Ni donde caerse muerto
—Veamos... Es la quinta vez que le digo que esta no es su fila, que la suya es aquella, la del fondo. Esta es para quienes tienen posibles, para quienes aspiran a sentarse a su derecha. ¿O esperaba usted alfombras rojas y la santa recepción del apóstol Pedro en persona?
José Antonio, hay clases hasta para entrar en el cielo y eso que la biblia dice: "es más fácil que un camello pase por un ojo de aguja a que un rico entre al Reino de los Cielos", pues parece que no, jajaja.
ResponderEliminarMe gusta tu relato por su frescura y que nos muestras casi una imagen fotográfica de la situación. Y sobre todo me gusta el título que expresa tan bien la situación del protagonista.
Un abrazo enorme, nos leemos en alta mar.
Muchas gracias, Javier, por tu acertado comentario, con camello incluido (¡Ja, ja, ja, ja!). Nos leemos, o en alta mar o en secano.
EliminarUn fuerte abrazo.
Destilas el orbe celeste magistralmente por entregas. Cada una desgrana su vertido, unas gotas de crítica mordaz y corrosiva que, sin embargo, encaja a la perfección en el juego de espejos que has ideado para reflejar la condición humana.
ResponderEliminarNi el cielo está a salvo de las veleidades, los egos y las jerarquías. Sabemos que la iglesia es el reino de los cielos en la tierra, por tanto, como muestra, bien vale un botón.
De nuevo, tu chispa cae como bendición o santificación narrada y pone el ingenio y el humor inteligente como protagonistas del día.
Un abrazo, José Antonio.
¡Madre del amor hermoso, Manuel! ¡Qué comentario me dejas! Creo que supera, con creces, mi modesto cincuenta. Pero es que lo dices tan bien y de forma tan acertada que no puedo más que descubrirme antes tus palabras y agradecerte de todo corazón este aplaudiendo hasta que mis manos me duelan.
EliminarMuchísimas gracias y un abrazo enorme.
Hasta para entrar en el cielo hay clases. Y tampoco es tan raro que alguien que ha merecido su entrada en él, anhele un recibimiento acorde a ese esfuerzo. Me ha gustado, José Antonio. Suerte y saludos.
ResponderEliminarClases y limitaciones, Jesús. Y da lo mismo cómo te hayas portado en vida. Si tienes, tienes...
EliminarMuchas gracias y saludos.
Vaya, ya veo que hasta en el cielo hay que tener enchufe. Para estar cerca de Dios hay que ser uno de los divinos, como en los encierros de Pamplona para correr junto a los toros. Si a las personas sencillas que lleguen a entrar las mandan a todas al fondo, al menos que se lleven los prismáticos, si no no van poder ver a Dios, como les tienen prometido. Un micro con mucha "gracia". Un abrazo.
ResponderEliminar¡Ja, ja, ja, ja! Me gusta esa comparación entre los encierros pamplonicas y la vida celestial.
EliminarMuchas gracias por comentar, Juana.
Un abrazo.
Mare meua Jose Antonio, ya ni para caerse muerto. Aunque viniendo de la iglesia tampoco me extraña tanto.
ResponderEliminarUn abrazo
Pues así lo veo yo. Aunque lo mismo estoy equivocado. Cuando me toque, no sé si este cincuenta me va a ayudar o a perjudicar. Espero que no me lo tengan en cuenta y que allí arriba no haya rencor guardado.
EliminarGracias por tus palabras, Raquel.
Un abrazo para ti.
Si así son las cosas en el Cielo, debemos retractarnos quienes achacábamos a la Iglesia el no representar fielmente a Dios en la Tierra y también queda en evidencia que la Biblia es una tergiversación del pensamiento Divino.
ResponderEliminarGran relato, José Antonio. Enhorabuena.
Un abrazo.
Si al final, Georges, esto es una especie de espejo, Tierra/Cielo y viceversa. O eso nos han querido hacer ver.
EliminarMuy agradecido por tu amable comentario.
Un abrazo.
Como no sabemos si al final habrá algo y, de ser así, cómo será, todo ha de reducirse a la fe. Al no haber pruebas constatables, un destino final como el que planteas, en el que se prolonguen las mismas anomalías que en el origen, sería tan posible como otro y, desde luego, terrible. Perversos hombres y sus desigualdades. Tu relato aporta una cierta carencia de esperanza, viene a decir que quien nace desfavorecido muere igual y sigue lo mismo más allá si lo hay; pero también es un relato divertido y con la sabiduría de quien sabe de lo que habla.
ResponderEliminarComo siempre, y no lo digo yo solo, aportando calidad creativa.
Un abrazo fuerte, José Antonio
Pues no le voy a quitar la razón a tus palabras, siempre tan acertadas, amigo Ángel. Mi idea era precisamente esa: la crítica a cómo nos trata la religión, tanto en vida terrenal como en muerte celestial (una la conocemos, la otra está por ver), pero eso sí, con un toque de diversión, que todo no van a ser lamentos.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario y con mi gratitud vaya un fuerte abrazo.
Nunca se debe perder la conciencia de a qué casta pertenece cada uno. ¡Ni muerto! Pecar de ingenuidad también es un pecado.
ResponderEliminarGenial, Jose Antonio.
Suerte.
¡Ja, ja, ja, ja! Genial tu comentario, Rafael.
EliminarUn abrazo.
Por lo visto, en el otro lado también hay funcionarios de esos que te hablan de manera seca. Es su trabajo, por supuesto y, seguramente, obedece las instrucciones recogidas en un extenso y pormenorizado protocolo. Pero... esa "alma esperanzada" hubiera merecido un mejor trato... un cafelito... unas pastas.. No sé... algo distinto. Muy bueno.
ResponderEliminar¡Sí, hombre, y una alfombra roja y la recepción del apóstol pescador! ¡Anda que no pides tú nada, Salvador! Pero si no tienes, pues lo siento, no tienes derecho a nada de nada. Eso es así, aquí en la Tierra como en el Cielo. ¡Ja, ja, ja, ja!
EliminarGracias por tu más que amable comentario.
Un abrazo.
¡Vaya con este Dios que nos presentas, José Antonio! No dan ganas de que vayamos, los de la plebe, a llamar a su puerta... Mejor nos quedamos por aquí, ¿no crees?
ResponderEliminarFuera bromas, muy buen relato.
Besos.
Intentarlo lo podemos intentar, pero me temo, María José, que sobre determinadas situaciones poco o nada podemos hacer. Mientras tanto, "carpe diem"...
EliminarGracias por tu comentario.
Besos y abrazos (que son gratis). ;)
Isidro, que engañados nos tenian, luego dicen que ante Dios todos somos iguales... pero en distinta fila.
ResponderEliminarBuen micro.
Besos apretados.
¿Isidro? :O Es broma... No te preocupes por la confusión nominal, que todos somos camarotistas...
EliminarIguales, Pilar, pero sin barullo, que cada uno sepa de dónde viene y a dónde va
Gracias por tu comentario y vayan unos besos para ti.
¡Qué bueno! Desde el título hasta la frase final, el micro es redondo. Destila un humor amargo que me encanta. Lo señalo ya como uno de mis favoritos del mes. Enhorabuena.
ResponderEliminarMuchísimas gracias, Fernando, por tus más que amables palabras, excesivas desde mi punto de vista. Me agrada que te haya gustado. Con eso ya me doy por bien pagado.
EliminarUn abrazo.
Ja, ja, ja... estás muy bíblico últimamente, José Antonio, pero te sienta fenomenal, dicho sea de paso.
ResponderEliminarLo único es que ahora me has dejado hecha polvo, yo tenía la esperanza de disfrutar de las maravillas del paraíso, me lo imaginaba como un todo incluido, vinito va, vinito viene, con sus tapitas de jamón y queso, pero ahora... estoy hundida en la miseria... no opto ni a garrafón con mortadela sin aceitunas.
Original, fresco y muy divertido. No hace falta que te diga lo bien narrado y puntuado que está, porque en eso eres el jefe. Y el título, de quitarse el sombrero.
Enhorabuena, mi querido señor Barrionuevo, un micro grandioso.
Un beso enorme con mis felicitaciones.
Malu.
¡Jo, mi querida y apreciada Malu! ¡Qué cosas tan bonitas me dices! Me sirven para subirme la moral un cien por cien, lo cual te he de agradecer siempre porque siempre me tratas con mucha benevolencia, más de la que me merezco. Y ya me duele en lo más hondo de mi ser haberte apagado parte de esas expectativas que tenías para lo que venga cuando venga, que espero que sea muy tarde... De todas formas, no me hagas mucho caso, que esto es ficción y no muy buena. Así que seguro que nada de lo poco que me he imaginado se cumple y habrá ciertamente vino, jamón, queso y lo que nos dé por pedir.
EliminarUn beso muy grande y agradezco esas felicitaciones que me ofreces. ¡Eres un cielo (de los buenos)!
Estoy pensando que para ir a ese cielo de tercera clase no merece la pena tener un comportamiento ejemplar toda la vida.
ResponderEliminarMuy buen relato, Jose Antonio, un abrazo.
Pues "carpe diem", Asun, y que nos quiten lo "bailao".
EliminarGracias y un abrazo para ti, admirada cincuentista y enteciana.
Vaya...¿Ni allá arriba nos libramos del enchufismo?... ¿El dedazo divino también existe?... Pues sí que estamos bien!
ResponderEliminarMuy bueno tu micro!
¡Estamos rodeados por los mismos defectos y vicios, Galilea!
EliminarGracias por tu comentario.
La rabia que da colocarse en una fila para descubrir que no es la tuya, aunque, bueno, el protagonista de tu micro, José Antonio, tenía que intentarlo. Muy ingenioso. Me ha gustado.
ResponderEliminarSaludos
¡Y que encima te echen con ciertas cajas destempladas! ¡Eso ya es el acabose!
EliminarGracias, Plácido, por tu comentario.
Saludos.
Cuando me llegue el momento, espero la alfombra roja. Para eso me he llenado los pies de todos las durezas que la vida me ha puesto en el camino.
ResponderEliminarSeguro que te encontraré en la fila de los elegidos, cómo será este nuevo micro que nos has presentado.
Saludos cordiales.
¡Merecernos, amiga María Jesús, esa alfombra roja, por supuesto que nos la merecemos! Y ya si eso, te busco en la fila, pero tanto para ti como para mi, que tarde el que nos encontremos en ella...
EliminarMuy agradecido por tu amable comentario.
Saludos.
Así que ni en el cielo somos todos iguales. A los de a pie de toda la vida nos van a colocar en el gallinero y sin prismáticos, no podremos contemplar a la divinidad, privilegio reservado para quienes siempre van por la vida en zona VIP. La Iglesia nos ha vendido muchos cuentos sobre la llegada de las almas al cielo. Yo prefiero que nos vayas desentrañando tú todos estos galimatías bíblicos. Son, sin duda alguna, más verosímiles y divertidos.
ResponderEliminarUn placer leerte, José Antonio. Besos.
¡Ja, ja, ja, ja! No sé si tendré tanto ingenio como me atribuyes, amiga Carmen, para poder explicar y desvelar los miles de líos que tienen la Biblia y el mundo de la religión en su conjunto.
EliminarMuchísimas gracias por tu comentario y el placer de leernos es mutuo.
Besos desde el sur.
Normal que en el cielo haya lucha de clases: Si éstas las invento el hombre y Dios a él, sólo nos queda aplicar la propiedad transitiva.
ResponderEliminarCelestial ironía en tu refrescante relato, José Antonio. Con ese punto de guasa andaluza, que no se puede aguantar.
Los has contado con ritmo y maestría, compañero. El resultado es un relato redondo y muy divertido. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Pues quedo muy agradecido por tus más que amables palabras en este comentario que me dejas, Antonio. Me agrada que te haya resultado divertido porque ese, además de la crítica al clasismo celestial, porque al que ya estamos acostumbrados es al de la tierra, era uno de mis objetivos.
EliminarMuchas gracias y un fuerte abrazo.
Parece que eso de que siempre ha habido clases continúa el en el otro mundo, algo que no parece haber comprendido el protagonista de tu microcuento, el cual, al verse en el cielo piensa que lo van a recibir como merecen sus obras en este bajo mundo; pero no, alguien le advierte de su condición, de que si allá abajo era un pelanas ahí arriba sigue siéndolo y, por tanto, tiene que ponerse en el lugar que le corresponde.
ResponderEliminarQuizá junto a los protagonista de un chiste que me ha venido ahora a la memoria, en el cual, están dos individuos en el cielo, y uno le pregunta al otro si ha visto a Dios, él le responde que no, pero que vive debajo suya. ¿Y cómo lo sabes?, le interroga. Porque todas las noches, antes de acostarse, le oigo decir: “Hasta mañana si yo quiero”.
Estupenda tu serie desmitificadora, pienso que si existen los dioses o Dios tienen que tener sentido del humor, si existiesen y no lo tuvieran, creo que estaríamos verdaderamente jodidos, y perdón por el taco.
Muy refrescante y divertido por su ironía y su retranca tu microcuento, José Antonio. Un abrazo.
¿Y ahora qué te digo yo, amigo Enrique, después de tu genial comentario, fiel a ese estilo de comentar al que ya nos tienes acostumbrados? ¡Pues que tienes más razón que un santo...!
Eliminar¡Qué comentario más amable! Creo que excesivo en parte para mi cincuenta que no deja de ser un modesto ejercicio de literatura con cierta crítica social y con mucha retranca (¡qué me gusta esta palabra!).
Muchísimas gracias por tus palabras y, por supuesto, por ese chiste irreverente que tiene cabida propia en mis últimos micros, que no sé si me darán fama y gloria (no lo creo), pero lo que sí me van a dar es un puesto en la fila de los desahuciados celestiales. ¡O no! ¡Dios dirá!
Un fuerte abrazo.
Un muerto de segunda clase, pero persistente. A pesar de todo, las circunstancias juegan a su favor. Tiene toda la eternidad para dar la tabarra San pedro.
ResponderEliminarOriginal historia, José Antonio, con una carga de denuncia que, personalmente, aplaudo.
Abrazo.
Ya sabes, Carles, eso de que quien la sigue la consigue. Por intentarlo que no quede.
EliminarUn abrazo y muchísimas gracias por tus palabras.
Y una intentando hacer méritos para tener su parcelita allí arriba. ¡Cachis! Acabas de dar al traste con mis sueños post mórtem, José Antonio :'( :P
ResponderEliminarComo todo lo que lleva tu firma, ¡genial!
Un abrazo.
¡Vaya, Fina, cuánto lo siento! No era para nada mi intención tirar por los suelos tus expectativas futuras (que espero y deseo sean muy futuras). Pero como ya he dicho antes, esto es ficción y no de la buena. Así que tranquila, que seguro que tú tienes un buen sitio por allí arriba. Méritos seguro que estás haciendo y con creces. Ya comentar como lo has hecho mi modesto cincuenta tiene premio. Que te lo digo yo...
EliminarUn abrazo y muy agradecido siempre por tus palabras, tan amables.
Pues pobre hombre, José Antonio. Aunque me alegro de que se haya dado cuenta después de muerto de lo que le esperaba en el cielo; así al menos la ilusión o el engañoso consuelo le han durado más tiempo.
ResponderEliminarHay en todo tu relato cierto tono de humor, triste y desolador, que me recuerda al que imperaba, producto de la gris realidad de entonces, en las páginas de revistas como “La Codorniz” o “Hermano Lobo” de la mano de grandes maestros como Mingote, Chumy Chúmez, Azcona, Gila… Y todo ello escrito con tu impecable y envidiable estilo. Por cierto que vaya simpatía la de ese bedel celestial o lo que sea, jajaj.
Enhorabuena, maestro y amigo.
Un abrazo, y nos seguimos leyendo.
¡Ja, ja, ja, ja! ¡Qué bueno, Enrique, que me hayas recordado esas fantásticas y geniales revistas humorísticas y gráficas que leía en su tiempo! ¡Y te has dejado atrás una que aún sobrevive, 'El Jueves', que tenía aquel Dios con zapatillas de andar por casa y que tanto me divertía en mi época de estudiante universitario!
EliminarPor lo demás, creo que te excedes en alabanzas. Lo de «maestro» ya me parece pasarse tres pueblos. O tres cielos. Pero se agradece.
Muchísimas gracias y un fuerte abrazo. Y por supuesto que nos seguimos leyendo y comentando (por cierto tengo pendiente tu, ¡ese sí que es genial!, cincuenta de este mes).
¡Hasta para entrar en el Paraíso se necesita tener dinero! Como bien apuntas, el protagonista ya no sabe ni dónde caerse muerto. Con ese plan mejor mantenerse en vida que optar por un cielo deshumanizado y clasista.
ResponderEliminarEsperemos que la cosa por el Más Allá cambie para cuando nos toque.
Felicidades, José Antonio.
Un abrazo
Una triste realidad, Enrique, pero así son las cosas o así nos las han contado. Y siempre es mucho mejor vivir y sacarle todo el provecho posible. Así que ¡A vivir, que son dos días!
EliminarMuchas gracias por tu amable comentario.
Un abrazo.
¡Qué cándido es tu personaje! Seguro que tendría preparado el discursito para la recepción del mismo San Pedro.
ResponderEliminarVeo que no aprendió suficiente en la vida terrenal. No seas duro y dale una segunda oportunidad, porque "el cielo puede esperar"
Un abrazo, amigo Barrio.
Suerte.