Precoz

La madre, recordando las palabras entre lágrimas de su pequeño, no podía dormir. Cuando sintió movimiento en el otro lado de la cama, asió el cuchillo escondido y, yendo tras el monstruo, su marido, se lo clavó una y otra vez.

En su habitación, siempre al acecho, sonreía el niño.
Escrito por Luisa Hurtado González - Web

17 comentarios :

  1. Turbador. Madre e hijo deben ser incluidos en una antología de psicopatía por entregas. La autora, entre las grandes del micro-terror. Saludos, Luisa.

    ResponderEliminar
  2. Parecen la mamá de Norman Bates y su retoño... Has escrito la precuela, Luisa.
    Buenísimo.

    ResponderEliminar
  3. Manuel, Patricia, sois muy amables, muchísimas gracias

    ResponderEliminar
  4. Caray, menudo monstruo ha resultado el chaval. Lo malo es que parece haber contagiado a la madre. ¿O será al revés? ¿Y el padre? ¿Era inocente? Esto promete. Enhorabuena, Luisa. Un saludo y suerte.

    ResponderEliminar
  5. Por un lado parece un acto de justicia extrema, que en parte podríamos comprender; aunque por otro, y esto es todavía más interesante, y a la vista del título creo que por ahí va la cosa, puede tratarse de la malicia de un jovencito que hace una acusación falsa, manipula los sentimientos de una madre, a la que convierte ne asesina, al tiempo que elimina a su progenitor. Un criaturita que promete.
    Un abrazo, Luisa

    ResponderEliminar
  6. Sí... yo lo interpreto como Ángel. Ese niño es "el gran manipulador". Ha intoxicado la mente de su madre, para que mate a su padre.
    Ese niño es el diablo!
    Muy bueno tu micro!

    ResponderEliminar
  7. Esta mamá se ha dejado llevar por la perversidad de su retoño. Y este ha conseguido tener a su alcance a la víctima.
    Qué desazón produce el relato.
    Besos, Luisa.

    ResponderEliminar
  8. Este relato demuestra que también los angelitos tienen garras. Y a la madre, ya le vale.
    Un relato potente, Luisa.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  9. Gracias a todos, una gozada pasarse por aquí y leeros escribiendo o comentando, como sea. Gracias

    ResponderEliminar
  10. Luisa, un relato brutal, con ese niño tan malvado...
    Muy bueno.
    Besos.

    ResponderEliminar
  11. La verdad es que lo he tenido que leer más de una vez para entenderlo. Luego, el título me ha dado luz. La maldad vive cómodamente camuflada en seres aparentemente inocentes. Y las madres podemos hasta volvernos ciegas por amor a nuestros hijos. Muy duro y bueno para la reflexión tu micro, Luisa. Saludos.

    ResponderEliminar
  12. Vaya incitador precoz!. Un psicópata en potencia, diría yo.
    Suerte, Luisa
    Besito virtual

    ResponderEliminar
  13. Ah, a pesar de que el peso de la acción homicida recae en la madre, has conseguido mostrar al hijo como un ser todavía más terrorífico, simplemente haciéndole sonreir.
    Muy bueno, Luisa.

    Saludos cordiales.

    ResponderEliminar
  14. Al leer la última frase, el niño pasa de ser una inocente criatura a una reencarnación de Damian. Un buen micro. Saludos, Luisa

    ResponderEliminar
  15. Precoz infante y, además, un gran manipulador. Un niño que de inocente criatura no tiene absolutamente nada. La falsa acusación que vierte sollozando (las lágrimas siempre convencen), hace que la madre sea su brazo ejecutor para acabar con «el monstruo», con un padre que sí parece inocente (¿lo es?).
    Una recomendación, Luisa, que solo pretende ser eso: yo no habría especificado que el monstruo era el marido (presunto monstruo, aclaro de nuevo). Creo que queda lo suficientemente claro en el discurso narrativo.
    Me ha gustado mucho tu cincuenta. Enhorabuena y nos seguimos leyendo. Un verdadero placer leer relatos o historias como la tuya, aunque haya maldad o truculencia en ellas. Lo bien narrado, bien se lee.
    Un abrazo.

    ResponderEliminar
  16. La madre tiene maldad, pero el niño se las trae...
    Lo que no sé es si verdaderamente el marido es un monstruo, yo lo veo abierto a interpretación y me gusta más el relato al tener esas dos posibilidades.
    Enhorabuena tocaya.
    Malu.

    ResponderEliminar
  17. Las lágrimas es lo que tienen. Hacen que a una madre no se le ponga nada por delante, aunque ese nada sea la mitad del fruto de su vientre ¡Jesús, María y José! ¡Rediós!, me gustaría saber si el chavalín sigue alternando llanto y risa, claro, hay sonrisas que también matan. Me ha gustado mucho, Luisa. Un saludo.

    ResponderEliminar

Si no tienes cuenta, elige "Nombre/URL" en lugar de "Anónimo". ¡Gracias!