La camisa
Acaricio esa camisa blanca, que tus ojos eligen con frecuencia, que tus manos acomodan al cuerpo, tratando de imaginar por cada hueco de su trama el mundo que no conozco.
La guardo. Abandono la casa. En la mía, me recibe una cerveza y una boca que me exige la paga.
La guardo. Abandono la casa. En la mía, me recibe una cerveza y una boca que me exige la paga.
Yolanda, nos muestras este amor platónico que siente ella y lo haces a través de una camisa. Pienso que tu protagonista es la asistenta, que se ha enamorado del hombre de la casa donde realiza sus faenas.
ResponderEliminarTu frase final es muy buena, ya que es una vuelta a la realidad de tu protagonista.
Buen relato y mucha suerte, Yolanda.
Un abrazo.
Estoy de acuerdo con Javier en que pareces querer contarnos una historia de amor no correspondido de una empleada de hogar hacia el dueño de la casa. Es bella la manera de contar. En la última frase, todos (los lectores y la protagonista) nos topamos con la cruda realidad. Enhorabuena, Yolanda.
ResponderEliminarBesos.
Coincido con la interpretación de Javier y de María José. El contraste entre el portador de la camisa y aquel con quien convive la protagonista y le exige es muy fuerte, son dos ambientes contrapuestos; el primero, alejado de sus posibilidades; el segundo, una realidad ramplona que ha de sobrellevar cada día. En la camisa del título se simboliza esa enorme diferencia.
ResponderEliminarUn saludo, Yolanda
Esa especie de adoración fetiche que siente la empleada ante el mundo que evoca esa camisa (tal vez, camisa Oxford con cuello polo de Kamasura)es materializar el aura imposible de los cuentos de princesa. Palparla es como acariciar un deseo, como fantasear para huir de esa realidad ramplona (me gusta este adjetivo que usa Ángel)que describes eficazmente, por contraposición en el segundo párrafo. El primero es un dechado de sensaciones palpables.
ResponderEliminarSaludos, Yolanda.
Un mundo, anhelado e inalcanzable, simbolizado en una camisa.
ResponderEliminarUnas manos que acomodan, frente a una boca que exige.
Una dualidad irresoluble, un relato impecable.
Saludos cordiales, Yolanda.
El final es un punto clave, ne quedé con la boca abierta. Eres estupenda Yolanda. Muy buen micro. Saludos.
ResponderEliminarEntre el deseo, el amor fetiche, y la realidad, la exigencia agria.
ResponderEliminarExcelente relato, Yolanda. Besos.
Una camisa que es doble piel, que viste la huida desde donde no se quiere escapar, adonde no se puede permanecer. Bajo la camisa tenemos a la realidad. sobre ella, las manos que tocan la utopía. Un trozo de tela tejida que es puerta entre lo que tenemos y lo que deseamos.
ResponderEliminarMuy buen relato, Yolanda. Enhorabuena.
Un saludo.
¡Yolanda, qué buen relato!
ResponderEliminarEstoy de acuerdo con las interpretaciones que dan los compañeros. Me parece muy original la forma que has elegido para contarlo a través de una camisa.
Un beso.
Malu.
Qué bueno!
ResponderEliminarEse amor platónico e inalcanzable. "Ese mundo" que no conoce... Ajeno para ella.
Dos mundos, dos planetas... Y luego el choque contra la realidad.
Felicidades!
Este micro me recuerda la novela La intrusa. En este caso, la protagonista de tu micro entra en casa de alguien por necesidad emocional.
ResponderEliminarUn bello micro, Yolanda. Saludos
Pues ya ha quedado casi todo dicho en comentarios precedentes: un amor anhelado, pero no correspondido; una realidad no deseada, si bien inevitable. Y como nexo, una camisa blanca.
ResponderEliminarPerfecto cincuenta. Muy buena propuesta la tuya, Yolanda. Un placer leerte y disfrutar leyéndote. Enhorabuena.
Saludos cordiales.
Yo he visto a un amante que no quiere irse a casa. Muy bueno.
ResponderEliminarInteresante y magnético relato. Bajo la aparente sencillez se esconden unas puntadas muy precisas. Me ha gustado que el título del relato sea precisamente el objeto, no un sentimiento ni una persona. Saludos, Yolanda.
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