesta de vuestras Bodas de Oro. Quizá no ha sido lo más conveniente empezar diciendo:
—Adela, vida mía...
Toda una vida de devoción absoluta, que ha de quedar en un segundo plano porque ella no quiso verlo, o porque él no supo mostrarlo. Triste sino el de ese hombre, fiel pese a cualquier circunstancia, que quizá debería seguir guardando las formas.
ResponderEliminarUn abrazo, Pedro
Qué ternura ese comienzo. Me ha encantado. Enhorabuena.
ResponderEliminar¡Bueno, bueno, bueno! Pepe. Mancantao.
ResponderEliminarGracias por compartirlo.
Salut.
Me he visto reflejada en tu micro desde el segundo cero en que lo he leído. Por eso es mejor ir al grano, antes que la astucia de la gente se nos adelante. Buenísimo trabajo Pepe. Como si me espiaran (tristemente).
ResponderEliminarPues yo creo que es un buen comienzo. Desde críos quiere decir siempre y en la vida caben pocos siempres. Lo demás son fechas, periodos... En esta ocasión tu ironía es muy tierna. Enhorabuena Pepe.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, Pepe. Tan humano, tan triste. Cuando para ella eres sólo (y nada menos, vale) un amigo. Cuando para ti ella es - y qué remedio - esa figura agridulce,tu mejor amiga. Agria condena. Situación muy dura.
ResponderEliminarUn cordial saludo
Pepe, hay amores ocultos que se muestran en el momento menos oportuno.
ResponderEliminarBuen relato, Pepe.
Un abrazo.
Pobre hombre, qué bochorno. Siempre puede fingir que sus facultades mentales le están fallando, la edad, las copa del cóctel, el escote de Adela...excusas todas muy válidas.
ResponderEliminarUn abrazo.
Es increíble como el amor sigue vivo amparado en la sombra. Detrás hay un ejercicio de resignación o una entrega sin condiciones al sentimiento inicial.
ResponderEliminarUn bello relato que hace aflorar la ternura. Saludos,Pepe.
No sé si sería lo más acertado, pero estoy seguro que le salió del alma y ante eso, creo que se puede y se debe perdonar todo. ¡Tampoco es tan grave! Creo que hay cosas mucho peores.
ResponderEliminarMagnífico relato, Pepe
Un abrazo
Magnífico micro, Pepe. De alguna manera, me he sentido reflejado. ¡Qué crueldad! ¡Qué tristeza! ¡Qué soledad la del protagonista!
ResponderEliminarSaludos
Una historia de amor camuflada en la amistad de toda una vida. Hay mucho dolor, mucha entrega y mucha ternura. Alguna vez lo tenía que decir, aunque haya sido de modo involuntario.
ResponderEliminarEstupendo relato, Pepe. Un abrazo.
¿Y si el narrador fuera su hijo? Cada día es más común escuchar a los hijos llamar por el nombre de pila a sus padres y abuelos.
ResponderEliminarMuy buen relato.
Con tres bien delimitados párrafos, Pepe, nos cuentas una historia de amor no correspondido pero sí manifestado. Seguramente el acto de desvelar sentimientos no fuera el más idóneo, aunque ¡qué leches! era una oportunidad de oro que no podía pasar de largo.
ResponderEliminarMe ha encantado tu historia. Enhorabuena. Nos seguimos leyendo y te confieso que ya me gustaría a mí que me leyeras una cincuenta tan fantástico como el que he tenido ocasión de leer. Gracias.
Un abrazo.
Muchas gracias a tod@s. Un abrazo.
ResponderEliminarYo tampoco creo que haya sido muy conveniente dadas las circunstancias, aunque quién sabe si no era eso precisamente lo que ella quería oír.
ResponderEliminarBella historia, Pepe, con un personaje que llega al lector y un desenlace que, aunque queda suspendido, no pinta nada bien.
Un abrazo.
Para nada a sido buena idea. Lo bueno es que con suerte el marido celoso tendrá fuerzas para levantar el bastón y pegarle.
ResponderEliminarDivertido relato Pepe.
Saludos!