Miedo a la destrucción de los sueños
Esclavizado contemplaba la colina, soñando qué habría más allá. Ciudades de plata, fuentes de oro y trabajo, sobre todo trabajo; justo y necesario.
Un día se rompió la valla, sabía que la noche le serviría de aliada; pero temía que, tras la colina, solo hubiera la misma miseria que aquí.
Un día se rompió la valla, sabía que la noche le serviría de aliada; pero temía que, tras la colina, solo hubiera la misma miseria que aquí.
El miedo puede que sea el mayor enemigo de los sueños y proyectos. Con su poder inhibidor limita cualquier alcance, e incluso lo que puede estar muy cerca, acaba perdiéndose por la indecisión que causa el temor.
ResponderEliminarNos acercas, con un micro lleno de simbolismo, a nuestros límites interiores, que son acaso, la frontera más insalvable de las que existen.
Saludos Rubén José.
Muchas gracias por tu comentario Manuel. Saludos
EliminarEse sí que sería un buen sueño: que se rompieran todas las vallas. Y puede que con ellas, efectivamente, se rompieran muchos sueños.
ResponderEliminarRubén José, cuánto se puede expresar con pocas palabras, cuando se sabe. Y tú, lo has conseguido.
Un abrazo soñador.
Muchas gracias por tus palabras Patricia. Un abrazo
EliminarComo dice un viejo refrán: Cuidado con lo que deseas porque puede hacerse realidad.
ResponderEliminarSaluditos.
Los refranes siempre trabajan. Muchas gracias Lu por tu comentario. Saludos.
EliminarRubén, siempre tememos que los sueños nos decepcionen al hacerse realidad. Nunca hay que dejar de soñar. Es lo que hace que el mundo se mueva y avance. Hay que saltar las vallas y seguir soñando.
ResponderEliminarBuen micro. Muy bien contado. Enhorabuena.
Besos.
Muchas gracias Pilar por tu comentario. Un abrazo
EliminarPor desgracia, los temores de tu protagonista son muy fundados. En un lado de la valla, el suyo, la realidad es implacable; pero en el otro, ese con el que sueña, tampoco va a ser mejor para él, aunque si lo sea para otros.
ResponderEliminarLos sueños mantienen vivas a las personas, aunque haya que bucear entre mil dificultades, que nunca le falten a tu protagonista, ni a tantos que lo dejan todo y arriesgan su vida para intentar tener un futuro.
Un saludo, Rubén
Muchas gracias Ángel por tus palabras. Un saludo.
EliminarSupongo que muchos se preguntarán sobre la incógnita tras la valla, pero la desesperación y el "nada que perder" les lleva, a muchos, a aventurarse a un viaje que, a veces, no tendrá retorno.
ResponderEliminarBuen relato, Ruben.
Un abrazo, sobrino.
Muchas gracias por tu comentario tio, me alegro que te haya gustado. Un fuerte abrazo.
EliminarEl protagonista de tu micro, Rubén, me recuerda Sísifo. A veces yo también me he preguntado qué ocurriría si tratara de escapar.
ResponderEliminarEnhorabuena por el micro. Saludos
Muchas gracias por tu comentario Plácido. Un saludo.
EliminarLa miseria existe en el ser humano, pero en unas partes más que en otras. Hay que buscar la mínima, aunque nos cueste sacrificio e incertidumbre.
ResponderEliminarBien contado, Rubén
Muchas gracias por tu comentario María Jesús. Saludos.
EliminarEncuentro lógico ese miedo de tu personaje, e incluso saludable dentro de unos límites. No en vano la realidad nos tiene bien prevenidos contra las falsas ilusiones. Pero espero que su temor no lo inmovilice, ni para luchar por la libertad que ahora no tiene, en caso de que se quede dónde está, ni para intentar hallarla al otro lado de la valla.
ResponderEliminarBuena e interesante propuesta. De las que mueven al diálogo.
Un abrazo, Rubén.
Muchas gracias Enrique por tus palabras. Un abrazo.
ResponderEliminarExpectativas y frustración suelen ir de la mano. Muchas veces soñamos con algo que creemos que será mejor que lo que conocemos y, finalmente, nos damos de bruces con una realidad que no imaginábamos. Eso sí, en ocasiones la miseria de un lado (me refiero a los lados de una valla limitadora) no es la misma. Eso es lo que sirve de acicate para que se aventuren los desarraigados, los desahuciados, aunque sea con miedo a ver destruido todo lo que soñaron (el título, me encanta).
ResponderEliminarEnhorabuena, Rubén por tu cincuenta de denuncia social.
Saludos.