El segundo sexo, o ni siquiera eso

De niña me mutilaron haciéndome la ablación del clítoris. Siendo adolescente, tuve que casarme con un viejo al que odio, y con quien tengo tres hijos. Ahora, estoy enterrada hasta el pecho y me lapidarán por adúltera. Lo hará un grupo de hombres feroces entre los que está mi padre.
Escrito por Enrique Angulo - Twitter

24 comentarios :

  1. Enrique, una crítica tan dura como real. Por desgracia, estos casos de tortura, machismo y falta de respeto a los derechos humanos más fundamentales se dan en nuestro mundo. Mensajes como el tuyo ayudan a seguir concienciándonos y ojalá que algún día vayamos ganándole terreno a la injusticia. Estremece leer tu relato, nos da una visión sobre la pobreza de valores de algunas sociedades y lo más triste: el trato que le dan a sus integrantes.
    Felicidades porque estos relatos no pasan desapercibidos.
    Un abrazo

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  2. Enrique, vaya relato que nos dejas, cargado de injusticia e intolerancia de una sociedad hecha por y para los hombres. Si las mujeres de esos países conocieran y confiaran en su potencial como personas, el mundo entero sería mejor (y no me refiero solo a los países musulmanes). Pero debe ser como en la fábula del elefante al que desde que nace lo tienen atado por una cadena a un poste clavada en el suelo, que no son conscientes de su poder porque desde que nacen se les inculca el sometimiento a los hombres, sean padres, hermanos, maridos o hijos.
    Impresionante tu micro, Enrique, por lo que tiene de denuncia y por lo bien escrito que está.
    Un abrazo.

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  3. El segundo sexo, así tituló Simone de Beauvoir su conocido ensayo sobre la condición femenina. De esta gran pensadora procede, en gran parte, el movimiento feminista que se ha ido desarrollando en Occidente. Si bien mujeres y hombres aún no hemos alcanzado la plena igualdad en todos los ámbitos de la vida, no hay duda de que se han dado grandes pasos. Otra cuestión es la vida de las mujeres que nacen en sociedades tan opresivas y cerradas como la de la protagonista de tu relato. Son mujeres abocadas a la desgracia, al "ni siquiera eso" del título, privadas del placer del propio cuerpo, de la expresión de los sentimientos, de la elección de sus parejas amorosas y de su destino.
    La narradora -contado así en primera persona la sentimos más cercana- es víctima de todas las vejaciones solo por ser mujer: la ablación, el matrimonio forzado, la obligación de darle hijos al marido odiado y, finalmente, la lapidación -una muerte cruel y deshonrosa-. Para agravar la situación, su propio padre actuará también como verdugo; así limpiará el deshonor familiar.
    Enrique, nos has traído un tema muy doloroso del que nunca debemos olvidarnos. Tu denuncia sigue siendo necesaria, porque afecta a millones de seres de ese "segundo sexo".
    Un relato estremecedor y necesario, siempre. Enhorabuena por saberlo plasmar de manera tan acertada y cercana. Un fuerte abrazo.

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  4. Qué tremendo relato, Enrique. La verdad es que no me ha dejado ganas ni de comentarlo.
    ¿Habrá vida inteligente realmente en este planeta? Yo voy a seguir mirando al cielo; tal vez alguna noche consiga distinguir dónde se encuentra el asteroide B612.
    Un abrazo.

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  5. Enrique, un gran relato desde el título hasta la última palabra.
    En el título la verdadera definición la das en la segunda parte "o ni siquiera eso" y es que las mujeres que viven bajo la opresión de esa cultura no son ni personas.
    Narras, con gran maestría, todas las atrocidades que sufren durante toda su vida y que no voy a repetir, ya que tú o has hecho de forma precisa y con las palabras adecuadas.
    Ojalá algún día lo que narras solo quede en eso, en un amargo recuerdo.
    También aportaría que no hace falta viajar a otros lugares, en nuestra sociedad, a lo mejor sin tantas atrocidades desde la niñez, pero también muchas mujeres sufren la opresión y ese considerarlas ni personas por parte de muchos hombres.
    Un gran relato, con mucho fondo y mucha denuncia.
    Un abrazo, Enrique.

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  6. Terrible, una ¿vida?, Seguramente, demasiado corta pero marcada de forma cruel por su sexo y el lugar de su nacimiento. Enhorabuena y suerte, Enrique. Un saludo.

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  7. Sin palabras me deja tu relato salvaje. Solo se me ocurre decir, parafraseando al revés una conocida frase, que todos los infiernos están en este. No hay calificativos para el que nos muestras. Tal vez, explicación si acaso. Puede que aquel monolito de "2001 una odisea en el espacio" no alcanzara a dar inteligencia colectiva a todos, y solo una parte de la humanidad avanza (lenta y con retrocesos) en ciertos aspectos ligados a la concepción de igualdad y dignidad entre los seres humanos. Contemplado en perspectiva histórica, es horrible sopesar cómo se ha ultrajado el papel de la mujer en la sociedades donde el hombre ostenta los vínculos de poder y jerarquía. Asociado a las más violentos y bajos instintos, ha vilipendiado la sensibilidad y la feminidad, extirpándolos de su propia matriz, pues el ser, independientemente del sexo que ostente su forma mortal, está compuesto de femenino y masculino, de ying y de yang, de fuerzas contradictorias que ejercen contrapeso entre sí y crean el equilibrio. Las sociedades basadas en el patriarcado absoluto, fracasan como proyecto de colectividad y de convivencia. La ley es norma excluyente y sometedora, no medida de virtud y guía para los que implica. Parece que frente a la evolución y el advenimiento de un tiempo de razón, de ley y de derechos, muchos pueblos involucionan hacia estados de animalidad donde los sujetos menos agresivos y pacíficos (las mujeres, siempre las mujeres entre ellos)acaban siendo excluidos y víctimas propicias donde expiar los fracasos de su rígida mortaja social. Parece que el feminicidio no haya cesado nunca a lo largo de nuestra historia de monos bípedos.
    Descarnado, brutal como lo son ese tipo de actos cada vez que suceden (y mientras escribimos están sucediendo) tu relato me deja un poso amargo. La impotencia. Pero sé que gracias a la palabra, otras piedras se convirtieron en eco y el eco en viento que sumó voces y voluntades y palabras a lo largo del mundo que clamaron y alentaron órdenes nuevos, horizontes más racionales de los que hoy, con reservas, disfrutamos. Ojalá las tuyas, tan necesarias, tan bien escritas, contribuyan con su eco a detener tan viles atropellos.
    Como diría aquel, ¡vaya relatazo que te has marcado, Enrique! Mi felicitación y mi abrazo.

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  8. Ojalá fuera una película de miedo, pero por desgracia corresponde a la terrorífica e injusta realidad que sufren algunas mujeres. Hay países que avanzan en tecnología, pero siguen anclados en leyes y tradiciones inhumanas, siendo la mujer la mayor víctima de ese fundamentalismo. Bien, por este duro e impactante micro denuncia, Enrique. Ojalá llegue un día en que no sea necesario escribir sobre estas barbaridades. Un abrazo.

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  9. Si sólo quedara en un relato...por desgracia la relidad supera la ficcion. Triste pero muy narrado a lo que se vive. Saludos Enrique...

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  10. Enrique, un relato escrito de forma impecable. Es tal el grado de crueldad ejercido sobre las mujeres como la protagonista, que enmudece el corazón al imaginarlo. Mientras las leyes las dicten los hombres, y las utilicen como arma de dominación de las mujeres, con el silencio del mundo ante tal barbarie, esto no cambiará. Por eso son tan necesarios relatos como el tuyo para que, de una vez por todas, gritemos unidos "Basta ya". Intolerancia 0.
    No debería existir ninguna gradación entre sexos, hay que educar para vivir en igualdad. Gracias, Enrique por hacernos recordar...
    Muy buen micro. Enhorabuena.
    Besos apretados.

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  11. Has trazado la tormenta indignante perfecta en solo cincuenta palabras. Abusos inaceptables hacia unos seres humanos en función de su sexo, que avanzan increscendo en gravedad hasta llegar a ejercer una pena sumarísima, o lo que es lo mismo, un asesinato colectivo y consentido. El remate es que entre los últimos agresores se encuentra el propio padre de la protagonista. Un final que enlaza con un título bien trazado, que indica de forma cristalina el desprecio absoluto hacia una parte de la población.
    Los nazis contra los judíos, nosotros expulsando a los judíos, las atrocidades étnicas en la guerra de Bosnia, el genocidio de Ruanda... como bien sabes, hay muchos, diferentes y prolongados ejemplos a lo largo de la Historia. No se puede hacer mucho contra ello, confiar en que, frente a estas actitudes extremas, poco a poco, se imponga la cordura y el respeto. Hay que denunciar y decir, pero también mantener la esperanza en que existen muchas buenas personas en los lugares donde se realizan estas prácticas que son contrarias a ellas, que no participan por convicción, que no alzan la voz por un comprensible miedo.
    Con respeto absoluto a las costumbres y características de cada pueblo, país y raza, confiemos en que la educación y el buen criterio se imponga sobre las actitudes extremas que denigran.
    Un relato valiente y bien contado.
    Un abrazo, Enrique

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  12. Un micro que describe la realidad terrible que viven las mujeres en algunos países africanos. Un infierno en vida.
    Enhorabuena por el micro, Enrique. Saludos

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  13. Veo una denuncia, a la crueldad de una tradición bárbara, que desgraciadamente todavía existe, y a la que se tendría que erradicar.
    Lo has narrado con tanto realismo, que me has puesto los pelos como culebras.
    Suerte y saludos, Enrique

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  14. Un relato que te deja los pelos de punta y una sensación de impotencia. ¿Cómo detener la injusticia? Imprescindible lectura.

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  15. Nos conduces sin paliativos por la senda de la ignominia hasta ese lugar de la mente donde se putrefacta la sinrazón. A buen seguro que una de las piedras que rematará a esa desdichada será el corazón de su padre.
    Desgraciadamente, perduran los lugares en los que se nace a una muerte que no merece la pena ser vivida.
    Un relato denso, duro y de gran factura. Enhorabuena Enrique.
    Un abrazo.

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  16. En primer lugar, daros las gracias a todos los que hasta ahora habéis comentado mi microcuento –Enrique, Asun, Carmen, Patricia, Javier, Jesús, Manuel, Juana, Nola, Pilar, Ángel, Plácido, María Jesús, Lu y Antonio-, y luego lamentar no disponer de tiempo para haberos contestado uno a uno, pero, como decía el título de una película, La vida manda, y manda mucho y, a veces, no manda todo lo bien que debería, y el tiempo no se puede dilatar ni un segundo.
    Creo que Antonio ha resumido muy bien lo que es venir al mundo en cierto países, sobre todo si eres mujer. “Esos lugares en los que se nace a una muerte que no merece la pena ser vivida”. No puedo estar más de acuerdo en esa apreciación, si la vida sólo es dolor, marginación, injusticia, terror, no merece la pena ser vivida, y eso lo discutiría con todos los dioses del Olimpo.
    Por otra parte, señalar que las culturas –por llamarlas de alguna manera- que permiten eso están podridas de la raíz a la copa, y manejadas por individuos llenos de odio y resentimiento hacia todo y hacia todos, monstruos ávidos poder, de venganza y de sangre que, mayormente, ponen por pantalla a la religión.
    Lo dicho, muchas gracias a todos.

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  17. Esa desoladora imagen final del padre lapidando a su propia hija bien podría simbolizar el paradigma de la cerrazón mental. No hace falta decir que ninguna cultura está libre de este tipo de actitudes irracionales, pero si es cierto que en algunas son más frecuentes al coincidir en ellas más de un factor favorecedor, entre los que sin duda destacaría la religión y su utilización por parte del estado como elemento de manipulación y opresión.
    Crudo relato, tocayo, pero totalmente real, por desgracia. Muy bien contado, por cierto.
    Un abrazo, Enrique.

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  18. Enrique... me quedo vacía y casi sin fuerzas para ponerte un comentario. Es brutal tu relato. Cuentas una historia desgarradora que perfectamente puede ser real, eso es lo más triste de todo.
    Injusticias que son desde que el mundo es mundo y que seguirán siendo, ojalá por poco tiempo, aunque lo dudo mucho porque para eso deberían cambiar muchas cosas que, hoy por hoy muchas personas no están dispuestas a cambiar.
    Te felicito por este retrato tan crudo, querido Enrique.
    Un beso grande.
    Malu.

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  19. Ostras, Enrique. Ojalá, ojalá que la historia que escribes sea solo el resultado de la imaginación de un escritor. Ojalá, ojalá, que no haya una realidad que inspire la ficción. Ojalá, ojalá que nadie maltratara, hiriera, ni forzara a sus semejantes y mucho menos a las mujeres.
    Malditos sean quienes lo hicieren.
    Abrazo.

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  20. Muchas gracias, Enrique, Malu, Carles, por vuestros comentarios. Por desgracia, no me he inventado nada, todo eso que cuento en las exiguas cincuenta palabras sucede, y atrocidades aún peores.
    Que los seres humanos seamos capaces de descender a tales abismos de bestialidad, inhumanidad y crueldad es uno de los grandes traumas con los que siempre tiene que luchar alguien que quiera pensar un poco sobre el mundo en el que vive y la historia que nos ha antecedido.
    Un abrazo a los tres.

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  21. ¡Qué cincuenta, Enrique, el que nos dejas! ¡Tremendo el retrato que nos haces de esas sociedades que se amparan en costumbres o religiones mal interpretadas para verter toda la crueldad humana en otros seres, indefensos y carentes de todo, incluso del amor paterno! ¿Cómo puede el ser humano descender tan bajo y seguir llamándose ser racional?
    Muy dramático tu cincuenta pero, desgraciadamente, real como la vida misma. Perfectamente narrado y con un título tan contundente como bien elegido.
    Enhorabuena y nos seguimos leyendo y comentando.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Muchas gracias, José Antonio por tu comentario, desdichadamente, eso sigue ocurriendo hoy en día, a veces, nos llega la noticia de alguna de las víctimas de esas monstruosas crueldades, y no sólo la noticia, hasta las imágenes, de las que uno retira la mirada espantado.
      Lo de los padres formando parte de los ‘lapidadores’ lo he escuchado más de una vez.
      Un fuerte abrazo de vuelta y nos seguiremos leyendo.

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  22. Muchas gracias por tu comentario, Isidro, creo que le plantearé la curiosa coincidencia de que te haya hecho una llamada involuntaria mientras leías y comentabas mi microcuento, a Iker Jiménez; pues no tengo ni idea de cómo ha ocurrido.
    Estaba actualizando algo que se llama emui –que tampoco tengo ni idea de lo que es- y al acabar, me ha pedido las claves, la de acceso y la de la liberalización de la pantalla, las he metido y el dedo ha debido tocar algo y te estaba llamando. Por suerte, según me has dicho, no ha sido una llamada intempestiva.
    Un abrazo fuerte de vuelta.

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