Compañeros
La semana pasada le robaron el móvil. Anteayer se divirtieron rompiéndole las gafas. Desde el suelo, como un pájaro herido, suplicó silenciosamente ayuda con sus ojos miopes pero pasamos de largo. Hoy, en la capilla del colegio, delante del pequeño ataúd, somos nosotros los que llorando nos esquivamos la mirada.
jo, duro tu micro que deja sin aliento
ResponderEliminarduro y bueno, muy bueno
Gracias Luisa, duro por real, me temo. Un beso.
EliminarManuel, un relato que cuando lo acabas de leer no te deja impasible, y lo vuelves a leer y ves una realidad que está ahí. Para empezar el título una vez leído aún toma más fuerza. Luego tu última frase se coge a las entrañas.
ResponderEliminarUn relato muy bueno, Manuel, felicidades.
Un abrazo.
Muchísimas gracias Javier, siempre tan amable. Un fuerte abrazo.
EliminarUffffff. Sin palabras. Duro, real y conmovedor, la piel de gallina. Enhorabuena.
ResponderEliminarGracias Carmen. No, no es de los relatos que te dejan con la sonrisa puesta, lo sé. Muchísimas gracias, un abrazo.
EliminarDura situación, por desgracia demasiado real, y, sobre todo, muy bien escrito. Saludos y suerte, Manuel.
ResponderEliminarMuchas gracias Jesús. Mas o menos novelado, pero ¿cuantos casos como este habrá y como se sentirán después esos "compañeros"?. Fuerte abrazo.
Eliminar"Compañeros" es un término que tal vez podría aplicarse en este caso, aunque debería ir acompañado de otro: "enemigos", por acción o por omisión. No importa el tiempo que haya pasado ni la supuesta evolución. El ser humano sigue siendo cruel y se ceba con los más débiles. La naturaleza no es muy distinta, en ella solo sobreviven los fuertes, pero se supone que, como seres racionales, deberíamos haber superado eso y haber desarrollado más sentimientos como el respeto y la piedad
ResponderEliminarUn relato tremendamente efectivo, tanto, que golpea al lector, a los personajes distintos a la víctima no tanto, ya que ni siquiera ante el ataúd son capaces de conmoverse.
Un abrazo fuerte, Manuel
Otro posible título podría ser "el silencio de los borregos". Desgraciadamente cada vez es más frecuente pasar de largo, mirar en otra dirección y no meterse en líos. Mi pregunta es como vivirás después con tu conciencia, pero a lo mejor temo la respuesta. Un fortísima abrazo, amigo.
EliminarCuántos anuncios va dejando tras de sí el lastimado y cuántas veces le volvemos la cara sin saber actuar. Porque no creo que detrás de todos los casos haya abandono o complicidad por omisión. Es tan sencillo como que no sabemos ver ni ayudar a la víctima, ni oponernos a los acosadores. A eso tienen que enseñarnos, educarnos en la rebelión, ayudarnos a saber ser disconformes desde la infancia, agrupándonos para ser más fuertes, saber acudir a las instancias necesarias. Suecia parece ya haber dado algunos pasos grandes en esta dirección, tratando no solo a la víctima, sino a su grupo de amigos para hacerlos fuertes. También a los acosadores los trabajan para desarrollar la empatía.
ResponderEliminarSi no se emprenden acciones, seguirá pasando como en tu impactante relato, seguiremos sordos a los golpes, ciegos a las humillaciones. Un micro Manuel, que da un puñetazo sobre la mesa. Saludos.
Brillante análisis tocayo. No es nada fácil ser un héroe, estamos educados para esquivar los problemas y saltar los charcos y en el fondo siempre queda el pensamiento de "mejor él que no yo"...hasta que nos toca, claro. Un fuerte abrazo.
EliminarEl tema que tratas en este microcuento es universal, pues esa maldad y sadismo del grupo contra una o más personas se da tanto en la escuela, como en el barrio, el ejército, el trabajo y hasta en las familias, y ocurre en todas las latitudes, me temo.
ResponderEliminarY en ese envilecimiento hemos caído casi todos, es muy difícil ser uno de esos de los que Bertolt Brecht dice que luchan durante toda su vida y que, por tanto, son los imprescindibles.
Pero como en todo hay grados y evolución, y uno puede darse cuenta de sus errores, corregirlos y sentir vergüenza por esos momentos del pasado en los que no estuvo a la altura de las circunstancias y, quizá, hasta se emporcó jaleando a verdugos e inquisidores, o manteniendo un silencio cómplice.
Aparte de eso, cuando se llega a una situación como la que describes es que han fallado muchas de las instituciones de la sociedad, una de las más clamorosas puede ser la escuela, como ha sucedido en algunos casos reales, donde los responsables del centro en el que estudiaba la víctima decían que no se habían enterado de nada –a pesar de las denuncias recibidas- e, incluso, se llamaban a andana.
Luego, hay otro aspecto que me gustaría señalar en tu micro, y es el de esa perversidad que llevan dentro incluso quienes se consideran buenas personas, lo que, a veces, hace que descarguen sus frustraciones sobre un chivo expiatorio y luego, cuando sucede lo irremediable, se arrepienten y lloran esquivándose la mirada como cuentas en el final de tu micro.
Hace poco vi una película de las que llaman corales en la que una de las historias iba precisamente del arrepentimiento y el dolor que siente un adolescente que ha participado en el acoso a un compañero, cuando este intenta suicidarse y queda en coma.
Estupendo microcuento, Manuel, de esos que dejan un sabor amargo en el paladar y nos invitan a la reflexión.
Un abrazo.
Tremendo tu micro... Y tristemente muy real.
ResponderEliminarMuy bueno.
Muchas gracias. Lo de ser real es lo que le hace duro. Saludos.
EliminarDolor, vergüenza y miedo en muy pocas palabras. Quizás el golpe definitivo contra la cobardía.
ResponderEliminarMe temo que la cobardía no tiene cura pero es bonito pensarlo. Gracias.
EliminarDuro, seco, sórdido, penoso..., ¡precioso!
ResponderEliminarGracias amigo. El tema no propicia el adorno ni la belleza, creo que sórdido es la palabra, cierto. Un abrazo.
EliminarMuy duro y muy real, querido Manuel.
ResponderEliminarHace pocas semanas vi un reportaje sobre cómo estaban trabajando para eliminar el acoso escolar en las aulas de Finlandia. No tratan solo de trabajar con la víctima y/o acosadores, sino que trabajan con todos los alumnos para crear conciencia y así que no suceda lo que cuentas en tu relato. Parece que después de un año con este programa está funcionando.
Un beso grande, enhorabuena por este micro tan bueno y ojalá se trabaje también en España y en todos los países del mundo para que no vuelvan a ocurrir estos hechos.
Malu.
Ojalá, pero temo que él mal es inherente al ser humano igual que el bien. Donde si se puede y debe trabajar es en la solidaridad, la defensa del debil, la empatía...un largo camino querida Malú. ¡Fuerte beso!.
EliminarAquí no se puede decir eso de que nunca es tarde para darse cuenta de las cosas, aunque hechos así sí que deberían de servir para evitar que se sigan produciendo otros similares. El que los culpables de la tragedia se sientan avergonzados (aunque se deduce que son niños de no mucha edad) ya es un paso importante, porque a veces no ocurre ni eso.
ResponderEliminarMuy bueno, Manuel.
Un abrazo.
Lo malo es que el sentimiento de culpa llega cuando no hay remedio y eso es lo que suele pasar. Un fuerte abrazo.
EliminarDura situación la del acoso que aquí conduce al suicidio. Quienes narran la historia no son los acosadores, sino esos cómplices silenciosos que permiten estas crueldades. No sé si llega a haber un punto de arrepentimiento en ese esquivarse las miradas; sí, en cambio, un asomo de vergüenza. Muchos programas de prevención y diagnóstico hacen falta para erradicar esta epidemia.
ResponderEliminarBuena denuncia, Manuel. Un fuerte abrazo.
Probablemente tengas razón, más vergüenza que arrepentimiento. Sigo creyendo que estamos perdiendo la empatía y la solidaridad hacia el cercano, el vecino, el compañero de trabajo o de colegio. Nuestra Santísima Trinidad es "Yo, Mí y Mio". Una pena. Fuerte beso.
EliminarUff, duro relato, testimonio sin embargo de tantos casos así, en los que, aquellos que deberían ser compañeros se convierten en acosadores, cobardes desaprensivos que, amparándose en la popularidad del grupo, dejan de ser humanos para convertirse en depredadores, contaminando todo a su paso.
ResponderEliminarExcelente, Manuel.
Y quienes se dicen amigos miran para otro lados, no vayan a ser ellos los siguientes. Si, tristemente es demasiado real. Muchas gracias.
EliminarAlgunos niños y adolescentes son crueles. Terrible micro y, lo peor, muy real. Saludos, Manuel
ResponderEliminarCreo que era Reverte quien decía que a veces un niño solo es un h.p. que aun no ha crecido. Probablemente tenga razón en algunos casos. Un saludo.
EliminarEl arrepentimiento a veces llega demasiado tarde. Curiosamente, el micro que envié para julio parte de esa misma idea.
ResponderEliminarMe ha gustado. Un beso.
Estamos conectados Asun, jajaja. Todo lo que se llame la atención sobre esta lacra será poco sin duda. Fuerte beso.
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