Mal día para visitas
Llamaron a su puerta insistentemente.
Se incorporó de su sillón y, sujetando su andador, avanzó con paso lento hasta la entrada. Observó por la mirilla y, de nuevo, decidió que no era el momento de dejarla pasar.
La muerte con su guadaña se sentó pacientemente en los escalones, otra vez.
Se incorporó de su sillón y, sujetando su andador, avanzó con paso lento hasta la entrada. Observó por la mirilla y, de nuevo, decidió que no era el momento de dejarla pasar.
La muerte con su guadaña se sentó pacientemente en los escalones, otra vez.
Olé. Tu protagonista merece llegar, con el andador a cuestas, tan lejos como este magnífico relato.
ResponderEliminarBravo.
Y que espere sentada que va a cansar de esperar.
ResponderEliminarLa lucha y esperanza que no se pierda.
Gran estrategia: ignorarla. Por algo se rumorea que es sabia la vejez y la muerte paciente y persistente. Sabroso encuentro. Saludos, Inma.
ResponderEliminar¡Muy bien por tu protagonista! Así se hace... que espere la parca.
ResponderEliminarMuchas veces, la gente pierde la voluntad de seguir viviendo. Sencillamente, ya no puede seguir tomando una decena de pastillas, ni soportando que el acto más trivial le cueste un mundo. Sin embargo, Inma, la protagonista de tu microrrelato quiere seguir luchando, aunque sea ayudada de un andador. Enhorabuena por la historia. Saludos
ResponderEliminarAlgunos viejitos son imposibles, oye, y cuánto nos gustaría ser como ellos!!!
ResponderEliminarBuen texto
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminarInma, ya veo que tu protagonista es una mujer de carácter, que no se deja impresionar ni por la mismísima parca.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos
Inma, qué bien has escenificado la realidad. Me parece que al protagonista aún no le ha llegado el momento y está reclamando su derecho vital. Que siga esperando mucho tiempo con su guadaña en las escaleras y si se va un rato tampoco pasa nada. No hay prisas.
ResponderEliminarEsa clase de visitas cuanto más tarde, mejor.
ResponderEliminarUn abrazo, Inma.
¿Cuántas veces lleva ya la pobre Muerte llamando? ¡¡Le ha salido duro este mortal (o esta)!! Así que no le queda otra que armarse de paciencia o proponerle una partida de ajedrez...
ResponderEliminarMuy buena historia, Inma.
Enhorabuena.
Saludos cordiales.