Combate atroz
El combate fue atroz. Yo me libraba de él y, persistente, él acababa regresando.
Un día, por fin, después de muchos años, simplemente desapareció: no volvió a molestarme nunca más.
No fue, sin embargo, una victoria plena: cuando contemplé mi cara en el espejo, advertí que estaba cubierta de arrugas.
Un día, por fin, después de muchos años, simplemente desapareció: no volvió a molestarme nunca más.
No fue, sin embargo, una victoria plena: cuando contemplé mi cara en el espejo, advertí que estaba cubierta de arrugas.
Las arrugas son una conquista que la madurez forja a lo largo del tiempo que dura la vida (aunque ahora esta sociedad nuestra las deprecie por una pretendida juventud eterna) en la inconmensurable batalla que supone afirmarse.
ResponderEliminarUn relato dinámico y con mucho trasfondo, Plácido. Saludos.
Aunque la mayoría de las personas, en la actualidad, pretende disimularlas, las arrugas y lo que representan , en otros tiempos, eran consideradas y respetadas. No sé si estaré equivocado, pero en tu texto intuyo varias posibles interpretaciones: la lucha contra el tiempo, la pelea contra uno mismo (casi siempre, nuestro peor enemigo), el ver al final de la vida que demasiadas circunstancias que nos parecían importantes no eran nada... Me ha gustado, Plácido. Saludos y suerte.
ResponderEliminarEs muy difícil luchar contra el paso del tiempo. Por mucho que interiormente parece que todo sigue igual, es imposible que nuestro aspecto exterior no cambie. Como decía aquel: "La arruga es bella".
ResponderEliminarBuen relato, Plácido.
Un abrazo.
Yo prefiero una interpretación más "penúmbrica". Tal vez esa dura victoria te enfrentó al enemigo más encarnizado, el que realmente ganó la partida y desapareció con su botín, tu alma, dejándote los despojos de ti mismo.
ResponderEliminarGrande, Plácido.
Un relato abierto a diferentes interpretaciones. A mí me parece ver una lucha diaria contra las propias limitaciones, que nunca son pocas. Pueden adquirir forma de timidez, de indecisión, de pereza. Con el tiempo la lucha puede dar sus frutos, pero ese mismo tiempo que parece aliado es también enemigo, de forma inevitable pasa su factura, bien simbolizada en esas arrugas, para recordarnos que somos efímeros, que ne el fondo toda lucha o esfuerzo, por épicos que sean, terminarán en el olvido.
ResponderEliminarYa me dirás si me he acercado un poco o estoy a años-luz.
Un abrazo
Muy bueno tu micro, Plácido. Me gusta esa forma abierta que nos dejas para que completemos con nuestras ideas. Yo el combate de tu prota lo veo contra el miedo a la muerte. Seguramente andaré lejos. Tú me dirás.
ResponderEliminarCordiales saludos.
Veo, una lucha contra uno mismo hasta llegar a la madurez en que se asienta la vida y desaparecen los temores. En su lugar surgen las arrugas.
ResponderEliminarMe gusta cómo lo has contado, Plácido
Suerte y saludos virtuales
Las arrugas que la lucha cotidiana nos deja, son para amarlas, gracias a ellas se obtiene la madurez de la vida, sin embargo, no dejan de ser arrugas. Un saludo cordial. Bien hecho.
ResponderEliminarPlácido, aunque dejas el micro abierto a diversas interpretaciones, yo he creído ver que el enemigo está en el interior del protagonista: sus temores e inseguridades, sus limitaciones. Por eso desaparecen con el paso del tiempo y le dejan la marca de la madurez, las arrugas, que podemos llevar con poco agrado quizá, pero con dignidad.
ResponderEliminarUn micro para la reflexión. Un fuerte abrazo.
Quizá si dispusiéramos de una segunda vida la aprovecharíamos mejor, o no, quién sabe. Lo cierto es que comprendemos muchas cosas importantes demasiado tarde.
ResponderEliminarUn abrazo, Plácido.
Una gran forma de describir el paso del tiempo y el acecho constante de la muerte. La eterna batalla por sobrevivir. Cada lucha ganada nos hace más fuertes. Muy buen micro, Pĺacido. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias por vuestros comentarios. Saludos
ResponderEliminarMe gusta mucho, es muy interesante. Las grandes peleas son las que dejan las mayores arrugas, por dentro y por fuera, y las arrugas son, por lo tanto, huella de la vivido, de las peleas que se libraron y también de las victorias.
ResponderEliminarYo también opino que conforme el protagonista va madurando, va adquiriendo estabilidad y seguridad, por lo que ya no necesita pelearse con la vida como tuvo que hacerlo de joven. Eso sí, los años no pasan en balde y las arrugas se lo confirman. Muy interesante, Plácido. Saludos.
ResponderEliminar¡Ay, el paso del tiempo! Resulta muy duro ver cómo se va agotando la existencia...
ResponderEliminarMuy buen análisis, Plácido. Enhorabuena.
Besos.
Malu.
Plácido, mi interpretación coincide con la de Carmen. La lucha ha sido contra si mismo y cuando ha logrado librarse de lo que no le gustaba, han pasado los años y han dejado las huellas en su rostro en forma de arrugas.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos.