Soledades
Solo un último cigarrillo, solo vacíos ocupados por nostalgia y solo, alfombrando aquella melancolía, cartas esparcidas por la casa, con números rojos en su interior.
Cogió ese único cigarrillo, lo sujetó entre sus labios y, con la compañía del silbido adormecedor que fluía desde la cocina, encendió su última cerilla.
Cogió ese único cigarrillo, lo sujetó entre sus labios y, con la compañía del silbido adormecedor que fluía desde la cocina, encendió su última cerilla.
Un personaje que parece haber perdido toda esperanza. La soledad, la tristeza que todo lo tiñe y, encima, las deudas que lo atenazan. En tu relato, nos trasmites muy bien todas esos pesares. Lástima que las circunstancias le impidan darse cuenta de que su acción, seguramente, perjudique a los que le rodean, y no solo a él. Enhorabuena. Suerte y un saludo, javier.
ResponderEliminarJesús, muchas gracias por tu comentario.
EliminarEs tal la desesperación de mi protagonista que en este momento le da igual lo que pueda pasar a su alrededor.
Un abrazo.
Un cilindro de papel encendido, estrecho y pequeño, con unas hojas secas dentro, más el gas invisible; nada más se necesita para acabar con todo. Tenemos mucho miedo a morir, algunos temen más aún al dolor a una muerte lenta o repentina, cuando en realidad todo puede ser más sencillo de lo que parece, como expones en el segundo párrafo. El primero habla de tristeza y fracaso. Alguien lo dijo, para vivir no solo se necesitan medios, también motivos.
ResponderEliminarUn relato bien estructurado y, si me permites la broma mala, con final explosivo.
Un abrazo grande, Javier
Ángel, muchas gracias por tu comentario.
EliminarPues tienes toda la razón, un final explosivo, jajajaja.
Me gusta eso que has escrito de que para vivir se necesitan motivos, eso es lo que le falta sobre todo a mi protagonista.
Un abrazo enorme.
Hermoso y triste relato lleno de soledad y melancolía. No sabemos cómo el prota ha llegado a ese punto, pero parece ser alguien que no ha sabido lidiar con su vida sentimental ni económica. Tampoco ha sido muy cuidadoso al elegir el modo de ponerle fin.
ResponderEliminarUn gran relato, Javier.
Un brazo.
Georges, muchas gracias por tu comentario.
EliminarTal vez la vida lo ha arrastrado como un huracán llevándole al precipicio.
Un abrazo.
La derrota final, con toda su tristeza, expresada de forma magistral y con carga explosiva incorporada. No es justo, no, como tampoco lo es llevar a esta situación, sin alternativas ni soluciones, a personas que, habiendo trabajado honradamente toda su vida, han tenido la mala fortuna de tropezar en el peor momento de la crisis. Pierden trabajo, ahorros, amigos, familia y, lo último, un lugar donde vivir. Ha habido muchas situaciones como esta en los últimos años, pero se silencian para que sigamos durmiendo, anestesiados por una telerrealidad fingida que nos conviene creer para que no se vuelva contra nosotros. No, eso no pasa, exageran los que lo cuentan.
ResponderEliminarBravo, Javier.
Tenía mi sombrero en el taller sombreril y, con las plumas lozanas y sedosas, te saludo como te mereces.
Abrazo fuerte.
Patricia, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, durante la crisis hemos a asistido a situaciones muy parecidas a la que expongo y cuando uno llega al borde del precipicio aveces es difícil dar el paso atrás.
Besos.
Soledad y deudas son las únicas compañeras de tu protagonista, Javier.
ResponderEliminarParece que ha encontrado la solución para poner fin a todos sus males, una solución que acabará de un plumazo con todo. No sé si es de valientes o de cobardes hacerlo, pero qué difícil...
Muy buen cincuenta, Javier. Enhorabuena.
Malu.
Malu, muchas gracias por tu comentario.
EliminarYo siempre pienso y lo más seguro es que esté equivocado, es que cuando uno toma la decisión de quitarse del medio es un valiente.
Muchos besos.
Muy conmovedor tu relato, Javier. Has mostrado toda la crudeza de la soledad y de los gastos que abruman a tu protagonista.
ResponderEliminarEnhorabuena.
Asun, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSituaciones en la vida que le llevan a uno a tomar decisiones difíciles.
Besos.
Desesperación y derrota, en tu gran microrrelato, Javier. Te felicito, amigo.
ResponderEliminarBesos.
Mª José, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Tremenda escena final nos compones...nos descompone la coherencia inmisericorde de un final que se ajusta a un personaje, que como dice Malu, solo le acompañan soledad y deudas.
ResponderEliminarEl patetismo de la situación se instala en la narración ya desde las primeras palabra y al término del primer párrafo, nos adentras en un extremo alarmante. El silbido sibilino pone una trágica banda sonora a una secuencia que funde a oscuro con una simple llama letal.
Impactante micro, Javier.
Se echa de menos tu comentario habitual al pie de los relatos. Un fuerte abrazo.
Manuel, muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarLas diversas circunstancias de la vida llevan a mi protagonista a tomar esa decisión,ya que él no ve otra salida. Me gusta eso que has dicho de "la banda sonora", ese fluir del gas de la cocina.
Te agradezco de corazón, que digas que echa de menos mis comentarios "a pie de relato" como tu dices. Yo también los echo de menos y me ha entristecido mucho tomar esta decisión, diversas circunstancias me han llevado a ello y lo siento mucho porque me gusta comentar, pero... como verás todo sigue, nadie es imprescindible y menos yo. Y he observado que tampoco se me echa tanto en falta, a lo mejor más lo echo yo.
Un abrazo enorme, Manuel, y de nuevo muchísimas gracias.
Cierto que nadie es imprescindible, Javier. Pero una silla de cuatro patas se convierte en taburete con tres; con dos en muleta; con una en simple apoyo, y sin patas, en asiento vulgar de graderío. Sin tu comentario, los cincuenta que comentamos en cincuenta quedamos en cuarenta y nueve. Y no hay micro bueno con una palabra menos. Anímate y considéralo. No dejas que la lágrima te impida mirar las estrellas. Un abrazo de corazón.
EliminarMuchísimas gracias, Manuel, por tus palabras.
EliminarUn abrazo eneorme y de corazón.
Has reflejado muy bien la situación axfisiante que vive el protagonista. Es una pena que haya casos de tanta soledad ante la injusticia que quienes la sufren ven apagarse el último rayo de esperanza. Hemos hecho una sociedad cruel e insolidaria. Triste pero muy real. Muy interesante para la reflexión, Javier. Un abrazo.
ResponderEliminarJuana, muchas gracias por tu comentario.
EliminarTienes razón, él ha perdido toda esperanza de seguir adelante.
Besos.
Tremenda y agobiante situación. Sentirse al límite y en soledad.
ResponderEliminarTu protagonista y la desesperación...
Muy buen micro, Javier!
Galilea, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn beso.
Javier, demasiadas soledades acompañan a tu protagonista, que le pesan demasiado como para seguir luchando por sobrevivir. Se le han acabado los motivos para hacerlo...
ResponderEliminarUn nuevo 50, escrito de forma magistral, con la sensibilidad que te caracteriza.
Se echan mucho de menos tus excelentes comentarios, que tan generosamente regalabas a todos, a cada uno de nuestros relatos, desde el respeto por las letras.
Una gran pérdida...
Enhorabuena por tu enorme 50.
Besos muy muy apretados.
Pilar, muchas gracias por tu comentario.
EliminarTienes toda la razón, él ha perdido todos los motivos para vivir.
Siempre intento poner todo el sentimiento y sensibilidad en lo que escribo para poder transmitir todo lo que siento.
En cuanto a los comentarios que echas en falta, gracias por ello y por tus palabras. Te remito a la contestación que le he dejado a Manuel Bocanegra. Pero en fin son circunstancias que pasan, y como le he dicho a él, nadie es imprescindible.
Muchos Besos.
Muy bien titulado el relato, Javier, porque el protagonista va acumulando soledades en los ámbitos más importantes de su vida, en los afectos y en lo material -nostalgia, melancolía, números rojos-, de modo que ya no encuentra motivo para seguir viviendo. Ese último cigarrillo y el sonido del gas lo llevan al trágico desenlace. Cuántos se han visto desesperados por falta de los mínimos recursos necesarios para llevar una vida digna. Si a esto le sumamos la soledad afectiva, la pérdida de alguien querido, es una heroicidad seguir luchando.
ResponderEliminarMe gusta mucho cómo lo cuentas; las repeticiones anafóricas de "solo" en el primer párrafo aportan intensidad. El paralelismo entre el único cigarrillo y la última cerilla conduce a la explosión en el segundo párrafo. En definitiva, nos has dejado un gran tema para reflexionar y lo has narrado con maestría y belleza.
Enhorabuena. Un gran micro. Besos.
Carmen, muchas gracias por tu completo comentario.
EliminarSí, el título es la suma de esas soledades que se van acumulando y que le llevan a la desesperación y a tomar esa última cerilla para encender ese último cigarrillo.
En cuanto a la repetición de la palabra "solo", eso es lo que buscaba, lo que tú tan bien has expresado.
Besos muchos.
Me gustan los relatos que sugieren; que dicen sin decir; que ves la escena sin que te la muestren. Escribes dejando un boceto perfecto del sentimiento de tu protagonista y de la acción que va a ocurrir, justo cuando pase el relato a la palabra 51.
ResponderEliminarMuy conseguido, Javier.
Un abrazo, crack.
Pablo
Pablo, muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe gusta que el lector se imagine, que piense o que mis palabras lo lleven a poner el fin al relato. Siempre nos puede quedar la duda si esa última cerilla se encendió o no.
Un abrazo enorme.
Mi querido Javier: he estado más ausente de lo que quisiera las últimas semanas de esta, nuestra comunidad. Ahora que he vuelto a dar un repaso a cada casa, veo que algo tan imprescindible y esperado por la gran mayoría de inquilinos, como tus comentarios, ha escaseado últimamente.
EliminarRespeto, por supuesto, tu decisión, pero si por casualidad te has sentido mal por alguna respuesta fuera de tono de alguien que no te conoce lo suficiente para ver que tus comentarios, además de con el corazón están hechos desde el respeto y el gran cariño que repartes cada día; que no entiende, como yo y la mayoría, que los relatos una vez publicados son de los lectores y cada interpretación es una forma de enriquecerlos; que si a alguien no le gusta una interpretación quizá no sea por culpa de quien lo interpreta sino por no haber acertado con lo que ha escrito (y esto nos pasa a todos en este mundo de cincuenta palabras, pues tenemos un espacio reducido para intentar expresar lo que queremos), el problema no es tuyo amigo, a no ser que dejes de regalarnos esos comentarios que siempre esperamos a pie de nuestros relatos. Si no aparecen, entonces sí es nuestro problema porque, al igual que los micros de Manuel Bocanegra con los títulos de los ocho finalistas, tus comentarios son necesarios para cincuenta. Para mí eres un pilar indispensable en esta casa y, como amigo, te quiero pedir un favor: no nos prives de ellos a los que tanto te admiramos y te queremos.
Un fuerte abrazo, genio.
Pablo.
Muchísimas gracias por tus palabras, Pablo.
EliminarUn abrazo enorme.
De nada, amigo.
EliminarPara ser justos, que a veces entro como un elefante en una cacharrería, he seguido revisando los apartamentos de nuestra comunidad y veo que, aunque hay una respuesta que me chirrió a uno de tus comentarios, después hay una explicación y unas disculpas.
Así me gusta, que en esta comunidad nunca se pierda el buen rollo.
Otro abrazo, crack.
Espero que no sólo utilice esa cerilla para encender su cigarrillo, sino para hacerlo todo arder. ¡Vale! Ya sé que me he levantado hoy un poco torcidita Jajaja pero yo veo mucha poesía en que utilice las facturas para avivar el fuego.
ResponderEliminarTonterías mías aparte, algo de la realidad en la que viven muchas personas, y eso no tiene ninguna gracia.
A nivel puramente literario como habrás notado en mi primer párrafo me ha encantado.
Un saludo Javier.
Raquel, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
Pura poesía, mezclada con nostálgica melancolía. Se me ha encogido el corazón pero me sigue palpitando, a pesar del gas, para seguir leyéndote.
ResponderEliminarSaludos afectuosos, Javier
María Jesús, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, no es habitual en mí, pero he utilizado , sobre todo en el primer párrafo un lenguaje poético.
Besos.
Relato muy bien narrado, con poesía y sugiriendo una amargura descomunal.
ResponderEliminarFelicidades por tu trabajada historia.
Un fuerte abrazo.
Isidro, muchas gracias por tu comentario.
EliminarHe intentado expresar la amargura, la soledad y la desesperación que rodea a mi protagonista.
Un abrazo.
La descorazonadora soledad estalla en pedazos al final de ese segundo párrafo magistralmente elaborado. Entonces todo se vuelve rojo sobre el rojo de los números que cegaron con su implacable color el ánimo abatido.
ResponderEliminarUn fantástico relato donde nostalgia y melancolía son chispa y pedernal sobre la ceniza del último cigarrillo.
Espléndido, Javier. Enhorabuena.
Un fuerte abrazo.
Antonio, muchísimas gracias por tu completo y bello comentario. Poco más puedo añadir ya que tus palabras resumen fielmente todo aquello que he querido plasmar con mi relato y que tú tan bien has sabido captar.
EliminarUn abrazo enorme.
Demasiada soledad para un solo corazón.
ResponderEliminarUna historia tristísima, que te llena los bolsillos del alma con una piedra de dolor muy pesada. Buf.
Abrazo, Javier.
Carles, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, la tristeza y la desesperación lo envuelven todo.
Un abrazo.
Hola, Javier.
ResponderEliminarMe ha gustado el paralelismo casi perfecto que se crea en los dos párrafos. Tres soledades aparecen en el primero y tres acciones en el segundo.
En cuanto al relato, lástima que tanta soledad la ensombrezca la única compañía de un silbido amenazante, aunque reparador para el protagonista.
Un saludo.
Javier, muchas gracias por tu comentario.
EliminarEse conjunto de soledades le hacen llegar a su determinación final.
Un saludo.
A estas alturas, Javier, poco puedo aportar en mi comentario. Todo prácticamente se ha dicho ya en los comentarios precedentes. Así que lo único que puedo decirte es ¡¡enhorabuena!! y felicitarte efusivamente por este espléndido cincuenta que nos has regalado este mes.
ResponderEliminarLa soledad llevada a su extremo a base de cosas últimas (un cigarro, una cerilla, un silbido). Pero es que cuando no queda nada, cuando todo se ha perdido, ¿qué más se le puede pedir a la vida? Tu texto deja amargura, un amargor que no puede ocultar una triste realidad de estos tiempos inciertos e injustos que no nos merecemos.
Magnífico relato, amigo Javier. Un verdadero placer leerte y, espero, que nos sigamos leyendo, por aquí o por donde sea que aparezcan tus fantásticas letras.
Un fuerte abrazo, compañero.
José Antonio, muchas gracias por tu comentario.
EliminarPoco tengo que añadir, tan solo que me halagan mucho tus palabras.
Sé que es un texto amargo, pero siempre queda la esperanza que en el último momento no encienda la cerilla o una ráfaga de viento la apague, aunque creo que no.
Un abrazo enorme.
Acerca del título, diré que tanto Luis de Góngora como Antonio Machado lo eligieron para sendos libros de poemas.
ResponderEliminarLuego, ese cigarrillo solitario no sé si ha venido a tu historia desde alguno de los relatos en cadena, puesto que, hace poco, y si no recuerdo mal, la frase de comienzo era algo así como “sólo le quedaba un cigarrillo”.
Lo que sí parece ser ese solitario cigarrillo es un símbolo de la soledad del protagonista de tu microcuento acosado por las deudas y, quizás, por toda una vida rota. Y ese condenado a muerte por sí mismo, se ha concedido como último deseo encender ese cigarrillo, pues se supone que la explosión que se producirá debido al gas que fluye desde la cocina le impedirá fumárselo.
Y ese individuo puede ser alguien que vive cerca de nosotros, incluso hasta nuestro vecino, pues, en realidad, nunca sabemos casi nada de los demás, y esas desgracias que suceden a veces nos dejan descolocados, luego, puede que sepamos alguno de los motivos, y hasta que nos arrepintamos de nuestra indiferencia si era alguien con quien hemos tenido algún trato.
Son estos unos tiempos difíciles para todos, y todos estamos en la cuerda floja de la desgracia, aunque algunos crean que no va con ellos, y creo que se ha perdido mucha solidaridad y trato humano y, en mi modesta opinión, lo más valioso de la vida son las relaciones humanas, porque, tal y como dicen los versos de José Agustín Goytisolo: “Un hombre solo, una mujer / así tomados, de uno en uno / son como polvo, no son nada.”
Gran microcuento, Javier en el que pones, como tantas veces, el dedo en una dolorosa llaga.
Un abrazo.
Enrique, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, tienes razón, este relato es una reducción a 50 del que envié esa semana.
En cuanto a tu comentario, poco más que añadir, agradecértelo e corazón. Y sí, la situación que vive m,i protagonista ha sido y es muy habitual en estos tiempos de crisis.
Un abrazo enorme.
Me gustan tus micros de humor negro, Javier. Sin embargo, éste, que tiene un tema bastante doloroso y poco divertido, me parece genial. ¡Qué buen giro en la última frase! Enhorabuena.
ResponderEliminarSaludos
Plácido, gracias por tu comentario.
EliminarMi protagonista está para pocas bromas, la realidad se lo lleva por delante.
Un abrazo.
Brutal relato que cuenta mucho más de lo que dice. Me ha puesto la piel de gallina. Enhorabuena, Javier.
ResponderEliminarFernando, muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe encanta eso que has dicho que el relato cuenta mucho más de lo que dice.
Un abrazo.
He sentido dolor. Se palpa la soledad y la desesperación. Muy bueno.
ResponderEliminarMaite, muuchas gracias por tu comentario.
EliminarSí he logrado hacerte sentir lo que dices, ya me siento satisfecho por haberlo escrito.
Besos.
Como bien indicas en el título, son las soledades del personaje, sumadas una con otra, y su situación desesperada lo que lo llevan a tomar tan cruda decisión. A menudo pasamos junto a estas realidades sin apenas percibirlas, por más que su dolor las envuelva, algo que hace más profunda y sangrante su herida.
ResponderEliminarMuy buen relato, Javier, y muy loable y oportuna esta nueva mirada sobre los olvidados.
Enhorabuena y un abrazo.
Enrique, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, son la suma de soledades la que le llevan a tomar esa determinación.
Un abrazo enorme.
¡Muy dura la situación de nuestro protagonista!
ResponderEliminarSolo, endeudado y sin esperanza decide encomendarse al viento y dejar que el gas haga el resto mientras saborea su último cigarrillo. Un micro desgarrador pero muy bien conducido.
Enhorabuena, Javier. Un 50 excelente.
Un abrazo.
Enrique, muchas gracias por tu comentario.
EliminarLa desesperación le lleva a una situación límite.
Gracias por lo de excelente, pero con que te haya gustado me conformo.
Un abrazo.
Escena impactante de dolor, determinación y valentía. Tus relatos siempre me agitan los cimientos. Son cincuenta palabras que golpean con martillo de porexpan mi existencia acomodada y feliz. Parece que no daña, incluso me gusta desmenuzarlos y acariciar su pulcra superficie, pero duelen, ¡cómo duelen!, y vienen cargados de electricidad estática de la que no me puedo desprender con una simple sacudida.
ResponderEliminarPor otra parte, y como he estado ausente unos meses, veo ahora que algo, que no entro en el porqué, te ha llevado a no hacer comentarios (observo que únicamente los ajenos a tus publicaciones). Es una pena. Lo lamento sinceramente. Un fuerte abrazo. Suerte con mayo.
Cristina, muchas gracias por tu comentario. Es muy agradable tener lectoras como tú, y saber que lo que uno escribe llega y hace sentir, reaccionar. ya solo por eso merece la pena escribir. Gracias.
EliminarEn cuanto a lo que comentas de los comentarios, pues poco que decir, en ocasiones uno debe tomar decisiones que le duelen, nadie es imprescindible y el mundo sigue girando.
Un beso enorme, te repito las gracias, y solo desear que el relato del próximo mes de junio te emociones más todavía.