Colgar los hábitos, sí o no
Cada sábado, Ana intenta confesar su secreto. Daniel, sacerdote joven, está seguro de que este sábado sí lo hará, ella se le declarará y ha meditado qué contestarle.
—Padre, no puedo callar más este amor prohibido, estoy enamorada de...
Daniel seca su sudor, se dispone a responderle.
...Margarita —dice ella.
—Padre, no puedo callar más este amor prohibido, estoy enamorada de...
Daniel seca su sudor, se dispone a responderle.
...Margarita —dice ella.
Pues que espere un poco más para colgarlos, aún puede surgir otra devota que le acabe tirando los tejos. Curiosa la resolución del relato. Muy bueno. Un saludo y suerte, Yoli.
ResponderEliminarNo existe nada que deje más sorprendida a una persona que el hecho de creer que se está preparado para una situación que va a producirse y que suceda algo totalmente inesperado. Habría que ver la cara que se le ha quedado a ese sacerdote, y lo que va a hacer a partir de ahora. Una vez que sus creencias más profundas se han tambaleado, es posible que ya nada sea lo mismo para él.
ResponderEliminarUn saludo, Yoli
Sacerdote o no, el ego de cada cual anda detrás de cada oportunidad para sacar a relucir la vanidad que le corresponde. Y un ministro religioso, aunque cubierto por alguna capa más que cualquiera, no deja de ser hombre y persona en su fuero interno. Ella, está enamorada de ella. Qué le vamos a hacer. Igual, alguna viejecita bebe los vientos por él y ya tendrá a quien dar respuesta.
ResponderEliminarMicro con equívoco salpimentado. Saludos, Yoli.
Hasta tu frase final nos conduces con tus palabras por un camino que con tu final da un giro total y sorprende.
ResponderEliminarGran relato, Yoli.
Besos.
Muy bien conseguida la sorpresa final. El relato es doblemente interesante al plantear dos temas muy reales: el enamoramiento de un cura de una de sus feligresas y el de la homosexualidad, todavía tristemente vivido por algunas personas como pecaminoso. Muy bueno para la reflexión,Yoli. Saludos.
ResponderEliminarMuy bueno ese giro final.
ResponderEliminarMe ha encantado tu micro.
¡Cuántos amores y cuántos pecados caben en un solo relato!
ResponderEliminarSaludos cordiales, Yoli.
Cincuenta, con sorpresa final, en el que se nos cuenta una historia de amor "prohibido", pero no del que nos imaginamos cuando comenzamos su lectura. Muy bien elegido el título, para contribuir al engaño, y mejor elección si cabe la del nombre de la persona amada, desvelada al final: Margarita (ya sabemos, «¿me quiere? ¿no me quiere?, ¿me quiere? y así, deshojando la flor).
ResponderEliminarMe ha gustado, Yoli. Enhorabuena. Un placer leerte.
Saludos.
Me parece que el cura debería confesarse por mirar con deseo a una mujer (Mateo 5, 28). Una excelente sorpresa final. Enhorabuena, Yoli. Saludos
ResponderEliminarAy, ay, ay... el señor cura que estaba equivocado... Ya sé yo quién tiene que confesarse pronto...
ResponderEliminarMuy bueno el giro final.
Enhorabuena Yoli.
Malu.
Concedería el beneficio de la duda a este sacerdote jeje, él ha meditado que contestar, puede ser que más bien la iba a reprender para darse cada uno su lugar.
ResponderEliminarClaro está que le sorprende lo que ella le confía, puede que tenga que darle vuelta al consejo, pues no era lo que esperaba. Aquí daría para otro micro 50 :) , según lo moderno o puritano que pueda ser su sentir.
Gracias a todos por comentar. Nos seguimos leyendo.
¡Saludos!