Viaje sideral (Trilogía de las estrellas 2050 I)
Con frecuencia de onda, sus caricias impregnan y colman mis sentidos. Fundido en el universo de su abrazo, me siento de nuevo en casa.
El Simulador inicia la cuenta atrás... En vano trato de retener su cuerpo... Nuestro tiempo de amor se desconfigura.
La Inmensidad interpone años luz entre nosotros.
El Simulador inicia la cuenta atrás... En vano trato de retener su cuerpo... Nuestro tiempo de amor se desconfigura.
La Inmensidad interpone años luz entre nosotros.
Pinta bien esta trilogía sobre viajes espaciales con el sugerente comienzo que nos dejas. Me ha gustado, manuel. Un saludo y suerte.
ResponderEliminarSi la Inmensidad me deja, intentaré aportar nuevas dimensiones a la trilogía y alguna sorpresa para los que os apetezca seguirla; ahora, si no te importa, me vuelvo al Simulador. He encontrado la forma de hackear la configuración y ya no existe cuenta atrás. Gracias por tu tiempo y tu comentario, Jesús, siempre tan preciados.
EliminarManuel, nos hablas del futuro, de esta relación mediante un simulador, una relación virtual. Y aunque datas tu trilogía en 2050, hoy esa realidad ya está aquí, aunque imagino que en el futuro debe ser el no va más.
ResponderEliminarHas utilizado un lenguaje poético, dándole a este "viaje sideral" una dimensión única de belleza. Me encanta la frase: "nuestro tiempo de amor se desconfigura", al igual que ese "fundido en el universo de un abrazo", hay tanta belleza en ellas, dicen tanto.
Manuel, me ha gustado muchísimo y muchas ganas de seguir leyendo esta trilogía, que promete mucho.
Un abrazo enorme.
Directo al meollo del asunto, Javier. Pleno. Más que ciencia ficción, yo diría que el relato es de ciencia de aplicación, que al fin y al cabo es de lo que se nutren los relatos que parecen anticipar el futuro. Grandes escritores que lo han sido y son, fueron grandes informados de los nuevos adelantos de la ciencia, o cuando menos, de las investigaciones y descubrimientos en curso. Le pasó a Julio Verne (por cierto gran relato sobre él el de Sir Helder) y a Clarke a quien cita Jean D un poco más abajo. Yo me he nutrido un poco de lo poco que sé por artículos y noticias y lo he salpicado con la poética inherente y esencial que encuentro en todo lo relacionado con el cosmos.
EliminarEspero no defraudar en la próxima entrega. La Inmensidad es muy grande y a la vez, tan pequeña que cabe en un puño o en una nuez, pero retorcida, muy retorcida la puñetera.
Tu comentario es una gozada, como siempre, Javier. Gracias por pasarte y dar pábulo a mis palabras con las tuyas. un fuerte abrazo.
Precioso este abrazo sideral que alcanza un universo. Con estas dimensiones, la separación entre los enamorados se mide en años luz.
ResponderEliminarManuel, nos propones un viaje al futuro entre los astros. Utilizas bellas imágenes estelares, pero se me escapa el significado del "Simulador" en este contexto. Como veo que comienzas serie, seré paciente para ir desentrañando toda su belleza. Ya sabes que los temas del amor y de las estrellas son de mi agrado.
Un hermoso relato de lo que promete ser una serie inmensa.
Besos.
He pretendido crear un encuentro de amor en el vacío inmenso del espacio. El Simulador es una máquina de estimulación multisensorial, que mediante programación personalizada consigue recrear encuentros virtuales con la persona deseada/amada. Realmente, no sé si existen, pero por pelis y dando cuerda a la imaginación, he supuesto que para esas fechas de mediados del XXI, esto será posible y paliará en buena medida la soledad sexual y sentimental de los viajeros pioneros de las inmensidades siderales. Tal vez sea solo una licencia, pero como recurso me pareció interesante para poder sopesar mediante una escala sensitiva la distancia real que los separa, dando así dimensión a la lejanía, al viaje, que en el fondo de este transcurso es también distancia y separación del centro de nuestra afectividad cercana.
EliminarMe alegra que el sabor poético que destila el relato lo hayas degustado, así encuentro que parte de lo que buscaba en este viaje, ya ha llegado.
Gracias, Carmen, es un estímulo contar con tus palabras. Besos estelares.
Ay, que no conocía yo esta avanzada máquina. Un estímulo más para alcanzar la longevidad y poder disfrutar de sus ventajas.
EliminarGracias, Manuel, por tu paciencia para ilustrarme.
Y los besos, estelares o cósmicos. Aprovechemos el Simulador.
jajjaja!! Necesitamos una guía para estar al día del desarrollo tecnológico, Carmen.
EliminarManuel, inicias una Trilogía de las estrellas con este Viaje Sideral. Temporalmente nos sitúas en el 2050. Al leer tu micro me ha recordado a una escena de la película "El Dormilón" de Woody Allen, donde nos mostraba un futuro sin contacto entre las personas, en el que las relaciones sexuales se llevaban a cabo dentro de una máquina. El amor que describes en tu 50, también parece que se produce dentro de un simulador, y que, una vez termina la sesión, una inmensidad separa a los amantes.
ResponderEliminarTal vez, mi interpretación esté equivocada, pero parece que nos espera un futuro de contactos virtuales...
Ha utilizado un lenguaje poético, lleno de amor y misterio.
Enhorabuena, una vez más. Un placer leer tus letras.
Besos muy apretados, amigo.
No estás equivocada para nada, Pilar. Al revés, totalmente acertada en tu punto de vista. O, al menos, concuerda con el mío y mi intención al escribirlo. He buscado establecer las distancias cósmicas en este paralelismo de distancia entre el amor real y la simulación. Cuando esta ya no es posible, deja un vacío en el amante, que es el vacío real en el que se adentra en su viaje a la búsqueda de otros mundos.
EliminarLa peli de Woody es una gozada. Hace tiempo que no la veo, pero me reí y la disfruté mucho en su momento. Vete a saber si de aquellos barros, estas mieles. Tengo que volver a verla. Como tengo que agradecerte tu paso por aquí. Y es que Pilar, tus comentarios llenan. No hacen falta simuladores, la sensibilidad se desprende ellos como los pétalos de las flores. Gracias te doy con un beso. Apretao.
Ciencia ficción, simulación virtual y un título que recuerda la tetralogía de Clarke. Me gusta como lo cuentas Manuel, y aunque me gudta también la ciencia ficción, debo confesar que en ese aspecto, prefiero la forma antigua.
ResponderEliminarSaludos!!!
Te diré Jean que a mí me gusta la especulación-ficción sobre manera. Aunque suene redundante, es una afición. El género, me gusta, pero como tantos, no soy un apasionado de él. Pero es hablar/tratar del cosmos y se me abren las orejas y el corazón. Me parece fascinante. Es como hablar a lo grande del interior que poseemos cada uno de nosotros. Galaxias/nudos emocionales, estrellas/fantasías, espacio/dimensión personal... Macrocosmos y microcosmos van de la mano a través de las distintas dimensione, humanas y siderales.
EliminarComo buen lector y escritor que eres, no me extraña que prefieras el formato antiguo. Los clásicos no solo son la fuente, sino que iniciaron la cuenta atrás (¿o es hacia adelante?).
Saludos, Jean, gracias por tu comentario.
Mi estamadisimo Manuel, quiero aclara algo que no escribí claramente. Cuando me refiero a la forma antigua, lo hacia en alusión a la simulación de tu micro, prefiero aun los abrazos (y demases) físicos, a los de simulación virtual.
EliminarEn literatura, la única que desprecio (o mejor dicho evito), es la que esta de moda. Prefiero saborear un libro cuando ya esta pasado el boom de la moda y lo encuentro en librerías de viejos.
Quedo a la espera de las dos partes,que no me imagino de que pueden ir.
Un abrazo!
Aunque no era necesario, te agradezco la aclaración. Por supuesto, un abrazo.
EliminarHermoso relato de ciencia ficción que se introduce en territorios cósmicos a los que no llegó Bradbury y que me deja con deseo de leer más.
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel. Como siempre, es un placer leerte.
Un cordial saludo.
Te contesto George, haciendo previa, una reverencia a Bradbury. No coloques el listón de la trilogía tan alto porque te va a saber a poco entonces, pero si que te vas a divertir. Este viaje Es un juego de ida, sin partida.
EliminarGracias, por pasarte. Sigo tus relatos, por supuesto. Saludos.
Han pasado 33 años y sigues viajando por el espacio. Pirata Bocanegra, vuelve. Sigue la estela de la estrella que sólo tú conoces y deja que las máquinas sigan creyendo que viven dentro de nuestro sueño. Despierta.
ResponderEliminarQuerida tía Patricia, la cuenta atrás del simulador se atascó entre el dos y el uno y aquí sigo, abrazado a ella que no me deja ni ir al lavabo, pero, tan a gustito... Fíjate tú, que no me había dado cuenta ni del tiempo que llevo viajando de estrella en estrella en cada cincuenta.
EliminarCuando despierte, espero abrir los ojos en el callejón de las once esquinas...
(^_^)
EliminarManuel, ¡qué forma tan extraordinaria de iniciar una trilogía! Con este principio invitas a continuar leyendo la segunda parte. Me ha gustado cómo has mezclado amor y aplicaciones tecnológicas en una visión del futuro que seguro que no tendremos que esperar hasta el 2050 para verlo.
ResponderEliminarUn relato que deja un espacio a la reflexión sobre hacia dónde nos dirijimos con el "progreso".
Enhorabuena, seguimos leyéndonos.
Un abrazo
Mucha tecnología, Enrique, pero en el fondo no somos sino amor que se requiere y amor que se da. Y ese sí que está cerca. No hay que esperar ni a mañana. Desenchufas el aparatejo que te ata en el preciso momento en que te das cuenta, y te das de bruces con unos inmensos ojos que estaban esperando que los miraras. Habrá futuro, creo, si encontramos amor en el mañana.
EliminarEspero no haberme puesto demasiado cursi en la respuesta, Enrique, pero de esto más o menos, como has dicho, trata el relato. La segunda entrega, ya me dirás. Espero con interés tu comentario. Un abrazo. Nos leemos.
Por mucho que puedan llegar a cambiar los tiempos, se entiende la frustración de tu protagonista. Lo virtual nunca podrá sustituir a lo real por mucho que avance la técnica. Las personas pueden fallar y las relaciones enfriarse, pero los programas se desconfiguran, nadie garantiza que no se produzca una avería, la energía que alimenta a las máquinas puede agotarse. Quizá en un futuro existan programas y sistemas para aliviar soledades en el espacio, durante una misión prolongada, pero por conseguidos que estén siempre serán sucedáneos.
ResponderEliminarHas iniciado una trilogía de lo más interesante, que sé que voy a disfrutar, pues a mi pequeña fascinación personal por la ciencia ficción se une el placer de leerte. Si un relato en cincuenta palabras ya es un reto, una serie aún añade mayor dificultad y mérito. No podrías haber empezado mejor.
Un abrazo, Manuel
Hay, creo, que está la clave. Las máquinas, tal vez, lleguen a sentir, y puede que sientan amor como máquinas, quién sabe, pero el amor humano es una franquicia de la especia que llevamos desarrollando millones de años. Amor improgramable. Espontáneo amor. Amor dichoso, desgraciado, compartido, contrariado... pero motor de la vida y también, de los viajes. Nunca se va tan lejos como se va buscando amor. Y también, solo llega lejos quien viaja con amor, como el personaje de este viaje. Su persona amada va consigo y no pueden suplantarla máquinas simuladoras. En el espacio, como en cualquier lugar o planeta, supongo, la cercanía y la lejanía dependen de nuestros sentimientos de amor.
EliminarLa encrucijada evolutiva en que nos hallamos, encuentro eco en la ciencia ficción, no me extraña tu devoción por ella. Yo sin ser un gran lector del género, si que sigo apasionado los desarrollos y teorías de la ciencia, que cada vez acortan más los espacios entre realidad y fantasía. Un día llegaremos a soñar con lo que ya está pasando en tiempo presente. ¿Fin de la fantasïa? No, nos queda Ángel Saiz (¿le han leído?). Yo sí, y me precio. Sus relatos y sus comentarios.
Te espero, Ángel, en la próxima entrega. Un abrazo grande.
Si las máquinas son capaces de atravesar la nada para hacernos sentir con plenitud a la persona amada, bienvenidas sean. Afortunadamente, la naturaleza ya inventó un artilugio parecido y lo implantó en el cráneo de sus criaturas más privilegiadas. El cerebro alberga las sensaciones del corazón que acciona con los recuerdos. Sí, ya sé, no es como estar piel con piel, pero a cambio, con él, nuestro tiempo de amor jamás se desconfigurará a pesar de la inmensidad.
ResponderEliminarUn relato precioso que combina a la perfección tecnología con humanidad. Enhorabuena, Manuel, esta trilogía promete.
Un fuerte abrazo.
Verdad y cierto, Antonio, que con el corazón ya viajamos a las galaxias más lejanas del amor sin necesidad de movernos del sillón. Pero para estos viajeros de la infinitud, no les viene mal un abrazo virtual, aunque sea programado y con frecuencia de onda, porque la piel, como la tierra, necesita ser acariciada para sentirse viva y receptiva.
EliminarGracias por pasarte y dejar tu comentario. La trilogía, en el fondo, es un viaje siguiendo los pasos de maestros del microrrelato seriado como tú, que estáis a años luz en la estratosfera narrativa. Un abrazo grande.
Este viaje sideral con el que has iniciado la trilogía me trae muchas remembranzas, algunas literarias, pero la mayoría cinematográficas, las cuales, por otra parte, se nutren de las primeras.
ResponderEliminarLos compañeros, en los comentarios que me han antecedido, ya han apuntado algunas de esas afiliaciones, y hasta en clave de humor, como El dormilón, del genial Woody Allen, pero también me han venido a la cabeza otras películas que, sin tratar una temática similar a la tuya, sí entran de lleno en esos abismos espaciales donde todo se engrandece hasta el infinito.
Por supuesto, he recordado a todos los clásicos del género, y, como la he visto hace poco, me ha venido a la cabeza la película Passengers - con una temática que a mí me pareció original, aunque, como apuntaron algunos críticos, el director le podía haber sacado más partido-, en la que también el amor era la piedra angular de la misma.
Lo que avanza el invento de ese Simulador es que estamos en una encrucijada donde parecen abrirse un ramillete de futuros posibles que dejan turulata a nuestra pobre mente; pues todos esos avances nos van a dar un poder de dioses, lo cual es muy peligroso si, a la vez que tecnológicamente, no avanzamos espiritualmente.
Así que lo que tenemos ante nuestros ojos es una partida entre fascinante y terrorífica, donde, por un lado, hay amenazas de catástrofes apocalípticas, y por otro, la promesa aquella que la serpiente les hizo a Adán y Eva en el Paraíso: “Si coméis del fruto de este árbol seréis como dioses”.
Todo muy inquietante cuando se profundiza en ello, cuando se piensa en los avances de la ciencia, en ese asalto a la última de las matrioskas que parecen componer el universo, es decir, el mundo de las partículas subatómicas, lo cual es verdaderamente asombroso.
Es asombroso que nuestra pequeñez haya sido capaz de llegar tan lejos, de imaginar mundos paralelos, viajes en el tiempo, multiversos y no sé cuántas perplejidades más en las que uno siente el pavor del astronauta que se ha soltado de la nave y flota en la infinitud del universo; como en 2001, o en Gravity, que recuerde ahora. Es asombroso que en pocos siglos hayamos llegado de la tierra plana a todo esa apabullante realidad que no cabe en nuestra mente, al menos, en la mía, en la de Stephen Hawking quizá sí.
En fin, por coger una frase de tu microcuento, podría decirse la que inmensidad de la vida interpone años luz entre nosotros y el conocimiento, que necesitaríamos que unos guías superiores nos cogiesen de la mano y nos explicasen qué pintamos aquí, y si todo tiene algún sentido o vamos a desvanecernos en la nada para siempre.
Quedo a la espera de esa segunda entrega para saber qué va ocurriendo por esos espacios sidéreos que nos sumergen en los misterios más inextricables de esta vida.
Mis felicitaciones por esta prometedora trilogía, un abrazo, Manuel.
Fascinante es la palabra que define todo lo que envuelve al misterio cósmico, que es al cabo, nuestro propio misterio. La humanidad es un viajero en la inmensidad a la búsqueda de su origen. El conocimiento humano por si mismo está a las puertas del descubrimiento de nuevos mimbres del universo que, ¡oh, sorpresa!, responde a leyes precisas y a características no deterministas ni inmutables. La idea del creador absoluto, dominador sapientísimo, hace aguas por muchos diques que quieran contenerlo. Las ideas de las religiones al respecto han quedado obsoletas. Cuentos bellos e ingenuos para creyentes. Es la ciencia y el desarrollo tecnológico creado en torno a la investigación rigurosa lo que nos lleva a saber. La ciencia se ha convertido en la llave, ha sido desde siempre la llave para los grandes avances técnicos, pero sobre ella es necesario que alumbremos valores humanos porque su frío desarrollo como poder ilimitado puede conducirnos hacia indeseados escenarios.
ResponderEliminarTodo esto que me punza cada vez que leo, veo un documental o una película sobre estos temas, abre ante mí un vacío inquietante y atrayente al que no he tenido más remedio que lanzar esta nave tripulada, y para que no sucumbiera en los fríos espacios siderales, embarqué al amor en su versión virtual, que cada contexto requiere sus formas.
Aprecio tu tiempo, las citas literarias y cinematográficas y sobre todo, tus reflexiones y enfoques sobre el tema. Espero no defraudar con esta pequeña aventura en la que me embarco, pero no me preocupa, aterrice más o menos bien, me sentiré como en casa.
Gracis, Enrique, un abrazo.
No me hago a la idea de estar viviendo a años luz de la persona amada y que pueda darse una relación mediante un simulador, pero al paso que vamos todo se andará. Doy gracias de vivir en esta época y de experimentar el amor sin ninguna distancia y sin tecnicismos de por medio. De todos modos el micro nos abre a un mundo tan desconocido, misterioso y enigmático que resulta enormemente atrayente. Así que espero entusiasmada poder leer las siguientes partes de esta prometedora "Trilogía de las estrellas 2050". Un abrazo muy cercano, Manuel.
ResponderEliminarAmar en el vacío, como desenvolverse en las tareas cotidianas, no debe ser cosa fácil. Así que para seguir amando encapsulados, vete a saber durante cuanto tiempo real o relativo, también deberemos adaptarnos a las exigencias de un espacio y un tiempo mutables en función de la velocidad. Eso, para los pioneros. Nosotros ya estamos dotados de serie para amar instantánea y directamente.
EliminarGracias, Juana, por tu comentario. Besos y hasta la próxima.
¿Dónde venden una máquina así? Curioso tu micro erótico-futurista, Manuel. Muy sugerente. Saludos
ResponderEliminarCuando conseguí la mía estaban de oferta 2x1, así que si estás interesado por un módico precio te haces con un simulador de encuentros virtuales. Eso sí, con sesiones de tiempo limitado, que producen adicción y desvaríos varios. Gracias, Plácido por pasarte. Saludos.
EliminarTu micro futurista (o no tanto), contiene muchas lecturas. El amor en manos virtuales, Nos dan el caramelo y...
ResponderEliminarMe ha impactado y espero con mucha curiosidad la segunda parte.
Besito y saludos, Virtualísimos, Manuel
Si el mundo cambia tan rápido como vemos, puede que hasta algunas formas del amor muten también. Me alegra mucho haberte creado expectativas...el viaje no ha hecho sino comenzar.
EliminarGracias, Mª Jesús, besitos.
Y a mí que la ciencia ficción ni fu ni fa y me veo enganchada a esta trilogía. Nada del otro mundo, por cierto (mi enganche, ¿eh?), dado que tu historia emana lirismo hasta en esos puntos suspensivos.
ResponderEliminarUn abrazo, Manuel.
Qué bien, fina, que hayas enganchado la cola lírica de este cometa de amor que viaja a lo desconocido. Gracias por pasarte y comentar. Un abrazo.
ResponderEliminarA pesar de ser futurista, tu relato me ha recordado viejos tiempos, aquellos en que cada vez que viajaba fuera tenía que buscar una cabina para llamar a mi mujer. Recuerdo que casi todas iban mal y que muchas de ellas se tragaban las monedas en un santiamén, dejándonos tan incomunicados como está pobre pareja de tu relato, si bien la distancia que nos separaba no era tan grande, jaja. Lo que me lleva a pensar que la realidad que nos ofrezca la tecnología siempre tendrá un componente de frustración a pesar de nuestros esfuerzos para mejorarla.
ResponderEliminarPor lo demás estoy de acuerdo con todo lo que te han dicho sobre la calidad de tu narración y del sentido poético que impregna cada una de tus magníficas frases.
Gran propuesta que anuncia una estupenda saga.
Abrazos, Manuel.
Grande ese paralelismo que has encontrado con los viejos tiempos. Es una buena del paso agigantado al que avanzamos tecnológicamente. Sin más, este año desaparecerán las cabinas de teléfono de las calles. Igual están pensando en instalar algún simulador. Con las prisas, a veces, no tenemos tiempo ni de pasar por casa para darnos un achuchón.
ResponderEliminarEnrique, agradecido por que asomes tu cabeza por esta ventana y dejes tan sabroso comentario. Un abrazo.
En el universo de las cincuenta palabras hay también espacio para la ciencia ficción especulativa y también autores de infinto talento, como tú, Manuel.
ResponderEliminarEnhorabuena por este inmenso relato. A ver a dónde nos lleva.
Abrazo.
Gracias, Carles, tú si que eres inmenso y generoso en tu comentario. Me alegra que te gusta y espero mantener tu interés en la próxima entrega. Un abrazo.
ResponderEliminarManuel, ya me vas a perdonar la tardanza... Todos los meses me propongo ir comentando día a día y mírame... no lo cumplo.
ResponderEliminarLo primero, decirte que me entusiasma la idea de tu trilogía de estrellas 2050. Este "Viaje sideral" nos avanza que en el futuro también nos querremos y haremos por estar juntos o simularlo, ¡qué alegría! Porque cada vez voy perdiendo más la confianza en el ser humano.
El relato es inmenso, aunque creo que mi corta mente no alcanza para tanto. De cualquier forma, decirte que me ha encantado, como no puede ser de otra manera viniendo de un genio como tú.
Un beso grande y mi enhorabuena.
Malu.
Antes de que lleguen tus palabras, llegas tú. La magia positiva que vibra en tu persona y que las propias hadas andan queriendo saber dónde conseguir. Qué dicha contar contigo entre los comentarios al relato. Tanta magia que, después de leer tu comentario, vuelvo a leer el micro y quedo convencido de que sí, que el amor es inmenso y nos seguirá llevando lejos, hasta la región más alta, hasta la más ignota de nuestro ser.
ResponderEliminarQué gozada es tener en cincuenta este espacio compartido para decirnos, para alentarnos, para regalarnos palabras, que aunque pocas son, no tienen precio.
Me llenas de contento, Malu. Un beso.
¡¡Maldito simulador!! En el momento mejor de su encuentro amoroso virtual, comienza la cuenta atrás. ¿Así será hacer el amor en el futuro? ¡Pues vaya... frustración!
ResponderEliminarLo que pasa cuando llegas tarde a comentar es que prácticamente casi todo se ha dicho ya y de una manera impecable. Así que lamento, Manuel, mi tardanza (me pasa como a Malu, que hago propósito de enmienda todos los meses y nada, que no cumplo ni con mis intenciones). Eso sí, llegar tarde no quita para que ya tenga ganas de leer la segunda entrega de tu trilogía estelar.
Enhorabuena por este cincuenta de ciencia ficción (o no tanto) y nos seguimos leyendo y comentando (tú, en esto de los comentarios, mucho mejor que yo; en lo de relatar, ni lo dudaba).
Un fuerte abrazo.
Ahora que lo dices, Antonio, la verdad es que queda poético, pero un poco coito interruptus, jajaj. Tu desparpajo y energía en los comentarios es genial. Llega cuando puedas, aunque sea tarde tarde que te hayas pasado de fecha. Leer tus comentarios es disfrutar, y leer tus textos como disfrutar de un simulador sin cuenta atrás. Nos seguimos las letras, claro que sí.
ResponderEliminarUn abrazo grande, José Antonio.