Cita a ciegas en la plaza del Torico
—¿Estudias o trabajas?
—Mi papá es rico. ¿Y tú?
—Soy militar.
—¿Tatuajes?
—Catorce
—Yo solo doce.
Isabel bebió demasiado y se retiró al baño. Diego, creyendo que no le había gustado, abandonó el restaurante. Sueños rotos de un amor imposible.
Desde la barra, Matías gritaba:
—¡Que pase la siguiente pareja!
—Mi papá es rico. ¿Y tú?
—Soy militar.
—¿Tatuajes?
—Catorce
—Yo solo doce.
Isabel bebió demasiado y se retiró al baño. Diego, creyendo que no le había gustado, abandonó el restaurante. Sueños rotos de un amor imposible.
Desde la barra, Matías gritaba:
—¡Que pase la siguiente pareja!
¡Oh! ¿Eres de Teruel? No sé si todo el mundo lo va a entender, pero yo me he puesto un sombrero juglaresco para quitármelo ante ti y hacerte una reverencia frente a dos estatuas blancas que descansan para toda la eternidad cogidas de la mano.
ResponderEliminarOportuno y divertido, como la fiesta de los Amantes.
Un abrazo, Pepe, de una mañica.
Pues no soy de Teruel, soy valenciano. Pero tengo mucho cariño por las gentes de todo Aragón, que me encanta. Un abrazo, Patricia.
EliminarEn un bar situado en la más famosa plaza de Teruel, se realiza un "casting", en nuestros días, para actualizar el mito de los amantes, quizá como parte de un "reality show" televisivo, o parte de una campaña turística. El que sean diferentes a priori y entre ellos se materialice una relación difícil, cuando no imposible, es condición indispensable. Lo que ocurre es que todo tiene un límite, tal vez tener dos tatuajes menos o más sea una distancia insalvable.
ResponderEliminarUn juego muy imaginativo entre la historia clásica y la actualidad.
Me alegro de haberte conocido en persona en Valencia. Que haya otras ocasiones de coincidir.
Un abrazo, Pepe
Gracias, Angel, de verdad fue un placer conocerte. Un fuerte abrazo.
EliminarPues gracias por aclararlo, porque a mi sinceramente, me has descolocado Pepe. Con diálogos absurdos, pero graciosos y tu humor de siempre, pero Patricia y Ángel han hecho el resto. Felicidades.
ResponderEliminarHola Mº Luisa, cuánto tiempo... Si no ves el programa (First Dates) es normal que no lo entiendas. En confianza, te recomiendo que lo mires algún ratito, es un verdadero test sociológico de este país que tenemos. Ya lo comentamos...
EliminarMe iba a pegar una parrafada sobre la superficialidad de las relaciones de pareja hoy día, pero me he leído los comentarios anteriores, así que te la ahorro. Pero no me corto de decirlo en pareado. No quedan amantes como los de antes. Nada que ver con los de Teruel.
ResponderEliminarOriginal y brillante, Pepe. Saludos.
Muchas gracias por tu comentario, Manuel. Un abrazo.
EliminarOriginal y divertido. Lo de ¿estudias o trabajas? y contestar que su padre es rico, lo más. ¡Pobres tontos, ella y él!, además se les pasó el casting sin enterarse de lo que habían hecho, eso, como en un sueño de vuelta a las leyendas. Saludos. Suerte con junio.
ResponderEliminarPues aunque no lo creas, detrás de este relato hay una ardua tarea de investigación histórica (je,je). Isabel era hija de un rico mercader y Diego se alistó en el ejército con idea de volver con fama y fortuna. Luego pasó lo que pasó, no precisamente en un plató de TV. Un abrazo.
EliminarTiempos modernos... me da mucha pena, de verdad.
ResponderEliminarOriginal y muy divertido, Pepe, enhorabuena.
Malu.
Muchas gracias, Malu. Me alegro de que te haya gustado. Un abrazo.
EliminarLos malos entendidos de los amantes en Teruel... Tremendos algunos finales. En este caso, cuanto menos, Diego salió caminando del restaurante y no con los pies por delante. Mejorrr jeje
ResponderEliminarSaludos de otra mañica!
Pues sí, los malos entendidos dan mucho juego, antes y ahora también. Un saludo para tí y todas las buenas gentes aragonesas !
EliminarCombinas adecuadamente la historia legendaria con la ¿efímera? insustancialidad televisiva. Aunque el tal Matías tiene sus admiradores, echo de menos a Carlos Sobera, con esa imagen como de otro tiempo y con las "románticas" sandeces que le hacen proclamar. Suerte, Pepe. Un saludo.
ResponderEliminarGracias, Jesús, por tu comentario. Menudo tinglado han montado en este programa. Pero si rascamos un poco, me parece que nos da una idea bastante interesante del paisanaje español. Un abrazo.
ResponderEliminar¿Quién será el siguiente en entrar? ¿Juan? El problema es que, aunque sea una versión modernizada, para ajustarse a lo que sucedió en la realidad, la historia tiene que acabar mal, muy mal. Un buen micro.
ResponderEliminarSaludos, Pepe
Gracias Plácido. Efectivamente deberían ser Juan e Inés los siguientes, je,je. Y si hubiera versión italiana, Romeo y Julieta, claro. Un abrazo.
EliminarMe ha gustado mucho cómo has logrado compaginar las clásicas citas a ciegas con los actuales programas envasados televisivos de buscar parejas. Buscar pareja se ha convertido en un show y un espectáculo de audiencias.
ResponderEliminarEnhorabuena, Pepe.
Un abrazo.
Gracias, Enrique. Me parece que buscar pareja no es el objetivo de la mayoría de los que acuden a estas citas. Un abrazo.
ResponderEliminarMe gusta eso que dices en uno de tus comentarios sobre rascar en esos tinglados con fines antropológicos o sociológicos. Pienso además que si muchas de estas personas rascaran en su propia superficie podrían hallar más de un tesoro, pero parece que la situación actual no favorece mucho la cosa.
ResponderEliminarIngenioso y buen relato, Pepe, que por cierto también esconde muchas cosas debajo.
Un abrazo.
Muchas gracias, Enrique por tu comentario. Para la mayoría, antes de rascar tienen que quitarse la pintura de tantos tatuajes que llevan. Pero el mundo moderno es así. Te imaginas a los clásicos de la literatura viviendo en la actualidad? Qué sería Alonso Quijano, un Superviviente? Y Dulcinea, una tronista? Mejor no pensarlo. Un fuerte abrazo.
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