Echando un capote
El noble animal cruzó el albero, saltó las tablas y recorrió el callejón, cuya única salida era un círculo vicioso. Acudió reiteradamente al engaño, hasta sucumbir de un artero bajonazo. Aunque el estoque le llegó hasta lo más hondo, no logró hacerle sentir la presencia del duende. División de opiniones.
Controvertido donde los haya, este tema, de vigente actualidad, tiene, efectivamente dos caras irreconciliables. La una mira el sufrimiento del animal como una salvajada y la otra, el arte, el duende del toreo cuasi como una expresión metafísica.
ResponderEliminarDesde el tendido cero, aplausos y pañuelos para tu faena, Javier.
Ya lo ha dicho Manuel mucho mejor que yo: arte, sufrimiento y tema controvertido donde los haya. Los tiempos cambian y con ellos las sensibilidades y las costumbres. Un asunto en el que es dificil no tomar partido en una de las dos posturas, perfectamente planteadas, bajo el punto de vista de quien más pierde.
ResponderEliminarUn saludo, Javier.
Desde luego que hay división de opiniones. El torero consiguió finalizar la faena, aunque mal. El toro, sin embargo, no: le resultó imposible salir del laberinto circular de la plaza.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Javier
Dificilmente se puede sentir ese arte y ese duende cuando te están masacrando en aras de la tradición y, encima, para divertimento del "respetable". Me ha gustado, Javier. Suerte y un saludo.
ResponderEliminarTú lo has dicho, Javier, "división de opiniones", que parten del punto de vista de las dos posibles sensibilidad de cada cual, y que has sabido compendiar magistralmente en tu relato.
ResponderEliminarMuy difícil lo que has conseguido y de la forma en que lo has hecho. Enhorabuena.
Un abrazo.
Adivino, que en la imagen del toro, hay algo más que un animal. Lo has escogido para expresar el acorralamiento, explotación y callejón sin salida en que muchos humanos se encuentran.
ResponderEliminarSuerte, Javier.
Saludos virtuales.
Opino como Mª Jesús, muchas personas sufren ese acorralamiento, avocadas a un callejón estrecho sin opción de retorno y salida a un círculo vicioso del que le será imposible escapar.
ResponderEliminarLo de los toros, no opino porque no soy nada taurina, no entiendo que consideren arte el hecho de matar a un animal. Y lo del duende ya se me escapa totalmente, no creo que ningún "duende" bueno permita una matanza similar.
Un beso, Javier.
Malu.
Qué bien contado el acorralamiento del toro. Las opiniones divididas son, por ahora, irreconciliables. Donde unos ven duende y arte, otros vemos crueldad convertida en espectáculo.
ResponderEliminarTú sí has sabido rematar la faena, Javier. Un abrazo.
Gracias por leer y comentar. Un abrazo.
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