Cita en la 410
Habíais quedado allí. Quisiste que te acompañase. Aunque siempre la deseaste, tenías miedo a encontrarte con ella. Cuando por fin os abrazasteis, tu sonrisa lo iluminó todo.
Te besé. Guardé tus recuerdos junto con mis lágrimas, allí, donde el olvido nunca pueda arrancarlos. Y te dejé marchar para siempre, mamá.
Te besé. Guardé tus recuerdos junto con mis lágrimas, allí, donde el olvido nunca pueda arrancarlos. Y te dejé marchar para siempre, mamá.
Emotivo. Triste y bello. No puedo añadir nada más.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, Javier.
María José, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSi te ha hecho sentir lo que dices ya me siento recompensado.
Besos.
Un relato lleno de bellas frases, con dos partes diferenciadas, una en la que el narrador habla en tercera persona y la siguiente en segunda, acercando más el final y dejando ese poso de melancolía tan característico en tus relatos.
ResponderEliminarBravo de nuevo, Javier.
Un abrazo.
Pablo.
Pablo, muchas gracias por tu comentario y el análisis que has hecho de mi relato. Siento que mis relatos tengan ese poso melancólico, aunque creo que en los 21 que llevo ha habido de todas clases y facturas. A lo mejor han abundado más los tristes. Pues presiento que el próximo, si sale publicado, seguirá la misma tónica.
EliminarUn abrazo enorme.
Cada uno tiene su estilo, Javier, y quel se reconozca a un autor por el mismo es un halago. Esa era mi intención, halagar tu forma de escribir.
EliminarDe todas formas también he leído en otras partes relatos tuyos con otro registro, bastante divertidos y muy conseguidos. Lo importante es pasarlo bien y estar a gusto con lo que se escribe, y estoy seguro que tú lo logras sobradamente.
Otro abrazo.
Pablo.
Javier, preciosa despedida. Ella se fue muy feliz de tu mano. Mil gracias por todo lo el amor que le diste a lo largo de los años. Se lo llevó guardafo en su corazón.
ResponderEliminarLo has escrito con tanta belleza que emociona y estremece. Mi aplauso emocionado.¡Enhorabuena!
Besos muy muy apretados.
Pilar, muchísimas gracias por tu comentario. Soy feliz por haber podido estar en el momento oportuno, y sé que ella lo hubiera deseado. Sabes que este relato necesitaba escribirlo y me salio del corazón, si te ha emocionado me alegro, eso es lo que buscaba, las emociones.
EliminarMil besos y mil gracias.
Pues me pasa lo mismo que a María José, poco tengo que decir. Solo que me parece precioso y que el dolor que tan bien nos transmites, casi siempre, acaba siendo liberador, y no deberíamos sentirmnos culpables por ello. Suerte, Javier. Saludos.
ResponderEliminarJesús, muchas gracias por tu comentario. En ocasiones uno necesita escribir sentimientos.
EliminarUn abrazo.
Cada línea de este relato, cada palabra, guarda una chispa emocionada de ese momento tan intenso que viviste en primera persona, pues creo que no hay trampa ni invención tras este cincuenta. El corazón se desnuda para hablar de amor en la despedida definitiva a una madre. Cuando cerramos esa puerta, nada más intenso sabemos que va a sucedernos. Nos despedimos del amor incondicional, del seno materno, del refugio, del origen.
ResponderEliminarA mí, tu relato, también me aviva el recuerdo de ese día de hace tantos años ya, cuando me despedí de ella hasta mañana. Qué hermoso sería si el amor aún nos regalara un reencuentro.
Javier, un abrazo grande y sentido. Hoy tus palabras, no son palabras. Son sentimiento.
Manuel, muchísimas gracias por tu comentario. Lo has definido y visto a la perfección, este relato es sentimiento, cada letra, cada palabra, cada frase, hasta cada silencio, es eso sentimiento. Este relato salió del corazón.
EliminarUn abrazo enorme.
Javier, muy hermoso. Yo la perdí hace poco más de dos años, un maldito martes 13. No lo he superado, todo me recuerda a ella, a su sonrisa, a su piel de porcelana, a su preciosa voz de niña. Era una muñeca. Durante seis meses le escribí lo que yo he llamado cartas, con fecha de cada día. He intentado leerlas y no puedo, por ahora. Sin duda lo mejor que la vida nos ofrece es una madre. Precioso, amigo. Me has hecho llorar.
ResponderEliminarMaía José, muchas gracias por tu comentario. Pues a mí me has emocionado tú, con tus palabras. Si te he hecho sentir y recordar ya me siento recompensando. Y como consejo de amigo te diría que leyeses esas cartas.
EliminarBesos.
Un abrazo, amigo.
ResponderEliminarEs un homenaje muy bonito, muy sentido. Sabemos cual es el final, pero cuesta despedirse por más preparados que nos creamos para hacerlo.
ResponderEliminarLunanegra, muchas gracias por tu comentario.
EliminarComo bien dices, todos sabemos el final, pero aún así, cuesta y duele.
Besos.
Dejas muy claro las sensaciones y sentimientos de la madre y del narrador. Lo que más me impresiona es el deseo de encontrarse con la muerte (que he escuchado a algunas personas) que cuando se es joven no se entiende, pero a medida que avanza la vida, comienzas a comprender la muerte.
ResponderEliminarMuy bueno y sentido tu relato. Enhorabuena, Javi.
Un fuerte abrazo.
Isidro, muchas gracias por tu comentario.
EliminarYo también me he preguntado muchas veces eso, el deseo de querer morir, pero con el paso del tiempo lo he ido comprendiendo. Y además por circunstancias personales vividas me he dado cuenta que yo también lo he deseado.
Un abrazo.
Ya que hay realidades durísimas que no pueden soslayarse, mejor aceptarlas con una sonrisa, la mejor muestra de sabiduría serena. Yo firmaría por saber hacer lo mismo cuando me llegue el momento, incluso por saber sonreír cada día, entre tantos avatares. En este sentido me ha gustado mucho la primera parte de tu relato, no menos que la segunda, en la que se muestra que tener la oportunidad de despedirse, algo no siempre posible, es todo un regalo.
ResponderEliminarPerdí a mis padres hace tiempo y en ambos casos, frente a un desgarro tremendo e inevitable, escribir fue terapéutico.
No puede haber personas más especiales que aquellas que nos engendraron. Incluso cuando ya no están entre nosotros nos hacen mejores. Gracias a ellos aprendemos a tenerlos presentes, a estar agradecidos, a pensar que el reencuentro puede ser posible, a intentar ser dignos de su memoria, a honrarlos con un relato como éste.
Un abrazo muy fuerte, Javier
Ángel, muchísimas gracias por tu comentario.
EliminarPoco tengo que añadir. Lo bueno es eso poder despedirte, decir adiós y saber que se van en paz.
Yo por desgracia a mi padre lo perdí siendo niño,sin más, de repente y siempre he sentido ese vacío de no verlo nunca más e incluso no entender el porque. Incluso pienso que no se ha ido, que está a mi lado. Con el paso del tiempo una va madurando, pero aún así duele, y como tu has dicho el escribir ayuda y mucho.
Un abrazo enorme.
Querido Javier, cuando se escribe con el corazón salen relatos así de emotivos y bellos. Además creo que es muy recomendable hacerlo, es liberador y enriquecedor a partes iguales.
ResponderEliminarTodos sabemos que la muerte nos llegará tarde o temprano y es ley de vida que los padres se vayan antes que nosotros, dejándonos huérfanos y tristes.
Una suerte la tuya, que pudiste despedirte de tu madre y estar con ella hasta el último momento. No todos los hijos pueden hacer lo mismo por circunstancias varias.
Te mando un beso enorme y mi felicitación por este homenaje a tu madre.
Malu.
Malu, muchas gracias por tu comentario.
EliminarComo bien dices este relato está escrito con el corazón, es puro sentimiento. Pero además necesario. Fíjate yo soy muy llorón, pero ante perdidas así, no sé porque, las lágrimas no vienen, y es por otros medios por los que libero esa pena interior que te atrapa y ahoga. Luego con el paso del tiempo, sin más te ves un día llorando, y te das cuenta que todo tiene su proceso, y te queda la felicidad de haberte despedido con el corazón.
Besos.
La cita ineludible del título no es otra que la de la muerte, que aquí aguarda en la habitación numerada de un hospital. En el relato se unen narrador y autor en una sola voz, la tuya, Javier, que desborda sentimiento en esta despedida. Le hablas directamente a ella, a la madre, en segunda persona. Es un hermoso monólogo cuyo destinatario no descubrimos hasta la palabra final. En la primera parte asistimos al deseo del encuentro -expresado muchas veces por personas ancianas o con largas enfermedades-, al temor y a la sonrisa del descanso final. Es una muerte dulce, como dulce es el modo tan delicado de contarlo. En la segunda parte queda el recuerdo imborrable de a quien tanto se ha amado.
ResponderEliminarNo siempre podemos despedirnos de nuestros progenitores. Yo pude hacerlo con mi madre, tomada de su mano hasta el último suspiro. Nunca sabemos cómo vamos a reaccionar. Compruebo al leerte que la serenidad que experimentaste es similar a la que yo viví. Y, aunque hubo dolor antes y después, al comienzo de la ausencia, la huella que nos dejan nos acompaña siempre. Recordar, escribir es necesario. Y tú lo has hecho de un modo bellísimo, que se siente como una caricia.
Enhorabuena, amigo. Te deseo toda la suerte que mereces. Besos emocionados.
Carmen, muchísimas gracias por tu comentario. Me has emocionado.
EliminarTuve la felicidad de decirle adiós, de estar junto a ella hasta el último segundo y verla partir, y decirle adiós. Y sobre todo sé que ella se marchó feliz. A mí me queda su recuerdo, su mirada, su sonrisa y sobre todo su cariño y amor que me demostró hasta el último momento. Aunque ella por su enfermedad hacía tiempo que partió a su mundo, siempre tenía una frase, una mirada con la cual te decía sé quien eres y te quiero. Y no puedo añadir nada más, tú también lo has vivido con tu madre y sabes todo lo que se siente.
Muchos besos.
Un relato emocionante, Javier. También gratificante, porque tuviste la posibilidad de cerrar el círculo de la mejor manera posible... pudiendo estar ahí y despidiéndote.
ResponderEliminarSiempre digo, que el instante en el que se pierde a una madre, es el mismo en el que comienzas a ir solo por la vida.
Ha sido precioso leerte. Abrazos.
Galilea, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí una suerte y una felicidad. Siempre me quedará su recuerdo y sé que ella a su manera me acompaña día a día.
Besos.
Tu relato está escrito de forma tan conmovedora que nos hace revivir esa pérdida que el tiempo nunca logra borrar.
ResponderEliminarAdemás pones sobre el tapete el “deseo de encontrarla”, deseo que alguna vez plasmé en un micro y que nunca publiqué, tal vez para no invocarla, porque antes que ella inevitablemente llegará el miedo al encuentro.
Tocas muchos puntos sensibles, Javier y lo haces con tu habitual maestría.
Un sentido abrazo.
Georges, gracias por tu comentario. Tienes razón, el recuerdo nadie me lo podrá borrar y será muy difícil de olvidar, ya que siempre hay detalles que me hacen revivir su presencia día a día.
EliminarTe animo a publicar esos sentimientos, ayudan mucho.
Un abrazo.
Madre mía Javier,es precioso. Tierno y tan bien redactado. Me quito el sombrero.
ResponderEliminarUn abrazo.
Raquel, muchas gracias por tu comentario.
EliminarBesos.
La más triste de las despedidas. Muy hermoso micro, Javier. Saludos
ResponderEliminarPlácido, muchas gracias por tu comentario.
EliminarUn abrazo.
Hermoso amigo mío. Poco más que añadir a este relato emocionante. Mi madre sigue a mi lado, espero por muchos años más. Nadie está preparado para esa pérdida. Un abrazo grande.
ResponderEliminarCarmen, muchas gracias por tu comentario. Tienes razón, nadie está preparado.
EliminarBesos.
Un adiós muy sentido a un ser único para los humanos.
ResponderEliminarComo siempre, hay mucha sensibilidad en tus letras. Leerte es emocionante, Javier.
Saludos de afecto.
María Jesús, muchas gracias por tu comentario.
EliminarMe agrada que me digas que leerme es emocionante, eso es lo que busco emocionar al lector.
Besos.
Muy emotivo este relato, que según leo ha sido inspirado en la vivencia de la pérdida de tu madre. Has plasmado con mucha fuerza los sentimientos que experimentaste y que perdurarán, aunque suavizados por la distancia en el tiempo, junto al resto de recuerdos "donde el olvido nunca pueda arrancarlos", acertada frase. Me gusta muchísimo cómo lo has contado, con mucha ternura, pero sin dramatismo. Enhorabuena y mucho ánimo. Un fuerte abrazo, Javier.
ResponderEliminarJuana, muchas gracias por tu comentario. Como bien dices es una experiencia personal y también como muy bien comentas, estos recuerdos el olvido nunca me los podrá arrancar.
EliminarBesos.
Javier: Por el sentimiento puesto en este micro, supuse que hablabas de tu madre, pero no me atreví a confirmarlo, hasta haber leído a otros compañeros.
ResponderEliminarMe uno a tu dolor, y te envió desde aquí mi ánimo para superarlo.
Un cariñoso abrazo.
Gracias,MªJesús, un beso enorme.
EliminarJavier, ¡qué pasada! No se puede reunir más emoción en un relato. Hay relatos que por su belleza solo dejan la reacción de quitarse el sombrero y aplaudir. ¡Chapó! Un abrazo y enhorabuena. De Matrícula de Honor.
ResponderEliminarEnrique, muchísimas gracias por tu comentario, anima mucho comentarios como el tuyo.
EliminarSolo te puedo decir que este relato está escrito con el corazón, es puro sentimiento.
Gracias de nuevo.
Un abrazo.
Qué importante me parece eso de poder contar con el calor de los que quieres hasta el último momento, y no menos el otro lado de la moneda, estar ahí en los momentos más decisivos, si bien hay veces en que las circunstancias lo impiden. Me alegro de una en tu caso la experiencia, dura siempre, tuviese al menos ese aspecto gratificante.
ResponderEliminarEntrañable relato incluso en su primera lectura, sin saber lo mucho que para ti indudablemente supone.
Un abrazo doblemente fuerte, Javier.
Enrique, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, tienes razón, aunque el momento sea duro, fue gratificante.
Un abrazo.
Javier, este mes he estado muy desconectada de 50 y no he podido leer tu micro hasta ahora. Te felicito por la forma tan sensible de expresar este acompañar al ser querido hasta el último momento. Yo pasé por la misma situación con mi madre y me alegro muchísimo de haber podido estar allí hasta el final.
ResponderEliminarUn abrazo fuerte.
Asun, muchas gracias por tu comentario.
EliminarSí, es una experiencia que en el fondo reconforta, y da paz, tanto para el que se va, como para los que aún quedamos aquí.
Besos.