Trance

Silenciosa, la vida penetra en mi cuerpo con cuentagotas mientras afuera se despliega bulliciosa en un derroche de insectos, pájaros y flores.

Lloras sobre mojado.

Rumor de batas blancas por el pasillo.

Sobre el alféizar, un tábano se recupera de un golpe contra el cristal. Fácil presa para un gorrión.
Escrito por Enrique Mochón Romera - Twitter

44 comentarios :

  1. Enrique, un relato bello, lleno de imágenes, en cada párrafo nos muestras una, una realidad, una sensación. Veo a esa persona hospitalizada, y ese contraste entre el silencio del interior y el paso lento de la vida, que contrasta con ese continuar de la vida en el exterior.
    Luego la tristeza, imposible de evitar. Y ese trajín continuo.
    Y acabas con esa imagen, que yo interpreto como que la vida en cualquier momento puede acabar, sin más.
    Un relato que yo diría que es sentimiento puro, sensibilidad.
    El título me parece genial.
    Muy bueno, Enrique.
    Un abrazo enorme.

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    1. Me halaga mucho tu comentario. Y me parece muy acertada tu interpretación (muy cercana a mi intención), sobre todo teniendo en cuenta que he dejado cierto margen para ello. También me alegra el que veas en esta historia ese sentimiento que intenté plasmar, pues el personaje siente lo que pienso que yo sentiría en su lugar.
      Muchas gracias, Javier.
      Otro abrazo enorme para ti.

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  2. Escribió Dámaso Alonso en Hijos de la ira, una bella Elegía a un moscardón azul, que el final de tu relato me ha traído a las mientes, que diría el buen don Quijano. La contemplación de la muerte del insecto le lleva a reflexionar sobre el frágil hilo de la vida y el propio sentido del vivir.
    "Eso que viste desde mi ventana,
    eso es el mundo.
    Siempre se agolpa igual: luces y formas,
    árbol, arbusto, flor, colina, cielo
    con nubes o sin nubes,
    y, ya rojos, ya grises, los tejados
    del hombre. Nada más: siempre es lo mismo.
    Es un tierno pujar de jugos hondos,
    es una granazón, una abundancia,
    que levanta el amor y Dios ordena
    en nódulos y en haces,
    un dulce hervir no más".

    También se ve el mundo desde la ventana de tu relato y se ve la vida. La que lucha y sobrevive gota a gota y la que llora sufriente a su lado. Somos una brizna a merced del viento, un insecto presa fácil para un gorrión. Exquisita sensibilidad la de tu pulso narrativo, ese toque literario concentrado en tan pocas palabras. Un abrazo, Enrique.

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    1. Qué bello y rico comentario me dejas, Manuel. Confieso que no había leído a Dámaso Alonso, y te digo que me ha gustado muchísimo está elegía, por su estilo, alto y culto pero muy claro, y por su significado, hermoso y profundo. Muy a cuento además con el sentido que he querido dar a mi historia, centrándome en este caso en una de estas situaciones críticas que nos hacen ver la realidad de otro modo. Quizá del que deberíamos hacerlo más a menudo.
      Muchas gracias, por presentarme a don Dámaso y por tu amabilidad.
      Un abrazo.

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  3. Perfecta la última imagen. Esa despersonalización en contraste con las honduras del paciente encaja a la perfección.
    Muchas gracias por compartirlo, Enrique.
    Salut.

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    1. Muchas gracias a ti por tus siempre amables y certeros comentarios. En efecto, he intentado que hubiese coherencia entre el interior del personaje y ese mundo, a menudo invisible, que lo rodea.
      Salut, Dipandra.

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  4. Qué bello y poético cuento. Un abrazo.

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  5. Impresionante final de trayecto, Enrique.
    ¡Qué fluidez de texto, perfecta estructura e imágenes poéticas!.
    Ese tábano, futuro próximo de tu personaje, me ha sobrecogido
    Saludos afectuosos


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    1. Qué alegría me das, María José. Me llenan mucho estos elogios, y la cosa es que nunca me he visto con facultades para la poesía y que me costó bastante también decirme por un desenlace apropiado.
      Muchas gracias.
      Un abrazo.

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  6. Impecable relato que muestra el contraste entre el bullicio exterior pleno de vida y la dureza de quien la recibe con cuentagotas. Brillante el paralelismo con el tábano, también él en recuperación, también él una fácil presa.
    Hace tiempo que tengo un micro que podría a ser la continuación del tuyo –si dejamos de lado la calidad de la pluma– y cada mes postergo su publicación, decantándome por uno menos amargo.
    Un placer leerte, Enrique, aunque el tema no sea placentero.
    Un abrazo.

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    1. Diría que ha habido conexión entre tus letras y las mías, Georges, algo que me satisface bastante como admirador que soy de las tuyas. Al igual que tú, a menudo dejo aparte relatos propios por motivos de tema. Para junio por ejemplo he mandado uno bastante liviano, simpático en su intención, por salir un poco de los hospitales (y contextos similares), que a veces hago recuento y me pregunto por qué me inspiran tanto, jaja. En cualquier caso has despertado mi curiosidad por tú continuación de esta historia (en la que supongo que la diferencia de calidad de pluma irá en tu favor).
      Tu análisis de esta mía me parece muy acertado.
      Gracias y un abrazo.

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  7. Bellísimo relato, Enrique, a pesar de la historia que me sugieren sus imágenes. Parece un cuento escrito a base de pinceladas para que el lector termine de unirlas para dar forma a la composición final.
    Ya sabes que soy admiradora del estilo tizonesco y cuánto me gustan los relatos en los que te dejas llevar por la senda de la sugerencia.
    Abrazo admirado.

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    1. Fue un gran regalo para mí el que me “presentaras” a Eloy Tizón. Estoy disfrutando bastante con la lectura de sus relatos, a pesar de que lo estoy haciendo a ratitos; esto de querer escribir a veces te quita demasiado tiempo para leer.
      Lo de sugerir con lo que se cuenta es algo que me gusta, en cualquiera de los conductos que se utilicen, aunque que veo difícil dónde colocar la línea para que al menos se entienda la intención.
      Gracias, Patricia.
      Un abrazo devoto.

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  8. Retazos llenos de sensibilidad, que pueden parecer autónomos, pero que unidos conforman entre sí un conjunto propio, con el añadido de que cada uno de ellos aporta nuevos y relevantes datos que terminan por dibujar una escena, unos personajes, una situación y un final que atrapa el corazón y lo suelta. Alguien se recupera en un hospital, pero de una forma muy lenta. Quien le acompaña llora sobre mojado (genial, tres palabras que dicen tanto, sobre un largo periodo de padecimiento). A pesar de esa lenta recuperación, como le ha ocurrido al tábano al estrellarse contra el cristal, en cualquier momento puede aparecer un depredador mayor (y mayor no lo hay que la parca) para llevarse a su presa.
    Brillante, distinto y bien contado. Tuyo (con eso ya se dice todo).
    Un abrazo grande, Enrique

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    1. Bueno bueno, Ángel. Qué generoso eres y qué gran análisis has hecho de mi relato (o lo que sea), algo esto último que evidencia una lectura detenida y profunda. Estoy contento de ver que estos retazos no parecen impedir una lectura de conjunto. Supongo que lo favorece el pequeño formato. Mi mayor lucha con esta propuesta ha consistido en intentar que contara una historia, pero al final creo que todo ha quedado en mostrar una imagen que sugiera un antes y un después, aparte de esbozar el sentimiento que produce ese presente poco deseable.
      Gracias por todo, y otro abrazo grande para ti.

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  9. Precioso relato donde nos cuentas, cómo y a qué ritmo diferente pasa la vida, cuando estás en un hospital con ella en juego.
    Es como estar fuera, es como salir a boxes. La vida/carrera sigue al otro lado de la ventana. Ese gota a gota, que lucha porque vuelvas a ingresar en "la carrera". A veces se consigue, otras no. Y se es conciente de la fragilidad... de esa posibilidad que tarde o temprano, llega.

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    1. Has dado en el clavo con esa palabra: “fragilidad”, pues es la primera sensación (“vulnerabilidad” también) que quería transmitir al escribirlo. El símil que utilizas además me parece muy acertado. Como en ese caso, hay situaciones en que nos quedamos suspensos y impacientes (a menudo demasiado) por recuperar la normalidad.
      Gracias por tu amabilidad, Galilea.
      Un abrazo.

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  10. Cuatro párrafos que dibujan una escena en una habitación de hospital. Interpreto que este enfermo está muy débil, por eso lo de "la vida penetra en mi cuerpo con cuentagotas", posiblemente mantenido por algún gotero o máquina. La persona que lo acompaña llora, como lo ha hecho en ocasiones anteriores, tal como lo reflejas genialmente con la expresión "lloras sobre mojado". Me ha gustado mucho el contraste entre el exterior pletórico de vida y la poca vida que respira el paciente. Supongo que la imagen del tábano y el gorrión, es un paralelismo entre el enfermo y la muerte. El rumor de las batas blancas así parece confirmarlo. Preciosamente contado, Enrique. Enhorabuena y abrazo.

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    1. Minucioso y correctísimo tu análisis, Juana. He querido reflejar una de esas situaciones en las que nos podemos ver de un día para otro, y que además de hacernos anhelar la salud, nos ofrecen una perspectiva distinta de la vida, desde la que podemos apreciar ciertas cosas en su verdadero valor.
      Gracias por todo.
      Un abrazo.

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  11. Una bella metáfora sobre la vida. Afuere, la primavera florece. Dentro, en la habitación del hospital, el protagonista lucha por la vida. Un buen micro. Saludos, Enrique

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    1. Eso es, Plácido. He querido resaltar el estado de dolorosa indefensión, trasitoria quizá, del personaje mediante esa comparación.
      Gracias por tu visita.
      Saludos.

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  12. Enrique, coincido con Patricia. Tu relato me recuerda a un haiku, en el que la brevedad no resta belleza a lo que se describe, como pinceladas que van dando forma a imágenes que tienen fuerza por si mismas.
    Has utilizado un lenguaje muy poético, donde cada metáfora es un relato.
    Enhorabuena, excelente micro.
    Besos y mucha suerte.

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    1. Pues digamos que este ha salido así: poético, metafórico, sugerente…, aunque sin proponérmelo, jajajaja. Nunca sabe un por dónde va a tirar un relato, aunque sí que es verdad que ciertos temas no te permiten otro modo o, mejor dicho, te condicionan mucho la forma. No sé por qué, pero ahora que lo pienso siempre intento, entre otras cosas,colocar los cincuentas en un solo párrafo.
      Gracias por tus generosas palabras, Pilar.
      Un abrazo.

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  13. Qué magníficas, evocadoras y nítidas imágenes las que nos muestras en tu texto, Enrique. Aunque no soy de muchas palabras, podría decir alguna más pero ¿para qué? Una maravilla el relato. Suerte y un saludo.

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    1. Pues con estas que me dedicas me quedo más que contento, Jesús. Celebro mucho que te haya gustado y me encanta el modo en que lo dices.
      Gracias y un abrazo.

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  14. Elaboras una serie de figuras escritas que constituyen una alegoría de la aflicción interna de tu personaje, postrado en cama por una enfermedad probablemente mortal, mostrando la vulnerabilidad que se siente en esas, sólo en esas, situaciones y que nos obligan a valorar las inmensas pequeñas cosas normalmente invisibles al ojo sano.
    Gran relato, Enrique. Redactado con contundentes párrafos hasta esa metáfora final que se queda clavada en la retina. Enhorabuena y gracias por dejarnos estos relatos tan fantásticos.
    Un fuerte abrazo.

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    1. Como le decía a Galilea, era exactamente eso lo que quería transmitir con la escena, la vulnerabilidad que se siente en estos casos. En principio la concebí como el trance que acarrea un grave accidente, pero una vez acabado comprendí que son muchas las causas que te pueden llevar a una situación así, entre ellas una enfermedad mortal, como tú bien apuntas. Y sí, hay muchas cosas que solo apreciamos cuando carecemos de ellas, así como hay detalles que antes nos pasaban desapercibidos y que entonces se nos muestran en toda su importancia.
      Gracias por tus palabras, Antonio, siempre tan gratificantes y apreciadas.
      Otro fuerte abrazo para ti.

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  15. La vida en las habitaciones de los hospitales transcurre frágil y lenta, gota a gota. Me gusta como está contado el relato, en primera persona, y como el personaje se para en esos pequeños detalles que conforman en ese momento todo su mundo y con los que traza paralelismos e identifica su porvenir.
    Tu micro me transmite paz y serenidad, todo envuelto en un ambiente fatal y plomizo, donde el personaje asume su inevitable y próximo final.
    Una maravillosa composición, Enrique.
    Un abrazo.

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    1. Hay situaciones que nos obligan a esa lentitud tan necesaria, y tan rara de un tiempo esta parte, en nuestras vidas. Lo malo es que no salgamos de ellas, que aprendamos tarde las posibles lecciones​ que nos pueda proporcionar. Pero qué duda cabe de que son experiencias sumamente indeseables. La sensación de vulnerabilidad que nos producen, así como el dolor en nosotros mismos y en el entorno más cercano, es o primero que he querido transmitir.
      Muy gratas siempre tus visitas, Jose.
      Gracias y un abrazo.

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  16. Enrique, este relato es de factura impresionista. Cada párrafo es una pincelada, bella en sí misma, que cobra todo su sentido al contemplar el conjunto. En el primero, el contraste entre dentro y fuera, silencio y bullicio, vida en cuentagotas del enfermo y derroche vital de la naturaleza. En el segundo,la genial expresión referida a quien acompaña al enfermo y que expresa su dolor. En el tercero, una preciosa sinestesia para indicar las deliberaciones médicas, que alertan al enfermo sobre su estado de gravedad. Y, en el último, la metáfora del tábano sobre la fragilidad de la vida. En conjunto, un cuadro completo en el que asistimos a la lucha por sobrevivir a la enfermedad en un hospital.
    Un relato poético y muy bien contado. Enhorabuena y un fuerte abrazo.

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    1. Qué gran respuesta, Carmen. Esto es un comentario de texto en toda regla y merecedor de un sobresaliente, jaja. Por cierto que esa “sinestesia” (concepto que desconocía o que había olvidado del colegio) tengo mis dudas sobre si me la ha inspirado alguna lectura (antigua sería) o si ha salido porque​ sí. Me niego a aceptar eso que se dice de que todo está escrito, pero hay veces que uno no sabe qué camino toman las musas para venir a visitarte.
      Gracias por tu interés y amabilidad. Valoro mucho tu opinión, y no solo por tus sobrados conocimientos.
      Un abrazo.

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  17. Me ha encantado el relato Enrique. Has descrito un contraste entre la excasez de vida del paciente y la efervescencia de la vida en cada rincón. No sólo es lo que cuentas sino ¡cómo lo cuentas!

    Has cerrado el relato de manera apoteósica; retratando lo común y lo mundano con gran acierto. Se puede ver al paciente mirando la vida a su alrededor y admirando cada pequeño detalle.

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  18. Me alegra mucho tu reacción, tan entusiasta, Enrique. Creo que hay veces en que volcamos toda la atención en intentar encajar una historia en tan pequeño formato, y otras en que te puedes recrear algo más en la forma, quizá porque hay poca acción que contar.
    Gracias por tus palabras.
    Un abrazo.

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  19. Enrique, tu micro me ha emocionado mucho. Cuatro instantes, cuatro sensaciones (el suero entrando, el llanto del acompañante, el rumor de las batas y el tábano que está a punto de ser presa del depredador). Tiene todas las papeletas para ser finalista.
    Un beso.

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    1. Con esa primera frase tuya ya me doy por más que satisfecho. Creo que ambos compartimos esa intención al escribir de mostrar sentimientos sin mencionarlos, aunque por lo que a mí respecta raramente lo consigo (tampoco tiene que ser una norma rígida, digo yo). El caso es que me alegro mucho de haber logrado que te lleguen estos cuatro instantes que, por otro lado, temía que no funcionaran como unidad. ¿Finalista?, no creo, pero hablando de finales, espero que mañana ganes la tuya en la Copa. Apuesto a que sí.
      Un fuerte abrazo, Asun.

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  20. Según vamos pasando por diferentes situaciones o estados de ánimo en nuestra existencia, vemos la vida de una forma u otra. Quizá cuando estamos en una situación más complicada, sin ánimos o sin fuerzas para nada que no sea recuperarnos física y/o moralmente, es cuando valoramos cualquier pequeño detalle por insignificante que parezca.
    Como me gusta ser positiva, añado que hay que aprovechar estos trances para resurgir con más fuerza que nunca e ir a comerse el mundo. Toda bajada a los infiernos, al fondo del fondo, o a donde sea que nos encontremos mal debe servirnos para reflexionar y cambiar todo lo que no nos gusta y vivir una vida plena.
    Ay, qué rollo te he soltado... ¡Perdón!
    Me gustan muchísimo estos relatos tan potentes en su fondo y tan sencillos en apariencia. No lo ha dicho Pablo porque no ha pasado por aquí todavía, pero esto es un "Micro-Mochón" de los buenos, buenos. Candidato a finalista sí o sí.
    Un beso grande, Enrique.
    Malu.

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    1. Malu.
      De perdón nada, Malu; gracias por la atención que le has prestado al relato y por esa reflexión tan interesante. Pienso igual que tú; estás situaciones a veces son reveladoras para nuestras vidas o, como poco, aleccionadoras, en cuanto nos muestran la realidad y todo lo que esta nos ofrece cuando estamos bien en su justo valor. Que aprendamos o no de ellas, o incluso de las experiencias ajenas (que debería ser suficiente), eso ya es otro tema, aunque pienso que siempre queda algo dentro.
      Creo que si te gusta este tipo de relatos es porque a ti también te inspira la mirada interior, si bien los Micro-Malus suelen ser más sutiles y profundos, y no digo esto último solo por el de este mes, jajajaja, claro candidato, ese sí que sí, a finalista.
      Es verdad que no se ha pasado Pablo. Seguramente no le ha gustado…
      Un beso fuerte.

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  21. En esa situación que describes las horas, tanto para el enfermo que está postrado en el lecho del dolor –como suele decirse, quizá con cierta pedantería- como para quienes lo acompañan, pasan con una lentitud exasperante, casi como si el tiempo se hubiese detenido y uno diese vueltas en un remolino en el que todo se va repitiendo con dolorosa monotonía.
    Pasar por ambas situaciones, la de enfermo y la de acompañante, te da esa perspectiva de lo que es estar en un hospital, aunque también hay individuos atolondrados o desaprensivos que creen estar en un mercado de abastos, y no tienen ningún respeto ni a los enfermos ni a los acompañantes, pero este es otro asunto.
    Lo que sucede, y lo has señalado con genial maestría, es que los detalles más nimios se agigantan, como la visión del exterior que se puede tener a través de una ventana, un retazo de cielo, unas hojas de un árbol que mueve el viento. O el trabajo de las enfermeras cuando pasan por las habitaciones para hacer alguna cura, dar alguna medicación, o hacer alguna prueba; o ese tábano que describes, alimento de un gorrión –Woody Allen decía en una de sus películas que este mundo le parecía un gran restaurante-, o una simple arañita que cuelga de su hilo ajena a todo...
    Desde luego que un hospital es un lugar para aprender unas cuantas lecciones, pero en la vida hay muchas situaciones y lugares para aprender lecciones, sin embargo, parece que no las aprendemos, o que hay muchos que no las aprenden, sea como fuere, y como decía el escritor Rafael Chirbes, con cada generación que se va se pierden multitud de experiencias, y las nuevas generaciones han de volver a subir esa la roca del conocimiento y la experiencia hasta la cumbre de la muerte, como nuevos sísifos.
    En definitiva, te felicito por haber conseguido unas imágenes tan potentes, por haber dejado en tus cincuenta palabras esas sensaciones tan especiales que se viven en un hospital, sobre todo si uno es el enfermo.
    Un abrazo, tocayo.

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    1. En realidad es solo eso lo que he contado, unas pocas sensaciones de las que se viven en semejante situación. Y debo decir que de momento solo me ha tocado vivirla como acompañante, aunque para el caso, lo de que se nos abran los ojos al menos mientras esta dura, creo que es suficiente. Me gustan mucho las citas que comentas, y estoy de acuerdo con ellas, sobre todo con la de Woody Allen (los testimonios escritos de los que nos antecedieron deberían quitar la razón a Chirbes, aunque sospecho que él tiene en cuenta lo mucho que nos cuesta aprender de la experiencia de los demás).
      Muchas gracias, Tocayo. Es muy grato siempre recibir tus generosos y detallados comentarios.
      Un abrazo.

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  22. ¡Pues en menudo trance me colocas, Enrique! ¿Qué te digo yo que no te hayan dicho mis comentaristas predecesores? Se me ocurre, y ya sé que no es original para nada, decirte que tu relato me parece magnífico, sobre todo por esa imagen que nos presentas de alguien que languidece en una habitación de hospital (esa vida que penetra gota a gota en su cuerpo es, sin lugar a dudas, una excelente imagen literaria). Y para rematar, nos dejas otra imagen, una metáfora de la vida, con ese tábano que, como paciente con recaída, será seguro carne de gorrión, como nosotros lo seremos de la inevitable muerte.
    ¡Que buen cincuenta nos has dejado también, para seguir la costumbre, este mes! Mucha suerte, pero creo que no la vas a necesitar porque tu historia apunta maneras para la selección mensual.
    Solo decirte, para terminar, que nos seguimos leyendo y comentando, eso sí, yo añado mil y una reverencias ante un insuperable relatista.
    Un fuerte abrazo, amigo.

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    1. Cómo me alegras el ánimo siempre con tus comentarios, amigo. Yo tampoco sabría qué añadir a la excelente lectura que has hecho de mi relato. Solo que hace un rato estaba pensando en todos estos cincuentas que entre todos vamos sacando de la nada, y he llegado a la conclusión de que es una experiencia extraordinaria, y no solo ya por el hecho siempre interesante de crear, sino también por toda esta amistad cómplice que ello va generando a su alrededor. Dicho de otro modo, que es un placer que nos leamos y comentemos, José Antonio. Espero que por fin nos veamos en alguna de estas quedadas. La de Sevilla, desde luego, no quiero que se me escape.
      Un fuerte abrazo y gracias por todo.

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  23. No queda mucho por decir, porque se me ha ocurrido leer algunos comentarios y ya lo han expuesto y muy bien. Sólo decirte que a mí también me gusta el estilo de "pinceladas" aunque puede ser arriesgado en un micro de 50 pues podría quedar inconexo. No es tu caso, tú has utilizado el puntillismo con acierto pleno.
    Enhorabuena, suerte y un abrazaco, amigo Quique.

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    1. Bueno, esta vez a salido así, y no sé por qué; supongo que será por motivo de que la acción era casi inexistente y aquí se trataba de apuntar cosas, relacionar sensaciones, y siempre a media voz para no molestar mucho al enfermo...
      Gracias por tu visita, amigo.
      Abrazacos.

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