Competencia desleal
Tu fotografía lleva quince años presidiendo el mueble del salón. Mamá todavía llora cuando la mira y papá siempre me ha comparado contigo.
Los dos te prefieren a ti.
Me pregunto si habrías sido tan buen hijo como ellos imaginan si el coche que te atropelló hubiera frenado a tiempo.
Los dos te prefieren a ti.
Me pregunto si habrías sido tan buen hijo como ellos imaginan si el coche que te atropelló hubiera frenado a tiempo.
Una duda muy razonable. Nadie puede saber como va a actuar otra persona con el paso de los años y el devenir de la vida. De todas formas, veo algo inquietante agazapado en tu texto. ¿No tendrá algo que ver el hermano del difunto en su deceso? Me ha gustado tu propuesta. Saludos y suerte, Asun.
ResponderEliminarPuede ser, pero mi idea no iba por ahí. Quizá sepas tú algo que a mí no me ha contado el superviviente.
EliminarUn beso, Jesús.
Los celos son malos compañeros de viaje. Pero además en este caso se acentúa la situación aún más, ya que el competidor es el hermano muerto, y contra de eso es difícil luchar. La sombra del difunto es alargada y marca la existencia del hermano. La duda que plantea al final es de respuesta muy dificultosa.
ResponderEliminarAsun, nos presentas un relato muy abierto, ¿que hubiera ocurrido? ¿que ocurrió en ese atropello? Me ha gustado.
Besos.
Gracias, Javier. Es casi imposible luchar contra un recuerdo que pudo ser y no es, ya sea el de un hermano, un amigo, una pareja...
EliminarMe alegro de que te haya gustado.
Un beso.
Mi respuesta es que sí. Hubieran seguido prefiriendo al otro, porque en esta sin razón de los afectos, las preferencias vienen marcadas por reacciones instintivas, o bien, por intereses de afinidad de puntos de vista y consideración social. Como no sabemos cómo es este ni cómo era aquel, ni de qué cariz son los padres, todo queda abierto.
ResponderEliminarCreo que es el momento adecuado para decir como la canción: "Adiós, papá; adiós, mamá". Con tierra de por medio, uno empieza a tener mejor consideración.
Visto como ejercicio de forma, me gusta esa partición, como fiel de balanza, que realiza la frase central entre los dos párrafos. Muy interesante, Asun. Sobre todo, para ponernos a cavilar. Saludos.
Lo he dejado abierto, para que cada uno pueda construir su propio final.
EliminarGracias por comentar, un abrazo.
Pues, Asun, ahí queda la duda; lo que nos lleva a certificar la inutilidad del pasado o de hacer cábalas sobre lo que podría haber sido. Gracias por compartir este micro-reflexión tan directo como sencillo.
ResponderEliminarSalut.
Gracias a ti por comentarlo.
EliminarUn beso.
Tenemos la costumbre de hablar con un respeto reverencial de aquellos que pasaron al otro lado. Es algo comprensible. A la larga solemos recordar lo bueno, al tiempo que desechamos lo negativo. Tampoco parece de recibo criticar a alguien que ya solo es memoria, que no podrá defenderse. Manolete, Marilyn, James Dean... la lista es larga, personajes que al morir multiplicaron o crearon su leyenda. De ahí lo acertado del título, uno de los factores clave en este relato.
ResponderEliminarEl muchacho se queja de forma amarga de no poder competir con su hermano muerto. Lo que haya de verdad en lo que dice queda a la interpretación de cada uno. Yo me apunto a la versión del superviviente, marcado de la forma más dolorosa por la frase central, breve y eficaz como un hachazo. Las dos primeras líneas hablan de una realidad. Las dos últimas de una pregunta que nunca tendrá respuesta.
Un texto sobre las distintas varas de medir. Buen contenido, bien contado y con una estructura impecable basada en la simetría.
Un abrazo grande, Asun
Gracias por tu análisis tan cariñoso y exhaustivo. Sabiendo tu escasez de tiempo libre es mucho más de agradecer, me encantó conocerte y poder charlar un rato contigo. Muchos besos.
EliminarEl placer fue mío, Asun. Que se repita, que se repita.
EliminarHay que morirse para que piensen lo bueno que has sido, y pudieras ser si no hubiera ocurrido el accidente.
ResponderEliminarHas hecho una síntesis perfecta para contarnos tu historia escogiendo las imágenes adecuadas.
Suerte, Asun
Muchas gracias, Maria Jesús.
EliminarUn beso.
La muerte trae estas paradojas; el que queda es el gran olvidado. Es curioso como parece más poderoso el recuerdo de una ausencia que la felicidad de compartir la vida en el presente. Tampoco los celos salen bien parados en tu magnífico relato, Asun. Cometer el error de alimentarlos puede causar un inmenso daño si además se usa la desgracia como catapulta.
ResponderEliminarUn relato magnífico. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Es cierto, a veces el ser humano añora al que se fue y no valora lo suficiente al que permanece a su lado. Una paradoja muy común.
EliminarUn abrazo y gracias.
El título es genial y la historia de las que da que pensar.
ResponderEliminarEn otro orden de cosas, pero con el mismo tema de una muerte prematura, siempre he pensado que si hubieran asesinado a McCartney en vez de a Lennon, el primero se hubiera convertido en mito y el segundo en vieja gloria y el favorito de casi todos sería McCartney. Aunque creo que Paul prefiere estar como está y no se cambiaría por Lennon. ;-)
Besos, Asun.
Pablo
Estoy convencida de ello, yo tampoco me cambiaría por Lennon. Prefiero el anonimato, pero viva.
EliminarUn beso de los grandes, Pablo.
Un relato tremendo que nos hace pensar sobre lo relativo de la vida y la subjetividad de las personas. Me gusta.
ResponderEliminarGracias, Inaki.
EliminarImpactante relato que entra en el complejo mundo de los afectos y las preferencias entre hijos, que a veces son sutiles y otras muy marcadas, a pesar de lo cual el hijo preferido puede no ser consciente. Es un tema que generalmente se ve a través de los ojos del otro hijo.
ResponderEliminarBuen micro, impecablemente escrito y que deja pensando.
Un placer leerte, Asún.
Saludos.
Me alegro de que te guste, Georges.
EliminarUn abrazo.
Como bien muestra la parábola del hijo pródigo, los ausentes son siempre los más queridos. Son perfectos porque están. No se puede luchar contra eso.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Asun
Gracias por pasarte y comentar, Plácido.
EliminarUn abrazo.
Unos pocos celos, ¿quizás?, y la duda lógica.
ResponderEliminarLa verdad es que no sé si como se dice "siempre se van los mejores" o es que nosotros los hacemos.
Felicidades, Asun, ¿para qué utilizar más palabras?, cincuenta van perfecto a la historia.
Los celos a veces son para toda la vida, como en el caso de este hijo de mi historia.
EliminarUn saludo.
Los padres han mitificado al hijo que se fue. Y el hermano que quedó muere de celos. Ingredientes explosivos para que en esa familia no haya armonía nunca más.
ResponderEliminarUna competencia muy desleal la que nos dejas, querida Asun. Muy bien contada, como es habitual en ti.
Y ese "no frenazo" me lleva a pensar si no tuvo que ver algo el hermano que quedó vivo. Ya he leído por ahí arriba que no lo sabes o no te lo ha dicho, pero yo que soy muy mal pensada, ahí lo dejo.
Un beso grande, campeona.
Malu.
Ay, Malu, que en ese frenazo no tuvo nada que ver el hijo que se queda. Por aquella época lo más grande que conducía era un triciclo de juguete, pero bien pensado, un triciclo da para mucho.
EliminarUn beso, guapísima.
esa vuelta de tuerca que le das al relato es original. Claro que no frenó a tiemplo, se le perdieron las oportunidades, pero detodas formas se nota cierto pesimismo integral, o cierta envida uinsana hacia el difunto. Son manchas que iluminan el relato haciendolo sensible y ágil, sobretodo dándole un sentido auténtico. Im abtrazop ;e ha gustado
ResponderEliminarUn abrazo delos dos.
Me alegro mucho de que te haya gustado, Jose María. Gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
No es ninguna tontería este relato tuyo. Me ha costado comentarlo porque me impactó mucho cuando lo leí. Mi madre, que tiene 86 años, no ha podido olvidar a su hermano, que murió cuando eran muy pequeños y su vida ha sido bastante parecida a la que relatas. Cosas del ser no siendo, me temo.
ResponderEliminarUn abrazo, Asun.
La realidad supera la ficción, como siempre, Patricia. Y la fantasía de lo que pudo ser y no fue es muy traicionera.
EliminarUn abrazo.
Evidentemente es muy difícil competir con el mito del hijo fallecido. Me ha gustado mucho Asun.
ResponderEliminarUn abrazo
Gracias, Raquel.
EliminarUn abrazo.
Asun, siempre tendemos a mitificar a los que mueren, si además añadimos la obsesión de algunos padres por el hijo perdido, sin darse cuenta que la vida continúa, y cometen el error de no valorar al hijo que sigue vivo, la historia propicia los celos y una gran tristeza.
ResponderEliminarMuy buen micro, muy real.
Besos apretados. Espero poder dártelos personalmente muy pronto y si no en Sevilla.
Me alegro de que te haya gustado, Pilar. Yo también deseando conocerte.
EliminarUn beso.
Lo tiene crudo este hermano celoso. No se puede competir con una ausencia. Quiza la única manera de que lo valoren sea poniendo distancia. El riesgo que corren los padres con esa actitud es el de perder también a este hijo. Muy interesante y real esta situación que nos cuentas, Asun. Felicidades y un beso.
ResponderEliminarGracias, Juana. Yo creo que aunque ponga distancia entre sus padres y él, siempre llevará las de perder. Pero por lo menos no sufrirá tanto con las comparaciones.
EliminarCelebro que te guste. Un beso.
A menudo los celos, tremendamente dolorosos casi siempre, están más que justificados, lo que los convierte en un peso difícil de llevar. En una ocasión leí que a veces los celos y la envidia pueden ser tan fuertes que solo desaparecen cuando lo hace la persona que los produce. En el caso de tu relato no nos sirve ni eso, algo parecido a lo que sucedía en la película “Rebeca”. Seguramente esos padres podían hacer algo para poner remedio a tanto dolor.
ResponderEliminarMuy buen relato, Asun. Gran tema e impecable factura (como es natural).
Un abrazo y suerte mañana en la Copa de entc.
Muchas gracias, Enrique. La mitificación de los desaparecidos es algo inevitable, y crece a medida que se le van añadiendo nuevas cualidades imaginarias al ausente.
EliminarUn beso y gracias de nuevo.
Los celos conllevan mucho sufrimiento. Aquí el hermano que ha sobrevivido tiene motivos de sobra para sentirlos. No puede luchar contra el recuerdo del hermano fallecido. Tendrá que abandonar el hogar familiar cuanto antes para escapar de tantos sentimientos insanos.
ResponderEliminarMuy buen relato, Asun. Me ha encantado conocerte. Hasta Sevilla. Muchos besos.
Es cierto, Carmen. Esos celos deben ser los peores, pero yo creo que ni abandonando el hogar de sus padres se librará de las comparaciones, que seguro que son injustas en gran parte.
EliminarA mí también me encantó conocerte y espero poder verte de nuevo antes.
Besos.
Esa circunstancia familiar ha sido y es una situación, por desgracia, bastante frecuente y ¡pobre del hermano vivo!, pues llevará siempre esa fatalidad de comparación, de sentirse segundón, de no ser el perfecto e idealizado "otro".
ResponderEliminarTambién, en ocasiones, el ser "sustituto deseado" de los padres, ha contado con inicio y final feliz.
Buena propuesta, Asun.
Un abrazo.
Sin duda es una competencia desleal. Los celos y el impulsivo deseo de ser el favorito arrastran al protagonista a sentirse desplazado y ver en su hermano un obstáculo para sentirse querido. Esperemos que sepa encontrar su paz interior para enterrar los resentimientos. Un beso.
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