Conexión intergaláctica (Trilogía de las estrellas 2050 II)
Cinco días viajando a la velocidad de la luz.
Celebramos el 78 cumpleaños de mi hijo. Mi esposa, criogenizada hace tres días (Tiempo Planetario, 42 años), también asistió, materializada en imagen holográfica de su espectro vital.
Fue emocionante conocer en directo a nuestro nieto; tiene, ahora, mi misma edad, cincuenta.
Celebramos el 78 cumpleaños de mi hijo. Mi esposa, criogenizada hace tres días (Tiempo Planetario, 42 años), también asistió, materializada en imagen holográfica de su espectro vital.
Fue emocionante conocer en directo a nuestro nieto; tiene, ahora, mi misma edad, cincuenta.
Manuel, en esta ocasión y siguiendo tu trilogía, nos presentas un relato en donde el tiempo es relativo, depende de donde uno se encuentre y a la velocidad que viaje. Hijos con más edad que los padres, nietos con la misma edad que los abuelos. Y presencias holográficas de aquellos que no están pero están. Como muy bien titulas una conexión intergaláctica que se pierde en el tiempo y en el espacio.
ResponderEliminarTal vez lo que nos has narrado no sea un futuro tan descabellado, no creo que nosotros lo veamos, ojalá, pero nuestros nietos creo que sí.
Manuel, un excelente relato de ciencia ficción.
Un abrazo.
Si tenemos suerte, el planeta resiste y descubrimos la estructura de la materia oscura, todo es posible. De momento, situarnos en la probabilidad, abre un interesante abanico donde lo que creíamos inmutable, cambia dependiendo de la velocidad a la que nos movemos en el espacio circundante.
ResponderEliminarLo que no es relativo, es tu comentario, siempre estimulante y puntual, una suerte en tiempo presente. Gracias, Javier, Un abrazo grande.
Una historia llena de curiosas paradojas, propiciadas por un futuro en el que habremos aprendido a manejar los entresijos del tiempo según nuestra conveniencia. Es ciencia ficción, pero en teoría algo así, o muy similar, podría ser posible. Desde que aprendimos a hablar y a usar herramientas simples, el hombre no ha parado de tejer su existencia y las relaciones con sus congéneres de una forma peculiar, condicionada por sus avances y descubrimientos.
ResponderEliminarOtro capítulo de esta serie tan interesante como bien contada, en la línea de la anterior entrega, pero diferente.
Un abrazo grande, Manuel
Creo que podríamos considerarlo ciencia ficción inmediata, pues una nueva concepción del universo ha abierto sus puertas y la humanidad, probablemente, está a las puertas no de una nueva era ya, sino de una nueva dimensión.
ResponderEliminarSegún Stephen Hawking, viajar casi a la misma velocidad de la luz nos transportaría directamente al futuro y, a la velocidad que vamos, puede que pronto no sea una quimera. De momento el viaje continúa hasta su entrega en la tercera fase.
Gracias, Ángel, por tu comentario, no seguimos leyendo en el universo de cincuenta. Un fuerte abrazo.
(Perdóname, Álex, que me despisto).
ResponderEliminarMi niño, ¡pero qué familia tienes! La mujer, en holograma; el hijo, tan lejísimos; y al nieto ya no puedes darle 1 euro de propina para chuches... pero que, a pesar de la desestructuración tecnológica, se mantenga el sentimiento familiar es para seguir teniendo fe en la humanidad.
Que el tiempo y el espacio nos sean leves.
Abrazote.
Yo paso la escoba y aquí nadie ha visto nada ;-)
EliminarPues ya verás cuando te enteres de lo que queda. Relativizar con la familia es lo que tiene. Fíjate que, así de pronto, aparece Álex por aquí cuando tengo entendido que andaba por los planetas del Índigo (a saber qué habrá pasado... se te escapó la gallina). Si es que no hay como invertir los parámetros establecidos para lo corriente se convierta en hechoextraordinario.
EliminarCuando pare a repostar en la próxima galaxia te mando un holograma. Besitos, capitana
¿Y qué digo yo sobre esta Conexión intergaláctica? Pues que, a mí, esto de la ciencia ficción más que evadirme casi me asusta, por su verosimilitud. Aun así, me ha gustado. Un saludo y suerte, Manuel.
ResponderEliminarLo que era ciencia ficción hace unos años es una realidad posible hoy, así que más que evadirnos, Jesús, vamos a tener que plantearnos incluirnos para que no se vayan de viaje y nos dejen atrás.
Eliminargracias por tu comentario. Un abrazo.
Quizá estemos a un paso de estos avances que permiten moverse libremente en el espacio y en el tiempo. Desde luego, las conexiones intergalácticas permitirán mantener unido al núcleo familiar, de manera presencial, virtual o en holograma, pero las edades de las distintas generaciones se superpondrán y darán lugar al absurdo.
ResponderEliminarYo sigo viéndolo como una fantasía, un derroche de imaginación por tu parte, Manuel, y una muestra de humor.
Un relato original e imaginativo. Un abrazo enorme.
Tiene su punto elecubrar e imaginar, pero en base a teorías que se presumen ciertas. Einstein no solo teorizó, sino que demostró hechos ciertos como la relatividad general. Hawking utiliza el ejemplo de un tren de alta velocidad que saliese de una estación el uno de enero de 2050 y que pudiera dar siete vueltas a la Tierra cada segundo. A esa velocidad, en el interior del tren el tiempo transcurriría más lentamente que fuera. En una semana de viaje para los pasajeros, sin embargo, éstos llegarían a su destino 100 años después de haber salido, en 2150, según el tiempo terrestre común.
EliminarEn eso se apoya el micro, aunque es cierto que de disparatado que parece resulta una paradoja divertida.
gracias, Carmen. Un beso grande.
Del galáctico microrrelato que has imaginado, Manuel, me quedo con la noción del tiempo, tan diferente y tan relevante, a la vez, cuando nos situamos en materia de ciencia ficción. Muy interesante, sin duda, tu planteamiento.
ResponderEliminarUn fuerte abrazo.
Como dices, Mª José, la base es el tiempo. Y la clave junto con la dimensión del espacio. Conocer su verdadera estructura y sus fluctuaciones nos llevará a mundos inimaginados, porque la realidad paradójicamente, sabemos, supera siempre con creces a la imaginación.
EliminarUn beso, Mª José, gracias por tu comentario.
Tu micro me parece fascinante y muy atractivo, aunque prefiero que se quede, en lo que a mí concierne, sólo en tema literario o de película de ciencia ficción. Ya se me hace complicado, a veces, calcular el tiempo tal como lo conozco, así que no quiero ni pensar en cómo me las iba a apañar viviendo a la velocidad de la luz. Como se suele decir, los que vengan detrás que arreen. Espero con mucho interés las otras entregas galácticas, Manuel. Un abrazo.
ResponderEliminarFascinante es la palabra que describe la sensación que me embarga cuando me sumerjo en lecturas que tratan de estos temas. Te hablo de teorías fundamentadas y no de ciencia y mundos imaginados. Pareciera haberme subido en una montaña rusa que se desplazara dentro de un caleidoscopio.Curiosamente, vivir a la velocidad de la luz, sería como hacerlo cada día, solo que el tiempo transcurriría en su dimensión presente, infinitamente más lento que para los que se desplazan, como nosotros, a lenta velocidad de nuestro planeta.
EliminarGracias por tu interés y tus palabras, Juana. En la próxima, un poco más de futuro. Un abrazo.
Prodigiosa imaginación y espeluznante micro, Manuel. Con tanto trajinar up and down en el tiempo y el espacio no quiero ni pensar en lo que se pueda llegar a generar como Efecto Mariposa.
ResponderEliminarUn cordial saludo.
El torbellino que precede al huracán se ha puesto en marcha. Hace quinientos años los habitantes del mundo civilizado desconocían habitar un planeta que giraba alrededor del sol y que albergaba la existencia de un inmenso continente que ahora tenemos a pocas horas de distancia. Para cuando llegue la fecha en que se desarrolla mi micro, probablemente conoceremos nuevos planetas habitados.
EliminarEs alucinante y terrorífico a la vez, porque...¿qué será de nuestro planeta?
Manuel, la ciencia ficción no es mi fuerte, pero reconozco que tu micro me ha llamado mucho la atención. Me parece una pequeña gran historia perfectamente contada. Pero no me salen las cuentas... Si multiplico 300000 kms por los segundos de cinco días me explota la calculadora... Mejor lo dejo, ja, ja, ja.... Genial. Un abrazo.
ResponderEliminarComo intentes calcular, estás perdida. Lo intenté muchas veces y sufrí vértigos, dispersión, desorientación...solo conseguí disfrutar del tema cuando me dejé llevar. Bien mirado, el futuro es mañana mismo.
EliminarSi he conseguido arrancarte una sonrisa es porque el viaje está mereciendo la pena. Un abracito, Mª José.
Ocurrente relato de ciencia ficcion. Me recuerda a una pelicula similar de hace años.
ResponderEliminargracias, Iñaki. Hay infinidad de películas que abordan el tema con solvencia, unas mejor documentadas y otras más creativas, que dan rienda suelta a la imaginación.
EliminarGracias por comentar. Saludos.
Ahora son comunes las familias reconstituidas y, en el futuro, las familias deconstruidas y paradójicas. Mientras uno no nazca cien años después de su nieto todavía no se habrá perdido todo.
ResponderEliminarUn buen micro. Saludos, Manuel
Todo se andará, Plácido, si consigues entrar en un bucle regresivo del tiempo, pasarías a una dimensión anterior en la que aún no has nacido, mientras que tu nieto, viviendo en la dimensión real progresiva, continuaría con su vida. Se trata de conjugar dimensiones paralelas, que de momento parecen ocultas a nuestro entendimiento. Si miras una goma de agua, desde fuera parece un cilindro rígido por donde puede desplazarse una hormiga, sin embargo, es posible que otra, se desplazara a mayor velocidad por la dimensión interior que conocemos de la goma, llegando a su extremo mucho antes que la primera, dado que la resistencia al aire y a las inclemencias es menor. Todo esto, si antes alguien no ha abierto el grifo del agua y entonces la hormiga, alcanza la velocidad de la luz, jajaj.
EliminarGracias, Plácido, Un abrazo.
Has conseguido que me pierda, en edades y parentescos, lo cual debe ser un signo de madurez mental de tu creativa ficción.
ResponderEliminarSuerte futura y saludos presentes.
No creas que a mí me fue fácil al principio acomodarme a las fluctuaciones relativas del tiempo, sin embargo ya ves, salgo de copas con mi nieto y voy a la residencia de mayores a visitar a mi hijo. Gracias por tu comentario. Saludos también para ti.
ResponderEliminarNo estoy preparada para la vida intergaláctica... demasiado estrés para llevar la cuenta de si vengo o si voy. De si soy la madre de mi hijo, o si mi hijo es mi padre. Nunca se me han dado bien las cuentas... seguro que le doy al botón equivocado y formo un agujero negro que nos traga a toda la familia jeje
ResponderEliminarMe encanta tu 50 de ciencia ficción!
Sabiendo esto no sé si podría confiarte los mandos de la nave, pues podrías poner en peligro la misión de este viaje, jajaj. Se trata sobre todo de esquivar agujeros negros, tan hambrientos siempre de materia nueva. Se parecen un poco a nosotros, los que escribimos, siempre absorbiendo detalles, personajes, situaciones. Luego, todo se regurgita y sale una supernova en forma de cincuenta.
ResponderEliminarGracias por tu comentario, Galilea. Saludos.
Ay, Manuel, si ya me resulta difícil saber en el día que vivo, con tu relato ando perdida por el espacio-tiempo. Por favor, ven a rescatarme.
ResponderEliminarJajaja.
Ingenioso relato donde las, ya de por si, complicadas relaciones familiares se vuelven más difíciles de seguir, y se convierten en toda una odisea espacial.
Muy original.
Besos apretados.
Lo has definido como nadie, Pilar, o te llevas a la familia contigo al viaje estelar, o se relativiza el parentesco y el que ayer era tu hijo, mañana lo confundes con tu nieto. Pero por descabellado que parezca, todo depende de la velocidad de la luz a que se viaja. Te mando besos presentes, para que te lleguen a tiempo, en momento y apretaos. Gracias por pasarte.
ResponderEliminarManuel, nos llevas de la mano con esta trilogía a un mundo de ficción. Quién sabe si algún día, con los avances científicos, podríamos conocer a nuestro nieto con nuestra misma edad, criogenizarnos y volver 500 años más tarde, asistir a un evento en forma de holograma...
ResponderEliminarCuenta conmigo para entrar en esa nave y viajar a la velocidad de la luz...como bien dices, habría que llevarse a los familiares para que no hubiese desbarajustes al volver. ¡La aventura promete ser trepidante, Manuel!
Un abrazo. Enrique
Esto es pan comido, Enrique, con solo un par de adelantos más, estamos en el espacio sideral en unos años. Ya verás qué bien nos lo vamos a pasar con la relatividad. Te vas unos días a la velocidad de la luz y cuando vuelves, eres el mejor conservado de todos los colegas. La gente se va a dar de lo lindo por pillar un viaje de estos. Y si no, al tiempo.
ResponderEliminarGracias, Enrique, queda una entrega que esconde una sorpresita, sí. Un abrazo.
En efecto, tu trilogía avanza a gran velocidad, nada menos que a la de la luz, transportando la relatividad del tiempo en un espacio de 50 palabras, con la percepción de la edad distorsionada, colocando el contrapunto de lo relativo a lo que damos por hecho, dejando en entredicho lo real de lo que llamamos realidad.
ResponderEliminarEnhorabuena, Manuel, me está gustando mucho este viaje a la filosofía envuelto en excelentes relatos de ciencia-ficción. Esperando el viaje de julio.
Un abrazo.
Como dices, la realidad se ensancha cuando podemos alterar la velocidad a la que nos desplazamos;lo que pretendíamos sólido y determinado, fluctúa y nos ofrece alternativas paralelas disímiles. No es fácil ver lo que no se ve, concebir dimensiones ocultas en un universo infinito, de ahí la grandeza de las teorías del gran Eisntein, al que no le fue fácil abrir brecha en su tiempo entre los ilustres físicos de la época. Apasionante sin duda su aportación, aunque no menos, las contradicciones evidentes entre la teoría de la relatividad y la física cuántica.
ResponderEliminarLa trilogía se acerca a su fin. Me alegra que la sigas con interés. Es un estímulo, al igual que tus bien hallados comentarios. Un abrazo, Antonio.
“Todo fluye”, dijo Heráclito, lo que el filósofo griego no sabía es que puede fluir a distintas velocidades, que el espacio-tiempo es algo así como un chicle donde nuestra perplejidad ante la vida queda atrapada como una mosca en la tela de una araña y, como Antonio Muñoz Molina en su ensayo sobre los últimos años de nuestra democracia, titulado Todo lo que era sólido, descubrimos que no hay nada sólido, que todas nuestras ideas sobre la vida saltan hechas añicos, quizá por eso decía Nietzsche que el hombre debe ser superado, quizá por eso abogaba por la llegada del superhombre; pues tales aventuras intergalácticas y, quizá, hasta en universos paralelos y en otras dimensiones, parecen que nos quedan más anchas que a un payaso la camisa con la que sale a actuar.
ResponderEliminarSea como fuere, parece que estamos en un momento crítico de nuestro devenir, por un lado, terribles amenazas de catástrofes debidas, mayormente, a nuestra estupidez, a nuestra codicia y a nuestra maldad; por otro, un abanico de posibilidades que ofrece la ciencia que parecen emparentarse con aquella promesa que la serpiente les hizo a Adán y Eva en el Paraíso Terrenal para convencerlos a que la probaran: “Seréis como dioses”.
Ante todo eso, y desde nuestra pequeñez, sólo nos queda soñar, fantasear, llevar una vida lo más digna y solidaria posible con el resto de la humanidad, y dejar que el destino escriba lo que tenga que escribir en nuestros cuadernos, pero en lo que a nosotros nos atañe, que no echemos muchos borrones. Y por acabar con Miguel Hernández: “Si me matan, bueno: si vivo, mejor”.
Un abrazo, Manuel, y mi enhorabuena por esta magnífica trilogía y por esas inquietudes con las que tan identificado me siento.
Continuando con la analogía, podríamos decir que es el río el que nos lleva. Cual peces voluntariosos nos afanamos en nadar contracorriente convencidos de que es posible cambiar el devenir, cambiar el curso de las circunstancias. Si acaso. como el salmón, conseguimos individualmente remontar hasta la fuente y desovar la ilusión para comenzar un nuevo ciclo. Renovados, volvemos a bajar el mismo río con distinta agua, y vivimos el tiempo nuevo de lo relativo.
ResponderEliminarLos tiempos que corren parecen invadidos por las fluctuaciones cuánticas propias de las partículas. Contemplamos una realidad en completo movimiento, donde el individuo, como termita global, se afana en derruir los sólidos estamentos del tiempo eterno. No podemos sino aceptar esta velocidad endiablada y esperar, que una vez roto el umbral de incertidumbre, la nueva dimensión que acoja el sueño humano sea benigna y los nuevos tiempos se distingan por un retorno a la naturaleza que preserve la biodiversidad de la Tierra. Está en juego la fuerza del espíritu.
La conquista del espacio es el paso siguiente en la inmediatez de este calendario futuro que ya está aquí. En otro tiempo, la humanidad surcó olas de mares y océanos para descubrir nuevos territorios, hoy nos embarcamos en las olas del espacio y del tiempo que se comban ante la gravedad de la masa de los objetos celestes. Perseguimos la ensoñación de partículas sin carga que pueden atravesar la materia, los escurridizos bosones que escapan al mismo Dios...un enrevesado crucigrama, en cuya solución se halla la respuesta al misterio de qué somos y por qué, las dos preguntas que, como al resto de la humanidad, nos hacen seguir cada día escribiendo y viviendo con eterna curiosidad.
Me alegra que coincidamos en estas inquietudes fascinantes, deslumbradoras. Es un placer recibir tus comentarios, Enrique, y contestarlos. Te envío un fuerte abrazo estelar.
Pedazo de imaginación y pedazo de cincuenta, Manuel. No soy muy de ciencia ficción, pero tu relato da que pensar. Seguramente será el futuro de la humanidad, criogenizados y vueltos a la vida cuando nuestros nietos tengan nuestra edad.
ResponderEliminarEnhorabuena y un abrazo.
Hola, Asun. Nos falta media vuelta de tuerca para que la próxima quedada cincuentista sea en un lugar del espacio de cuyo nombre no puedo dar cita, pues no ha sido, a día de hoy, descubierto aún.
ResponderEliminarGracias por tu visita y por tu comentario, siempre bienvenido y estimulante. Un abrazo.
Rayante historia, Manuel. Al menos para mi desentrenada cabeza. Qué bien manejas todos los conceptos y variantes potenciales que la situación genera para crear una historia de ciencia ficción que en principio suena esperpéntica, pero que intuyo que está fundada en fórmulas válidas.
ResponderEliminarEstupenda continuación de la serie.
Por cierto que acabo de ver que eres también un acuarelista extraordinario. Ya ves.
Un abrazo.
Enrique, cómo no voy a esperar tus comentarios. Sueles ser quien cierra la tanda de los comentarios que recibo y, siempre, tus palabras me estimulan. La verdad es que es casi una paranoia, que si quieres más, lee El universo elegante, un libro de divulgación científica de Brian Greene y tendrás la sensación durante muchas de sus páginas de asistir a una loca montaña rusa en tu cabeza tratando de atrapar parámetros de una realidad común en nuestro día a día, pero absolutamente desconocida. Créeme si te digo que esa sensación que describes fue mía durante mucho tiempo, a pesar de leer dos veces el libro y volver a él cada vez que me quedo pez tratando de explicármelo a mí mismo. Así que aquí he intentado ventilar mis fantasmas,jajajaj.
ResponderEliminarLo de la acuarela es otra pasión que persigo, tan fugaz e inalcanzable, según se tercia, como una estrella o una partícula del mundo cuántico infinitesimal.
Un abrazo grande.
La pintura es también otra de mis pasiones, aunque ahora tengo muy poco tiempo para ponerme a ello. Yo lo hago al óleo, pero creo saber apreciar cuándo alguien entiende y domina la disciplina de la acuarela, y es evidente que tú eres todo un maestro. Enhorabuena, Manuel.
EliminarMuchas gracias, Enrique. Yo tengo pendiente aprender la pintura al óleo porque me atrae muchísimo, pero no es fácil teniendo como objetivo avanzar en la acuarela. He tocado un poco el acrílico, pero de manera muy básica aún. Un abrazo.
Eliminar¡Jo, Manuel, no sé si me da la mente para tanto! Yo soy demasiado práctica y me llevo regular con la ciencia ficción, pero veo todo lo que cuentas en tu micro muy posible.
ResponderEliminarPor cierto, que ya te ponemos cara por aquí. A ver si te ponemos cara en persona para la próxima quedada y que no haga falta echar mano de ciencia ficción, o sí. El caso es que podamos coincidir.
Un beso grande, magnífico relato.
Malu.
Hola, Malu, qué cosas trae aparejadas esto del futuro, tienes razón. Quiero pensar que cuando no íbamos tan deprisa en nuestro mundo, el futuro tampoco corría tanto. Hay una relación entre las prisas nuestras y el advenimiento del futuro, como si la maquinaria del mundo trabajara aceleradamente por comprimir los tiempos de la vida en pura inmediatez.
ResponderEliminarMe gustaría mucho asistir a la próxima quedada para conocerte en persona, a ti y a muchos otros y otras con las que es un placer leer y comentar después. De momento, ya le puse cara a mis palabras, para que nos vayamos conociendo.
Como siempre, qué alegría me deja tu visita!! Un beso grande, Malu.