El peso del pasado
Subió a las cimas del mundo hundiendo a otros a su paso. Horadando voluntades creció hasta tener el poder absoluto.
Su vida fue un dispendio equivocado. Derrochó sin pudor olvidando al resto de los mortales. Acumuló amores, fortunas, odios.
Murió.
Ahora está allí... en su tumba... solo... detrás del olvido.
Murió.
Ahora está allí... en su tumba... solo... detrás del olvido.
Subió a lo más alto a costa de los demás. Al final, el olvido y quizá, en algún lugar, si hay justicia y no termina todo en la fosa, haya de dar cuentas por lo que hizo. Si de alguna forma seguimos, cosa que no sabemos, todo lo material se quedará aquí, nos llevaremos aquello que hayamos sembrado en otros. El pasado puede ser liviano o una losa.
ResponderEliminarUn relato elocuente sobre la manera de actuar y el final ineludible.
Un abrazo, Salvador
Maestro, siempre te agradeceré tus comentarios. Aprendo de cada línea que escribes. La vida y la muerte son temas tan cercanos que solo nos acordamos de saborearlas cuando se acerca la última. Un fuerte abrazo,Ángel
EliminarGran expresión la de "detrás del olvido". ¿Qué habrá al otro lado del vacío cuando ni siquiera eres recuerdo en alguien? Nada absoluta como revés de una vida vacía. Nada allí, nada aquí.
ResponderEliminarSalvador, das en una tecla de la esencia existencial. Para reflexionar. Saludos.
Gracias, Manuel. El existencialismo
EliminarQueramos o no... preside nuestros actos. Muchas veces me paro a pensar en la futilidad de la vida. En otras ocasiones me recreo en la importancia de las pequeñas cosas. Hoy ha tocado la muerte. Sí... es para reflexionar
Estoy convencido de que si esos tipos -y generalmente todos los humanos- tuviese otra oportunidad de vida tras la muerte, el mundo sería muy distinto.
ResponderEliminarGran relato, Salvador.
Saludos
Muchas gracias, Isidro. Desgraciadamente habría quienes volverían a reescribir su historia.
EliminarSi nadie te recuerda, entonces si que estás muerto y solo, detrás del olvido. No hay nada peor, es como no haber existido.
ResponderEliminarBuen relato, Salvador.
Besos
Gracias, Pilar. No haber existido o haber existido haciendo daño.. ¿qué hubiese sido mejor?
EliminarAh, al final, con suerte, sólo quedan las flores en la lápida, cierto, pero hasta que no se demuestre lo contrario, lo único cierto es que, recordado o no, sólo se vive una vez.
ResponderEliminarUu relato que hace meditar, Salvador.
Saludos cordiales.
Cierto, Carles. Solo se vive una vez... vivamos de la mejor manera posible... respetando a los demás. Gracias
EliminarSi el olvido supone una duda de la existencia, un amago de la inexistencia, ese detrás del olvido cobra gran fuerza en el relato.
ResponderEliminarSiempre que leo algún escrito sobre este tema vuelve a mí el gran poema de Cernuda, "Donde habite el olvido".
Un saludo, Salvador.
Gracias por la cita, Javier. Sí... es la eterna pregunta... detrás del olvido... ¿Qué?
EliminarEntiendo que tu personaje está donde tiene que estar: en el olvido. O mucho mejor, como tú muy acertadamente dices: «detrás del olvido». Por lo que nos desgranas de su vida, de ejemplar tuvo poco, así que estoy seguro de que se merece ese ostracismo de la memoria colectiva. El pasado pesa y pasa factura, porque al final somos lo que hemos sido y así se nos reconocerá, ya que puede ser que en nuestras manos atesoremos todo lo deseable de esta vida, aunque al final, la muerte, nos igual a todos, a los que tienen y a los que no tienen. Así que serremos recordados según nos comportemos.
ResponderEliminarMe ha gustado tu relato, Salvador. Enhorabuena y es un placer leerte.
Un saludo muy cordial.
Muchas gracias, José Antonio. "Somos lo que hemos sido"... bella y muy real expresión... Para reflexionar. "La muerte nos iguala a todos"... otra. Gracias por tu comentario.
EliminarAquí sigo, aprendiendo de vosotros.
Conforme avanza el relato es inevitable tomarle inquina al protagonista, así que con el último párrafo he respirado aliviada. Un poco tarde, pero al fin tiene su merecido. La expresión "detrás del olvido" me parece muy afortunada para remarcar que nunca nadie volverá a acordarse de él. Muy oportuno también el título. Felicidades, Salvador. Saludos.
ResponderEliminarEl protagonista de tu micro, Salvador, podría ser cualquiera: Stalin, Sadam Husein, Trump... Enhorabuena. Has sabido describir en cincuenta palabras toda una vida que, a la postre, queda en nada.
ResponderEliminarSaludos
El peso del pasado nos oprime a todos, pero es cierto que a unos más que a otros. Este protagonista tuyo, después de muerto se encuentra detrás del olvido, preciosa frase para terminar un relato redondo.
ResponderEliminarEnhorabuena, Salvador.
Un beso.
Malu.
Desde lo más grandes monstruos de la historia de la humanidad, a quienes se les puede cargar en su horroroso haber millones de victimas, hasta muchísimos pequeños monstruos cotidianos que pisan a cualquiera para conseguir sus objetivos, por mínimos que sean, a cuántos has pintado en tu microcuento.
ResponderEliminarPersonas cegadas por la ambición, por la codicia, por el egoísmo, por la envidia, que hacen un daño tremendo a otras personas que tienen la mala suerte de cruzarse en su camino.
Creo que nadie nos hemos escapado de conocer a algunos de estos pútridos personajes con quienes de nada sirve el diálogo, ni la honradez, ni nada de nada, pues ellos fueron, van e irán a lo suyo, como el toro va al capote que agita el torero.
Pero las lecciones simples de la vida, que esto es efímero, que hay que disfrutarlo, que la mejor manera de hacerlo es siendo generoso con los demás y respetándolos, se les escapan, las consideran paparruchas de blandengues, ellos sí que saben cómo actuar, ellos lo tienen claro.
A veces, el destino hace justicia y antes de que mueran los pone en su sitio, no sé si aprenderán algo, les hay que se quitan la vida al ver frustradas sus expectativas de poder y de dinero. Pero, por más vueltas que le demos, el olvido es un bicho muy voraz y se lo come todo, llamamos inmortales a quienes existieron hace algunos siglos porque están en los libros, pero eso, al lado de los millones de años que tiene el universo es como un grano de arena en una playa.
Gran reflexión y gran historia la que le envuelve, Salvador. Un abrazo.