En casa
Llevaba horas caminando sin rumbo. Iba a paso lento y los pensamientos en cualquier parte. Súbitamente las ganas de verla. Ahora corría. Al entrar, lo recibió con su risa inacabable y, al igual que él, con la ropa de siempre. Al abrazarla, todo el dolor desapareció. Ya estaba en casa.
El dulce abrazo que nos reconforta es pura necesidad fisiológica. Un chute de felicidad que crea adicción. Un abrazo, pues, Giancarlo.
ResponderEliminarGracias Manuel. Un abrazo para ti también.
Eliminar¿Dónde está nuestra casa? Tal vez más allá de cuatro paredes, allí donde se detiene el tiempo, en un abrazo que nos permita colgar el dolor en el perchero.
ResponderEliminarMuy bonito, Giancarlo.
Muchas gracias Patricia. Un abrazo dominguero.
EliminarEse sentirse en casa, entre los tuyos. Ese rincón seguro en el que compartirlo todo.
ResponderEliminarMuy bonito.
La vuelta a casa. Parece que no se puede estar a gusto en otro sitio. Intrigante lo que había llevado al protagonista a estar fuera.
ResponderEliminarSaludos, Giancarlo
Yo también pienso en lo que pudo llevar al protagonista a vagar durante horas. Y esa mujer que recibe al que pudiera ser un hijo perdido y que, considero, representa a todas las madres, que nos aceptan y protegen en cualquier circunstancias. Me ha gustado. Suerte, Giancarlo. Un saludo.
ResponderEliminarLa verdad es que como en casa no se está en ningún sitio. Lo que no sabemos muy bien es cuál es es concepto de casa para el protagonista, por qué caminó durante tanto tiempo y por qué, de repente, sintió esa necesidad de encontrarla...
ResponderEliminarSaludos.
Malu.
Yo lo he entendido como una metáfora. A veces nos perdemos en la vida, "con los pensamientos en cualquier parte". Y de repente, encontramos otra vez el centro.
ResponderEliminarEn relación a lo que ha dicho Patricia, que no sé si lo leerá... Hay una canción que me encanta de una gente muy hippie "Home is wherever I am with you" que recomiendo.
Un saludo